Domingo Mundial de la fe (DOMUND) «FE + CARIDAD = MISIÓN»
(20 de octubre de 2013)
A los sacerdotes, diáconos, religiosos, religiosas, seminaristas y a todos los fieles en general,
La próxima Jornada Mundial de las Misiones (DOMUND) –que celebraremos el domingo 20 de Octubre-, es el día en que la Iglesia recuerda y celebra la universalidad de su misión. Por eso, en este «Año de la fe», el lema propuesto para dicha campaña es: «FE+CARIDAD=MISIÓN.»
La fe no es en sí algo doctrinalmente abstracto ni solo una suma de verdades, sino que es una relación, una verdad que opera a través de la caridad y que vive a través de ella. La fe y el amor se necesitan mutuamente, y son consecuencia una de otra, de modo que ambas se permiten, una la otra, seguir su propio camino para ser efectivas y fecundas. En efecto, la fe como nos recordaba Benedicto XVI:
«…Es el encuentro con un acontecimiento, con una Persona, que da un nuevo horizonte a la vida y, con ello, una orientación decisiva... Y puesto que es Dios quien nos ha amado primero (cf. 1Jn 4,10), ahora el amor ya no es sólo un "mandamiento", sino la respuesta al don del amor, con el cual Dios viene a nuestro encuentro» (Deus caritas est, 1).»
Por tanto, los cristianos somos personas conquistadas por Cristo que nos ama, con un amor que perdona hasta a los enemigos, y con una humildad que le lleva incluso a inclinarse a lavarnos los pies y a entregarse a Sí mismo por nosotros en la Cruz para atraernos al amor de Dios. Movidos, pues, por este amor -«caritas Christi urget nos» (2Co 5,14)-, estamos abiertos de modo profundo y concreto a vivir y testimoniar la fe en la oración y con la fuerza que brota a través de ella, en las obras de caridad; es decir, en promover la justicia, en realizar el bien.
Esto quiere decir que todo cristiano que viva su fe auténticamente desea también que Dios llegue a los demás porque “Dios quiere que todos los hombres se salven y lleguen al conocimiento de la verdad” (1Tim 2,4). El dinamismo de la fe, nos permite así integrar las preocupaciones de todos los hombres en nuestro camino. Las manos de la fe del cristiano se alzan al cielo, pero a la vez edifican, en la caridad, una ciudad construida sobre relaciones, que tienen como fundamento el amor de Dios y como motor la esperanza en Cristo que el Espíritu Santo proyecta hacia un futuro cierto, un horizonte nuevo, “un cielo nuevo y una tierra nueva donde habite la justicia” (Cf. Ap 21, 1). Este dinamismo apostólico toma cuerpo en la Nueva Evangelización, tarea que la Iglesia prepara con empeño y dedicación, pues la mayor obra de caridad, que nace de la fe, es la evangelización, ya que “Ninguna acción es más benéfica y, por tanto, caritativa hacia el prójimo que partir el pan de la Palabra de Dios, hacerle partícipe de la Buena Nueva del Evangelio [...]: la evangelización es la promoción más alta e integral de la persona humana” (Benedicto XVI). De hecho, el anuncio del Evangelio se convierte en una intervención de ayuda al prójimo, justicia para los más pobres, posibilidad de instrucción y asistencia médica, entre otras implicaciones sociales.
Es esa construcción la que me mueve a invitaros a todos a descubrir la dimensión universal de la fe y el compromiso de la caridad con los más pobres. Os invito a todas las comunidades cristianas a participar en las actividades organizadas con motivo de la celebración del DOMUND. Y a vivir un signo de comunión con vuestra ayuda económica, y os animo a orar insistentemente por aquellos misioneros, especialmente los de nuestra Diócesis de Asidonia-Jerez, que siguiendo las palabras de Cristo han abandonado todo y lo han seguido a anunciar el Evangelio por todo el mundo.
Que la Virgen María, que “con prontitud” fue a prisa a casa de su prima Isabel, impulsada también por una misión de caridad, nos aliente a todos con la fuerza de sus palabras, en relación a Cristo Jesús, su Hijo: “haced lo que Él os diga” (Jn 2, 5).
Un abrazo afectuoso en María Nuestra Madre,
+ José Mazuelos Pérez
Obispo de Asidonia-Jerez
«…Es el encuentro con un acontecimiento, con una Persona, que da un nuevo horizonte a la vida y, con ello, una orientación decisiva... Y puesto que es Dios quien nos ha amado primero (cf. 1Jn 4,10), ahora el amor ya no es sólo un "mandamiento", sino la respuesta al don del amor, con el cual Dios viene a nuestro encuentro» (Deus caritas est, 1).»
Por tanto, los cristianos somos personas conquistadas por Cristo que nos ama, con un amor que perdona hasta a los enemigos, y con una humildad que le lleva incluso a inclinarse a lavarnos los pies y a entregarse a Sí mismo por nosotros en la Cruz para atraernos al amor de Dios. Movidos, pues, por este amor -«caritas Christi urget nos» (2Co 5,14)-, estamos abiertos de modo profundo y concreto a vivir y testimoniar la fe en la oración y con la fuerza que brota a través de ella, en las obras de caridad; es decir, en promover la justicia, en realizar el bien.
Esto quiere decir que todo cristiano que viva su fe auténticamente desea también que Dios llegue a los demás porque “Dios quiere que todos los hombres se salven y lleguen al conocimiento de la verdad” (1Tim 2,4). El dinamismo de la fe, nos permite así integrar las preocupaciones de todos los hombres en nuestro camino. Las manos de la fe del cristiano se alzan al cielo, pero a la vez edifican, en la caridad, una ciudad construida sobre relaciones, que tienen como fundamento el amor de Dios y como motor la esperanza en Cristo que el Espíritu Santo proyecta hacia un futuro cierto, un horizonte nuevo, “un cielo nuevo y una tierra nueva donde habite la justicia” (Cf. Ap 21, 1). Este dinamismo apostólico toma cuerpo en la Nueva Evangelización, tarea que la Iglesia prepara con empeño y dedicación, pues la mayor obra de caridad, que nace de la fe, es la evangelización, ya que “Ninguna acción es más benéfica y, por tanto, caritativa hacia el prójimo que partir el pan de la Palabra de Dios, hacerle partícipe de la Buena Nueva del Evangelio [...]: la evangelización es la promoción más alta e integral de la persona humana” (Benedicto XVI). De hecho, el anuncio del Evangelio se convierte en una intervención de ayuda al prójimo, justicia para los más pobres, posibilidad de instrucción y asistencia médica, entre otras implicaciones sociales.
Es esa construcción la que me mueve a invitaros a todos a descubrir la dimensión universal de la fe y el compromiso de la caridad con los más pobres. Os invito a todas las comunidades cristianas a participar en las actividades organizadas con motivo de la celebración del DOMUND. Y a vivir un signo de comunión con vuestra ayuda económica, y os animo a orar insistentemente por aquellos misioneros, especialmente los de nuestra Diócesis de Asidonia-Jerez, que siguiendo las palabras de Cristo han abandonado todo y lo han seguido a anunciar el Evangelio por todo el mundo.
Que la Virgen María, que “con prontitud” fue a prisa a casa de su prima Isabel, impulsada también por una misión de caridad, nos aliente a todos con la fuerza de sus palabras, en relación a Cristo Jesús, su Hijo: “haced lo que Él os diga” (Jn 2, 5).
Un abrazo afectuoso en María Nuestra Madre,
+ José Mazuelos Pérez
Obispo de Asidonia-Jerez
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