viernes, 24 de junio de 2022

EL EVANGELIO DEL DOMINGO : 13º DEL TIEMPO ORDINARIO – CICLO C – (26-6-2022)

Lectura del santo evangelio según san Lucas 9,51-62


“Cuando se iba cumpliendo el tiempo de ser llevado al cielo, Jesús tomó la decisión de ir a Jerusalén. Y envió mensajeros por delante.

De camino, entraron en una aldea de Samaria para prepararle alojamiento. Pero no lo recibieron, porque se dirigía a Jerusalén.

Al ver esto, Santiago y Juan, discípulos suyos, le preguntaron:

- Señor, ¿quieres que mandemos bajar fuego del cielo que acabe con ellos?

Él se volvió y les regañó. Y se marcharon a otra aldea.

Mientras iban de camino, le dijo uno:

- Te seguiré adonde vayas.

Jesús le respondió:

- Las zorras tienen madriguera, y los pájaros nido, pero el Hijo del hombre no tiene donde reclinar la cabeza.

A otro le dijo:

- Sígueme.

Él respondió:

- Déjame primero ir a enterrar a mi padre.

Le contestó:

- Deja que los muertos entierren a sus muertos; tú vete a anunciar el reino de Dios.

Otro le dijo:

- Te seguiré, Señor. Pero déjame primero despedirme de mi familia.

Jesús le contestó:

- El que echa mano al arado y sigue mirando atrás no vale para el reino de Dios.”


LLAMADA Y SEGUIMIENTO

“Déjame decir adiós a mis padres; luego vuelvo y te sigo.” Con esas palabras responde Eliseo a la llamada que le dirige el profeta Elías. Efectivamente, Elías le concede ese permiso, Eliseo ofrece un convite a su gente y vuelve para seguir al maestro que lo ha llamado. Así se nos cuenta en el texto que se lee en la primera lectura de este domingo (1 Re 19,16b.19-21).

El profeta Elías había sido llamado por Dios para defender la fe de su pueblo. Una fe que se veía amenazada por el culto a Baal, que había introducido la reina Jezabel. Después de un tiempo pasado en el silencio, a orillas del torrente, aquel profeta, tan austero como celoso, había cumplido con fidelidad la misión que le había sido encomendada.

Pero ahora llegaba la hora de su partida. Y el Señor que lo había llamado, le ordenaba que ungiera a Eliseo como profeta y sucesor suyo. El mensaje había de sobrevivir al mensajero. Si Elías había defendido la majestad de Dios, Eliseo había de manifestar su misericordia. Ambos profetas obedecían al impulso del Espíritu de Dios.


ACOGIDA Y SEGUIMIENTO

Al Espíritu se refiere también san Pablo cuando exhorta a los Gálatas a no dejarse guiar por los deseos y los instintos inmediatos: “Andad según el Espíritu y no realicéis los deseos de la carne; pues la carne desea contra el espíritu y el espíritu contra la carne… Si os guía el Espíritu, no estáis bajo el dominio de la ley” (Gál 5,13-18).

El instinto de la ira domina aún en Santiago y Juan. Desearían castigar a las gentes de aquel poblado de Samaría que se negó a acoger a Jesús y a sus discípulos cuando se dirigían a

Jerusalén. Las diferencias culturales y religiosas, los recelos y los prejuicios no permitían a los unos la hospitalidad mientras que sugerían a los otros el desquite (Lc 9,51-62).

Pero el evangelio de hoy no se refiere solamente a estos dos discípulos que todavía no han asimilado el espíritu de su Maestro. El texto presenta a otros tres que podrían haber seguido el camino del discipulado. Al primero, Jesús le revela su propia pobreza. No tiene donde reclinar la cabeza. Al segundo le recuerda la primacía del anuncio del reino de Dios.


SEGUIMIENTO Y GENEROSIDAD

El relato evangélico que hoy se proclama trata de presentar algunas formas de vocación que debieron de repetirse una y otra vez en las primitivas comunidades cristianas. De hecho, se concluye con el diálogo entre un tercer candidato y el mismo Jesús:

• “Te seguiré Señor. Pero déjame primero despedirme de mi familia”. Con esta frase el texto evangélico nos recuerda el gesto filial de Eliseo. En la comunidad de Israel era muy importante el respeto a los padres y la vinculación con la familia de origen. Este candidato quiere seguir a Jesús, pero no quiere ignorar a su gente.

• “El que echa mano al arado y sigue mirando atrás no vale para el reino de Dios”. La respuesta de Jesús se diferencia de la respuesta del profeta Elías. Jesús no condena las atenciones de una persona a su familia. Pero ayuda al candidato a comprender la radicalidad de la vocación al seguimiento del Mesías.

- Señor Jesús, te damos gracias por habernos llamado a seguirte en la misión que te ha sido confiada. Tus gestos y tus palabras llenan nuestro corazón y nos seducen. Ayúdanos a comprender que el seguimiento exige una disponibilidad generosa.

José-Román Flecha Andrés.

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viernes, 17 de junio de 2022

EL EVANGELIO DEL DOMINGO: SOLEMNIDAD DEL SANTÍSIMO CUERPO Y SANGRE DE CRISTO – CICLO C – (19-6-2022)

 Lectura del santo evangelio según san Lucas 9,11b-17


“En aquel tiempo, Jesús se puso a hablar al gentío del reino de Dios y curó a los que lo necesitaban.

Caía la tarde, y los Doce se le acercaron a decirle:

- Despide a la gente; que vayan a las aldeas y cortijos de alrededor a buscar alojamiento y comida, porque aquí estamos en descampado.

Él les contestó:

- Dadles vosotros de comer.

Ellos replicaron:

- No tenemos más que cinco panes y dos peces; a no ser que vayamos a comprar de comer para todo este gentío.

Porque eran unos cinco mil hombres.

Jesús dijo a sus discípulos:

- Decidles que se echen en grupos de unos cincuenta.

Lo hicieron así, y todos se echaron.

Él, tomando los cinco panes y los dos peces, alzó la mirada al cielo, pronunció la bendición sobre ellos, los partió y se los dio a los discípulos para que se los sirvieran a la gente. Comieron todos y se saciaron, y cogieron las sobras: doce cestos.”


EL PAN Y EL VINO

“Melquisedec, rey de Salén, sacerdote del Dios altísimo, sacó pan y vino, y bendijo a Abrán” (Gén 14,18). Es misterioso este rey sacerdote. Nada se dice de sus orígenes. Pero se manifiesta como representante de un culto natural y cósmico. Sus ofrendas no incluyen la sangre de animales sacrificados. En sus manos, los frutos de la tierra son ofrenda que se presenta a Dios y prenda de la bendición que viene de Dios

El pan y el vino aparecen también en el relato de Pablo (1 Cor 11,23-26). Retomando la tradición que ha recibido, el Apóstol recuerda que Jesús ofreció a sus discípulos un pan y un cáliz. Era la noche misma en la que había de ser entregado. Al pasarles el pan y el cáliz, Jesús expresaba que se entregaba por ellos.

Es más, Jesús anunciaba que se entregaría siempre. Y que sus discípulos habrían de hacer presente aquella memoria en todo tiempo y lugar. No se trataba solo de repetir el rito, es decir, el significante. Se trataba de hacer vivo el significado, es decir, la entrega a los demás.


PERFECCIÓN Y SERVICIO

El relato de la multiplicación o distribución de los panes y los peces se repite en los cuatro evangelios. Este año, lo tomamos del evangelio de Lucas (Lc 9,11-17). Como en tantas ocasiones, el texto nos invita en primer lugar a contemplar la acción de Jesús y después a continuar sus gestos en la historia humana.

• Pues bien, vemos que Jesús toma los productos de que disponen aquellos que le siguen. Solemos decir que la gracia no destruye la naturaleza, sino que la perfecciona. Lo que nosotros podemos ofrecer al Señor nunca se pierde. En sus manos adquiere una dimensión más amplia y más universal.

• Es evidente que todos disponemos de algunos bienes y de algunas cualidades. En ellas buscamos unas veces alimento y otras veces una satisfacción personal. Jesús no las desprecia.

Al contrario, las valora. Jesús nos invita a superar nuestro individualismo y a poner esos bienes que consideramos “nuestros” al servicio de todos nuestros hermanos.


INVITADOS A LA MESA

El relato evangélico incluye, además, una lección “magisterial”. Contrapone la actitud de los discípulos con la exhortación del Maestro. En él se nos revela cómo somos y pensamos, y cómo debemos ser y actuar.

• “Despide a la gente… que vayan a buscar alojamiento y comida”. Pensando bien, esta frase de los discípulos puede reflejar su preocupación por las gentes y su confianza en las decisiones del Maestro. Pero puede también revelar esa “indiferencia” ante los demás, que el papa Francisco denuncia una y otra vez.

• “Dadles vosotros de comer”. Jesús conoce bien las posibilidades de sus discípulos y de todos los que le siguen. Sabe que han de aprender a compartir sus bienes con los demás. La irresponsabilidad es el nuevo nombre del pecado. Dar de comer al hambriento es la primera de las obras de misericordia.

- Señor Jesús, tú eres el pan que da la vida. Agradecemos tu entrega por nosotros. Veneramos el misterio de la eucaristía. Y, puesto que tú nos invitas a tu mesa, nos comprometemos a invitar a nuestra mesa a los pobres de este mundo. Amén.

José-Román Flecha Andrés.

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viernes, 10 de junio de 2022

EL EVANGELIO DEL DOMINGO : SOLEMNIDAD DE LA SANTÍSIMA TRINIDAD – CICLO C – (12-6-2022)

 Lectura del santo evangelio según san Juan 16,12-15.


“En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:

- Muchas cosas me quedan por deciros, pero no podéis cargar con ellas por ahora; cuando venga él, el Espíritu de la verdad, os guiará hasta la verdad plena. Pues lo que hable no será suyo: hablará de lo que oye y os comunicará lo que está por venir.

Él me glorificará, porque recibirá de mí lo que os irá comunicando.

Todo lo que tiene el Padre es mío. Por eso os he dicho que tomará de lo mío y os lo anunciará.”


MISERICORDIA Y SABIDURÍA

“El Señor me estableció al principio de sus tareas, al comienzo de sus obras antiquísimas” (Prov 8,22). Esas palabras del libro bíblico de los Proverbios se refieren a la Sabiduría de Dios. Personificada, ella canta sus orígenes y proclama su papel en la creación de los mundos.

En este himno estupendo, la Sabiduría va evocando las obras admirables que salen de las manos de Dios. Todo ha sido creado con una sabiduría que, en realidad, se identifica con el amor, la providencia y la misericordia de Dios.

En este poema hay una idea que nos llama especialmente la atención. No es la Sabiduría la que dirige a Dios. Ella ha sido también formada por Dios. Es más, ella asiste al comienzo de los mundos no como una maestra. Estaba junto a Dios “como aprendiz”. Y, al mismo tiempo, “gozaba con los hijos de los hombres”. La Sabiduría es puente que nos une a Dios.


ENTREGA Y DONACIÓN

La carta de San Pablo a los Romanos nos lleva a pensar que ese puente es Jesucristo. Por él estamos unidos a Dios. Y por medio de él hemos recibido la fe y la esperanza, Pero aún hay algo más, “porque el amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo que se nos ha dado” (Rom 5,5).

He ahí que, de pronto, se abre ante nuestros ojos el misterio de la Trinidad de Dios. El Padre es Dios. El Hijo es Dios. El Espíritu Santo es Dios. No son tres dioses. Es la maravilla de la comunidad de Dios. El Dios de la paz, nos hace justos por medio de Jesucristo y derrama sobre nosotros el amor por medio del Espíritu. La Trinidad es dinamismo, actividad y entrega.

El evangelio que se proclama en esta fiesta de la Santísima Trinidad (Jn 16,12-15) nos lleva una vez más al contexto de la última cena. El mensaje de Jesús nos remite a su origen: “Todo lo que tiene el Padre es mío”. El Espíritu tomará de lo que pertenece a ambos y se lo comunicará a los discípulos. La Trinidad se hace donación y enseñanza, verdad y vida.


LA ÚLTIMA LECCIÓN

Como buen Maestro, Jesús dice a sus discípulos: “Muchas cosas me quedan por deciros, pero no podéis cargar con ellas por ahora. Cuando venga él, el Espíritu de la Verdad, os guiará hasta la verdad plena”. ¿Qué nos dicen estas palabras?

• En primer lugar, nos enseñan que aceptar el mensaje de Jesús requiere una preparación por parte del oyente. El Señor ha previsto una pedagogía especial para que pueda ser escuchado, aceptado y vivido.

• En segundo lugar, se nos presenta el Espíritu de la Verdad. Con eso aprendemos que nuestras verdades no siempre son fáciles de creer, de proclamar y de vivir. La fe es un don, pero ese don supone una preparación y exige una respuesta.

• En tercer lugar, se nos anuncia la posibilidad y la alegría de llegar a la verdad plena. Así descubrimos que nuestra vida ha de estar marcada por la esperanza. Vamos haciendo camino, guiados por la luz del Espíritu que nos descubre la sabiduría y la misericordia de Dios.

- Gloria al Padre, y al Hijo y al Espíritu Santo, ahora y por la eternidad de gloria que nos ha sido prometida. Amén.

José-Román Flecha Andrés.

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viernes, 3 de junio de 2022

EL EVANGELIO DEL DOMINGO : SOLEMNIDAD DE PENTECOSTÉS – CICLO C – (5-6-2022)

 Lectura del santo evangelio según san Juan 20,19-23


“Al anochecer de aquel día, el día primero de la semana, estaban los discípulos en una casa, con las puertas cerradas por miedo a los judíos. Y en esto entró Jesús, se puso en medio y les dijo:

- Paz a vosotros.

Y, diciendo esto, les enseñó las manos y el costado. Y los discípulos se llenaron de alegría al ver al Señor. Jesús repitió:

- Paz a vosotros. Como el Padre me ha enviado, así también os envío yo.

Y, dicho esto, exhaló su aliento sobre ellos y les dijo:

- Recibid el Espíritu Santo; a quienes les perdonéis los pecados, les quedan perdonados; a quienes se los retengáis, les quedan retenidos.”


EL VENDAVAL DEL ESPÍRITU

“Cada uno los oímos hablar de las maravillas de Dios en nuestra propia lengua” (Hech 2, 11). Esa es la exclamación que recorre las calles de Jerusalén cuando los discípulos salen del salón donde han sido sorprendido por el vendaval del Espíritu de Dios.

Antes eran tímidos y ahora son valientes. Antes estaban dominados por el miedo a los jefes de los judíos, pero ahora exponen con energía la obra y la palabra de Jesús de Nazaret. Antes estaban acobardados por la muerte ignominiosa de su Maestro. Ahora dan un convencido testimonio de la resurrección de su Señor.

La ciudad está llena de peregrinos llegados de todas las naciones del mundo conocido. Y todos entienden el mensaje. Babel había marcado el desastre de la confusión de las lenguas. Jerusalén inicia el milagro de la comprensión universal. Babel era el orgullo, la altanería el endiosamiento. Pentecostés es el paso del Espíritu, la obediencia de la fe y la era del amor.


TRES DONES

“Envía tu Espíritu, Señor, y repuebla la faz de la tierra (Sal 103). Con razón el salmo expresa el anhelo más profundo del corazón humano. El anhelo de la vida. El orante de la primera alianza busca y espera recibir el don más precioso e inefable del Espíritu de Dios. Ese Espíritu que el orante de la nueva alianza confiesa como “Señor y dador de vida”.

Junto al don de la vida, los cristianos valoramos y pedimos otro don igualmente precioso: el de la unidad. En la nueva comunidad, todos nos reconocemos como miembros de un mismo cuerpo. Todos somos útiles y necesarios. Todos somos iguales en dignidad. “Todos hemos bebido de un solo Espíritu”, como nos recuerda san Pablo (1 Cor 12, 13).

Todavía hay un tercer don que agradecemos y tratamos de recordar cada día: el don del envío. El Señor resucitado abre ante nuestros ojos un horizonte universal. “Paz a vosotros. Como el Padre me ha enviado, así también os envío yo”. (Jn 20, 21)


TRES NOTAS

El Evangelio de Juan que se proclama en esta fiesta de Pentecostés (Jn 29, 19-23) nos recuerda tres notas importantes de este don del envío del Señor:

• “Recibid el Espíritu Santo”. No podríamos recorrer los caminos del mundo si no fuéramos movidos por su vendaval. No acertaríamos a transmitir las palabras del Señor. No llegaríamos a hacer visible su presencia sin la gracia del Espíritu.

• “A quienes les perdonéis los pecados, les quedan perdonados”. El Señor es el rostro de la misericordia de Dios. Pero ha querido confiar a sus apóstoles el tesoro de su perdón. Que el espíritu nos haga testigos del amor y la ternura de Dios.

• “A quienes se los retengáis, les quedan retenidos”. Más asombrosa que la autoridad de perdonar es la responsabilidad de retener el perdón cuando los corazones se endurecen. Que el Espíritu nos conceda la gracia del discernimiento y del buen consejo.

- “Ven, Espíritu divino, manda tu luz desde el cielo… Ven, dulce huésped del alma, descanso de nuestro esfuerzo, tregua en el duro trabajo, brisa en las horas de fuego, gozo que enjuga las lágrimas y reconforta en los duelos”. Amén.

José-Román Flecha Andrés.

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