viernes, 22 de marzo de 2019

AQUELLA FUSIÓN CON OTRA HERMANDAD QUE NO CUAJÓ EN LOS 80

Agradecer a nuestro hermano Eduardo Velo el envío de este artículo a la redacción del blog,colaborando de esta manera a que todos conozcamos de primera mano la intrahistoria de nuestra querida corporación.

Corría el año 1981 y nuestra estancia en el templo de Santo Domingo llegaba a su fin. Nuestra sede estaba a punto de ser reabierta al culto tras su reconstrucción. Nuestro hermano fundador Ignacio Rodríguez Leonardo, tan unido al templo de Santo Domingo por su condición de Mayordomo de la cofradía de la Oración en el Huerto, junto al religioso dominico Fray Domingo Campos López, que tan apegado estuvo a la Virgen de Loreto, ven cercano la hora del adiós, el doloroso momento para ellos de ver día a día como la Virgen de Loreto ya no recibe las numerosas oraciones y plegarias de cuantos frecuentaban tan céntrico templo conventual todos esos años. Aún siendo consciente de que nuestras raíces estaban en el barrio de San Pedro y en su templo parroquial y que ese era el lugar natural de los hermanos de Loreto nos hacen una propuesta para nuestra permanencia en Santo Domingo.

En los siete años que llevamos allí Nuestra Señora de Loreto había tenido altar en la capilla de la Hermandad de carpinteros de San José, ésta antigua corporación gremial se había fundado en el siglo XVI. Nos cuenta el historiador Antonio Mariscal que fue en los terrenos que hoy ocupan las casas 24, 26 y 28 de la calle Francos donde el famoso alarife jerezano Andrés de Rivera, autor de obras tan notables como el Cabildo Viejo, la portada renacentista de la Cartuja o el refectorio de la misma, construyó en el siglo XVI por encargo de la Hermandad de Carpinteros de San José, un hospital y una iglesia de esta denominación. Tras varias vicisitudes la Hermandad de San José se traslada al cercano convento de Santo Domingo donde levanta una amplia capilla, con retablo neoclásico para su imagen titular y unas anexas dependencias para almacén y secretaría. Una vez allí, en Santo Domingo, la corporación adquirió gran esplendor, se adquirieron distintos enseres para la procesión, entre los cuales unas dignas andas procesionales con templete de madera dorada y se potenciaron los cultos, en especial los afamados siete domingos de San José.

En los años en los que la Virgen de Loreto se veneró en un lateral de la capilla de San José ya la Hermandad de carpinteros estaba en decadencia sin apenas hermanos ni cultos. Esa inactividad hizo pensar a nuestros hermanos Ignacio y Fray Domingo la conveniencia de su fusión con una cofradía penitencial que le diera nuevos bríos y que mejor que con la Hermandad de Loreto que, durante siete años, había compartido capilla. Con esa fusión nuestra Hermandad adquiriría no solo una antigüedad del siglo XVI sino también, en propiedad, una hermosa capilla en el templo dominico, un no muy amplio pero si antiguo patrimonio procesional y unas dependencias a pie de calle junto a la capilla como Casa de Hermandad, por otro lado la Hermandad de San José se vería rehabilitada tanto humanamente como cultualmente. La comunidad, al parecer no podría inconveniente alguno a la fusión y ellos, los ideólogos de la propuesta, verían colmada su aspiración de no separar a la Virgen de Loreto de ese templo que consideraban su segunda casa.

La propuesta sin duda era atractiva pero dos fundamentos de peso hicieron que aquello no llegara a cuajar. Por un lado la histórica vinculación con el que siempre fue nuestro barrio y lo que ello suponía de cercanía de la Virgen con sus vecinos y por otro los fuertes lazos que desde siempre nos han unido a la parroquia de San Pedro, donde la Hermandad nació, creció y se forjó sin dejar nunca de pertenecer a ella.

Aquella propuesta quedó finalmente en el olvido, la Hermandad de San José actualmente continua en postración, su capilla y sus dependencias fueron cedidas por la comunidad dominica a la Hermandad del Rocío y en la historia de nuestra cofradía queda esos años unidos al Bendito Patriarca San José, una cercanía que pudo acabar en fusión y con San José como titular de nuestra Hermandad pero que las circunstancias del momento no lo permitieron.

En estos días, la imagen titular de aquella Hermandad de carpinteros, que ahora recibe culto en la capilla de Gracia, ha presidido en Santo Domingo unos cultos en su honor con motivo de su festividad, casualmente y debido a las obras que se han realizado en San Pedro esta semana, las flores que lució Nuestra Señora de Loreto en su Besamanos este pasado domingo han sido ofrendadas a San José para solemnizar aún más su festividad. Quizás sea un gesto celestial el que haya provocado que, después de tantos años, esa unión entre ambas imágenes siga aún vigente y las mismas flores que han perfumado a María, perfumen a José como cuando compartían una misma capilla. Una capilla que durante siete años, fue la Santa Casa de María, José y el divino Niño, como aquella otra de Nazaret que hoy se venera en la colina lauretana.


Eduardo Velo García



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