viernes, 2 de diciembre de 2011

EL EVANGELIO DEL DOMINGO: 2º DE ADVIENTO (4-12-2011)

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El texto evangélico es de Mc 1, 1-8 y dice lo siguiente:


“Comienza el Evangelio de Jesucristo, Hijo de Dios. Tal como está escrito en la profecía de Isaías: Mira, envío por delante a mi mensajero para que te prepare el camino. Una voz clama en el desierto: Preparad el camino al Señor, allanad sus senderos. Así se presentó Juan en el desierto, bautizando y predicando un bautismo de arrepentimiento para el perdón de los pecados. Toda la población de Judea y de Jerusalén acudía a él, y se hacía bautizar por él en el río Jordán, confesando sus pecados. Juan llevaba un manto hecho de pelos de camello, con un cinturón de cuero en la cintura, y comía saltamontes y miel silvestre. Y predicaba así: Detrás de mí viene uno con más autoridad que yo, y yo no tengo derecho a agacharme para soltarle la correa de sus sandalias. Yo os bautizo con agua, pero él os bautizará con Espíritu Santo.”


* Juan Bautista (personaje clave del adviento junto con el profeta Isaías), invita a la conversión, a preparar el camino, para que así renovemos la fuerza del Espíritu Santo que recibimos en el bautismo.
 Al pueblo de Israel le chocó el tipo del precursor que anunciaba al Mesías: vestido de piel de camello, con una dieta de miel y saltamontes..., pues esperaban un Mesías poderoso con riquezas, fasto y esplendor. Pero el Mesías que anunciaba Juan es un Mesías pobre y humilde, que viene a presentarnos su opción preferente por los pobres y necesitados.


* Pero ¿qué es preparar el camino?
Preparar el camino es abrir un espacio para Dios en mi ajetreada vida.
 ¿Cómo puedo allanar los senderos para que Jesús pueda venir hasta mí?
 Elevando los valles de mi pereza, de mi abatimiento….., descendiendo las colinas de mi orgullo, de mi soberbia…, igualando lo torcido y escabrosos de mi conducta..., enderezando los desvíos en mi relación con Dios, en el trato con los demás y en el control de mí mismo..., descubriendo en todo ser humano un hijo de Dios. Y sobre todo, confesando mis pecados, permitiéndote de este modo que vivas en mí por la gracia.


* María, Juan es un profeta y utiliza un tono amenazador y contundente, en contraposición con tu dulzura. Tú, con tu entrega y humildad, con tu ejemplo, sin necesidad de gritar, también nos invitas a hacer la voluntad de Dios. María, que yo cada día me parezca más a ti.
También hoy mi oración es para Juan: ayúdame a ser profeta en estos tiempos, más con mi actitud coherente que con mis palabras. Y que mis palabras sean expresión de mi amor a Dios, a ese Dios que a ti te sacó de quicio, llevándote al desierto para entregar tu vida.


Estos puntos ayudan a iniciar la reflexión, a partir de ahora esperamos vuestras aportaciones que nos abran nuevos horizontes y nos acerquen a una comprensión más completa de la Palabra.
Muchas gracias a todos por vuestra participación.

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