sábado, 29 de abril de 2017

IMÁGENES DE ONDA JEREZ TV DE NUESTRA COFRADÍA A SU PASO POR CALLE LARGA

Imágenes subidas al You Tube rescatadas de Onda Jerez Tv y pertenecientes a nuestro discurrir en este 2017 por calle Larga el pasado Viernes Santo.

 

NUESTRA SALIDA ESTE AÑO EN LAS IMÁGENES DE ONDA JEREZ TV

Imágenes rescatadas de la plataforma You Tube pertenecientes a nuestra salida procesional de este 2017 y emitidas, en su momento, por ONDA JEREZ TV

 

EL EVANGELIO DEL DOMINGO : 3º DE PASCUA – CICLO A – (30-4-2017)

Lectura del santo evangelio según san Lucas 24, 13-35


“Dos discípulos de Jesús iban andando aquel mismo día, el primero de la semana, a una aldea llamada Emaús, distante unas dos leguas de Jerusalén; iban comentando todo lo que había sucedido. Mientras conversaban y discutían, Jesús en persona se acercó y se puso a caminar con ellos. Pero sus ojos no eran capaces de reconocerlo.

Él les dijo:

-«¿Qué conversación es esa que traéis mientras vais de camino?»

Ellos se detuvieron preocupados. Y uno de ellos, que se llamaba Cleofás, le replicó:

-«¿Eres tú el único forastero en Jerusalén, que no sabes lo que ha pasado allí estos días?»

El les preguntó:

-«¿Qué?»

Ellos le contestaron:

-«Lo de Jesús, el Nazareno, que fue un profeta poderoso en obras y palabras, ante Dios y ante todo el pueblo; cómo lo entregaron los sumos sacerdotes y nuestros jefes para que lo condenaran a muerte, y lo crucificaron. Nosotros esperábamos que él fuera el futuro liberador de Israel. Y ya ves: hace dos días que sucedió esto. Es verdad que algunas mujeres de nuestro grupo nos han sobresaltado: pues fueron muy de mañana al sepulcro, no encontraron su cuerpo, e incluso vinieron diciendo que habían visto una aparición de ángeles, que les habían dicho que estaba vivo. Algunos de los nuestros fueron también al sepulcro y lo encontraron como habían dicho las mujeres; pero a él no lo vieron.»

Entonces Jesús les dijo:

¡Qué necios y torpes sois para creer lo que anunciaron los profetas! ¿No era necesario que el Mesías padeciera esto para entrar en su gloria? »

Y, comenzando por Moisés y siguiendo por los profetas, les explicó lo que se refería a él en toda la Escritura.

Ya cerca de la aldea donde iban, él hizo ademán de seguir adelante; pero ellos le apremiaron, diciendo:

-«Quédate con nosotros, porque atardece y el día va de caída.»

Y entró para quedarse con ellos. Sentado a la mesa con ellos, tomó el pan, pronunció la bendición, lo partió y se lo dio. A ellos se les abrieron los ojos y lo reconocieron. Pero él desapareció.

Ellos comentaron:

-«¿No ardía nuestro corazón mientras nos hablaba por el camino y nos explicaba las Escrituras?»

Y, levantándose al momento, se volvieron a Jerusalén, donde encontraron reunidos a los Once con sus compañeros, que estaban diciendo:

-«Era verdad, ha resucitado el Señor y se ha aparecido a Simón.»

Y ellos contaron lo que les había pasado por el camino y cómo lo habían reconocido al partir el pan”.


ACOGER LA FUERZA DEL EVANGELIO


Dos discípulos de Jesús se van alejando de Jerusalén. Caminan tristes y desolados. En su corazón se ha apagado la esperanza que habían puesto en Jesús, cuando lo han visto morir en la cruz. Sin embargo, continúan pensando en él. No lo pueden olvidar. ¿Habrá sido todo una ilusión?

Mientras conversan y discuten de todo lo vivido, Jesús se acerca y se pone a caminar con ellos. Sin embargo, los discípulos no lo reconocen. Aquel Jesús en el que tanto habían confiado y al que habían amado tal vez con pasión, les parece ahora un caminante extraño.

Jesús se une a su conversación. Los caminantes lo escuchan primero sorprendidos, pero poco a poco algo se va despertando en su corazón. No saben exactamente qué. Más tarde dirán: “¿No estaba ardiendo nuestro corazón mientras nos hablaba por el camino?”

Los caminantes se sienten atraídos por las palabras de Jesús. Llega un momento en que necesitan su compañía. No quieren dejarlo marchar: “Quédate con nosotros”. Durante la cena, se les abrirán los ojos y lo reconocerán. Este es el primer mensaje del relato: Cuando acogemos a Jesús como compañero de camino, sus palabras pueden despertar en nosotros la esperanza perdida.

Durante estos años, muchas personas han perdido su confianza en Jesús. Poco a poco, se les ha convertido en un personaje extraño e irreconocible. Todo lo que saben de él es lo que pueden reconstruir, de manera parcial y fragmentaria, a partir de lo que han escuchado a predicadores y catequistas.

Sin duda, la homilía de los domingos cumple una tarea insustituible, pero resulta claramente insuficiente para que las personas de hoy puedan entrar en contacto directo y vivo con el Evangelio. Tal como se lleva a cabo, ante un pueblo que ha de permanecer mudo, sin exponer sus inquietudes, interrogantes y problemas, es difícil que logre regenerar la fe vacilante de tantas personas que buscan, a veces sin saberlo, encontrarse con Jesús.

¿No ha llegado el momento de instaurar, fuera del contexto de la liturgia dominical, un espacio nuevo y diferente para escuchar juntos el Evangelio de Jesús? ¿Por qué no reunirnos laicos y presbíteros, mujeres y hombres, cristianos convencidos y personas que se interesan por la fe, a escuchar, compartir, dialogar y acoger el Evangelio de Jesús?

Hemos de dar al Evangelio la oportunidad de entrar con toda su fuerza transformadora en contacto directo e inmediato con los problemas, crisis, miedos y esperanzas de la gente de hoy. Pronto será demasiado tarde para recuperar entre nosotros la frescura original del Evangelio.

José Antonio Pagola

sábado, 22 de abril de 2017

FOTOS DE NUESTRA MADRE PARA EL TIEMPO PASCUAL

Fotos tomadas ayer noche a nuestra Madre,tras los cultos semanales,de su último cambio de vestimenta para el periodo Pascual .












viernes, 21 de abril de 2017

EL EVANGELIO DEL DOMINGO: 2º DE PASCUA – CICLO A – (23/4/2017)

Lectura del santo evangelio según san Juan 20, 19-31


“Al anochecer de aquel día, el primero de la semana, estaban los discípulos en una casa, con las puertas cerradas por miedo a los judíos. Y en esto entró Jesús, se puso en medio y les dijo:

-«Paz a vosotros.»

Y, diciendo esto, les enseñó las manos y el costado. Y los discípulos se llenaron de alegría al ver al Señor. Jesús repitió:

-«Paz a vosotros. Como el Padre me ha enviado, así también os envío yo.»

Y, dicho esto, exhaló su aliento sobre ellos y les dijo:

-«Recibid el Espíritu Santo; a quienes les perdonéis los pecados, les quedan perdonados; a quienes se los retengáis, les quedan retenidos.»

Tomás, uno de los Doce, llamado el Mellizo, no estaba con ellos cuando vino Jesús. Y los otros discípulos le decían:

-«Hemos visto al Señor.»

Pero él les contestó:

-«Si no veo en sus manos la señal de los clavos, si no meto el dedo en el agujero de los clavos y no meto la mano en su costado, no lo creo.»

A los ocho días, estaban otra vez dentro los discípulos y Tomás con ellos. Llegó Jesús, estando cerradas las puertas, se puso en medio y dijo:

-«Paz a vosotros.»

Luego dijo a Tomás:

-«Trae tu dedo, aquí tienes mis manos; trae tu mano y métela en mi costado; y no seas incrédulo, sino creyente.»

Contestó Tomás:

-¡Señor Mío y Dios mío!

Jesús le dijo:

-¿Porque me has visto has creído? Dichosos los que crean sin haber visto.

Muchos otros signos, que no están escritos en este libro, hizo Jesús a la vista de los discípulos. Estos se han escrito para que creas que Jesús es el Mesías, el Hijo de Dios, y para que, creyendo, tengáis vida en su nombre”.



JESÚS SALVARÁ A LA IGLESIA


Aterrados por la ejecución de Jesús, los discípulos se refugian en una casa conocida. De nuevo están reunidos, pero no está con ellos Jesús. En al comunidad hay un vacío que nadie puede llenar. Les falta Jesús. ¿A quién seguirán ahora? ¿Qué podrán hacer sin él? “Está anocheciendo” en Jerusalén y también en el corazón de los discípulos.

Dentro de la casa, están “con las puertas cerradas”. Es una comunidad sin misión y sin horizonte, encerrada en sí misma, sin capacidad de acogida. Nadie piensa ya en salir por los caminos a anunciar el reino de Dios y curar la vida. Con las puertas cerradas no es posible acercarse al sufrimiento de las gentes.

Los discípulos están llenos de “miedo a los judíos”. Es una comunidad paralizada por el miedo, en actitud defensiva. Solo ven hostilidad y rechazo por todas partes. Con miedo no es posible amar el mundo como lo amaba Jesús, ni infundir en nadie aliento y esperanza.

De pronto, Jesús resucitado toma la iniciativa. Viene a rescatar a sus seguidores. “Entra en la casa y se pone en medio de ellos”. La pequeña comunidad comienza a transformarse. Del miedo pasan a la paz que les infunde Jesús. De la oscuridad de la noche pasan a la alegría de

volver a verlo lleno de vida. De las puertas cerradas van a pasar pronto a la apertura de la misión.

Jesús les habla poniendo en aquellos pobres hombres toda su confianza: “Como el Padre me ha enviado, así también os envío yo”. No les dice a quién se han de acercar, qué han de anunciar ni cómo han de actuar. Ya lo han podido aprender de él por los caminos de Galilea. Serán en el mundo lo que ha sido él.

Jesús conoce la fragilidad de sus discípulos. Muchas veces les ha criticado su fe pequeña y vacilante. Necesitan la fuerza de su Espíritu para cumplir su misión. Por eso hace con ellos un gesto especial. No les impone las manos ni los bendice como a los enfermos. Exhala su aliento sobre ellos y les dice: “Recibid el Espíritu Santo”.

Solo Jesús salvará a la Iglesia. Solo él nos liberará de los miedos que nos paralizan, romperá los esquemas aburridos en los que pretendemos encerrarlo, abrirá tantas puertas que hemos ido cerrando a lo largo de los siglos, enderezará tantos caminos que nos han desviado de él.

Lo que se nos pide es reavivar mucho más en toda la Iglesia la confianza en Jesús resucitado, movilizarnos para ponerlo sin miedo en el centro de nuestras parroquias y comunidades, y concentrar todas nuestras fuerzas en escuchar bien lo que su Espíritu nos está diciendo hoy a sus seguidores y seguidoras.

José Antonio Pagola

jueves, 20 de abril de 2017

NUESTRA COFRADÍA EN LOS MEDIOS TRAS EL VIERNES SANTO

- DIARIO DE JEREZ

Del populoso barrio de las Viñas pasamos a San Pedro, en pleno corazón de la Albarizuela, la Hermandad de Loreto es el contrapunto ascético, el contraste silencioso del día en que se conmemora la muerte del Señor: un año más, vuelve a dejar sensaciones de hermandad clásica que inspira recogimiento y que regala sensaciones de buen gusto y de un estilo que va consolidando a pasos agigantados. La rectitud de un cortejo morado, que deseamos que poco a poco vaya siendo más amplio, un paso al que se le gana el máximo y una Virgen que en su forma de vestirla y de presentarla cada Viernes Santo nos sigue proporcionando una estampa de cofradía clásica que afianza sin reparos su propio estilo. La música de capilla y la coral de San Pedro Nolasco fue el complemento perfecto para disfrutar del paso de la hermandad por las calles de su feligresía y de todo Jerez. Igualmente, reseñar la presencia del Ejército del Aire en el cortejo de su Patrona.

- JEREZ COFRADE TV

Y de la saeta a la música de capilla. Romanticismo en San Pedro con la Hermandad de Loreto. Una cofradía que contemplarla es un deleite para los sentidos. Un año mas, su regreso por la calle Bizcocheros a oscuras encumbró uno de los grandes momentos de la jornada.

- CADENA SER

La Virgen de Loreto, patrona de la aviación, llenó las calles del centro desde que salió de la Iglesia de San Pedro, de silencio, de majestuosidad. Las túnicas moradas de sus nazarenos pusieron ese tono ascético a la vez que un cierto toque a otras épocas. Al pie de la cruz la encontramos a Ella, esplendorosa en su paso de misterio.


AGRADECIMIENTO DE NUESTRO HERMANO MAYOR

Hermanos:

Estando aún a flor de piel los sentimientos vividos en la estación penitencial de nuestra querida Hermandad de la Santa Cruz en el Monte Calvario y Nuestra Señora de Loreto en su Soledad el pasado Viernes Santo y como quiera que,por circunstancias ajenas, no os pude hacer llegar mi agradecimiento como Hermano Mayor en nuestra gloriosa y esplendorosa recogida y a través del mismo el de la Junta de Gobierno que presido por vuestra confianza , aprovecho este medio para haceros llegar nuestro agradecimiento a los que de una forma u otra habéis participado y colaborado para que en todos los actos que ha programado nuestra Hermandad en esta pasada Cuaresma para mayor honra y honor a Nuestra Madre Virgen de Loreto, hayan salido dignos y esplendorosos.

De principio quiero hacer llegar mi agradecimiento a todos y cada uno de los componentes de la Junta de Gobierno por su total entrega y dedicación a que todos los acontecimientos históricos para nuestra Hermandad que nos han precedido durante la última semana de Cuaresma. Estos han sido la visita a nuestra Hermandad a petición propia para conocer de cerca a nuestra Madre de Loreto como patrona de la Aviación Universal de la Ministra de Defensa Sra. Cospedal, la que quedó encantada de nuestro recibimiento y así lo manifestó a donde posteriormente fue. El Viernes Santo nos visitó el Ministro de Asuntos Exteriores D. Alfonso María Dastis Quevedo y posteriormente la Alcaldesa Mamen Sánchez, los cuales nos agradecieron el caluroso recibimiento . Tanto la Ministra de Defensa , El General de la Aviación que la acompañaba en su visita y el Ministro de Asuntos Exteriores, firmaron el Libro de Honor de nuestra Hermandad. Gracias de todo corazón.

El agradecimiento al equipo encargado de Mayordomía, cuyo responsable es nuestro hermano Víctor. Gracias a este equipo y a su trabajo incansable, se ha podido llevar a cabo dignamente, aun a pesar de las circunstancias, los actos del quinario a nuestros titulares, el precioso besamanos a nuestra Madre la Santísima Virgen de Loreto, los trabajos preparativos para nuestra salida procesional y otros muchos que son dignos de reconocimiento. Gracias Víctor y a todos los componentes de tu equipo.

Al igual, el agradecimiento al equipo encargado de la Diputación Mayor de Gobierno, porque sin su labor no hubiésemos logrado el reto propuesto por nuestra Hermandad, el tener mas hermanos para nuestro cortejo , así como conseguir que nuestra Hermandad sea ejemplo en el procesionar en un Viernes Santo por nuestra calles de Jerez y dar testimonio de fe al pueblo.

Gracias también a nuestro Capataz Ray, a su equipo , y a los hermanos costaleros los que tan dignamente llevaron en sus hombros el altar itinerante de nuestra Madre de Loreto por las calles de Jerez, porque fueron un ejemplo de sacrificio para mostrar a todos los que nos veían presionar en un Viernes Santo nuestra peculiaridad en el caminar de Hermandad de Penitencia.

Así también, darle las gracias a todas las Autoridades militares que nos han acompañado en nuestro cortejo penitencial. A nuestro hermano el Tte. General Mestre y a los representantes del Ejercito del Aire, a los dos cadetes alumnos de la Academia de Suboficiales de León, como así también a los componentes de la Asociación de Veteranos del Ala22 y Asociación de Veteranos del Ejercito del Aire de la provincia de Cadiz

Al dignísimo y prestigioso Coro de San Pedro Nolasco, a la capilla musical que lo acompañaba, los que con sus voces angelicales y composiciones sacras dirigidas por nuestro querido José Carlos, hicieron que nuestro procesionar por nuestras calles de Jerez dieran muestra de esplendor , gloria y devoción a nuestra Titular la Santísima Virgen de Loreto.

A nuestro Director Espiritual por acompañarnos como Preste y al cortejo de acólitos que lo escoltaba.

Y lo último y para ello lo mas importante en nuestra hermandad, muy particularmente por pertenecer a ellos, darle las gracias a la fila de hermanos nazarenos de cirios y varas que con nuestro comportamiento dimos a nuestra ciudad ejemplo del procesionar y de como debe dar testimonio de fe, una Hermandad de Penitencia en un Viernes Santo que acompaña a una Madre dolorosa por haber perdido a su Hijo en la Cruz, supimos transmitir ese testimonio al pueblo que nos contempló.

A todos en general, Gracias por haber hecho patente en Jerez el sentir de los “morados” a su titular La Santísima Virgen de Loreto.


Vuestro hermano y Hermano Mayor,

Vicente Lozano González.



                                         

sábado, 15 de abril de 2017

VISITAS A NUESTRA HERMANDAD POR PARTE DE NUESTROS MINISTROS DE DEFENSA Y EXTERIORES

Como ya informamos en su momento,esta Semana Santa nuestra corporación ha tenido sendas visitas de miembros de nuestro Gobierno de España.

Por un lado el Martes Santo nos honró con su visita la Ministra de Defensa, Dña. Dolores de Cospedal.Ya el Viernes tuvimos el honor de poder recibir en nuestra sede al Ministro de Exteriores,el jerezano D. Alfonso María Dastis.Ambos firmaron en el Libro de Honor de la Cofradía y recibieron cuadros dedicados con la foto de nuestra Madre.










VINCULACIÓN DE NUESTRA HERMANDAD CON EL EJERCITO DEL AIRE

Discurso pronunciado por nuestro Ttte. Hno. Mayor ante la visita de nuestra Ministra de Defensa, Dña. María Dolores de Cospedal, este pasado Martes Santo por la mañana.


Excma. Sra. Ministra de Defensa, dignísimas autoridades, cofrades y hermanos:

La Virgen de Loreto está vinculada al traslado milagroso de la casa donde nació la madre de Jesucristo de Nazaret hasta Croacia. Según la tradición cristiana, desde el año 1191 los cruzados, que habían conquistado la ciudad de Acre y que gobernaban Palestina, protegían la casa donde vivió la Virgen María junto con Jesús y San José. Ante la invasión de Palestina por parte de los mamelucos, los cristianos se vieron obligados a trasladar la casa al completo en 1291.

Aunque lo más probable es que fuera trasladada vía marítima, según la versión popular, fueron los ángeles quienes llevaron la casa volando cruzando el Mar Mediterráneo y el Mar Adriático y la depositaron en Dalmacia (Croacia). De ahí que la historia se vincule a los aviadores.

No en vano, tres años más tarde, en la noche del 10 de diciembre de 1294, la Santa Casa fue nuevamente trasladada por los ángeles a la ribera opuesta del Adriático, a Italia, entre un bosque de Laureles. De ahí el nombre de Loreto (lugar poblado de laureles en latín Lauretus).

La Señora de Loreto fue constituida por el Papa Benedicto XV como patrona de todos los aeronautas del mundo el 24 de marzo de 1920. Y ese mismo año el Rey Alfonso XIII puso el Servicio de Aeronáutica Militar, precursor de la fuerza aérea, bajo el patronato de esta Virgen. Por lo que dentro de tres años celebraremos el centenario de este patronazgo.

Desde tiempo inmemorial, las vinculaciones existentes entre los diversos cuerpos y armas de las Fuerzas Armadas Españolas con las corporaciones nazarenas de culto y procesión han sido permanentes en el tiempo, profundas en su contenido y basadas en una mutua colaboración y asistencia.

En el caso concreto de nuestra Venerable Hermandad y Cofradía de nazarenos de la Santa Cruz en el Monte Calvario y Nuestra Señora de Loreto en su Soledad, fundada en esta parroquia de San Pedro de Jerez de la Frontera el 10 de diciembre de 1951 y aprobada canónicamente en agosto de 1954, contó desde el principio de su existencia con la presencia de cuerpos militares.

Está constatada documentalmente por la prensa de la época la participación de tropas del Ejército del Aire, así como escuadra, bandas y autoridades militares, desde la primera salida procesional en el año 1954. Presencia militar no sólo en las estaciones penitenciales sino también en la propia dirección y vida interna de la Hermandad cimentaron los actuales estrechísimos lazos que unen a la cofradía con el Ejército del Aire Español.

Una relación histórica con el Ejército del Aire hasta tal punto que muchos de los caballeros del Aire fueron hermanos fundadores de la cofradía y entre sus hermanos de honor se encontraba el Ministro del Aire, ministerio actualmente integrado en el de Defensa, y los distintos jefes tanto de la región aérea, de la región marítima del Estrecho como del Ala 22. Son también Hermanos de honor la Compañía Aérea IBERIA y las azafatas de vuelo de España. La Virgen porta en su muñeca una réplica en plata del "Castellation Santa María" de la Cia. IBERIA y en su cintura el fajín del Teniente General Luis Pardo Prieto.

Desde su primera salida procesional en 1954 a la procesión ha asistido una nutrida representación militar del Ejército del Aire, vistiendo sus mejores galas para acompañar a su patrona. En el cortejo procesional de cada Viernes Santo ha figurado desde la representación del Ministro del Aire hasta de la Casa Real en la persona del ilustre aviador el Infante D. Alfonso de Orleans. Contando además con la presencia de la banda de aviación y la escolta de la policía militar. Tiempo atrás, a la recogida, aviones del Ala 22, con sede en la cercana Base Aérea de la Parra, sobrevolaban la procesión el Viernes Santa echando al aire estampas y oraciones a la Virgen.

Altos cargos de la aviación han sido Hermanos Mayores efectivos de la cofradía y en las filas nazarenas aún salen muchos hijos y nietos de aviadores. Ostentando actualmente, en el cortejo, la representación de tan glorioso ejército el Excmo. Sr. Teniente General D. Manuel Mestre Barea, cuyo último destino ha sido, en el cuartel General del Aire, el de Jefe del Mando de personal; al que le acompaña en la procesión oficiales y suboficiales del Ejército del Aire, así como una representación de la aviación civil y de los veteranos del Ala 22.


Ha sido para nosotros un motivo de gran satisfacción y alegría que esta representación, que últimamente se había visto menguada desde el traslado del Ala 22 a Morón, haya vuelto, recientemente, a recobrar los esplendores de antaño con la representación aviadora que la Madre y Protectora de los aeronavegantes merece.

Por todos estos motivos, es para nosotros, como ha dicho nuestro hermano mayor, motivo de gran alegría y satisfacción, poder contar con su visita Sr. Ministra, que viene a afianzar los históricos lazos que unen a esta corporación con tan glorioso cuerpo de nuestras Fuerzas Armadas españolas.
Una visita que nos supone todo un honor y que vendrá a potenciar aún más nuestros lazos de unión bajo el amparo y protección de la celestial Virgen de Loreto.

Seguidamente, nuestro hermano mayor, procederá a imponer la medalla corporativa que acredita, el título de hermana de honor a la Sra. Ministra de Defensa, asimismo le hará entrega de los recuerdos de esta visita.


EL EVANGELIO DEL DOMINGO: DE RESURRECCIÓN – CICLO A – (16-4-2017)

Lectura del santo evangelio según san Juan 20, 1-9


“El primer día de la semana, María Magdalena fue al sepulcro al amanecer, cuando aún estaba oscuro, y vio la losa quitada del sepulcro.

Echó a correr y fue donde estaba Simón Pedro y el otro discípulo, a quien tanto quería Jesús, y les dijo:

-«Se han llevado del sepulcro al Señor y no sabemos dónde lo han puesto. »

Salieron Pedro y el otro discípulo camino del sepulcro. Los dos corrían juntos, pero el otro discípulo corría más que Pedro; se adelantó y llegó primero al sepulcro; y, asomándose, vio las vendas en el suelo; pero no entró.

Llegó también Simón Pedro detrás de él y entró en el sepulcro: vio las vendas en el suelo y el sudario con que le habían cubierto la cabeza, no por el suelo con las vendas, sino enrollado en un sitio aparte.

Entonces entró también el otro discípulo, el que había llegado primero al sepulcro; vio y creyó.

Pues hasta entonces no habían entendido la Escritura: que él había de resucitar de entre los muertos”.


JESÚS TENÍA RAZÓN


¿Qué sentimos los seguidores de Jesús cuando nos atrevemos a creer de verdad que Dios ha resucitado a Jesús? ¿Qué vivimos mientras seguimos caminando tras sus pasos? ¿Cómo nos comunicamos con él cuando lo experimentamos lleno de vida?

Jesús resucitado, tenías razón. Es verdad cuanto nos has dicho de Dios. Ahora sabemos que es un Padre fiel, digno de toda confianza. Un Dios que nos ama más allá de la muerte. Le seguiremos llamando "Padre" con más fe que nunca, como tú nos enseñaste. Sabemos que no nos defraudará.

Jesús resucitado, tenías razón. Ahora sabemos que Dios es amigo de la vida. Ahora empezamos a entender mejor tu pasión por una vida más sana, justa y dichosa para todos. Ahora comprendemos por qué anteponías la salud de los enfermos a cualquier norma o tradición religiosa. Siguiendo tus pasos, viviremos curando la vida y aliviando el sufrimiento. Pondremos siempre la religión al servicio de las personas.

Jesús resucitado, tenías razón. Ahora sabemos que Dios hace justicia a las víctimas inocentes: hace triunfar la vida sobre la muerte, el bien sobre el mal, la verdad sobre la mentira, el amor sobre el odio. Seguiremos luchando contra el mal, la mentira y el odio. Buscaremos siempre el reino de ese Dios y su justicia. Sabemos que es lo primero que el Padre quiere de nosotros.

Jesús resucitado, tenías razón. Ahora sabemos que Dios se identifica con los crucificados, nunca con los verdugos. Empezamos a entender por qué estabas siempre con los dolientes y por qué defendías tanto a los pobres, los hambrientos y despreciados. Defenderemos a los más débiles y vulnerables, a los maltratados por la sociedad y olvidados por la religión. En adelante, escucharemos mejor tu llamada a ser compasivos como el Padre del cielo.

Jesús resucitado, tenías razón. Ahora empezamos a entender un poco tus palabras más duras y extrañas. Comenzamos a intuir que el que pierda su vida por ti y por tu Evangelio, la va a salvar. Ahora comprendemos por qué nos invitas a seguirte hasta el final cargando cada día con la cruz. Seguiremos sufriendo un poco por ti y por tu Evangelio, pero muy pronto compartiremos contigo el abrazo del Padre.

Jesús resucitado, tenías razón. Ahora estás vivo para siempre y te haces presente en medio de nosotros cuando nos reunimos dos o tres en tu nombre. Ahora sabemos que no estamos solos, que tú nos acompañas mientras caminamos hacia el Padre. Escucharemos tu voz cuando

leamos tu evangelio. Nos alimentaremos de ti cuando celebremos tu Cena. Estarás con nosotros hasta el final de los tiempos.

José Antonio Pagola

viernes, 14 de abril de 2017

HOY ES VIERNES SANTO – CICLO A – (14/4/2017)

La liturgia del Viernes santo tiene su origen en Jerusalén. En el Diario de viaje de una cristiana llamada Egeria se cuenta cómo se desarrollaba esta jornada a finales del siglo V. Tras una noche de vela en el Monte de los Olivos, muy de mañana, se bajaba a Getsemaní para leer el relato del prendimiento de Jesús. De allí se iba al Gólgota. Después de la lectura de los textos sobre la comparecencia de Jesús ante Pilato, cada uno se iba a su casa para descansar un rato, pero no sin antes pasar por el monte Sión para venerar la columna de la flagelación. Hacia el mediodía, de nuevo cita en el Gólgota para venerar el madero de la cruz: lectura durante tres horas de textos del Antiguo y del Nuevo Testamento, alternando con salmos y oraciones. La jornada acababa finalmente en la iglesia de la Resurrección, Anastasis, donde se leía el evangelio de la colocación de Jesús en el sepulcro.

Los primeros testimonios de la liturgia del Viernes santo en Roma datan del siglo VII. El papa se dirigía a la basílica de la Santa Cruz, donde se leía el evangelio de la Pasión según san Juan, seguido de una letanía de intenciones universales. En las iglesias situadas fuera de la ciudad y asistidas por sacerdotes tenía lugar una celebración más popular: exposición de la cruz sobre el altar; liturgia de la palabra como en la Santa Cruz; después el padrenuestro, adoración de la cruz y comunión del pan y del vino consagrados el día anterior, En el siglo VIII se introdujo en la liturgia papal la adoración de la cruz, pero sin comunión. En el siglo X se unieron ambos modos de proceder. En el siglo XIII se decidió que sólo comulgara el celebrante y, en el siglo XVI, que la celebración tuviese lugar por la mañana. Pero no por ello dejó de «santificarse» el resto del día: en la mayoría de las iglesias la gente se reunía, a menudo en mayor número que por la mañana, para el vía crucis y el «sermón de la Pasión». Así se hizo hasta 1955; a partir de esta fecha la Iglesia romana celebra la liturgia de la pasión en la tarde del Viernes santo.

La celebración comienza con un momento de oración silenciosa y una «oración» pronunciada por el celebrante. Y tiene tres partes: la liturgia de la palabra, con la oración universal, la adoración de la cruz y la liturgia de la comunión.

La liturgia de la palabra forma como una especie de tríptico. La hoja de la izquierda presenta el rostro de un personaje misterioso, un justo sometido a los peores sufrimientos y víctima de las más odiosas persecuciones, despreciado por los hombres, abandonado aparentemente por el mismo Dios. En realidad, se ofrece en sacrificio de expiación por el pecado de los hombres, y el Señor lo hará jefe de un pueblo innumerable de justificados. Cualquiera que sea la identidad del «siervo de Dios» en el libro de Isaías (52,13—53,12), hace pensar, sobre todo el Viernes santo, en Cristo, el justo ultrajado, cuya muerte ha salvado a todos los hombres del pecado y a quien Dios ha exaltado en la gloria del cielo.

En la hoja de la derecha puede verse a Jesús, el Cristo, entronizado junto a Dios como «sumo sacerdote grande» que, por su obediencia, «se ha convertido para todos los que le obedecen en autor de salvación eterna» (Hb 4,14-16; 5,7-9).

Estas dos hojas, pintadas a distancia de varios siglos, introducen admirablemente a la comprensión de la Pasión de nuestro Señor Jesucristo, que ocupa el centro del tríptico (Jn 18,1—19,42). El evangelista Juan ha querido ofrecer el sentido profundo de los acontecimientos de los que ha sido testigo. Paradójicamente, es en la cruz donde Jesús se manifiesta como el Viviente que da vida abundante a todos los que lo «miran».

Surge espontánea, entonces, de la asamblea la plegaria universal para que la Pasión del Señor produzca sus frutos para todos, hasta los confines de la tierra.

Viene seguidamente la adoración de la cruz, que tiene claros acentos pascuales, porque nunca pueden disociarse la muerte y la resurrección de Cristo.

La comunión de todos con el pan consagrado el día anterior cierra esta celebración a la vez austera y vibrante de esperanza.

Todos se retiran en silencio, no para llorar la muerte de Cristo, sino para meditar en su misterio y prepararse, en el recogimiento, a la alegría del «aleluya» que resonará en la Vigilia pascual.



PRIMERA LECTURA

Después del monólogo en el que el Siervo hablaba de sí mismo (Domingo de Ramos), viene una meditación sobre sus sufrimientos, su misión y su destino. Los hombres lo han despreciado porque no han caído en la cuenta de que ha cargado con el peso de sus pecados. Dios, en cambio, ha reconocido su justicia y ha aceptado su sacrificio de expiación. Y ha hecho de él el jefe de una multitud de rescatados. Pero ¿quién es este Siervo? ¿De quién es figura? Se piensa aquí en una liturgia del «Día de las expiaciones» (el Yóm kippur), en un justo que recapitula en sí el destino de todos los que han sido reconocidos como «justos de Israel» por haber aceptado heroicamente, a lo largo de los siglos y también en nuestro tiempo, su parte en los sufrimientos y persecuciones infligidos al pueblo. En la línea de esta interpretación, la tradición cristiana ha visto en este justo la imagen profética de Cristo, salvador del mundo por sus sufrimientos y su muerte, del crucificado que sufre con todos los justos perseguidos, del Hijo del hombre por quien y con quien el sufrimiento y la muerte cambian de sentido, adquieren valor redentor y se convierten en promesa de resurrección.


Él fue traspasado por nuestras rebeliones.

Lectura del libro de Isaías 52,13-53,12

Mirad, mi siervo tendrá éxito, subirá y crecerá mucho.

Como muchos se espantaron de él, porque desfigurado no parecía hombre, ni tenía aspecto humano, así asombrará a muchos pueblos, ante él los reyes cerrarán la boca, al ver algo inenarrable y contemplar algo inaudito.

¿Quién creyó nuestro anuncio?, ¿a quién se reveló el brazo del Señor?

Creció en su presencia como brote, como raíz en tierra árida, sin figura, sin belleza.

Lo vimos sin aspecto atrayente, despreciado y evitado de los hombres, como un hombre de dolores, acostumbrado a sufrimientos, ante el cual se ocultan los rostros, despreciado y desestimado.

Él soportó nuestros sufrimientos y aguantó nuestros dolores;nosotros lo estimamos leproso, herido de Dios y humillado; pero él fue traspasado por nuestras rebeliones, triturado por nuestros crímenes.

Nuestro castigo saludable cayó sobre él, sus cicatrices nos curaron.

Todos errábamos como ovejas, cada uno siguiendo su camino; y el Señor cargó sobre él todos nuestros crímenes.

Maltratado, voluntariamente se humillaba y no abría la boca; como cordero llevado al matadero, como oveja ante el esquilador, enmudecía y no abría la boca.

Sin defensa, sin justicia, se lo llevaron, ¿quién meditó en su destino?

Lo arrancaron de la tierra de los vivos, por los pecados de mi pueblo lo hirieron.

Le dieron sepultura con los malvados, y una tumba con los malhechores, aunque no había cometido crímenes ni hubo engaño en su boca.

El Señor quiso triturarlo con el sufrimiento, y entregar su vida como expiación; verá su descendencia, prolongará sus años, lo que el Señor quiere prosperará por su mano.

Por los trabajos de su alma verá la luz, el justo se saciará de conocimiento.

Mi siervo justificará a muchos, porque cargó con los crímenes de ellos.

Le daré una multitud como parte, y tendrá como despojo una muchedumbre.

Porque expuso su vida a la muerte y fue contado entre los pecadores, él tomó el pecado de muchos e intercedió por los pecadores.


SALMO

Todo hombre probado y humillado puede hacer suya la oración de Cristo en la cruz.

Salmo 30, 2 y 6. 12-13. 15-16. 17 y 25 (R.: Lc 23, 46)

R. Padre, a tus manos encomiendo mi espíritu.

A ti, Señor, me acojo:

no quede yo nunca defraudado;

tú, que eres justo, ponme a salvo.

A tus manos encomiendo mi espíritu:

tú, el Dios leal, me librarás. R


Soy la burla de todos mis enemigos,

la irrisión de mis vecinos,

el espanto de mis conocidos;

me ven por la calle, y escapan de mí.

Me han olvidado como a un muerto,

me han desechado como a un cacharro inútil. R


Pero yo confío en ti, Señor,

te digo: «Tú eres mi Dios.»

En tu mano están mis azares;

líbrame de los enemigos que me persiguen. R


Haz brillar tu rostro sobre tu siervo,

sálvame por tu misericordia.

Sed fuertes y valientes de corazón,

los que esperáis en el Señor. R



SEGUNDA LECTURA

Este pasaje de la carta a los Hebreos no es un comentario del oráculo del libro de Isaías que acaba de leerse, pero ambos textos, colocados uno frente al otro, iluminan el misterio de Cristo y de su Pasión celebrado el Viernes santo. Jesús, el Hijo de Dios, ha pasado por la prueba, como nosotros, no porque fuera pecador, sino con el fin de obtenemos a nosotros el perdón, la gracia de Dios. Al aceptar libremente la misión de redentor que el Padre le había confiado, «se ha convertido para todos los que le obedecen en autor de salvación eterna». Al traspasar el velo de la muerte, ha entrado de una vez para siempre en el santuario del cielo. El es «el sumo sacerdote grande», no en virtud de su pertenencia a una estirpe sacerdotal o como consecuencia de una ordenación recibida por manos de hombres, sino porque en su persona Dios y el hombre están indisolublemente unidos. Además, ha ofrecido a Dios el sacrificio perfecto de su obediencia. Desde entonces podemos acercarnos «con seguridad al trono de la gracia», con la certeza de ser escuchados cuando oramos al Padre «por Jesucristo nuestro Señor».

Aprendió a obedecer y se ha convertido para todos los que le obedecen en autor de salvación.

Lectura de la carta de San Pablo a los Hebreos 4, 14-16; 5, 7-9

Hermanos:

Mantengamos la confesión de la fe, ya que tenemos un sumo sacerdote grande, que ha atravesado el cielo, Jesús, Hijo de Dios.

No tenemos un sumo sacerdote incapaz de compadecerse de nuestras debilidades, sino que ha sido probado en todo exactamente como nosotros, menos en el pecado. Por eso, acerquémonos con seguridad al trono de la gracia, para alcanzar misericordia y encontrar gracia que nos auxilie oportunamente.

Cristo, en los días de su vida mortal, a gritos y con lágrimas, presentó oraciones y súplicas al que podía salvarlo de la muerte, cuando en su angustia fue escuchado. Él, a pesar de ser Hijo, aprendió, sufriendo, a obedecer. Y, llevado a la consumación, se ha convertido para todos los que le obedecen en autor de salvación eterna.


VERSÍCULO ANTES DEL EVANGELIO FIp 2, 8-9

Cristo, por nosotros,

se sometió incluso a la muerte,

y una muerte de cruz.

Por eso Dios lo levantó sobre todo

y le concedió el «Nombre-sobre-todo-nombre».



EVANGELIO

Al final de su libro, el autor del cuarto evangelio dice: Entre los innumerables «signos» realizados por Jesús, estos se han escrito «para que creáis que Jesús es el Mesías, el Hijo de Dios, y para que, creyendo, tengáis vida en su nombre» (Jn 20,31). Por otra parte, en lo que se conoce como el «prólogo» el evangelista ve en la encarnación del Ho de Dios el comienzo del combate definitivo entre las tinieblas y la luz. La Pasión de Jesús es el último acto de este enfrentamiento decisivo, el signo al que remiten todos los demás.

El cuarto evangelio fue redactado a finales del siglo I, cuando ya se había producido el divorcio entre las comunidades judía y cristiana. Esta situación explica la redacción del relato de la Pasión según san Juan. Jesús es condenado «porque se ha declarado Hijo de Dios». La causa de la condena lleva oyéndose desde hace mucho tiempo. Es inútil, pues, proceder a una larga instrucción. El interrogatorio en presencia de Anás es una pura formalidad, y el evangelista ni siquiera habla de la comparecencia ante el sumo sacerdote Caifás y el sanedrín. Todo esto es pasado, sobre el que no vale la pena volver Por el contrario, el autor concede mucho espacio al proceso ante Pilato, porque, en cierto modo, perdura todavía, ya que desde entonces es en el tribunal del mundo donde se juzga a Jesús. Por un lado, está siempre la muchedumbre de los que se niegan a escuchar al «testigo de la verdad» y ponen su esperanza en este mundo que pasa. Gritan: «Fuera, fuera; crucifícalo!». Por Otro lado, están los que reconocen en él al Cordero pascual, el Hijo de Dios que ha cargado con su cruz y ha «cumplido» todo lo que el Padre le había encomendado. «Miran» al Crucificado con el corazón atravesado. En la sangre y el agua que han brotado de esta herida ven, con la tradición cristiana, los signos del Espíritu y de los sacramentos, promesas de vida eterna para los creyentes.

Para la lectura dialogada: + Jesús; C Cronista; D Discípulos y amigos; M = Muchedumbre; O Otros personajes.

Pasión de nuestro Señor Jesucristo según san Juan 18, 1-19,42

Prendieron a Jesús y lo ataron.

C. En aquel tiempo, salió Jesús con sus discípulos al otro lado del torrente Cedrón, donde había un huerto, y entraron allí él y sus discípulos. Judas, el traidor, conocía también el sitio, porque Jesús se reunía a menudo allí con sus discípulos. Judas entonces, tomando la patrulla y unos guardias de los sumos sacerdotes y de los fariseos, entró allá con faroles, antorchas y armas. Jesús, sabiendo todo lo que venía sobre él, se adelantó y les dijo:

+ -«¿A quién buscáis?»

C. Le contestaron:

S. -«A Jesús, el Nazareno.»

C. Les dijo Jesús:

+ -«Yo soy.»

C. Estaba también con ellos Judas, el traidor. Al decirles:«Yo soy», retrocedieron y cayeron a tierra. Les preguntó otra vez:

+ -«¿A quién buscáis?»

C. Ellos dijeron:

S. -«A Jesús, el Nazareno.»

C. Jesús contestó:

+ -«Os he dicho que soy yo. Si me buscáis a mí, dejad marchar a éstos.»

C. Y así se cumplió lo que había dicho: «No he perdido a ninguno de los que me diste.»

Entonces Simón Pedro, que llevaba una espada, la sacó e hirió al criado del sumo sacerdote, cortándole la oreja derecha. Este criado se llamaba Malco. Dijo entonces Jesús a Pedro:

+ -«Mete la espada en la vaina. El cáliz que me ha dado mi Padre, ¿no lo voy a beber?»

Llevaron a Jesús primero a Anás

C. La patrulla, el tribuno y los guardias de los judíos prendieron a Jesús, lo ataron y lo llevaron primero a Anás, porque era suegro de Caifás, sumo sacerdote aquel año; era Caifás el que había dado a los judíos este consejo: «Conviene que muera un solo hombre por el pueblo. »

Simón Pedro y otro discípulo seguían a Jesús. Este discípulo era conocido del sumo sacerdote y entró con Jesús en el palacio del sumo sacerdote, mientras Pedro se quedó fuera a la puerta. Salió el otro discípulo, el conocido del sumo sacerdote, habló a la portera e hizo entrar a Pedro. La criada que hacía de portera dijo entonces a Pedro:

S. -«¿No eres tú también de los discípulos de ese hombre?»

C. Él dijo:

S. -«No lo soy.»

C. Los criados y los guardias habían encendido un brasero, porque hacía frío, y se calentaban. También Pedro estaba con ellos de pie, calentándose.

El sumo sacerdote interrogó a Jesús acerca de sus discípulos y de la doctrina. Jesús le contestó:

+ -«Yo he hablado abiertamente al mundo; yo he enseñado continuamente en la sinagoga y en el templo, donde se reúnen todos los judíos, y no he dicho nada a escondidas. ¿Por qué me interrogas a mí? Interroga a los que me han oído, de qué les he hablado. Ellos saben lo que he dicho yo.»

C. Apenas dijo esto, uno de los guardias que estaba allí le dio una bofetada a Jesús, diciendo:

S. -«¿Así contestas al sumo sacerdote?»

C. Jesús respondió:

+ -«Si he faltado al hablar, muestra en qué he faltado; pero si he hablado como se debe, ¿por qué me pegas?»

C. Entonces Anás lo envió atado a Caifás, sumo sacerdote.

¿No eres tú también de sus discípulos? No lo soy,

C. Simón Pedro estaba en pie, calentándose, y le dijeron:

S. -«¿No eres tú también de sus discípulos?»

C. Él lo negó, diciendo:

S. -«No lo soy.»

C. Uno de los criados del sumo sacerdote, pariente de aquel a quien Pedro le cortó la oreja, le dijo:

S. -«¿No te he visto yo con él en el huerto?»

C. Pedro volvió a negar, y enseguida cantó un gallo.

Mi reino no es de este mundo.

C. Llevaron a Jesús de casa de Caifás al pretorio. Era el amanecer, y ellos no entraron en el pretorio para no incurrir en impureza y poder así comer la Pascua. Salió Pilato afuera, adonde estaban ellos, y dijo:

S. -«¿Qué acusación presentáis contra este hombre?»

C. Le contestaron:

S. -«Si éste no fuera un malhechor, no te lo entregaríamos.»

C. Pilato les dijo:

S. -«Lleváoslo vosotros y juzgadlo según vuestra ley.»

C. Los judíos le dijeron:

S. -«No estamos autorizados para dar muerte a nadie.»

C. Y así se cumplió lo que había dicho Jesús, indicando de qué muerte iba a morir. Entró otra vez Pilato en el pretorio, llamó a Jesús y le dijo:

S. -«¿Eres tú el rey de los judíos?»

C. Jesús le contestó:

+ -«¿Dices eso por tu cuenta o te lo han dicho otros de mí?»

C. Pilato replicó:

S. -«¿Acaso soy yo judío? Tu gente y los sumos sacerdotes te han entregado a mí; ¿qué has hecho?»

C. Jesús le contestó:

+ -«Mi reino no es de este mundo. Si mi reino fuera de este mundo, mi guardia habría luchado para que no cayera en manos de los judíos. Pero mi reino no es de aquí.»

C. Pilato le dijo:

S. -«Conque, ¿tú eres rey?»

C. Jesús le contestó:

+ -«Tú lo dices: soy rey. Yo para esto he nacido y para esto he venido al mundo: para ser testigo de la verdad. Todo el que es de la verdad escucha mi voz.»

C. Pilato le dijo:

S. -«Y, ¿qué es la verdad?»

C. Dicho esto, salió otra vez adonde estaban los judíos y les dijo:

S. -«Yo no encuentro en él ninguna culpa. Es costumbre entre vosotros que por Pascua ponga a uno en libertad. ¿Queréis que os suelte al rey de los judíos?»

C. Volvieron a gritar:

S. -«A ése no, a Barrabás.»

C. El tal Barrabás era un bandido.

¡Salve, rey de los judíos!

C. Entonces Pilato tomó a Jesús y lo mandó azotar. Y los soldados trenzaron una corona de espinas, se la pusieron en la cabeza y le echaron por encima un manto color púrpura; y, acercándose a él, le decían:

S. -«¡Salve, rey de los judíos!»

C. Y le daban bofetadas. Pilato salió otra vez afuera y les dijo:

S. -«Mirad, os lo saco afuera, para que sepáis que no encuentro en él ninguna culpa.»

C. Y salió Jesús afuera, llevando la corona de espinas y el manto color púrpura. Pilato les dijo:

S. -«Aquí lo tenéis.»

C. Cuando lo vieron los sumos sacerdotes y los guardias, gritaron:

S. -«¡Crucifícalo, crucifícalo!»

C. Pilato les dijo:

S. -«Lleváoslo vosotros y crucificadlo, porque yo no encuentro culpa en él.»

C. Los judíos le contestaron:

S. -«Nosotros tenemos una ley, y según esa ley tiene que morir, porque se ha declarado Hijo de Dios.»

C. Cuando Pilato oyó estas palabras, se asustó aún más y, entrando otra vez en el pretorio, dijo a Jesús:

S. -«¿De dónde eres tú?»

C. Pero Jesús no le dio respuesta. Y Pilato le dijo:

S. -«¿A mí no me hablas? ¿No sabes que tengo autoridad para soltarte y autoridad para crucificarte?»

C. Jesús le contestó:

+ -«No tendrías ninguna autoridad sobre mí, si no te la hubieran dado de lo alto. Por eso el que me ha entregado a ti tiene un pecado mayor.»

¡Fuera, fuera; crucifícalo!

C. Desde este momento Pilato trataba de soltarlo, pero los judíos gritaban:

S. -«Si sueltas a ése, no eres amigo del César. Todo el que se declara rey está contra el César.»

C. Pilato entonces, al oír estas palabras, sacó afuera a Jesús y lo sentó en el tribunal, en el sitio que llaman «el Enlosado» (en hebreo Gábbata). Era el día de la Preparación de la Pascua, hacia el mediodía. Y dijo Pilato a los judíos:

S. -«Aquí tenéis a vuestro rey.»

C. Ellos gritaron:

S. -«¡Fuera, fuera; crucifícalo!»

C. Pilato les dijo:

S. -«¿A vuestro rey voy a crucificar?»

C. Contestaron los sumos sacerdotes:

S. -«No tenemos más rey que al César.»

C. Entonces se lo entregó para que lo crucificaran.

Lo crucificaron, y con él a otros dos.

C. Tomaron a Jesús, y él, cargando con la cruz, salió al sitio llamado «de la Calavera» (que en hebreo se dice Gólgota), donde lo crucificaron; y con él a otros dos, uno a cada lado, y en medio, Jesús. Y Pilato escribió un letrero y lo puso encima de la cruz; en él estaba escrito: «Jesús, el Nazareno, el rey de los judíos.»

Leyeron el letrero muchos judíos, porque estaba cerca el lugar donde crucificaron a Jesús, y estaba escrito en hebreo, latín y griego. Entonces los sumos sacerdotes de los judíos dijeron a Pilato:

S. -«No escribas:"El rey de los judíos", sino:"Este ha dicho: Soy el rey de los judíos".»

C. Pilato les contestó:

S. -«Lo escrito, escrito está.»

Se repartieron mis ropas

C. Los soldados, cuando crucificaron a Jesús, cogieron su ropa, haciendo cuatro partes, una para cada soldado, y apartaron la túnica. Era una túnica sin costura, tejida toda de una pieza de arriba abajo. Y se dijeron:

S. -«No la rasguemos, sino echemos a suerte, a ver a quién le toca.»

C. Así se cumplió la Escritura: «Se repartieron mis ropas y echaron a suerte mi túnica.» Esto hicieron los soldados.

Ahí tienes a tu hijo. Ahí tienes a tu madre.

C. Junto a la cruz de Jesús estaban su madre, la hermana de su madre, María, la de Cleofás, y María, la Magdalena. Jesús, al ver a su madre y cerca al discípulo que tanto quería, dijo a su madre:

+ -«Mujer, ahí tienes a tu hijo.»

C. Luego, dijo al discípulo:

+ -«Ahí tienes a tu madre.»

C. Y desde aquella hora, el discípulo la recibió en su casa.

Está cumplido.

C. Después de esto, sabiendo Jesús que todo había llegado a su término, para que se cumpliera la Escritura dijo:

+ -«Tengo sed.»

C. Había allí un jarro lleno de vinagre. Y, sujetando una esponja empapada en vinagre a una caña de hisopo, se la acercaron a la boca. Jesús, cuando tomó el vinagre, dijo:

+ -«Está cumplido.»

C. E, inclinando la cabeza, entregó el espíritu.

Todos se arrodillan, y se hace una pausa.

Y al punto salió sangre y agua.

C. Los judíos entonces, como era el día de la Preparación, para que no se quedaran los cuerpos en la cruz el sábado, porque aquel sábado era un día solemne, pidieron a Pilato que les quebraran las piernas y que los quitaran. Fueron los soldados, le quebraron las piernas al primero y luego al otro que habían crucificado con él; pero al llegar a Jesús, viendo que ya había muerto, no le quebraron las piernas, sino que uno de los soldados, con la lanza, le traspasó el costado, y al punto salió sangre y agua. El que lo vio da testimonio, y su testimonio es verdadero, y él sabe que dice verdad, para que también vosotros creáis. Esto ocurrió para que se cumpliera la Escritura: «No le quebrarán un hueso»; y en otro lugar la Escritura dice: «Mirarán al que atravesaron.»

Vendaron todo el cuerpo de Jesús, con los aromas

C. Después de esto, José de Arimatea, que era discípulo clandestino de Jesús por miedo a los judíos, pidió a Pilato que le dejara llevarse el cuerpo de Jesús. Y Pilato lo autorizó. Él fue entonces y se llevó el cuerpo. Llegó también Nicodemo, el que había ido a verlo de noche, y trajo unas cien libras de una mixtura dé mirra y áloe.

Tomaron el cuerpo de Jesús y lo vendaron todo, con los aromas, según se acostumbra a enterrar entre los judíos. Había un huerto en el sitio donde lo crucificaron, y en el huerto un sepulcro nuevo donde nadie había sido enterrado todavía. Y como para los judíos era el día de la Preparación, y el sepulcro estaba cerca, pusieron allí a Jesús.

jueves, 13 de abril de 2017

HOY ES JUEVES SANTO – CICLO A – (13/4/2017)

La Cena del Señor, la tarde del Jueves santo, es la primera celebración del triduo pascual. Según la tradición más antigua, recogida por san Pablo (1Co 11,23), «el Señor Jesús, en la noche en que iban a entregarlo», tomó primero pan y después el cáliz lleno de vino, y dijo: «Esto es mi cuerpo», «este es el cáliz de mi sangre», «haced esto en memoria mía». Por eso, cada vez que comemos de este pan y bebemos de este cáliz proclamamos la muerte del Señor hasta que vuelva. La Cena del Señor se celebró en las comunidades cristianas desde los comienzos, como testimonia también el libro de los Hechos de los apóstoles (Hch 2,42).

La celebración de la Cena del Señor, que incluyó siempre el relato de lo que Jesús había hecho y dicho «cuando iba a ser entregado a su Pasión, voluntariamente aceptada», seguido de la comunión en el pan y el vino, cuerpo y sangre de Cristo (2Co 11,27-28), fue evolucionando con el transcurso de los siglos. En un principio, el que presidía la «asamblea» litúrgica, llamada también synaxis, tenía un amplio margen de iniciativa. Pero esto no duró mucho. Muy pronto hubo que codificar la manera de actuar. Por una parte, sacar continuamente del propio fondo es algo que está al alcance de muy pocos; la mayoría necesita un soporte para «improvisar». Se difundieron entonces algunos formularios que destacaban por su calidad y que sirvieron de referencia. Por otra parte, sobre todo en periodos de controversia, había que velar por la ortodoxia de los textos litúrgicos. Tal es el origen de las «plegarias eucarísticas», llamadas también anáforas, es decir, «oblaciones». En la Iglesia latina, a partir del siglo IV, se impuso un modelo exclusivo, el «Canon romano», hasta que el misal posterior al Vaticano II reconoció varias «plegarias eucarísticas». Se ha recuperado así cierta flexibilidad, que permite adaptarse a las diversas asambleas. Pero hoy como ayer, en Oriente y en Occidente, es siempre la misma eucaristía la que se celebra «en memoria del Señor», repitiendo, como él pidió, lo mismo que hizo «la víspera de su pasión».

La celebración de «la Cena», el Jueves santo, no difiere de la eucaristía de los demás días del año. Pero tiene un valor ejemplar. Al recordar lo que el Señor hizo en la última Cena con sus discípulos, se añade «hoy». Mañana, en efecto, será el día dedicado a la Pasión. Pero esta manera de hablar tiene un sentido absolutamente general. Cada vez que la Iglesia celebra la eucaristía y los otros sacramentos, de los que es fuente, se renueva para nosotros, hoy, por obra del Espíritu, la obra de Dios, que Cristo realizó de una vez para siempre. Lo que Jesús hizo un día es siempre actual y nuevo, aunque se repita indefinidamente. Efectivamente, en cada celebración litúrgica, y especialmente en cada eucaristía, acontece para nosotros aquí y ahora la salvación que Dios realiza desde el principio. Cristo está presente. Actúa por medio de signos eficaces y por el poder del Espíritu. La lectura del libro del Éxodo recuerda que la eucaristía hunde sus raíces en la liturgia ancestral de la Pascua judía, lo que pone claramente de manifiesto su carácter tradicional al mismo tiempo que su absoluta novedad.

El evangelio según san Juan cuenta cómo Jesús, durante la última Cena con sus discípulos, «antes de la fiesta de la Pascua», se quitó el manto y les lavó los pies. Para que Pedro aceptara que el Señor se rebajara de este modo, este tuvo que decirle: «Si no te lavo, no tienes nada que ver conmigo»; añadiendo: «Os he dado ejemplo para que lo que yo he hecho con vosotros, vosotros también lo hagáis». Este «mandato», semejante al que el Señor da a propósito del pan y del cáliz, se refiere a la misión y al comportamiento recíproco de los discípulos. Pero el evangelista introduce el relato diciendo: «Jesús, habiendo amado a los suyos que estaban en el mundo, los amó hasta el extremo». ¿Cómo no ver en este gesto insólito del Maestro una predicación práctica del amor, ley fundamental de la comunidad cristiana, del que la Cena del Señor es fuente y exigencia?

La liturgia del Jueves santo celebra de este modo la eucaristía, memorial de la Pascua de Cristo, sacramento de su amor infinito por nosotros y del que nosotros hemos de tenemos unos a otros, y la institución del ministerio sacerdotal, que debe entenderse y ejercerse, siguiendo el ejemplo del Señor, como servicio a los hermanos de la comunidad.


PRIMERA LECTURA

Jesús cumplió regularmente las prescripciones de la ley en relación con la Pascua, memorial de la noche en la que Dios hizo salir a su pueblo de Egipto. Fue durante la última Cena pascual celebrada con sus discípulos cuando, tomando primero el pan y luego el cáliz, dijo a los que estaban a la mesa con él: «Esto es mi cuerpo, que se entrega por vosotros; este cáliz es la nueva alianza sellada con mi sangre». Este contexto litúrgico ancestral de la Pascua es el que da el sentido de los gestos y palabras del Señor. Él, el primogénito, ha rescatado con su muerte a una multitud de hombres, dándoles acceso al nuevo Reino, por medio de su sangre derramada. El, el cordero sin defecto ofrecido una vez para siempre, ha liberado a toda la humanidad de la antigua esclavitud del pecado, y guarda «para todas las generaciones» a los que, en su vida y en la liturgia, hacen memoria de él hasta que vuelva.


Prescripciones sobre la cena pascual.

Lectura del libro del Éxodo 12, 1-8. 11-14


En aquellos días, dijo el Señor a Moisés y a Aarón en tierra de Egipto:

-«Este mes será para vosotros el principal de los meses; será para vosotros el primer mes del año. Decid a toda la asamblea de Israel: "El diez de este mes cada uno procurará un animal para su familia, uno por casa. Si la familia es demasiado pequeña para comérselo, que se junte con el vecino de casa, hasta completar el número de personas; y cada uno comerá su parte hasta terminarlo. Será un animal sin defecto, macho, de un año, cordero o cabrito.

Lo guardaréis hasta el día catorce del mes, y toda la asamblea de Israel lo matará al atardecer. Tomaréis la sangre y rociaréis las dos jambas y el dintel de la casa donde lo hayáis comido.

Esa noche comeréis la carne, asada a fuego, comeréis panes sin fermentar y verduras amargas.
Y lo comeréis así: la cintura ceñida, las sandalias en los pies, un bastón en la mano; y os lo comeréis a toda prisa, porque es la Pascua, el paso del Señor.

Esta noche pasaré por todo el país de Egipto, dando muerte a todos sus primogénitos, de hombres y de animales; y haré justicia de todos los dioses de Egipto. Yo soy el Señor.

La sangre será vuestra señal en las casas donde estéis; cuando vea la sangre, pasaré de largo; no os tocará la plaga exterminadora, cuando yo pase hiriendo a Egipto.

Este día será para vosotros memorable, en él celebraréis la fiesta del Señor, ley perpetua para todas las generaciones."»


SALMO

Salmo 115, 12-13. 15-16bc. 17-18 (R.: cf. ICo 10, 16)

R El cáliz de la bendición es comunión con la sangre de Cristo.


¿Cómo pagaré al Señor
todo el bien que me ha hecho?
Alzaré la copa de la salvación,
invocando su nombre. R


Mucho le cuesta al Señor
la muerte de sus fieles.
Señor, yo soy tu siervo,
hijo de tu esclava;
rompiste mis cadenas. R


Te ofreceré un sacrificio de alabanza,
invocando tu nombre, Señor.
Cumpliré al Señor mis votos
en presencia de todo el pueblo. R


SEGUNDA LECTURA

Este relato de la institución eucarística, el más antiguo de los recogidos en el Nuevo Testamento, es aceptado ya en la época en que Pablo evangeliza Corinto (sin duda en el 50-51) como «tradición que procede del Señor». Se reconoce aquí, casi palabra por palabra, la forma como nosotros celebramos la eucaristía, que ero ya, por tanto, en lo esencial, idéntica a la de las primerísimas asambleas cristianas.

Cada vez que coméis y bebéis, proclamáis la muerte del Señor.

Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los Corintios 11, 23-26

Hermanos:

Yo he recibido una tradición, que procede del Señor y que a mi vez os he transmitido:
Que el Señor Jesús, en la noche en que iban a entregarlo, tomó pan y, pronunciando la acción de gracias, lo partió y dijo:

-«Esto es mi cuerpo, que se entrega por vosotros. Haced esto en memoria mía.»
Lo mismo hizo con el cáliz, después de cenar, diciendo:
-«Este cáliz es la nueva alianza sellada con mi sangre; haced esto cada vez que lo bebáis, en memoria mía.»
Por eso, cada vez que coméis de este pan y bebéis del cáliz, proclamáis la muerte del Señor, hasta que vuelva.

VERSÍCULO ANTES DEL EVANGELIO Jn 13,34

Os doy un mandamiento nuevo
- dice el Señor-:
que os améis unos a otros,
como yo os he amado.

EVANGELIO

Donde los otros evangelios colocan lo que se llama la «institución de la eucaristía», el evangelio según san Juan introduce la sorprendente e insólita escena de Jesús lavando los pies de sus discípulos. Fue durante la Cena celebrada con ellos «antes de la fiesta de Pascua» en la que iba a «pasar de este mundo al Padre». Es la manera de referirse normalmente a la última Cena. Pero aquí se insiste directamente en el amor infinito de Dios y en el amor fraterno, vinculados siempre a la eucaristía, y en el ministerio de los apóstoles, que han de considerarse y actuar como humildes servidores de todos. Por Otro lado, la referencia al baño purificador hace pensar en el bautismo, que es paso, con Cristo, de la muerte a la vida. La variedad de los temas abordados y de las alusiones hace de este evangelio un texto fundamental para la catequesis, no sólo de la liturgia del Jueves santo, sino del conjunto de las celebraciones del triduo pascual.

Los amó hasta el extremo.

Lectura del santo evangelio según san Juan 13, 1-15

Antes de la fiesta de la Pascua, sabiendo Jesús que había llegado la hora de pasar de este mundo al Padre, habiendo amado a los suyos que estaban en el mundo, los amó hasta el extremo.
Estaban cenando, ya el diablo le había metido en la cabeza a Judas Iscariote, el de Simón, que lo entregara, y Jesús, sabiendo que el Padre había puesto todo en sus manos, que venía de Dios y a Dios volvía, se levanta de la cena, se quita el manto y, tomando una toalla, se la ciñe;
luego echa agua en la jofaina y se pone a lavarles los pies a los discípulos, secándoselos con la toalla que se había ceñido. Llegó a Simón Pedro, y éste le dijo:

-«Señor, ¿lavarme los pies tú a mí?»
Jesús le replicó:
-«Lo que yo hago tú no lo entiendes ahora, pero lo comprenderás más tarde.» Pedro le dijo:
-«No me lavarás los pies jamás.»
Jesús le contestó:
-«Si no te lavo, no tienes nada que ver conmigo.»
Simón Pedro le dijo:
-«Señor, no sólo los pies, sino también las manos y la cabeza.»
Jesús le dijo:
-«Uno que se ha bañado no necesita lavarse más que los pies, porque todo él está limpio. También vosotros estáis limpios, aunque no todos.»
Porque sabía quién lo iba a entregar, por eso dijo: «No todos estáis limpios.»
Cuando acabó de lavarles los pies, tomó el manto, se lo puso otra vez y les dijo:
-«¿Comprendéis lo que he hecho con vosotros? Vosotros me llamáis "el Maestro" y "el Señor", y decís bien, porque lo soy. Pues si yo, el Maestro y el Señor, os he lavado los pies, también vosotros debéis lavaros los pies unos a otros; os he dado ejemplo para que lo que yo he hecho con vosotros, vosotros también lo hagáis.»

sábado, 8 de abril de 2017

VISITA DE LA MINISTRA DE DEFENSA ESTE MARTES SANTO

Recientemente nuestra corporación ha recibido la confirmación de la visita a nuestros sagrados Titulares por parte de la Ministra de Defensa, Dña . Dolores de Cospedal, este próximo martes.

Recordar que ella asistirá antes a la Misa de Ofrenda del Ejercito que la cofradía de la Defensión celebra cada mañana de Martes Santo a partir de las 11 de la mañana.

El Papa Benedicto XV, por decreto del 24 de marzo de 1920, declaró y constituyó a Nuestra Señora de Loreto patrona de todos los aeronautas.

El 7 de diciembre de 1920 Su Majestad el Rey Alfonso XIII, previa información y petición del provicario general Castrense, pone bajo el patrocinio de Nuestra Señora de Loreto, el Servicio de Aeronáutica Militar; desde entonces el personal del Ejército del Aire español ha encontrado en Ella el apoyo espiritual y la confianza en su trabajo.

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DOMINGO DE RAMOS – CICLO A – (9-4-2017)

Pasión de nuestro Señor Jesucristo según san Mateo 26, 14-27, 66


“ C. En aquel tiempo, uno de los Doce, llamado Judas Iscariote, fue a los sumos sacerdotes y les propuso:

D. -«¿Qué estáis dispuestos a darme, si os lo entrego?»

C. Ellos se ajustaron con él en treinta monedas. Y desde entonces andaba buscando ocasión propicia para entregarlo.

C. El primer día de los Ázimos se acercaron los discípulos a Jesús y le preguntaron:

D. -«¿Dónde quieres que te preparemos la cena de Pascua?»

C. Él contestó

+ -«Id a la ciudad, a casa de Fulano, y decidle: "El Maestro dice: Mi momento está cerca; deseo celebrar la Pascua en tu casa con mis discípulos."»

C. Los discípulos cumplieron las instrucciones de Jesús y prepararon la Pascua.

C. Al atardecer se puso a la mesa con los Doce. Mientras comían dijo:

+ -«Os aseguro que uno de vosotros me va a entregar.»

C. Ellos, consternados, se pusieron a preguntarle uno tras otro:

D. -«¿Soy yo acaso, Señor?»

C. Él respondió:

+ -«El que ha mojado en la misma fuente que yo, ése me va a entregar. El Hijo del hombre se va, como está escrito de él; pero, ¡ay del que va a entregar al Hijo del hombre!; más le valdría no haber nacido. »

C. Entonces preguntó Judas, el que lo iba a entregar:

D. -«¿Soy yo acaso, Maestro?»

C. Él respondió:

+ -«Tú lo has dicho.»

C. Durante la cena, Jesús cogió pan, pronunció la bendición, lo partió y lo dio a sus discípulos, diciendo:

+ -«Tornad, comed: esto es mi cuerpo.»

C. Y, cogiendo una copa, pronunció la acción de gracias y se la dio diciendo:

+ -«Bebed todos; porque ésta es mi sangre, sangre de la alianza, derramada por todos para el perdón de los pecados. Y os digo que no beberé más del fruto de la vid, hasta el día que beba con vosotros el vino nuevo en el reino de mi Padre. »

C. Cantaron el salmo y salieron para el monte de los Olivos.

C. Entonces Jesús les dijo:

+ -«Esta noche vais a caer todos por mi causa, porque está escrito: "Heriré al pastor, y se dispersarán las ovejas del rebaño." Pero cuando resucite, iré antes que vosotros a Galilea.»

C. Pedro replicó:

D. -«Aunque todos caigan por tu causa, yo jamás caeré.»

C. Jesús le dijo:

+ -«Te aseguro que esta noche, antes que el gallo cante, me negarás tres veces.»

C. Pedro le replicó:

D. -«Aunque tenga que morir contigo, no te negaré. »

C. Y lo mismo decían los demás discípulos.

C. Entonces Jesús fue con ellos a un huerto, llamado Getsemaní, y les dijo:

+ -«Sentaos aquí, mientras voy allá a orar.»

C. Y, llevándose a Pedro y a los dos hijos de Zebedeo, empezó a entristecerse y a angustiarse.

Entonces dijo:

+ -«Me muero de tristeza: quedaos aquí y velad conmigo.»

C. Y, adelantándose un poco, cayó rostro en tierra y oraba diciendo:

+ -«Padre mío, si es posible, que pase y se aleje de mí ese cáliz. Pero no se haga lo que yo quiero, sino lo que tú quieres.»

C. Y se acercó a los discípulos y los encontró dormidos.

Dijo a Pedro:

+ -«¿No habéis podido velar una hora conmigo? Velad y orad para no caer en la tentación, pues el espíritu es decidido, pero la carne es débil. »

C. De nuevo se apartó por segunda vez y oraba diciendo:

+ -«Padre mío, si este cáliz no puede pasar sin que yo lo beba, hágase tu voluntad.»

C. Y, viniendo otra vez, los encontró dormidos, porque tenían los ojos cargados. Dejándolos de nuevo, por tercera vez oraba, repitiendo las mismas palabras.

Luego se acercó a sus discípulos y les dijo:

+ -«Ya podéis dormir y descansar. Mirad, está cerca la hora, y el Hijo del hombre va a ser entregado en manos de los pecadores. ¡Levantaos, vamos! Ya está cerca el que me entrega.»

C. Todavía estaba hablando, cuando apareció Judas, uno de los Doce, acompañado de un tropel de gente, con espadas y palos, mandado por los sumos sacerdotes y los ancianos del pueblo. El traidor les había dado esta contraseña:

D. -«Al que yo bese, ése es; detenedlo.»

C. Después se acercó a Jesús y le dijo:

D. -«¡Salve, Maestro!»

C. Y lo besó. Pero Jesús le contestó:

+ -«Amigo, ¿a qué vienes?»

C. Entonces se acercaron a Jesús y le echaron mano para detenerlo. Uno de los que estaban con él agarró la espada, la desenvainó y de un tajo le cortó la oreja al criado del sumo sacerdote.

Jesús le dijo:

+ -«Envaina la espada; quien usa espada, a espada morirá. ¿Piensas tú que no puedo acudir a mi Padre? Él me mandaría en seguida más de doce legiones de ángeles. Pero entonces no se cumpliría la Escritura, que dice que esto tiene que pasar.»

C. Entonces dijo Jesús a la gente:

+ -«¿Habéis salido a prenderme con espadas y palos, como a un bandido? A diario me sentaba en el templo a enseñar y, sin embargo, no me detuvisteis.»

C. Todo esto ocurrió para que se cumpliera lo que escribieron los profetas. En aquel momento todos los discípulos lo abandonaron y huyeron.

C. Los que detuvieron a Jesús lo llevaron a casa de Caifás, el sumo sacerdote, donde se habían reunido los escribas y los ancianos. Pedro lo seguía de lejos, hasta el palacio del sumo sacerdote, y, entrando dentro, se sentó con los criados para ver en qué paraba aquello.

Los sumos sacerdotes y el sanedrín en pleno buscaban un falso testimonio contra Jesús para condenarlo a muerte y no lo encontraban, a pesar de los muchos falsos testigos que comparecían. Finalmente, comparecieron dos, que dijeron:

O. -«Éste ha dicho: "Puedo destruir el templo de Dios y reconstruirlo en tres días."»

C. El sumo sacerdote se puso en pie y le dijo:

O. -«¿No tienes nada que responder? ¿Qué son estos cargos que levantan contra ti?»

C. Pero Jesús callaba. Y el sumo sacerdote le dijo:

O. -«Te conjuro por Dios vivo a que nos digas si tú eres el Mesías, el Hijo de Dios.»

C. Jesús le respondió:

+ -«Tú lo has dicho. Más aún, yo os digo: Desde ahora veréis que el Hijo del hombre está sentado a la derecha del Todopoderoso y que viene sobre las nubes del cielo.»

C. Entonces el sumo sacerdote rasgó sus vestiduras, diciendo:

O. -«Ha blasfemado. ¿Qué necesidad tenemos ya de testigos? Acabáis de oír la blasfemia. ¿Qué decidís?»

C. Y ellos contestaron:

M. -«Es reo de muerte.»

C. Entonces le escupieron a la cara y lo abofetearon; otros lo golpearon, diciendo:

M. -«Haz de profeta, Mesías; ¿quién te ha pegado?»

C. Pedro estaba sentado fuera en el patio, y se le acercó una criada y le dijo:

O. -«También tú andabas con Jesús el Galileo.»

C. Él lo negó delante de todos, diciendo:

D. -«No sé qué quieres decir.»

C. Y, al salir al portal, lo vio otra y dijo a los que estaban allí:

O. -«Éste andaba con Jesús el Nazareno.»

C. Otra vez negó él con juramento:

D. -«No conozco a ese hombre.»

C. Poco después se acercaron los que estaban allí y dijeron a Pedro:

O. -«Seguro; tú también eres de ellos, te delata tu acento.»

C. Entonces él se puso a echar maldiciones y a jurar, diciendo:

D. -«No conozco a ese hombre.»

C. Y en seguida cantó un gallo. Pedro se acordó de aquellas palabras de Jesús: «Antes de que cante el gallo, me negarás tres veces.» Y, saliendo afuera, lloró amargamente.

C. Al hacerse de día, todos los sumos sacerdotes y los ancianos del pueblo se reunieron para preparar la condena a muerte de Jesús. Y, atándolo, lo llevaron y lo entregaron a Pilato, el gobernador.

C. Entonces Judas, el traidor, al ver que habían condenado a Jesús, sintió remordimiento y devolvió las treinta monedas de plata a los sumos sacerdotes y ancianos, diciendo:

D. -«He pecado, he entregado a la muerte a un inocente.»

C. Pero ellos dijeron:

O. -«¿A nosotros qué? ¡Allá tú!»

C. Él, arrojando las monedas en el templo, se marchó; y fue y se ahorcó. Los sumos sacerdotes, recogiendo las monedas, dijeron:

O. -«No es lícito echarlas en el arca de las ofrendas, porque son precio de sangre.»

C. Y, después de discutirlo, compraron con ellas el Campo del Alfarero para cementerio de forasteros. Por eso aquel campo se llama todavía «Campo de Sangre». Así se cumplió lo escrito por Jeremías, el profeta:

«Y tomaron las treinta monedas de plata, el precio de uno que fue tasado, según la tasa de los hijos de Israel, y pagaron con ellas el Campo del Alfarero, como me lo había ordenado el Señor.»

C. Jesús fue llevado ante el gobernador, y el gobernador le preguntó:

O. -«¿Eres tú el rey de los judíos?»

C. Jesús respondió:

+ -«Tú lo dices.»

C. Y, mientras lo acusaban los sumos sacerdotes y los ancianos, no contestaba nada. Entonces Pilato le preguntó:

O. -«¿No oyes cuántos cargos presentan contra fi?»

C. Como no contestaba a ninguna pregunta, el gobernador estaba muy extrañado. Por la fiesta, el gobernador solía soltar un preso, el que la gente quisiera. Había entonces un preso famoso, llamado Barrabás. Cuando la gente acudió, les dijo Pilato:

O. -«¿A quién queréis que os suelte, a Barrabás o a Jesús, a quien llaman el Mesías? »

C. Pues sabía que se lo habían entregado por envidia. Y, mientras estaba sentado en el tribunal, su mujer le mandó a decir:

O. -«No te metas con ese justo, porque esta noche he sufrido mucho soñando con él.»

C. Pero los sumos sacerdotes y los ancianos convencieron a la gente que pidieran el indulto de Barrabás y la muerte de Jesús.

El gobernador preguntó:

O. -«¿A cuál de los dos queréis que os suelte?»

C. Ellos dijeron:

M. -«A Barrabás. »

C. Pilato les preguntó:

O. -«¿Y qué hago con Jesús, llamado el Mesías?»

C. Contestaron todos:

M. -«Que lo crucifiquen.»

C. Pilato insistió:

O. -«Pues, ¿qué mal ha hecho?»

C. Pero ellos gritaban más fuerte:

M. -«¡Que lo crucifiquen!»

C. Al ver Pilato que todo era inútil y que, al contrario, se estaba formando un tumulto, tomó agua y se lavó las manos en presencia de la multitud, diciendo:

O. -«Soy inocente de esta sangre. ¡Allá vosotros!»

C. Y el pueblo entero contestó:

M. -«¡Su sangre caiga sobre nosotros y sobre nuestros hijos!»

C. Entonces les soltó a Barrabás; y a Jesús, después de azotarlo, lo entregó para que lo crucificaran.

C. Los soldados del gobernador se llevaron a Jesús al pretorio y reunieron alrededor de él a toda la compañía: lo desnudaron y le pusieron un manto de color púrpura y, trenzando una corona de espinas, se la ciñeron a la cabeza y le pusieron una caña en la mano derecha. Y, doblando ante él la rodilla, se burlaban de él, diciendo:

M. -«¡Salve, rey de los judíos!»

C. Luego le escupían, le quitaban la caña y le golpeaban con ella la cabeza. Y, terminada la burla, le quitaron el manto, le pusieron su ropa y lo llevaron a crucificar.

C. Al salir, encontraron a un hombre de Cirene, llamado Simón, y lo forzaron a que llevara la cruz. Cuando llegaron al lugar llamado Gólgota (que quiere decir: «La Calavera»), le dieron a beber vino mezclado con hiel; él lo probó, pero no quiso beberlo. Después de crucificarlo, se repartieron su ropa, echándola a suertes, y luego se sentaron a custodiarlo. Encima de su cabeza colocaron un letrero con la acusación: «Éste es Jesús, el rey de los judíos». Crucificaron con él a dos bandidos, uno a la derecha y otro a la izquierda.

C. Los que pasaban lo injuriaban y decían, meneando la cabeza:

M. -«Tú que destruías el templo y lo reconstruías en tres días, sálvate a ti mismo; si eres Hijo de Dios, baja de la cruz.»

C. Los sumos sacerdotes con los escribas y los ancianos se burlaban también, diciendo:

O. -«A otros ha salvado, y él no se puede salvar. ¿No es el rey de Israel? Que baje ahora de la cruz, y le creeremos. ¿No ha confiado en Dios? Si tanto lo quiere Dios, que lo libre ahora. ¿No decía que era Hijo de Dios?»

C. Hasta los bandidos que estaban crucificados con él lo insultaban.

C. Desde el mediodía hasta la media tarde, vinieron tinieblas sobre toda aquella región. A media tarde, Jesús gritó:

+ -«Elí, Elí, lamá sabaktaní.»

C. (Es decir: + -«Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?»)

C. Al oírlo, algunos de los que estaban por allí dijeron:

M. -«A Elías llama éste.»

C. Uno de ellos fue corriendo; en seguida, cogió una esponja empapada en vinagre y, sujetándola en una caña, le dio a beber.

Los demás decían:

M. -«Déjalo, a ver si viene Elías a salvarlo.»

C. Jesús dio otro grito fuerte y exhaló el espíritu.

(Todos se arrodillan, y se hace una pausa).

C. Entonces, el velo del templo se rasgó en dos, de arriba abajo; la tierra tembló, las rocas se rajaron. Las tumbas se abrieron, y muchos cuerpos de santos que habían muerto resucitaron. Después que él resucitó, salieron de las tumbas, entraron en la Ciudad santa y se aparecieron a muchos.

El centurión y sus hombres, que custodiaban a Jesús, el ver el terremoto y lo que pasaba, dijeron aterrorizados:

O. -«Realmente éste era Hijo de Dios.»

C. Había allí muchas mujeres que miraban desde lejos, aquellas que habían seguido a Jesús desde Galilea para atenderlo; entre ellas, María Magdalena y María, la madre de Santiago y José, y la madre de los Zebedeos.

C. Al anochecer, llegó un hombre rico de Arimatea, llamado José, que era también discípulo de Jesús. Éste acudió a Pilato a pedirle el cuerpo de Jesús. Y Pilato mandó que se lo entregaran. José, tomando el cuerpo de Jesús, lo envolvió en una sábana limpia, lo puso en el sepulcro nuevo que se había excavado en una roca, rodó una piedra grande a la entrada del sepulcro y se marchó.

María Magdalena y la otra María se quedaron allí, sentadas enfrente del sepulcro.

C. A la mañana siguiente, pasado el día de la Preparación, acudieron en grupo los sumos sacerdotes y los fariseos a Pilato y le dijeron:

O. -«Señor, nos hemos acordado que aquel impostor, estando en vida, anunció: "A los tres días resucitaré." Por eso, da orden de que vigilen el sepulcro hasta el tercer día, no sea que vayan sus discípulos, roben el cuerpo y digan al pueblo: "Ha resucitado de entre los muertos." La última impostura sería peor que la primera.»

C. Pilato contestó:

O. -«Ahí tenéis la guardia: id vosotros y asegurad la vigilancia como sabéis. »

C. Ellos fueron, sellaron la piedra y con la guardia aseguraron la vigilancia del sepulcro”.


NADA LO PUDO DETENER


La ejecución del Bautista no fue algo casual. Según una idea muy extendida en el pueblo judío, el destino que espera al profeta es la incomprensión, el rechazo y, en muchos casos, la muerte. Probablemente, Jesús contó desde muy pronto con la posibilidad de un final violento.

Jesús no fue un suicida ni buscaba el martirio. Nunca quiso el sufrimiento ni para él ni para nadie. Dedicó su vida a combatirlo en la enfermedad, las injusticias, la marginación o la desesperanza. Vivió entregado a “buscar el reino de Dios y su justicia”: ese mundo más digno y dichoso para todos, que busca su Padre.

Si acepta la persecución y el martirio es por fidelidad a ese proyecto de Dios que no quiere ver sufrir a sus hijos e hijas. Por eso, no corre hacia la muerte, pero tampoco se echa atrás. No huye ante las amenazas, tampoco modifica ni suaviza su mensaje.

Le habría sido fácil evitar la ejecución. Habría bastado con callarse y no insistir en lo que podía irritar en el templo o en el palacio del prefecto romano. No lo hizo. Siguió su camino. Prefirió ser ejecutado antes que traicionar su conciencia y ser infiel al proyecto de Dios, su Padre.

Aprendió a vivir en un clima de inseguridad, conflictos y acusaciones. Día a día se fue reafirmando en su misión y siguió anunciando con claridad su mensaje. Se atrevió a difundirlo no solo en las aldeas retiradas de Galilea, sino en el entorno peligroso del templo. Nada lo detuvo.

Morirá fiel al Dios en el que ha confiado siempre. Seguirá acogiendo a todos, incluso a pecadores e indeseables. Si terminan rechazándolo, morirá como un “excluido” pero con su muerte confirmará lo que ha sido su vida entera: confianza total en un Dios que no rechaza ni excluye a nadie de su perdón.

Seguirá buscando el reino de Dios y su justicia, identificándose con los más pobres y despreciados. Si un día lo ejecutan en el suplicio de la cruz, reservado para esclavos, morirá como el más pobre y despreciado, pero con su muerte sellará para siempre su fe en un Dios que quiere la salvación del ser humano de todo lo que lo esclaviza.

Los seguidores de Jesús descubrimos el Misterio último de la realidad, encarnado en su amor y entrega extrema al ser humano. En el amor de ese crucificado está Dios mismo identificado con todos los que sufren, gritando contra todas las injusticias y perdonando a los verdugos de todos los tiempos. En este Dios se puede creer o no creer, pero no es posible burlarse de él. En él confiamos los cristianos. Nada lo detendrá en su empeño de salvar a sus hijos.

José Antonio Pagola