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El evangelio sobre el que basa la reflexión de este segundo día de quinario es Mateo 5, 17-19 y dice lo siguiente: En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«No creáis que he venido a abolir la Ley y los profetas: no he venido a abolir, sino a dar plenitud. Os aseguro que antes pasarán el cielo y la tierra que deje de cumplirse hasta la última letra o tilde de la Ley. El que se salte uno solo de los preceptos menos importantes, y se lo enseñe así a los hombres será el menos importante en el reino de los cielos. Pero quien los cumpla y enseñe será grande en el reino de los cielos.»
Estas palabras de Jesús deben ser entendidas correctamente. Un judío al oírlas diría que hay que cumplir toda la ley. Sí, pero no. La palabra de Jesús tiene el sentido de completar aquello que ya había, dar profundidad a aquello que ya sabíamos.
Podemos crear símbolos y signos que sirven para siempre. Por ejemplo, las matemáticas. Siete por cuatro, es lo que es, desde hace quince siglos a hoy. Cuando hablamos, las personas no siempre sentamos cátedra. Puedo decirle a mi madre, abre la ventana porque tengo calor y a la media hora le digo que la cierre porque tengo frío. No hay contradicción. Han cambiado las circunstancias.
La ley era un pedagogo para nosotros. La ley servía para prepararnos al encuentro con Cristo. Ahora, ya está Cristo entre nosotros, esta ley por tanto no tiene valor. Ahora vale la ley de Cristo.
El que se salte uno solo de los preceptos menos importantes, y se lo enseñe así a los hombres será el menos importante en el reino de los cielos.
Hoy ha venido una pareja al convento, buscando un sacerdote. Querían que les bendijera las alianzas. Se habían casado por lo civil. La bendición de las alianzas es un rito dentro del sacramento del matrimonio. Fuera de él, no. Como simples anillos, si los puedo bendecir, como símbolo del matrimonio no. Casarse por lo civil y buscar bendición en la sacristía es que algo se nos ha pasado por alto.
En la vida cristiana no hay nada que podamos hacer a medias. Todo el crecimiento espiritual es importante, hasta lo más insignificante. El terreno espiritual no es un campo privado mío. ¿Las pequeñas cosas no tienen importancia? No es así. Imaginemos que llevo mi coche al taller y me lo arreglan así, así. Un día voy por la autovía y tengo un accidente, se me cae el motor y pierdo las dos piernas. Pero es que además, el coche de detrás colisiona conmigo y el conductor acaba en coma irreversible. Da la casualidad, que esta persona estaba a punto de descubrir una vacuna contra el cáncer. Los pequeños detalles tienen su importancia. Todo fue por culpa de olvidar atornillar correctamente una tuerca.
Las pequeñas cosas, sí tienen importancia. Un día no le dices nada a tu hijo al hacer algo mal, no le dices “esto no se hace”, se deja pasar una y otra vez. ¿Qué pasa? La juventud de hoy en día. Mucha voluntad, pero no se casan por la iglesia, viven en pareja, dejan de venir a misa porque no pueden comulgar, dejan de rezar… Acaban viviendo una vida sin Dios. Cuando tengan hijos no los bautizarán, para que cuando sean grandes, sean ellos quienes decidan… Una juventud sin Dios, sin sentido de la vida. Aunque también en la edad adulta puede pasar, porque creíamos que lo pequeño no tenía importancia.
Dejamos la puerta abierta a un pequeño pecado, y tras él, van entrando uno detrás de otro y acabamos perdidos, sin ganas de confesarnos, sin conciencia de pecado.
Hay que proponerse vivir de una manera coherente, fiel a lo que el Señor nos pide. Jesús fue fiel al Padre. En Getsemaní, se vio desamparado, sus amigos dormidos, el Padre, “en busca y captura”. Podía habérselo evitado, pero hubiéramos perdido la obra de la Redención.
Cada gesto de fidelidad a Dios es un positivo que escribimos en la obra de la salvación. Ese pequeño gesto está corroborando la sangre que Cristo ha vertido por ti. Cada infidelidad, es una espina más, un flagelo más. Cada gesto, aun que pequeño, será la causa de nuestra santificación.
Dios juzgará a los que se vayan dejando los propios detalles por el camino. Nosotros sabemos que el juicio será en el amor. No nos escapemos de lo que no nos gusta. El que así lo enseñe, será grande en el Reino de los Cielos.
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