Ofrecemos hoy a los hermanos que no hayan podido asistir, la reflexión evangélica del 2º día de Triduo a Ntra. Sra. de Loreto.
La predicación de este día está basada en el relato evangélico de la anunciación, correspondiente a la Festividad de la Inmaculada Concepción, fiesta que celebramos hoy, y que corresponde al evangelio de Lc 1, 26-38.
El predicador califica este relato como estremecedor e inabarcable y se detiene a analizar el sentido de la palabra “hágase”.
Con el “hágase” de María, la Virgen le da permiso a Dios para que realice su obra salvadora. A este respecto, San Alfonso María Ligorio, cuya imagen se venera en el santuario de Fátima, en su libro “Las glorias de María” del que se han hecho muchas ediciones y en distintos idiomas, dice: Dios podía haber hecho la salvación de muchas maneras y ha querido contar con la colaboración de la mujer, o sea, lo ha hecho de una forma un tanto complicada, pues la mujer tuvo que afrontar numerosas dificultades, un embarazo sospechoso, el pedir a San José que la aceptara...
Los japoneses, al respecto, tienen un refrán que dice: si podemos hacerlo complicado, por qué lo vamos a hacer fácil.
Los cristianos, sobre todo los cofrades también hacen suyo este refrán, sobre todo a la hora de la salida de las cofradías de los templos: si la puerta es estrecha, si el paso llega justo al dintel de la puerta, si hay que sacarlo de rodillas..., mucho mejor que hacerlo fácil.
Hablando de nuevo sobre la colaboración nos fijamos ahora en el relato de la creación, leído como 1ª lectura. En él aparece la lucha entre el bien y el mal, sobre la que San Pablo también nos habla en una de sus cartas en la que nos dice “a veces no hago el bien que quiero sino el mal que no quiero”. María decide colaborar con Dios, al contrario que Eva. Y añade el relato que siempre existirá el acecho del mal, la enemistad entre la serpiente y la mujer.
Cuando asistimos a una sociedad progresista que rechaza a María estamos consintiendo que el mal salga vencedor; lo mismo que cuando quitamos los cuadros de María de encima de las cabeceras de las camas; lo mismo que cuando quitamos “María” del nombre de los niños y pasamos a llamarlos simplemente Jonatan o Vanesa.
Asimismo, cuando una hermandad no tiene en su advocación a María, cuando una hermandad no es mariana, le falta algo. Esta hermandad tiene el orgullo de tener a María como título de la misma, en su advocación de Loreto.
Esta hermandad venera a una Virgen bajo la advocación de la Santa Casa, lugar donde ocurre el misterio de Dios que se hace hombre, y entre las consecuencias que Dios asume al hacerse hombre está el tener una familia, vivir en una familia, ser educado en una familia..., y una familia con abuelos, sin marginarlos como se suele hacer hoy con la crisis que también atraviesa la familia.
La familia supone tener cosas en común: techo, casa, recursos, sustento, alimentación, afecto, sentimientos... Pero esto también lo pueden tener en común otros grupos. Entonces, ¿qué es lo que caracteriza a la familia?
En primer lugar la historia, o la sangre que se recibe del padre y de la madre. No sólo el apellido sino la manera de comportarse, el modo de relacionarse....
Y en segundo lugar, la única y específica relación que sólo es posible entre hombre y mujer, de la cuál nacen los hijos.
Familia, por tanto, no significa sólo convivir o cohabitar, es algo más. Y si hablamos de familia cristiana estamos hablando de un hombre y una mujer unidos por el sacramento del matrimonio, por algo tan santo como la eucaristía. En la eucaristía el pan y el vino se convierten en el cuerpo y la sangre de Jesús; en el matrimonio el hombre y la mujer se convierten en una sola cosa, y en el matrimonio se cumple la palabra de Dios “cuando dos o más se reúnen en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos “ . Esto deben saberlo todas las familias cristianas y no olvidarlo nunca: que Dios habita en ellos; y contando con la presencia de Jesús en el hogar es más fácil hacer frente a los desafíos y problemas.
Dios ha querido el “hágase” de María y sin él no hay salvación. Cuando María dice el “hágase” comienza la fe; la fe suya, la de José, la de su pueblo, la nuestra. Comienza la Iglesia, el Reino de Dios.
Con el “hágase” de María se inicia por tanto un camino de fe y de formación en la fe. Y por desgracia ¡son tantas las familias que han dejado de criar a los niños en la fe!; se ha roto la iniciación cristiana, hay niños que desconocen hasta las cosas más esenciales.
Es necesario que nuestra fe se ponga en práctica y no decir como se suele oír hoy en día “soy creyente pero no practicante”. El apóstol Santiago en su carta nos dice “¿tienes fe?, también el demonio la tiene”. Y es que solemos tener una fe que no se traduce en obras. Quien tiene fe y no la manifiesta está muerto. Los que dicen que no tienen fe son personas con las preguntas a medias. Por ejemplo: ante la pregunta ¿y después de la muerte qué?, el que niega a Dios tiene la pregunta a medias, sin respuesta.
La fe de los cofrades debe ser ésta: somos personas que caminamos con Cristo siguiendo sus huellas, a pesar de las dificultades.
El Obispo de Almería dice: el COFRADE es un CRISTIANO CUALIFICADO que vive de manera extraordinaria su fe. Y la estación de penitencia es una práctica de esa fe.
Los cristianos, los cofrades, ven la imagen de una Virgen pero su fe les lleva más allá. Dios es el que hace posible las cosas que están más allá: belleza, bondad, alegría..., cosas reales que no se ven en el microscopio. La fe si se traduce en obras, va más allá en el ámbito de Dios.
Que nuestra fe sea operativa. Como le decían a la Madre Teresa de Calcuta cuando le veían atendiendo a sus pobres enfermos: “yo no haría esto ni por un millón de dólares”, a lo que la Madre Teresa respondía “yo si que no lo haría por un millón de dólares”.
Que nuestra vida nos lleve siempre más allá de lo que se puede comprobar.
El Equipo de Formación.
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2 comentarios:
Gracias herman@s del equipo de formación por este gran trabajo, pues esto no sólo sirve para el conocimiento de los que no asistieron al Triduo, sino también para los que allí estuvimos, evitando de esta forma que la memoria nos juegue una "mala pasada" con el olvido. Un abrazo muy fuerte herman@s.
Completamente de acuerdo contigo,a todo eso que dices,únele el tener que elaborar esa reflexión a altas horas de la noche.Para los que como yo no tenemos oportunidad estos días de asistir al Triduo,debo de reconocer que nos reconforta leer estas explicaciones,nos hace estar por momentos allí con vosotros.Deja de manifiesto una gran capacidad de síntesis y de compromiso.Enhorabuena.
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