viernes, 2 de mayo de 2014

EL EVANGELIO DEL DOMINGO: 3º DOMINGO PASCUA (4-5-2014)

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El texto evangélico es de Lc 24, 13-35 y dice lo siguiente:


“Aquel mismo día, dos de ellos iban a una aldea llamada Emaús, distante a unas dos leguas de Jerusalén. Iban comentando todo lo sucedido. Mientras conversaban y discutían, Jesús en persona los alcanzó y se puso a caminar con ellos. Pero ellos tenían los ojos incapacitados para reconocerlo. Él les preguntó: -¿De qué vais conversando por el camino? Ellos se detuvieron con semblante afligido, y uno de ellos, llamado Cleofás, le dijo: -¿Eres tú el único forastero en Jerusalén, que desconoce lo que ha sucedido allí estos días? Jesús preguntó: -¿Qué cosa? Le contestaron: -Lo de Jesús de Nazaret, que era un profeta poderoso en obras y palabras ante Dios y ante todo el pueblo. Los sumos sacerdotes y nuestros jefes lo entregaron para que lo condenaran a muerte, y lo crucificaron. ¡Nosotros esperábamos que él fuera el liberador de Israel!, pero ya hace tres días que sucedió todo esto. Es verdad que unas mujeres de nuestro grupo nos han alarmado; ellas fueron de madrugada al sepulcro, y al no encontrar el cadáver, volvieron diciendo que se les habían aparecido unos ángeles asegurándoles que él está vivo. También algunos de los nuestros fueron al sepulcro y encontraron todo como habían contado las mujeres; pero a él no lo vieron. Jesús les dijo: -¡Qué necios y torpes para creer cuanto dijeron los profetas!¿No tenía que padecer eso el Mesías para entrar en su gloria? Y comenzando por Moisés y siguiendo por todos los profetas, les explicó lo que en toda la Escritura se refería a él. Se acercaban a la aldea adonde se dirigían, y él fingió seguir adelante. Pero ellos le insistieron: -Quédate con nosotros, que se hace tarde y el día va de caída. Entró para quedarse con ellos; y, mientras estaba con ellos a la mesa, tomó el pan, lo bendijo, lo partió y se lo dio. Entonces se les abrieron los ojos y lo reconocieron. Pero él desapareció de su vista. Se dijeron uno al otro: -¿No se abrasaba nuestro corazón mientras nos hablaba por el camino y nos explicaba la Escritura? Al punto se levantaron, volvieron a Jerusalén y encontraron a los Once con los demás compañeros, que decían: -Realmente ha resucitado el Señor y se ha aparecido a Simón. Ellos por su parte contaron lo que les había sucedido en el camino y cómo lo habían reconocido al partir el pan.”

* El relato que hoy leemos en el evangelio puede ilustrarnos sobre muchos aspectos de nuestra vida. No siempre las cosas salen como uno espera y entonces puede parecer que Dios está ausente.

Como los dos discípulos que marchaban tristes a Emaús. No entienden el dolor, la muerte de Jesús, por eso no están preparados para aceptar su resurrección. Mientras conversan entre ellos no obtienen luz. Ésta les viene cuando empiezan a escuchar la enseñanza de Cristo.

Y practican con Jesús el don de la hospitalidad, le acogen. Ahí Jesús se les manifiesta más plenamente, les deja su regalo más grande: su presencia en la eucaristía.


* En la fracción del pan los discípulos le reconocen, y se dan cuenta de que el Señor permanece para siempre; comprenden entonces que Jesús ha resucitado y que su presencia es real; desean que Jesús camine siempre con ellos, en todos los momentos de su vida, de una vida de fe que debe vivirse en comunidad, que es donde se experimenta su presencia.

Esta certeza de que Jesús resucitado no nos ha abandonado, sino que se ha ido junto al Padre pero permanece con nosotros y nos conduce por el sendero de la vida, es la fuente de nuestra alegría pascual.

* ¿Son mis ojos capaces de reconocer a Jesús? Debo reconocerlo en su palabra, en su comida o eucaristía y en todo el que me necesita.


¿Le invito yo cada día a que me acompañe, a que se quede conmigo? El encuentro con Jesús es el que me da fuerzas, el que me ilumina para comprender sus designios, el que disipa mis temores.


* Jesús, compañero de camino: tú me sales al encuentro en mis dudas y vacilaciones, en mis desalientos, en mis huídas...Que tu Palabra ilumine mi mente y haga arder mi corazón para que mis pasos vayan a tu lado, por los caminos de la luz y del amor; para que yo sea capaz de transmitir tu mensaje con palabras y obras.


* María, en nuestras dificultades, danos el consuelo de Jesús, única luz verdadera que puede iluminar los sufrimientos y dar un sentido a todas las situaciones de nuestra vida.



Estos puntos ayudan a iniciar la reflexión, a partir de ahora esperamos vuestras aportaciones que nos abran nuevos horizontes y nos acerquen a una comprensión más completa de la Palabra.

Muchas gracias a todos por vuestra participación.

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