jueves, 16 de agosto de 2012

EL EVANGELIO DEL DOMINGO: 20º DEL TIEMPO ORDINARIO (19-8-2012)


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El texto evangélico es de Jn 6, 51-58 y dice lo siguiente:


“En aquel tiempo, dijo Jesús a la gente: Yo soy el pan vivo bajado del cielo. Quien coma de este pan vivirá siempre. El pan que yo daré es mi carne para la vida del mundo. Los judíos se pusieron a discutir: -¿Cómo puede éste darnos de comer su carne? Les contestó Jesús: -Os aseguro que si no coméis la carne y bebéis la sangre del Hijo del Hombre, no tendréis vida en vosotros. Quien come mi carne y bebe mi sangre tiene vida eterna y yo lo resucitaré el último día. Mi carne es verdadera comida y mi sangre es verdadera bebida. Quien come mi carne y bebe mi sangre habita en mí y yo en él. El Padre que vive me ha enviado, y yo vivo por el Padre; del mismo modo, el que me come vivirá por mí. Éste es el pan bajado del cielo y no es como el que comieron vuestros padres, y murieron. Quien come este pan vivirá para siempre.”



* La carne de Jesús junto con su sangre, es decir, su Persona, es el lugar donde Dios se hace presente, es el don de su amor, es donde busca el encuentro con el hombre y su correspondencia.
El que come esa carne y bebe esa sangre tiene vida eterna. No queremos comer la carne ni beber la sangre de Jesús cuando somos rebeldes a Dios y le pedimos cuentas (¿por qué a mí?). No podemos comer la carne ni beber la sangre de Jesús cuando decimos que sí con los labios (te alabo, te bendigo, te doy gracias, te quiero...) pero nuestras manos están sucias de tantas cosas y oscuros intereses.
Debo descifrar bien este evangelio. Carne y sangre que se entregan: ¿quieres decir que yo también me debo entregar a los demás? Comida y bebida: ¿quieres decir que yo también soy alimento para los demás?


* Señor, tú eres mi vida. Lo eres, porque todo lo creaste, también mi alma. Y lo eres porque me alimentas con tu cuerpo entregado y con tu sangre derramada. ¿Cuándo valoraré debidamente la maravilla de la Eucaristía? Sagrado banquete, en el que se recibe al mismo Cristo, se renueva la memoria de su pasión , el alma se nos llena de gracia y se nos da una prenda de la gloria futura. Sí, comiendo de este Pan viviré eternamente.


* María, que yo me acerque asiduamente a la eucaristía, a ese encuentro con tu Hijo que tiene poder para transformar mi vida y darle plenitud y sentido; para que mi relación con él no sea de una manera superficial, sino dándome como tú del todo a él.



Estos puntos ayudan a iniciar la reflexión, a partir de ahora esperamos vuestras aportaciones que nos abran nuevos horizontes y nos acerquen a una comprensión más completa de la Palabra.
Muchas gracias a todos por vuestra participación.

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