domingo, 30 de mayo de 2021

EL EVANGELIO DEL DOMINGO: SOLEMNIDAD DE LA SANTÍSIMA TRINIDAD – CICLO B – (30-5 2021)

Lectura del santo evangelio según san Mateo 28, 16-20


“En aquel tiempo, los once discípulos se fueron a Galilea, al monte que Jesús les había indicado.

Al verlo, ellos se postraron, pero algunos vacilaban.

Acercándose a ellos, Jesús les dijo:

- «Se me ha dado pleno poder en el cielo y en la tierra.

Id y haced discípulos de todos los pueblos, bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo; y enseñándoles a guardar todo lo que os he mandado.

Y sabed que yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo».”



TRINIDAD Y COMUNIÓN

“Reconoce hoy y medita en tu corazón que el Señor es el único Dios allá arriba en el cielo y aquí abajo, en la tierra, no hay otro” Estas palabras que hoy se proclaman en la primera lectura (Dt 4,39) tienen validez para todo tiempo y lugar.

Esa es la cuestión fundamental: preguntarnos quién es nuestro Dios y a quién dedicamos nuestra atención y nuestra adoración. A veces alguien dice que ha pedido a Dios tal o cual favor, pero, como no lo ha conseguido, ha dejado de creer en Dios.

En efecto, son muchos los que se dirigen a Dios pidiendo: “Te ruego que me des tal cosa.”. Pero son pocos los que se dirigen a Dios diciendo: “Te adoro y te amo porque eres Dios y me amas”.

Sin embargo, san Pablo nos recuerda: “Los que se dejan llevar por el Espíritu de Dios esos son hijos de Dios” (Rom 8,14). En ese contexto resume él nuestra fe en la Trinidad. El Espíritu atestigua que somos hijos de Dios y coherederos con Cristo.


TRES PALABRAS

El texto del evangelio que se proclama en esta fiesta (Mt 28,16-20) nos lleva de nuevo hasta el monte en que Jesús ha dado cita a sus discípulos. Es la hora de la despedida, que se concreta en tres palabras que orientan y sostienen nuestra misión: una revelación, un encargo y una promesa.

• En primer lugar, Jesús se presenta ante los suyos como quien ha recibido todo poder en el cielo y en la tierra. Evidentemente Jesús desmiente las palabras del diablo, que pretendía haber recibido el poder y la gloria de los reinos de este mundo (Lc 4,6).

• Además, Jesús considera ya preparados a sus discípulos y los envía en su nombre con una misión de alcance universal.

• Finalmente, Jesús les promete su asistencia constante. El que había sido anunciado como el Emmanuel, o “Dios con nosotros” (Mt 1,23) está dispuesto a mantener aquella identidad al decir: “Yo estoy con vosotros todos los días hasta el final de los tiempos”.


LA CONTRASEÑA

En la misión encomendado a los discípulos, Jesús les pide que bauticen a las gentes “en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo”. Esa referencia a la Trinidad es la contraseña exclusiva de la vida cristiana.

• San Agustín escribió: “Ves la Trinidad si ves el amor”. Efectivamente, el amor de las tres personas divinas es su auténtica revelación. Y es la invitación para todos los creyentes.

• San Juan de Ávila predicaba que produce admiración y espanto “ver el cuidado que toda la Santísima Trinidad tiene y el amor tan grande con que anda tras el hombre”.

• El papa Francisco nos ha dicho que “la Trinidad es comunión de personas divinas, las cuales son una con la otra, una para la otra y una en la otra: esta comunión es la vida de Dios, el misterio de amor del Dios vivo… No estamos llamados a vivir los unos sin los otros, por encima o contra los demás, sino los unos con los otros, por los otros y en los otros”.

- Señor y Dios nuestro, fuente del amor y de la vida en comunidad, que la misión que nos ha sido encomendada haga presente en el mundo ese amor del que venimos y al que aspiramos a lo largo de toda nuestra existencia. Amén.

José-Román Flecha Andrés.
.

sábado, 22 de mayo de 2021

EL EVANGELIO DEL DOMINGO: SOLEMNIDAD DE PENTECOSTÉS – CICLO B – (23-5-2021)

Lectura del santo evangelio según san Juan 20, 19-23


“Al anochecer de aquel día, el día primero de la semana, estaban los discípulos en una casa, con las puertas cerradas por miedo a los judíos. Y en esto entró Jesús, se puso en medio y les dijo:

- «Paz a vosotros.»

Y, diciendo esto, les enseñó las manos y el costado. Y los discípulos se llenaron de alegría al ver al Señor. Jesús repitió:

- «Paz a vosotros. Como el Padre me ha enviado, así también os envío yo.»

Y, dicho esto, exhaló su aliento sobre ellos y les dijo:

- «Recibid el Espíritu Santo; a quienes les perdonéis los pecados, les quedan perdonados; a quienes se los retengáis, les quedan retenidos».”



LA LLAMA Y SU LENGUAJE

“Cada uno los oímos hablar de las grandezas de Dios en nuestra propia lengua”. Así concluye la primera lectura que se proclama en la celebración de la misa, en esta solemnidad de Pentecostés (Hech 2,11). Ese era el rumor que corría entre los peregrinos que habían acudido a Jerusalén para la fiesta de Pentecostés.

El texto de los Hechos de los Apóstoles habla de un estruendo como de viento impetuoso y de una especie de llamaradas bajadas del cielo, que se posaban sobre cada uno de los apóstoles. El viento y el fuego son dos fuerzas cósmicas imparables. Aquí reflejan la fuerza del Espíritu que renueva a los seguidores de Jesús.

Como ha dicho el papa Francisco, “era la llama de amor que quema toda aspereza; era la lengua del Evangelio que traspasa los límites puestos por los hombres y toca los corazones de la muchedumbre, sin distinción de lengua, raza o nacionalidad” (24.5.2015).

En el salmo responsorial suplicamos a Dios que envíe su Espíritu para repoblar la faz de la tierra (Sal 103). Y escuchando a san Pablo, pedimos que los diversos ministerios inspirados por el Espíritu contribuyan de verdad al bien común de la Iglesia y del mundo (1Cor 12,3-7).


LOS TRES ENCARGOS

El texto del evangelio que hoy se proclama (Jn 20,19-23) nos lleva hasta la casa en la que los discípulos de Jesús se habían refugiado después de la muerte de su Maestro. Se nos recuerda que habían procurado cerrar las puertas por miedo a los judíos. Pero el Señor llegó de pronto con tres encargos inolvidables

• En primer lugar, Jesús les mostró las manos y el costado. No se trataba de una ilusión. No era un fantasma. Las llagas que recordaban su pasión eran la prueba de la autenticidad de su misión y su mensaje. Él había entregado su vida y se presentaba como triunfador de la muerte.

• Además, Jesús enviaba a sus discípulos como el Padre lo había enviado a él. Siendo de condición divina, había caminado como un hombre. Y siendo de condición humana, compartía con sus discípulos una misión divina.

• Finalmente, Jesús entregó el Espíritu Santo a los suyos, otorgándoles la autoridad para perdonar o retener los pecados. No se trataba sólo de un poder. Les comunicaba el don y la responsabilidad del discernimiento sobre el bien y sobre el mal.


LA ALEGRÍA DEL EVANGELIO

El texto evangélico anota cuidadosamente que “los discípulos se llenaron de alegría al ver al Señor”. No deberíamos olvidar esa anotación.

• Los discípulos de Jesús no se presentaron ante el mundo con el rostro macilento y resignado de los fracasados. A pesar de sus dudas y temores, habían recibido del Señor Resucitado las verdaderas razones para la alegría.

• La Iglesia de hoy no puede ignorar los sufrimientos que atenazan a tantas personas a lo largo y ancho del mundo. No puede caer en la indiferencia o en la ingenuidad. Tampoco en el fatalismo. No siempre podrá ofrecer satisfacciones, pero puede anunciar la alegría.

• Con nuestra vida y con nuestra presencia en el mundo, los cristianos queremos dar testimonio de que “con Jesucristo siempre nace y renace la alegría” (Papa Francisco).

- Señor Jesús, con tu resurrección tú has convertido nuestro temor en alegría. Que la llama del Espíritu haga comprensible el lenguaje de amor que nos has confiado. Amén.


José-Román Flecha Andrés.

.

viernes, 14 de mayo de 2021

EL EVANGELIO DEL DOMINGO: SOLEMNIDAD DE LA ASCENSIÓN DEL SEÑOR – CICLO B – (16-5-2021)

Lectura del santo evangelio según san Marcos 16, 15-20


En aquel tiempo, se apareció Jesús a los Once y les dijo:

«Id al mundo entero y proclamad el Evangelio a toda la creación.

El que crea y se bautice se salvará; el que se resista a creer será condenado.

A los que crean, les acompañarán estos signos: echarán demonios en mi nombre, hablarán lenguas nuevas, cogerán serpientes en sus manos y, si beben un veneno mortal, no les hará daño. Impondrán las manos a los enfermos, y quedarán sanos.»

Después de hablarles, el Señor Jesús subió al cielo y se sentó a la derecha de Dios.

Ellos se fueron a pregonar el Evangelio por todas partes, y el Señor cooperaba confirmando la palabra con las señales que los acompañaban.”



ENTRE EL CIELO Y LA TIERRA

“El mismo Jesús que ha sido tomado de entre vosotros y llevado al cielo, volverá como lo habéis visto marcharse al cielo” Así concluye la primera lectura que se proclama en la celebración de la misa, en esta solemnidad de la Ascensión del Señor (Hech 1,11).

Esas palabras, dirigidas a los discípulos de Jesús por dos hombres vestidos de blanco, nos invitan también a nosotros a no permanecer extasiados. La celebración de la Ascensión de Jesús a los cielos no es un motivo para la evasión de esta tierra. Es hora de regresar a la vida de cada día. Es la hora de convertir el recuerdo en esperanza y la esperanza en compromiso.

En el salmo responsorial cantamos a Dios que “asciende entre aclamaciones”. Con alegría participamos de su gloria. En la carta a los Efesios se nos recuerda que el Padre de la gloria resucitó a Cristo de entre los muertos y lo ha sentado a su derecha. Que él ilumine los ojos de nuestro corazón para que comprendamos la esperanza a la que nos llama (Ef 1, 17-23).


ENCARGO DE LA MISIÓN

El texto del evangelio según Marcos que hoy se proclama (Mc 16,15-20) nos invita a reflexionar sobre la misión que el Señor confía a sus discípulos: “Id al mundo entero y proclamad el evangelio a toda la creación”

• En primer lugar, habrá que recordar esa invitación a ponerse en camino. La vida del ser humano es siempre una itinerancia. Un paso tras otro, el hombre va haciendo de su existencia un proceso de búsquedas y hallazgos, de encuentros y desencuentros. Pero el cristiano sabe que si caminar es un riesgo, permanecer instalados en la comodidad es un pecado.

• Además, Jesús no envía a sus discípulos a disfrutar de los hermosos paisajes de la tierra. Tampoco quiere que sean meros agentes de una organización social. Y menos aún los envía como comerciantes decididos a hacer negocio. Les encarga que anuncien el evangelio. La buena noticia de que Dios es nuestro Padre, nos ama y nos salva por Jesucristo.

• Y, por si no estaba claro, Jesús recomienda a los suyos que no hagan distinción de personas, en atención a su clase social, a su lugar de procedencia o al tipo de su cultura. Han de anunciar el evangelio de su Señor a toda la humanidad.


DESARROLLO DE LA MISIÓN

El texto evangélico recuerda escuetamente que “después de hablarles, el Señor Jesús ascendió al cielo y se sentó a la derecha de Dios”. Una forma muy plástica para proclamar la gloria divina del Maestro. Sin embargo, no olvida a los creyentes que siguen en la tierra.

• Efectivamente, los discípulos de Jesús fueron y proclamaron el Evangelio por todas partes. Ese es un hecho histórico que suscita nuestra admiración. Pero es también una tarea urgente que ha de mantener viva nuestra vocación.

• Claro que, a pesar de cansancios, fatigas y persecuciones, los discípulos de antes y de ahora sabemos que no estamos solos. El Señor camina a nuestro lado, está presente en nuestros esfuerzos y actúa con nosotros.

• Finalmente, creemos que el Señor confirma nuestra palabra, más o menos brillante, con signos admirables que nosotros no siempre llegamos a percibir.

- Señor Jesús, en nuestra profesión de fe confesamos que has subido a los cielos. Pero en nuestra experiencia diaria constatamos que permaneces junto a nosotros, apoyando la misión que tú mismo nos has confiado. Bendito seas por siempre, Señor. Amén.

José-Román Flecha Andrés.
.

sábado, 8 de mayo de 2021

ENTREVISTA A NUESTRO HERMANO MAYOR EN EL PROGRAMA LUZ DE PASIÓN DE 7 TV

EL EVANGELIO DEL DOMINGO: 6º DE PASCUA – CICLO B – (9-5 2021)

Lectura del santo evangelio según san Juan 15, 9-17


“En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:

- «Como el Padre me ha amado, así os he amado yo; permaneced en mi amor.

Si guardáis mis mandamientos, permaneceréis en mi amor; lo mismo que yo he guardado los mandamientos de mi Padre y' permanezco en su amor.

Os he hablado de esto para que mi alegría esté en vosotros, y vuestra alegría llegue a plenitud.

Éste es mi mandamiento: que os améis unos a otros como yo os he amado.

Nadie tiene amor más grande que el que da la vida por sus amigos.

Vosotros sois mis amigos, si hacéis lo que yo os mando.

Ya no os llamo siervos, porque el siervo no sabe lo que hace su señor: a vosotros os llamo amigos, porque todo lo que he oído a mi Padre os lo he dado a conocer.

No sois vosotros los que me habéis elegido, soy yo quien os he elegido y os he destinado para que vayáis y deis fruto, y vuestro fruto dure.

De modo que lo que pidáis el Padre en mi nombre os lo dé.

Esto os mando: que os améis unos a otros».”


EL AMOR MANDADO

“Ahora comprendo con toda verdad que Dios no hace distinción de personas, sino que acepta al que lo teme y practica la justicia, sea de la nación que sea”. Nos conmueve leer la nota con la que Simón Pedro confiesa ingenuamente esa convicción que surge en él al entrar en la casa del centurión Cornelio (Hech 10,34-35).

Un judío entra en la casa de un pagano. Y Dios no desencadena una tempestad de rayos y truenos, sino que envía el Espíritu Santo sobre los que escuchan la palabra del apóstol. Los fieles de la circuncisión se sorprenden al comprobar que se repite el fenómeno de Pentecostés también sobre los paganos.

Con razón, el salmo responsorial nos invita a proclamar que “el Señor revela a las naciones su justicia” (Sal 97). Evidentemente Dios es amor. “El que ama ha nacido de Dios”. Y el milagro no es que nosotros amemos a Dios, sino que él se ha adelantado y nos ha amado cuando no lo merecíamos (1ªJn 4,7-10).


PERMANECER EN EL AMOR

El tema del amor retorna en el evangelio que se proclama este domingo sexto de Pascua (Jn 15,9-17). En él continúa la alegoría de la vid y los sarmientos, que se leía el domingo pasado (Jn 15,1-8). En ambos textos se nos remite al Padre celestial. Él es la fuente de la vida que llega hasta los sarmientos de la vid. Y él es el origen del amor.

• Como el Padre me ha amado, así os he amado yo”. Con frecuencia pensamos en el amor como un sentimiento que nos acerca a los demás o nos hace gozar de la simpatía de los otros. Pero antes de ser una relación entre nosotros, es una revelación del amor que viene de Dios. Jesús es el eslabón que nos muestra el amor del Padre y nos demuestra su propio amor.

• “Permaneced en mi amor”. Es importante “permanecer”. Esa palabra recuerda la necesaria unión de los sarmientos con la vid para poder dar fruto (Jn 15,4-7). Se afirma de la relación de Jesús con su Padre (Jn 15,10). Y refleja la exhortación de Jesús a sus discípulos (Jn 15,9-10).


EL MANDATO DEL AMOR

Hay que reconocer que a todos nos encanta ser protagonistas y tener la iniciativa para promover una iniciativa de solidaridad. Como si nuestra autonomía generase el amor, la caridad y la justicia. Pero el amor no nace de nuestra iniciativa personal o grupal.

• “Esto os mando: que os améis unos a otros”. Así dijo Jesús a sus discípulos primeros. Los que tenían que aprender a seguir fielmente a su Maestro, debían aprender la obediencia de la fe y también la obediencia del amor.

• “Esto os mando: que os améis unos a otros”. Esa palabra vale para la comunidad cristiana de todos los tiempos. Como muy bien se ha escrito, no es la Iglesia la que hace la caridad, sino que es la caridad de Dios la que funda y edifica la Iglesia.

• “Esto os mando: que os améis unos a otros”. El amor mutuo es un mandato. El amor no es un sentimiento ni una estrategia. No podemos limitarnos a amar a los que nos son simpáticos. Jesús nos ha mandado pasar el amor de Dios a todos los que Dios ama.

- Señor Jesús, tú nos has dicho que no hay mayor amor que entregar la vida por los demás. Tú nos has dado ejemplo con tu vida y con tu muerte. No permitas que olvidemos tu mandamiento. Amén.

José-Román Flecha Andrés.
.