viernes, 30 de mayo de 2014

EL EVANGELIO DEL DOMINGO: SOLEMNIDAD DE LA ASCENSIÓN DEL SEÑOR (1-6-2014)

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El texto evangélico es de Mt 28, 16-20 y dice lo siguiente:


“En aquel tiempo los once discípulos fueron a Galilea, al monte que les había indicado Jesús. Al verlo, se postraron, pero algunos dudaron. Jesús se acercó y les habló: -Me han concedido plena autoridad en cielo y tierra. Por tanto, id a hacer discípulos entre todos los pueblos, bautizadlos consagrándolos al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo, y enseñadles a cumplir cuanto os he mandado. Yo estaré con vosotros siempre, hasta el fin del mundo.”


* La ascensión de Jesús al cielo cierra su itinerario terreno, concluye la misión de Jesús en la tierra y comienza la misión de la Iglesia: trabajar por la llegada del Reino de Dios.

Jesús antes de marcharse nos deja a cargo de su Reino, que ya ha comenzado, para que seamos sus testigos, para predicar la salvación que Él nos trajo, la conversión y el perdón de los pecados. Esta es nuestra misión.

Y ante este envío, no debemos permanecer inactivos, con la mirada y la mente en las nubes, tenemos una responsabilidad que el Señor nos ha confiado, y esto ha de movernos a un deseo cada vez más grande de seguir a Jesús.


*Jesús sube al cielo y abre un espacio junto a Dios para los hombres. Por su encarnación, se hizo hombre y fue Dios junto a nosotros. Ahora, con su humanidad, se eleva hacia lo más alto, que es a donde quiere conducirnos a todos nosotros. Y esto es motivo de una gran alegría.

Jesús sube al cielo pero no abandona a los hombres, desde allí conduce el crecimiento de la Iglesia, y nos promete la “fuerza de lo alto”, su Espíritu, nuestro Defensor. Mientras nosotros le adoramos aquí en la tierra, Él intercede por nosotros en el cielo.

Esto nos llena de una profunda confianza que, lejos de evadirnos de nuestros compromisos cotidianos, nos impulsa a vivir con mayor intensidad según el amor que hemos conocido en Jesús.


* Jesús ascendió al cielo, pero ¿qué es el cielo?.

Benedicto XVI nos explica que no es un lugar sobre las estrellas sino algo más sublime: es Jesús mismo que acoge plenamente y para siempre a la humanidad. El estar el hombre en Dios es el cielo. Y nosotros nos acercamos al cielo en la medida en que nos acercamos a Jesús y entramos en comunión con Él.


* Jesús, te vas, pero te quedas conmigo. Eres el amigo siempre fiel en el que puedo descansar. Me envías al mundo a ser tu testigo, para que tantos bienes que ofreces al mundo lleguen a toda la humanidad. Pero me garantizas tu compañía “yo estaré contigo todos los días”. ¡Que alegría contar cada día con tu presencia en mi vida!


* Jesús, en este día en que el Padre te exalta, sentándote a su derecha, le doy gracias a Dios y con esta oración te pido:

Llévame en tu compañía,

donde tú vayas, Jesús,

porque bien sé que eres tú

la vida del alma mía;

si tú, vida no me das,

yo sé que vivir no puedo,

ni si yo sin ti me quedo,

ni si tú sin mí te vas.


* María, alégrate y goza por la ascensión de tu Hijo al cielo, y ayúdame a cumplir todo lo que Él me ha mandado.



Estos puntos ayudan a iniciar la reflexión, a partir de ahora esperamos vuestras aportaciones que nos abran nuevos horizontes y nos acerquen a una comprensión más completa de la Palabra.

Muchas gracias a todos por vuestra participación.

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