viernes, 30 de abril de 2021

EL EVANGELIO DEL DOMINGO: 5º DOMINGO PASCUA – CICLO B – (2-5-2021)

Lectura del santo evangelio según san Juan 15,1-8


“En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:

«Yo soy la verdadera vid, y mi Padre es el labrador.

A todo sarmiento mío que no da fruto lo arranca, y a todo el que da fruto lo poda, para que dé más fruto.

Vosotros ya estáis limpios por las palabras que os he hablado; permaneced en mí, y yo en vosotros.

Como el sarmiento no puede dar fruto por sí, si no permanece en la vid, así tampoco vosotros, si no permanecéis en mí.

Yo soy la vid, vosotros los sarmientos; el que permanece en mí y yo en él, ése da fruto abundante; porque sin mí no podéis hacer nada.

Al que no permanece en mí lo tiran fuera, como el sarmiento, y se seca; luego los recogen y los echan al fuego, y arden.

Si permanecéis en mí, y mis palabras permanecen en vosotros, pediréis lo que deseéis, y se realizará.

Con esto recibe gloria mi Padre, con que deis fruto abundante; así seréis discípulos míos».”


LA VID VERDADERA

“Llegado Pablo a Jerusalén, trataba de juntarse con los discípulos, porque todos le tenían miedo, pues no se fiaban de que fuera discípulo” (Hech 9,26). Nos sorprende esta anotación del libro de los Hechos de los Apóstoles. Ya imaginábamos que, tras encontrar a Cristo, Saulo sería visto como un traidor por los sacerdotes, los fariseos y los jefes del pueblo.

Pero también había de tener dificultades para ser reconocido como un hermano por los discípulos de Jesús. No sería fácil para ellos perdonar al que había perseguido a los que seguían el camino de Jesús. Evidentemente, Saulo había de pasar por una profunda purificación. Solo el testimonio de Bernabé ante los apóstoles, llevaría a la comunidad a acogerlo.

Hay una frase que se repite en el texto. En Damasco Saulo actúa valientemente en el nombre de Jesús. Y, una vez reconocido por la comunidad, en Jerusalén predica públicamente el nombre del Señor. No olvidemos que en el nombre de Jesús, Simón Pedro y Juan habían curado al paralítico que pedía limosna a la puerta del Templo.


DOS RELACIONES

En este quinto domingo de Pascua la lectura evangélica nos recuerda la hermosa alegoría de la vid y los sarmientos, que se pone en boca de Jesús en el discurso que sigue a la última cena con sus discípulos (Jn 15,1-8). Como se puede observar, en esta alegoría Jesús revela dos relaciones que resumen su identidad y su misión.

• “Yo soy la verdadera vid y mi Padre es el labrador”. Israel era la vid plantada con amor y cuidada con esmero. Sin embargo, no había producido los frutos esperados (Is 5,1-7). Pero Jesús es la vid verdadera. Él mismo se revela como hijo del Padre. El Padre lo ha plantado y cuidado. Y él ha dado los buenos frutos que el Padre esperaba.

• “Yo soy la vid, vosotros los sarmientos”. Por otra parte, Jesús está unido a sus discípulos. Ellos son los sarmientos de esa vid. Curiosamente, ellos son necesarios para que Jesús pueda entregar su fruto a la humanidad. Pero el fruto no nace de ellos, sino de la vid a la que están unidos.


EL FRUTO

Tanto al referirse a la relación con su Padre como al mencionar la relación con sus discípulos, Jesús repite hasta siete veces el verbo “permanecer”. Nadie puede dar fruto si no permanece en Jesús y no permite a Jesús que permanezca en él.

• “Sin mí no podéis hacer nada”. Esa afirmación de Jesús era una advertencia, tan oportuna como necesaria, para sus discípulos. Demasiadas veces se sintieron tentados por el ansia del poder o de la eficacia.

• “Sin mí no podéis hacer nada”. Esa afirmación de Jesús es un aviso para todas las instituciones de la Iglesia. Todos los planes pastorales serán ineficaces, si falta la unión con el Señor y la escucha de su palabra.

• “Sin mí no podéis hacer nada”. Esa afirmación de Jesús nos recuerda cada día a todos los cristianos la necesidad de mantenernos vigilantes y disponibles para el encuentro con el Señor de la vida.

- Señor Jesús, sabemos que tú eres la vid y nosotros los sarmientos. Tú has querido que seamos necesarios para que se vean tus frutos en el mundo. Pero que ese privilegio no nos haga olvidar que sin ti no daremos los frutos que la humanidad espera. Amén

José-Román Flecha Andrés.
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viernes, 23 de abril de 2021

EL EVANGELIO DEL DOMINGO: 4º DE PASCUA – CICLO B – (25-4-2021)

 Lectura del santo evangelio según san Juan 10, 11-18

“En aquel tiempo, dijo Jesús:

- «Yo soy el buen Pastor. El buen pastor da la vida por las ovejas; el asalariado, que no es pastor ni dueño de las ovejas, ve venir al lobo, abandona las ovejas y huye; y el lobo hace estrago y las dispersa; y es que a un asalariado no le importan las ovejas.

Yo soy el buen Pastor, que conozco a las mías, y las mías me conocen, igual que el Padre me conoce, y yo conozco al Padre; yo doy mi vida por las ovejas.

Tengo, además, otras ovejas que no son de este redil; también a ésas las tengo que traer, y escucharán mi voz, y habrá un solo rebaño, un solo Pastor.

Por esto me ama el Padre, porque yo entrego mi vida para poder recuperarla. Nadie me la quita, sino que yo la entrego libremente. Tengo poder para entregarla y tengo poder para recuperarla: este mandato he recibido de mi Padre».”


EL PASTOR VERDADERO

“No hay salvación en ningún otro, pues bajo el cielo no se ha dado a los hombres otro nombre por el que debamos salvarnos” (Hech 4,12). Evidentemente, Simón Pedro se refiere al nombre de Jesucristo. En su nombre, Juan y él habían curado al paralítico que yacía a la puerta del Templo.

Los jefes del pueblo y los ancianos los habían detenido, encarcelado y azotado. Pero no los juzgaban por haber devuelto la salud a un enfermo. Eso les habría merecido el rechazo de las gentes. Los apóstoles son juzgados como malhechores precisamente por haber curado a aquel paralítico en el nombre de Jesús.

Jesús era como la piedra desechada por los constructores. Pero por voluntad del Padre se había convertido en la piedra angular de un nuevo edificio (Sal 117). He ahí la gran contradicción y la fuente de escándalo, entonces y ahora.


LA COMUNIDAD

El evangelio de este domingo cuarto de Pascua nos ofrece todos los años la alegoría evangélica que nos presenta a Jesús como el verdadero Pastor de su rebaño. En el contexto en el que fueron pronunciadas, esas palabras eran una denuncia contra los pastores que no servían a su pueblo, sino que se servían de él. Hay tres actores en el relato:

• El lobo ataca a los rebaños. Roba las ovejas y las dispersa. Estas imágenes no pueden ser ignoradas. El texto evangélico tiene ya presentes a las comunidades que son atacadas, divididas y dispersadas por los que buscan sus intereses y traen la muerte.

• Hay responsables de la comunidad que se comportan como asalariados. No les importan las ovejas. No están dispuestos a defenderlas. En consecuencia, las abandonan en el momento en que se presenta el peligro.

• El pastor verdadero se interesa por sus ovejas. En realidad, está dispuesto a dar su vida por ellas. Y, además, se interesa por otras ovejas que no pertenecen a su rebaño o le han sido arrebatadas. Hace lo posible por atraerlas a la comunidad.


LA REVELACIÓN

Esta alegoría evangélica contiene una de las revelaciones más importantes sobre Jesús: sobre su identidad y sobre su misión: “Yo soy el buen Pastor, que conozco a mis ovejas y las mías me conocen, igual que el Padre me conoce y yo conozco al Padre”.

• “Yo soy el buen Pastor”. Era esta una imagen muy familiar para el pueblo de Israel. Con ella se revelaba el amor de Dios a su pueblo. Y la comunidad cristiana habría de ver en ella la imagen del Señor que se cuidaba de ella.

• “Conozco a mis ovejas y las mías me conocen”. La expresión refleja la cercanía y la intimidad de Jesús con cada uno de los que le siguen. Si Jesús los conoce personalmente, ellos han de esforzarse por conocerlo y reconocerlo cada día.

• “Como el Padre me conoce y yo conozco al Padre”. No se puede olvidar esta comparación final. La relación existente entre el Padre y Jesús ha de ser el modelo y la pauta para las relaciones entre los miembros de la comunidad y sus pastores.

- Señor Jesús, te reconocemos como nuestro verdadero Pastor. Conocemos tu solicitud por cada uno de nosotros. Te agradecemos el don de tu vida. Y queremos seguir tus pasos y esforzarnos por construir una comunidad digna de ti. Bendito seas por siempre. Amén. ¡Aleluya!

José-Román Flecha Andrés

sábado, 17 de abril de 2021

EL EVANGELIO DEL DOMINGO: 3º DE PASCUA – CICLO B – (18-4-2021)

Lectura del santo evangelio según san Lucas 24, 35-48

“En aquel tiempo, contaban los discípulos lo que les había pasado por el camino y cómo habían reconocido a Jesús al partir el pan.

Estaban hablando de estas cosas, cuando se presenta Jesús en medio de ellos y les dice:

- «Paz a vosotros.»

Llenos de miedo por la sorpresa, creían ver un fantasma. Él les dijo:

- «¿Por qué os alarmáis?, ¿por qué surgen dudas en vuestro interior? Mirad mis manos y mis pies: soy yo en persona. Palpadme y daos cuenta de que un fantasma no tiene carne y huesos, como veis que yo tengo.»

Dicho esto, les mostró las manos y los pies. Y como no acababan de creer por la alegría, y seguían atónitos, les dijo:

- «¿Tenéis ahí algo que comer?»

Ellos le ofrecieron un trozo de pez asado. Él lo tomó y comió delante de ellos. Y les dijo:

- «Esto es lo que os decía mientras estaba con vosotros: que todo lo escrito en la ley de Moisés y en los profetas y salmos acerca de mí tenía que cumplirse.»

Entonces les abrió el entendimiento para comprender las Escrituras. Y añadió:

- «Así estaba escrito: el Mesías padecerá, resucitará de entre los muertos al tercer día, y en su nombre se predicará la conversión y el perdón de los pecados a todos los pueblos, comenzando por Jerusalén. Vosotros sois testigos de esto».”


TESTIGOS

“Matasteis al autor de la vida, pero Dios lo resucitó de entre los muertos y nosotros somos testigos de ello”. En el texto del libro de los Hechos de los Apóstoles que hoy se lee (Hech 3,13-19) sobresalen estas vibrantes palabras del apóstol Pedro. En su discurso hay varias notas que nos llaman la atención:

• En primer lugar, Pedro denuncia vigorosamente la ceguera de su pueblo, que ha renegado del Santo y del Justo, al tiempo que anuncia que Dios lo ha resucitado.

• Además, Pedro asume y proclama el papel de testigos del Mesías que corresponde a los discípulos que han convivido con Él.

• Y finalmente, tiene la grandeza de disculpar a los que condenaron a Jesús, aun reconociendo que han pecado y necesitan convertirse.

Que también nosotros guardemos la palabra de Señor y cumplamos sus mandamientos, como nos pide la segunda lectura (1Jn 2,1-5).


LOS CONTRASTES

El evangelio de este domingo tercero de Pascua nos sitúa en el momento en que los dos discípulos que se habían alejado hasta Emaús se encuentran de nuevo con sus hermanos que habían quedado en Jerusalén (Lc 24,35-48).

Unos y otros se apresuran a dar cuenta de su respectivo encuentro con Jesús. Pero de pronto se les muestra el Resucitado con un mensaje cargado de fuertes contrastes:

• Por una parte les ofrece y desea el don de la paz, pero al mismo tiempo les reprende por las dudas a las que se aferran y por sus dificultades para creer.

• Además, se presta a comer con ellos para demostrarles que es el mismo que han seguido por los caminos, pero les recuerda que era necesario que se cumplieran las Escrituras.

• Jesús recuerda el pasado reciente de su muerte y resurrección, pero orienta a sus discípulos al futuro para que prediquen la conversión a todos los pueblos.


EL TESTIMONIO

Ante esta manifestación del Señor Resucitado cabría preguntarse qué misión confía a sus discípulos. ¿Cuál ha de ser el contenido de su predicación? ¿Con qué argumentos habrán de apoyarla? ¿Qué instituciones, secciones y boletines habrán de crear? ¿Con qué títulos tendrán que adornarse para hacerse respetar? ¡Nada de eso! Él sólo les entrega una consigna:

• “Vosotros sois testigos de esto”. Eso significa esforzarse por recordar fielmente el pasado y la convivencia que les ha unido a su Maestro.

• “Vosotros sois testigos de esto”. Eso significa reconocer que lo han abandonado en el momento de su muerte, pero han recibido el don de su presencia resucitada.

• “Vosotros sois testigos de esto”. Eso significa que son las obras, más que las palabras, las que han de comunicar a las gentes el gozoso mensaje del Señor.

- Señor Jesús, te damos gracias porque nos has elegido para compartir tu vida y para reconocer tu triunfo sobre el mal y sobre la muerte. Y te agradecemos que nos hayas enviado para ser testigos de tu resurrección. Bendito seas por siempre. Amén. ¡Aleluya!.


José-Román Flecha Andrés.
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viernes, 9 de abril de 2021

EL EVANGELIO DEL DOMINGO : 2º DE PASCUA – CICLO B – (11-4-2021)

Lectura del santo evangelio según san Juan 20, 19-31


“Al anochecer de aquel día, el primero de la semana, estaban los discípulos en una casa, con las puertas cerradas por miedo a los judíos. Y en esto entró Jesús, se puso en medio y les dijo:

- «Paz a vosotros.»

Y, diciendo esto, les enseñó las manos y el costado. Y los discípulos se llenaron de alegría al ver al Señor. Jesús repitió:

«Paz a vosotros. Como el Padre me ha enviado, así también os envío yo.»

Y, dicho esto, exhaló su aliento sobre ellos y les dijo:

«Recibid el Espíritu Santo; a quienes les perdonéis los pecados, les quedan perdonados; a quienes se los retengáis, les quedan retenidos.»

Tomás, uno de los Doce, llamado el Mellizo, no estaba con ellos cuando vino Jesús. Y los otros discípulos le decían:

«Hemos visto al Señor.»

Pero él les contestó:

- «Si no veo en sus manos la señal de los clavos, si no meto el dedo en el agujero de los clavos y no meto la mano en su costado, no lo creo.»

A los ocho días, estaban otra vez dentro los discípulos y Tomás con ellos. Llegó Jesús, estando cerradas las puertas, se puso en medio y dijo:

«Paz a vosotros.»

Luego dijo a Tomás:

- «Trae tu dedo, aquí tienes mis manos; trae tu mano y métela en mi costado; y no seas incrédulo, sino creyente.»

Contestó Tomás:

«¡Señor mío y Dios mío!»

Jesús le dijo:

«¿Porque me has visto has creído? Dichosos los que crean sin haber visto.»

Muchos otros signos, que no están escritos en este libro, hizo Jesús a la vista de los discípulos. Éstos se han escrito para que creáis que Jesús es el Mesías, el Hijo de Dios, y para que, creyendo, tengáis vida en su nombre.”



EL PERDÓN Y LA FE

“Los creyentes tenían un solo corazón y una sola alma: nadie llamaba suyo propio nada de lo que tenía, pues lo poseían todo en común”. Así comienza la primera lectura de este segundo domingo de Pascua (Hech 4,32-35).

¡Qué hermoso este “sumario” incluido en el libro de los Hechos de los Apóstoles! En él se resumen las actitudes y la vida de la primera comunidad que se reunía en Jerusalén.

Con estas breves pinceladas se traza también el ideal de aquel grupo de seguidores de Jesús o discípulos de Cristo. Así se entendía la nueva vida. Así es como había que vivir.

En este domingo que Juan Pablo II quiso dedicar a la meditación de la misericordia de Dios, recordamos que todo el que cree que Jesús es el Cristo, ha nacido de Dios (1 Juan 5,1).

Como para agradecer ese don de Dios, el salmo 117 nos invita por tres veces a proclamar públicamente en la asamblea: “¡Eterna es su misericordia!”


EL MENSAJE

En el evangelio se nos recuerda una manifestación de Jesús a sus discípulos (Jn 20,19-31). Están atemorizados y encerrados en una casa, por miedo a los judíos. De pronto, se les muestra Jesús

resucitado. No viene a reprenderles su abandono. ¡Al contrario! Les dirige el saludo de la paz y les hace ministros del perdón.

• “Hemos visto al Señor”. Ese es el anuncio nervioso que dirigen a Tomás, que estaba ausente en el momento de la manifestación de Jesús. Eso era lo más importante que les había ocurrido. Y eso es precisamente lo que él tenía que saber.

• “Hemos visto al Señor”. En realidad ese era el mensaje que deberían proclamar por todo el mundo cuando el Espíritu les concediera el don de la fortaleza. Si escuchar su palabra había sido una gracia divina, más decisivo aún era verlo resucitado.

• “Hemos visto al Señor”. Y ese es el anuncio que todos los seguidores del Maestro hemos de repetir en todos los tiempos y en todos los lugares. Ese es el resumen del Evangelio. Y esa es la experiencia que fundamenta nuestra fe y nuestra misión.


LA DICHA

Solemos decir que Tomás tuvo dificultades para creer que el Señor había resucitado. Tal vez su actitud refleja más bien su desconcierto al ver el entusiasmo de sus compañeros. Los que se resistían a seguir a Jesús hasta su muerte se apresuran ahora a cantar su resurrección.

• “Dichosos los que crean sin haber visto”. Isabel había proclamado dichosa a María por haber creído lo que le había comunicado Dios. Ahora Jesús proclama dichosos a todos los que crean en él. La fe en el Cristo es la clave de la vida cristiana.

• “Dichosos los que crean sin haber visto”. Esa bienaventuranza afecta a todos los que a lo largo de los siglos han llegado a Jesús a través del testimonio de los apóstoles. Y dichosos ellos porque son un eslabón más en la transmisión de la palabra que salva.

• “Dichosos los que crean sin haber visto”. Esa felicitación se dirige a todos los que hoy logramos escuchar la voz del Señor y aceptarla como luz para nuestro camino. Es una dicha que se nos escapa del corazón. ¿Cómo no compartirla con todos nuestros vecinos?

- Señor Jesús, gracias por tu vida y por tu presencia, por tu perdón y por el don de la fe que has hecho llegar hasta nosotros. Bendito seas por siempre. Amén. ¡Aleluya!

José-Román Flecha Andrés .
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martes, 6 de abril de 2021

lunes, 5 de abril de 2021

AGRADECIMIENTO DE NUESTRO HERMANO MAYOR

“¿Por qué buscáis entre los muertos al que vive? No está aquí. Ha resucitado.” (Lc 24, 5b-6a)

Queridos hermanos:

¡Jesucristo ha resucitado! ¡Verdaderamente ha resucitado!


Con alegría, ilusión renovada y esperanzados comenzamos una nueva Pascua, después de una intensa pero diferente Semana Santa.

Diferente porque, gracias a Dios, desde la Hermandad pudimos preparar y ofrecer una jornada de Viernes Santo junto a nuestros sagrados titulares, para la contemplación de la Santa Cruz y la veneración de la imagen de Nuestra Señora de Loreto.

Seguramente no fue como a muchos nos habría gustado, pero es la mejor que hemos sido capaces de organizar considerando las limitaciones a las que estamos sometidos, y las restricciones impuestas por la situación sanitaria.

Sin duda, lo más importante fue compartir esa jornada con todos vosotros, los que nos sentimos parte de esta gran familia de familias que es nuestra Hermandad.

Porque el precioso legado que hemos recibido de nuestros antecesores en la corporación, nuestra propia identidad como Cofradía, nos llevan a no entender el Viernes Santo sin realizar de forma conjunta y entre todos, el ejercicio penitencial del Vía-Crucis, sin esas oraciones compartidas, sin esos momentos en que acompañamos a Nuestra Señora sola al pie de la Cruz, sin celebrar nuestra fe en esta fraternidad que formamos todos los hermanos.

Por eso, desde esta Junta de Gobierno queremos agradeceros vuestro compromiso con la Hermandad, vuestra masiva respuesta a la convocatoria que hicimos, vuestra implicación… y sobre todo, el amor y la devoción que habéis demostrado a la Santa Cruz y a Nuestra Señora de Loreto.

Gracias también al equipo de Mayordomía, a la Diputación de Cultos y a la Diputación Mayor de Gobierno por el magnífico trabajo realizado para que todo saliera lo mejor posible.

Gracias al Coro de Capilla de San Pedro Nolasco por el exquisito acompañamiento musical que ofrecieron, una vez más.

Gracias a tantos cofrades que nos visitaron y a todos los que dedicaron un momento a acompañar en ese día a la Santa Cruz y a Nuestra Señora de Loreto.

Finalmente, como ya lo hicimos el Viernes Santo, especialmente en este año en que no vamos a poder dar testimonio de nuestra fe por las calles de nuestra ciudad, acompañando a nuestros sagrados titulares, os animamos a seguir siendo testigos de nuestra fe en nuestra realidad diaria, en nuestras familias, trabajos, amigos, y todo aquello que nos rodea. Sólo así mantendremos nuestra identidad como cofrades todos los días del año, a la espera de una próxima Semana Santa.

Vivamos también este tiempo gozoso junto con María. Ella, como Madre del Resucitado, nos indica el camino seguro, donde poner la mirada para no perder el rumbo y ser fieles discípulos de su Hijo.

Anunciamos tu muerte, proclamamos tu Resurrección. ¡Ven Señor Jesús!

Vuestro Hermano Mayor.
Eusebio Castañeda Sánchez

Jerez de la Frontera, 4 de abril de 2021.
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sábado, 3 de abril de 2021

HOY ES DOMINGO DE RESURRECCIÓN – CICLO A – (4-4-2021)

 Lectura del santo evangelio según san Juan 20, 1-9


“El primer día de la semana, María Magdalena fue al sepulcro al amanecer, cuando aún estaba oscuro, y vio la losa quitada del sepulcro.

Echó a correr y fue donde estaba Simón Pedro y el otro discípulo, a quien tanto quería Jesús, y les dijo:

-«Se han llevado del sepulcro al Señor y no sabemos dónde lo han puesto. »

Salieron Pedro y el otro discípulo camino del sepulcro. Los dos corrían juntos, pero el otro discípulo corría más que Pedro; se adelantó y llegó primero al sepulcro; y, asomándose, vio las vendas en el suelo; pero no entró.

Llegó también Simón Pedro detrás de él y entró en el sepulcro: vio las vendas en el suelo y el sudario con que le habían cubierto la cabeza, no por el suelo con las vendas, sino enrollado en un sitio aparte.

Entonces entró también el otro discípulo, el que había llegado primero al sepulcro; vio y creyó.

Pues hasta entonces no habían entendido la Escritura: que él había de resucitar de entre los muertos”.


EL SEPULCRO VACÍO

“Lo mataron colgándolo de un madero. Pero Dios lo resucitó al tercer día y nos lo hizo ver, no a todo el pueblo sino a los testigos que él había designado: a nosotros que hemos comido y bebido con él después de su resurrección”. Este es el núcleo del discurso de Pedro en la casa del centurión Cornelio (Hech 10,39-41).

No son ideas abstractas. Son acontecimientos históricos los que recuerda Pedro. Cinco son los hechos que él quiere subrayar: Que Jesús pasó haciendo el bien. Que fue crucificado. Que Dios lo resucitó de entre los muertos. Que se lo hizo ver a sus discípulos. Que ellos compartieron la mesa con el resucitado.

¿Cómo no vivir con alegría la fiesta de la vida del Señor? Él era la piedra desechada por los arquitectos, pero ha sido elegido como piedra angular de un nuevo edificio (Sal 117).

Por su parte, el apóstol Pablo nos invita a vivir con un talante de resucitados con Cristo, decididos a buscar solamente las realidades celestiales (Col 3,1).


MAGDALENA

El relato evangélico pone ante nosotros la figura de María Magdalena. La piedad tradicional la identifica con otras mujeres que aparecen en los evangelios. Las leyendas y el cine la han visto como una hermosa mujer, pecadora pero arrepentida. Pero nada de eso subrayan los evangelios.

María es una mujer al parecer liberada por Jesús de alguna grave enfermedad. Movida por la gratitud, sigue al Señor desde Galilea hasta Jerusalén. Está fielmente presente en el Calvario y observa atentamente dónde ha sido colocado el cadáver de Jesús. Cuando acude al sepulcro, lo encuentra vacío y comunica la noticia a los discípulos del Señor (Jn 20, 1-9).

No es extraño que María Magdalena haya sido calificada como el “apóstol de los apóstoles”. Su voz sonaba como una profecía. Su anuncio nacía de la experiencia. Despertaba a los discípulos del desaliento en que se hallaban. Y abría ante sus ojos un futuro de esperanza que ni siquiera podían sospechar.


EL MENSAJE

En este domingo de Pascua de Resurrección, el texto evangélico recoge las palabras que María Magdalena dirigió a Simón Pedro y al otro discípulo a quien Jesús quería: “Se han llevado del Sepulcro al Señor y no sabemos dónde lo han puesto”. Un mensaje que parece nervioso y desesperado, pero no ha perdido actualidad.

• “Se han llevado del Sepulcro al Señor”. No es solamente que no se encuentre el cadáver de Jesús. Es que nuestra cultura pretende ignorar la vida y mensaje de Jesús. Más aún, desprecia la cruz y se niega a creer en el Resucitado.

• “No sabemos dónde lo han puesto”. Son muchos los que no saben quién es Jesús y qué significa en la historia de la humanidad. Los mismos cristianos no siempre sabemos explicar el puesto que el Señor ocupa en nuestra vida.

- Señor Jesús, muerto por nosotros y resucitado para nuestra salvación, sabemos que no debemos buscarte en los sepulcros. Tú estás vivo y nos precedes por los caminos del mundo. Queremos encontrarte a lo largo del camino. Y anunciar con alegría tu presencia. Bendito seas por siempre. Aleluya.

José-Román Flecha Andrés

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viernes, 2 de abril de 2021

HOY ES VIERNES SANTO - CICLO A – (2-4-2021)

Pasión de nuestro Señor Jesucristo según san Juan 18, 1-19,42


Para la lectura dialogada: +: Jesús; C: Cronista; S: Otros personajes.


C. En aquel tiempo, salió Jesús con sus discípulos al otro lado del torrente Cedrón, donde había un huerto, y entraron allí él y sus discípulos. Judas, el traidor, conocía también el sitio, porque Jesús se reunía a menudo allí con sus discípulos. Judas entonces, tomando la patrulla y unos guardias de los sumos sacerdotes y de los fariseos, entró allá con faroles, antorchas y armas. Jesús, sabiendo todo lo que venía sobre él, se adelantó y les dijo:

+ -«¿A quién buscáis?»

C. Le contestaron:

S. -«A Jesús, el Nazareno.»

C. Les dijo Jesús:

+ -«Yo soy.»

C. Estaba también con ellos Judas, el traidor. Al decirles:«Yo soy», retrocedieron y cayeron a tierra. Les preguntó otra vez:

+ -«¿A quién buscáis?»

C. Ellos dijeron:

S. -«A Jesús, el Nazareno.»

C. Jesús contestó:

+ -«Os he dicho que soy yo. Si me buscáis a mí, dejad marchar a éstos.»

C. Y así se cumplió lo que había dicho: «No he perdido a ninguno de los que me diste.»

Entonces Simón Pedro, que llevaba una espada, la sacó e hirió al criado del sumo sacerdote, cortándole la oreja derecha. Este criado se llamaba Malco. Dijo entonces Jesús a Pedro:

+ -«Mete la espada en la vaina. El cáliz que me ha dado mi Padre, ¿no lo voy a beber?»

C. La patrulla, el tribuno y los guardias de los judíos prendieron a Jesús, lo ataron y lo llevaron primero a Anás, porque era suegro de Caifás, sumo sacerdote aquel año; era Caifás el que había dado a los judíos este consejo: «Conviene que muera un solo hombre por el pueblo. »

Simón Pedro y otro discípulo seguían a Jesús. Este discípulo era conocido del sumo sacerdote y entró con Jesús en el palacio del sumo sacerdote, mientras Pedro se quedó fuera a la puerta. Salió el otro discípulo, el conocido del sumo sacerdote, habló a la portera e hizo entrar a Pedro. La criada que hacía de portera dijo entonces a Pedro:

S. -«¿No eres tú también de los discípulos de ese hombre?»

C. Él dijo:

S. -«No lo soy.»

C. Los criados y los guardias habían encendido un brasero, porque hacía frío, y se calentaban. También Pedro estaba con ellos de pie, calentándose.

El sumo sacerdote interrogó a Jesús acerca de sus discípulos y de la doctrina. Jesús le contestó:

+ -«Yo he hablado abiertamente al mundo; yo he enseñado continuamente en la sinagoga y en el templo, donde se reúnen todos los judíos, y no he dicho nada a escondidas. ¿Por qué me interrogas a mí? Interroga a los que me han oído, de qué les he hablado. Ellos saben lo que he dicho yo.»

C. Apenas dijo esto, uno de los guardias que estaba allí le dio una bofetada a Jesús, diciendo:

S. -«¿Así contestas al sumo sacerdote?»

C. Jesús respondió:

+ -«Si he faltado al hablar, muestra en qué he faltado; pero si he hablado como se debe, ¿por qué me pegas?»

C. Entonces Anás lo envió atado a Caifás, sumo sacerdote.

C. Simón Pedro estaba en pie, calentándose, y le dijeron:

S. -«¿No eres tú también de sus discípulos?»

C. Él lo negó, diciendo:

S. -«No lo soy.»

C. Uno de los criados del sumo sacerdote, pariente de aquel a quien Pedro le cortó la oreja, le dijo:

S. -«¿No te he visto yo con él en el huerto?»

C. Pedro volvió a negar, y enseguida cantó un gallo.

C. Llevaron a Jesús de casa de Caifás al pretorio. Era el amanecer, y ellos no entraron en el pretorio para no incurrir en impureza y poder así comer la Pascua. Salió Pilato afuera, adonde estaban ellos, y dijo:

S. -«¿Qué acusación presentáis contra este hombre?»

C. Le contestaron:

S. -«Si éste no fuera un malhechor, no te lo entregaríamos.»

C. Pilato les dijo:

S. -«Lleváoslo vosotros y juzgadlo según vuestra ley.»

C. Los judíos le dijeron:

S. -«No estamos autorizados para dar muerte a nadie.»

C. Y así se cumplió lo que había dicho Jesús, indicando de qué muerte iba a morir. Entró otra vez Pilato en el pretorio, llamó a Jesús y le dijo:

S. -«¿Eres tú el rey de los judíos?»

C. Jesús le contestó:

+ -«¿Dices eso por tu cuenta o te lo han dicho otros de mí?»

C. Pilato replicó:

S. -«¿Acaso soy yo judío? Tu gente y los sumos sacerdotes te han entregado a mí; ¿qué has hecho?»

C. Jesús le contestó:

+ -«Mi reino no es de este mundo. Si mi reino fuera de este mundo, mi guardia habría luchado para que no cayera en manos de los judíos. Pero mi reino no es de aquí.»

C. Pilato le dijo:

S. -«Conque, ¿tú eres rey?»

C. Jesús le contestó:

+ -«Tú lo dices: soy rey. Yo para esto he nacido y para esto he venido al mundo: para ser testigo de la verdad. Todo el que es de la verdad escucha mi voz.»

C. Pilato le dijo:

S. -«Y, ¿qué es la verdad?»

C. Dicho esto, salió otra vez adonde estaban los judíos y les dijo:

S. -«Yo no encuentro en él ninguna culpa. Es costumbre entre vosotros que por Pascua ponga a uno en libertad. ¿Queréis que os suelte al rey de los judíos?»

C. Volvieron a gritar:

S. -«A ése no, a Barrabás.»

C. El tal Barrabás era un bandido.

C. Entonces Pilato tomó a Jesús y lo mandó azotar. Y los soldados trenzaron una corona de espinas, se la pusieron en la cabeza y le echaron por encima un manto color púrpura; y, acercándose a él, le decían:

S. -«¡Salve, rey de los judíos!»

C. Y le daban bofetadas. Pilato salió otra vez afuera y les dijo:

S. -«Mirad, os lo saco afuera, para que sepáis que no encuentro en él ninguna culpa.»

C. Y salió Jesús afuera, llevando la corona de espinas y el manto color púrpura. Pilato les dijo:

S. -«Aquí lo tenéis.»

C. Cuando lo vieron los sumos sacerdotes y los guardias, gritaron:

S. -«¡Crucifícalo, crucifícalo!»

C. Pilato les dijo:

S. -«Lleváoslo vosotros y crucificadlo, porque yo no encuentro culpa en él.»

C. Los judíos le contestaron:

S. -«Nosotros tenemos una ley, y según esa ley tiene que morir, porque se ha declarado Hijo de Dios.»

C. Cuando Pilato oyó estas palabras, se asustó aún más y, entrando otra vez en el pretorio, dijo a Jesús:

S. -«¿De dónde eres tú?»

C. Pero Jesús no le dio respuesta. Y Pilato le dijo:

S. -«¿A mí no me hablas? ¿No sabes que tengo autoridad para soltarte y autoridad para crucificarte?»

C. Jesús le contestó:

+ -«No tendrías ninguna autoridad sobre mí, si no te la hubieran dado de lo alto. Por eso el que me ha entregado a ti tiene un pecado mayor.»

C. Desde este momento Pilato trataba de soltarlo, pero los judíos gritaban:

S. -«Si sueltas a ése, no eres amigo del César. Todo el que se declara rey está contra el César.»

C. Pilato entonces, al oír estas palabras, sacó afuera a Jesús y lo sentó en el tribunal, en el sitio que llaman «el Enlosado» (en hebreo Gábbata). Era el día de la Preparación de la Pascua, hacia el mediodía. Y dijo Pilato a los judíos:

S. -«Aquí tenéis a vuestro rey.»

C. Ellos gritaron:

S. -«¡Fuera, fuera; crucifícalo!»

C. Pilato les dijo:

S. -«¿A vuestro rey voy a crucificar?»

C. Contestaron los sumos sacerdotes:

S. -«No tenemos más rey que al César.»

C. Entonces se lo entregó para que lo crucificaran.

C. Tomaron a Jesús, y él, cargando con la cruz, salió al sitio llamado «de la Calavera» (que en hebreo se dice Gólgota), donde lo crucificaron; y con él a otros dos, uno a cada lado, y en medio, Jesús. Y Pilato escribió un letrero y lo puso encima de la cruz; en él estaba escrito: «Jesús, el Nazareno, el rey de los judíos.»

Leyeron el letrero muchos judíos, porque estaba cerca el lugar donde crucificaron a Jesús, y estaba escrito en hebreo, latín y griego. Entonces los sumos sacerdotes de los judíos dijeron a Pilato:

S. -«No escribas: "El rey de los judíos", sino :"Este ha dicho: Soy el rey de los judíos".»

C. Pilato les contestó:

S. -«Lo escrito, escrito está.»

C. Los soldados, cuando crucificaron a Jesús, cogieron su ropa, haciendo cuatro partes, una para cada soldado, y apartaron la túnica. Era una túnica sin costura, tejida toda de una pieza de arriba abajo. Y se dijeron:

S. -«No la rasguemos, sino echemos a suerte, a ver a quién le toca.»

C. Así se cumplió la Escritura: «Se repartieron mis ropas y echaron a suerte mi túnica.» Esto hicieron los soldados.

C. Junto a la cruz de Jesús estaban su madre, la hermana de su madre, María, la de Cleofás, y María, la Magdalena. Jesús, al ver a su madre y cerca al discípulo que tanto quería, dijo a su madre:

+ -«Mujer, ahí tienes a tu hijo.»

C. Luego, dijo al discípulo:

+ -«Ahí tienes a tu madre.»

C. Y desde aquella hora, el discípulo la recibió en su casa.

C. Después de esto, sabiendo Jesús que todo había llegado a su término, para que se cumpliera la Escritura dijo:

+ -«Tengo sed.»

C. Había allí un jarro lleno de vinagre. Y, sujetando una esponja empapada en vinagre a una caña de hisopo, se la acercaron a la boca. Jesús, cuando tomó el vinagre, dijo:

+ -«Está cumplido.»

C. E, inclinando la cabeza, entregó el espíritu.


Todos se arrodillan, y se hace una pausa.


C. Los judíos entonces, como era el día de la Preparación, para que no se quedaran los cuerpos en la cruz el sábado, porque aquel sábado era un día solemne, pidieron a Pilato que les quebraran las piernas y que los quitaran. Fueron los soldados, le quebraron las piernas al primero y luego al otro que habían crucificado con él; pero al llegar a Jesús, viendo que ya había muerto, no le quebraron las piernas, sino que uno de los soldados, con la lanza, le traspasó el costado, y al punto salió sangre y agua. El que lo vio da testimonio, y su testimonio es verdadero, y él sabe que dice verdad, para que también vosotros creáis. Esto ocurrió para que se cumpliera la Escritura: «No le quebrarán un hueso»; y en otro lugar la Escritura dice: «Mirarán al que atravesaron.»

C. Después de esto, José de Arimatea, que era discípulo clandestino de Jesús por miedo a los judíos, pidió a Pilato que le dejara llevarse el cuerpo de Jesús. Y Pilato lo autorizó. Él fue entonces y se llevó el cuerpo. Llegó también Nicodemo, el que había ido a verlo de noche, y trajo unas cien libras de una mixtura dé mirra y áloe.

Tomaron el cuerpo de Jesús y lo vendaron todo, con los aromas, según se acostumbra a enterrar entre los judíos. Había un huerto en el sitio donde lo crucificaron, y en el huerto un sepulcro nuevo donde nadie había sido enterrado todavía. Y como para los judíos era el día de la Preparación, y el sepulcro estaba cerca, pusieron allí a Jesús.


PASIÓN Y MUERTE DE JESÚS

1. La celebración de la Pasión del Señor incluye hoy el cuarto de los cánticos del Siervo de Dios, que se encuentran en la segunda parte del libro de Isaías (Is 52,13 - 53,12). El profeta, elegido por Dios y enviado a proclamar la paz y la justicia, se nos presenta hoy como un “hombre de dolores, acostumbrado a sufrimientos, ante el cual se ocultan los rostros”.

Él es el justo injustamente condenado: “Maltratado, voluntariamente se humillaba y no abría la boca; como un cordero llevado al matadero, como oveja ante el esquilador, enmudecía y no abría la boca”.

La lectura de este poema, precisamente en la tarde del Viernes Santo, prepara nuestro espíritu para la meditación de la pasión y muerte de Jesús, que hoy se proclama siguiendo el texto del evangelio de Juan.

2. En el Señor crucificado se nos revela la plenitud del amor de Dios. Según ha escrito Benedicto XVI, la cruz de Cristo es la nueva zarza ardiente, en la que se nos muestra el amor liberador de Dios.

Como dice el libro de los Números, los hebreos encontraron curación de las mordeduras de las víboras al volver sus ojos a la serpiente de bronce que Moisés levantó sobre un mástil en medio del desierto (Núm 21, 4-9). Del mismo modo, los seguidores de Jesús levantamos nuestra mirada hacia él, que pende de un madero por nuestra salvación (cf. Jn 3, 14s; 19,37).

Bien sabía Pablo de Tarso que el crucificado era escándalo para los judíos y necedad para los griegos. Pero él podía confesar que, para los llamados, tanto judíos como griegos, Cristo crucificado es fuerza y sabiduría de Dios (1 Cor 1,23-24).

3. En este día damos gracias a Jesús por haberse humillado y hecho obediente hasta la muerte y una muerte de cruz (Flp 2, 8).

Dirigimos, además, una mirada compasiva a este mundo que pretende retirar la imagen del Crucificado, como si de ella viniera una maldición y no una bendición.

Ante la cruz de Jesús recordamos también a tantos hermanos nuestros que se ven obligados a cargar con las cruces más pesadas y son condenados a muerte.

Y, junto a toda la Iglesia, repetimos con serena confianza en su resurrección la oración con la que esta tarde concluye la celebración de la pasión del Señor:

“Dios todopoderoso, rico en misericordia, que nos has renovado con la gloriosa muerte y resurrección de Jesucristo, no dejes de tu mano la obra que has comenzado en nosotros, para que nuestra vida, por la comunión en este misterio, se entregue con verdad a tu servicio. Por Jesucristo nuestro Señor. Amen”.

José-Román Flecha Andrés.

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jueves, 1 de abril de 2021

HOY ES JUEVES SANTO – CICLO A – (1-4-2021)

Lectura del santo evangelio según san Juan 13, 1-15


Antes de la fiesta de la Pascua, sabiendo Jesús que había llegado la hora de pasar de este mundo al Padre, habiendo amado a los suyos que estaban en el mundo, los amó hasta el extremo.

Estaban cenando, ya el diablo le había metido en la cabeza a Judas Iscariote, el de Simón, que lo entregara, y Jesús, sabiendo que el Padre había puesto todo en sus manos, que venía de Dios y a Dios volvía, se levanta de la cena, se quita el manto y, tomando una toalla, se la ciñe; luego echa agua en la jofaina y se pone a lavarles los pies a los discípulos, secándoselos con la toalla que se había ceñido. Llegó a Simón Pedro, y éste le dijo:

- «Señor, ¿lavarme los pies tú a mí?»

Jesús le replicó:

- «Lo que yo hago tú no lo entiendes ahora, pero lo comprenderás más tarde.» Pedro le dijo:

- «No me lavarás los pies jamás.»

Jesús le contestó:

- «Si no te lavo, no tienes nada que ver conmigo.»

Simón Pedro le dijo:

- «Señor, no sólo los pies, sino también las manos y la cabeza.»

Jesús le dijo:

- «Uno que se ha bañado no necesita lavarse más que los pies, porque todo él está limpio. También vosotros estáis limpios, aunque no todos.»

Porque sabía quién lo iba a entregar, por eso dijo: «No todos estáis limpios.»

Cuando acabó de lavarles los pies, tomó el manto, se lo puso otra vez y les dijo:

- «¿Comprendéis lo que he hecho con vosotros? Vosotros me llamáis "el Maestro" y "el Señor", y decís bien, porque lo soy. Pues si yo, el Maestro y el Señor, os he lavado los pies, también vosotros debéis lavaros los pies unos a otros; os he dado ejemplo para que lo que yo he hecho con vosotros, vosotros también lo hagáis.»




DÍA DEL AMOR FRATERNO


1. Este es uno de aquellos tres jueves que, según el verso popular, “relumbran más que el sol”. En la misa vespertina del jueves santo celebramos la cena del Señor.

En la primera lectura de la misa (Ex 12, 1-8.11-14), la evocación de la institución hebrea de la cena pascual nos invita a agradecer la liberación de Dios, que se ha hecho realidad definitiva en Jesús, el cordero de la nueva pascua.

En la segunda lectura San Pablo recuerda cómo Jesús entregó su propia vida en la entrega del pan y del vino (1 Cor 11, 23-26). Por eso, cada vez que comemos de ese pan y bebemos de ese cáliz, proclamamos la muerte del Señor, hasta que vuelva. Con razón, en cada eucaristía, anunciamos, su muerte, proclamamos su resurrección y manifestamos nuestro deseo de que venga a juzgar a los vivos y los muertos, completando su obra de salvación.


2. La lectura del evangelio de Juan (13,1-15) nos presenta a Jesús, lavando los pies a sus discípulos, para darnos ejemplo de humildad y de mutuo servicio en el amor. Así dice Jesús: “Si yo, el Maestro y el Señor, os he lavado los pies, también vosotros debéis lavaros los pies unos a otros: os he dado ejemplo para que lo que yo he hecho con vosotros, vosotros también lo hagáis”.

El lavatorio de los pies es en el evangelio de Juan el equivalente a la institución de la Eucaristía que se recuerda en los tres evangelios sinópticos.

Ambos gestos nos revelan la entrega de Jesús. En uno se muestra como el Señor que se hace siervo, en el otro se muestra como el maestro que entrega su vida en alimento y en bebida. Como canta el prefacio de hoy, “su carne, inmolada por nosotros, es alimentos que nos fortalece; su sangre derramada por nosotros, es bebida que nos purifica”.

Así pues, la institución de la eucaristía, la misión del sacerdocio ministerial y el mandato supremo del amor mutuo, a ejemplo de Jesús, centran nuestra meditación en este día sagrado. Por esos tres dones damos gracias en la adoración eucarística de esta tarde-noche.


3. Con espíritu agradecido hacemos nuestra la oración colecta de la Iglesia, reunida este día ante el misterio de la eucaristía:

“Señor Dios nuestro, nos has convocado esta tarde para celebrar aquella misma memorable Cena en que tu Hijo, antes de entregarse a la muerte, confió a la Iglesia el banquete de su amor, el sacrificio nuevo de la Alianza eterna; te pedimos que la celebración de estos misterios nos lleve a alcanzar plenitud de amor y de vida. Por Jesucristo nuestro Señor. Amen”.

José-Román Flecha Andrés.
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