No obstante, no todas las Hermandades siguen el mismo esquema en el desarrollo de sus cultos. Así, algunas,como es nuestro caso, en su quinario no celebran la Eucaristía, consistiendo el mismo en canto de entrada, Exposición del Santísimo, ejercicio de piedad propio del culto con oración al titular y sermón. Tras el mismo viene la parte eucarística con preces, bendición y canto final. En definitiva, son cinco días de preparación donde el Sermón tiene gran importancia formativa para culminar con la Función Principal, en la cual la Eucaristía y la comunión general suponen la culminación de lo que antes se han venido preparando durante los días precedentes los hermanos.
En realidad, los ejercicios de piedad (ya que no son otra cosa los Quinarios, Triduos y demás) tenían antiguamente un sentido de preparación, durante el cual mediante el Sermón, único medio de la Iglesia para transmitir sus mensajes evangélicos en aquellos tiempos, y mediante la meditación de los misterios de la Pasión, se invitaba al cofrade a una conversión, que culminaría recibiendo los Sacramentos del Perdón y de la Eucaristía en la Función Principal, que por eso recibía tal nombre. La celebración de la Eucaristía no es pues esencial en los ejercicios de piedad, aunque si es la culminación de esos cultos. En este sentido, podría afirmarse que la llamada Función Principal sólo lo es en la mayoría de los casos por la solemnidad o tradición, ya que en sentido estricto, al celebrar siempre la Eucaristía en rigor no puede decirse de una Eucaristía que sea más principal que otra.
Cierto es también que la práctica de la comunión frecuente es muy moderna, siendo en siglos pasados ésta una práctica más bien excepcional debido entre otras cosas al estricto ayuno eucarístico que había que guardar para comulgar (desde la medianoche anterior), lo cual no favorecía esta práctica y forzaba por añadidura la inexistencia de misa vespertina. Pío XII en 1953 mitigó el ayuno, que pasó primero tres horas y posteriormente a una hora antes (CDC 919).
El hecho generalizado hoy día de celebrar en el mismo acto el rezo del Santo Rosario, el ejercicio del Quinario, la Santa Misa con el Sermón y a veces la bendición con el Santísimo prolongan en demasía la duración de algunos cultos, confundiendo la larga duración con la solemnidad, cuando más bien puede caerse en pesadez o aburrimiento. Es claro que la calidad del culto no depende del tiempo sino de la intensidad y participación de los fieles.
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