sábado, 29 de junio de 2019

EL EVANGELIO DEL DOMINGO: 13º DEL TIEMPO ORDINARIO – CICLO C – (30-6-2019)

LUCAS 9, 51-62.

“En aquel tiempo, cuando se iba cumpliendo el tiempo de ser llevado al cielo, Jesús tornó la decisión de ir a Jerusalén. Y envió mensajeros por delante. De camino, entraron en una aldea de Samaria para prepararle alojamiento. Pero no lo recibieron, porque se dirigía a Jerusalén. Al ver esto, Santiago y Juan, discípulos suyos, le preguntaron: «Señor, ¿quieres que mandemos bajar fuego del cielo que acabe con ellos»? Él se volvió y les regañó. Y se marcharon a otra aldea. Mientras iban de camino, le dijo uno: «Te seguiré adonde vayas». Jesús le respondió: «Las zorras tienen madriguera, y los pájaros nidos, pero el Hijo del hombre no tiene donde reclinar la cabeza». A otro le dijo: «Sígueme». Él respondió: «Déjame primero ir a enterrar a mi padre». Le contestó: «Deja que los muertos entierren a sus muertos; tú vete a anunciar el reino de Dios». Otro le dijo: «Te seguiré, Señor, pero déjame primero despedirme de mi familia». Jesús le contestó: «El que echa mano al arado y sigue mirando atrás no vale para el reino de Dios».”


Si el domingo pasado tratábamos de dar respuesta a la pregunta de quién es Jesús para nosotros, hoy las lecturas nos piden que revisemos cómo es nuestro seguimiento de ese Jesús, o sea, qué es lo que ese seguir a Jesús nos exige, porque tiene que exigirnos algo.

Para ayudarnos en esta tarea, el evangelio nos pone tres ejemplos de personas que quieren ser discípulos de Jesús. El primero de ellos es el propio candidato el que se ofrece a seguirlo, y Jesús en su respuesta le resalta la dificultad del seguimiento, que examine bien esa decisión porque seguirlo se trata de un proceso incómodo, duro, difícil. Al segundo es el propio Jesús el que le pide que lo siga, pero no toma conciencia de su inmediatez sino que antepone otras obligaciones, otros quehaceres. En el tercero se observa cómo seguir a Jesús es algo serio, algo que puede entrar en conflicto con otros valores de nuestra vida. Echar mano del arado, es decir comenzar el seguimiento, y mirar atrás, es seguir con la vida anterior y no haber entendido lo que significa realmente ese seguimiento.

Seguir a Jesús supone romper con nuestra vida pasada, sobre todo, con todo lo malo que hay en nosotros, pues requiere la totalidad de la persona y la totalidad del tiempo. Eso exige que se haga sin reservas de ningún tipo. Revisar nuestro seguimiento a la luz de este pasaje del evangelio de San Lucas será tomar conciencia de lo que se nos exige con ese seguimiento y de la dificultad del mismo. Y teniendo claro que debemos asumir nuestros fallos y pecados. El análisis sincero nos hará ver lo lejos que estamos de esa fidelidad absoluta que Jesús nos pide. La tarea de anunciar el reino, tarea que asume todo cristiano por el mero hecho de serlo, no es fácil. El propio Jesús tuvo serias dificultades a la hora de realizar su misión, acabó con un grupo reducido y aún estos le abandonaron en los últimos momentos.

El mensaje es exigente no lo podemos negar, si ocultamos o suavizamos sus exigencias, traicionamos el mensaje, y como el mensaje no es nuestro, sino que nos viene dado, no podemos alterarlo. Jesús conoce mejor que nadie las muchas dificultades que pueden asaltar al creyente, los valores que nuestra sociedad nos ofrece pero que no son los de Jesús y contra los que tan difícil se nos hace remar porque nos arrastran casi sin darnos cuenta: dinero, fama, seguridad, prestigio, situación social… nosotros también los conocemos, los conocemos perfectamente y sabemos que dificultan nuestra opción. Pero Jesús sigue invitándonos a seguirlo, no se cansa de mostrarnos el camino, somos nosotros los que no nos atrevemos a dar los pasos definitivos.

¿Cuánto nos falta para ser seguidores más fieles?, ¿qué es lo que más nos separa de esa fidelidad exigida?, ¿cuáles son nuestras excusas más comunes para no hacer lo que sabemos que Jesús nos pide? Si somos sinceros en este examen nos daremos cuenta de la cantidad de cosas que encontraremos. Esto cada uno tiene que responderlo, cada uno nos conocemos y sabemos que es lo que más nos separa de Jesús y de los hermanos: para unos será nuestra falta de fe a la hora de reconocer su presencia junto a nosotros, para otros nuestra superficialidad a lo hora de seguirlo, para otros nuestra falta de compromiso, nuestra indiferencia, para otros el ser incapaces de salir de nosotros mismos y ponernos en el lugar de los otros, nuestros egoísmos, nuestra carencias, nuestra pequeñez, nuestros pequeños y grandes dioses que nos alejan del verdadero.

Las excusas para ser fieles ¡¡cuántas son¡¡ y que fácilmente nos apartan de lo que es el seguimiento auténtico. Ya he hecho todo lo posible, esto es imposible cambiarlo, aquello no tiene remedio… y todo por no ser capaces de dar los pasos que debemos dar para solucionar eso que tanto me preocupa y que sé que no está bien.

Le pedimos al Señor que nos dé un poco más de valentía, de fortaleza para superar aquello que nos separa de Él, se lo pedimos sobre todo para los que estamos aquí, pedimos por todas las personas que queremos y que ahora no están con nosotros, y al tiempo recordamos a los que menos tienen, a los que sufren, están enfermos, a los que están solos y no tienen a nadie que les quiera.

D. Antonio Pariente, párroco de la Parroquia de San Blas de Cáceres.
.

sábado, 22 de junio de 2019

EL EVANGELIO DEL DOMINGO: SOLEMNIDAD DELSANTÍSIMO CUERPO Y SANGRE DE CRISTO – CICLO C – (23-6-2019)

LUCAS 9, 11b-17.

“En aquel tiempo, Jesús se puso a hablar a la gente del reino de Dios, y curó a los que lo necesitaban. Caía la tarde y los Doce se le acercaron a decirle: «Despide a la gente; que vayan a las aldeas y cortijos de alrededor a buscar alojamiento y comida; porque aquí estamos en descampado». Él les contestó: «Dadles vosotros de comer». Ellos replicaron: «No tenemos más que cinco panes y dos peces; a no ser que vayamos a comprar de comer para todo este gentío». (Porque eran unos cinco mil hombres). Jesús dijo a sus discípulos: «Decidles que se echen en grupos de unos cincuenta». Lo hicieron así, y todos se echaron. Él, tomando los cinco panes y los dos peces, alzó la mirada al cielo, pronunció la bendición sobre ellos, los partió y se los dio a los discípulos para que se los sirvieran a la gente. Comieron todos y se saciaron, y recogieron las sobras: doce cestos.”


La Eucaristía tiene su fundamento en la última cena de Jesús con los suyos, cuando Jesús sabiendo lo que iba a pasar quiere realizar el gesto que garantizará para siempre su presencia y les quiere transmitir su último mandamiento. Pero la Eucaristía se afianza en la celebración de la resurrección por los apóstoles, hombres y mujeres, que compartieron con fe y alegría aquella experiencia de la vida gloriosa del Maestro que acababan de tener. Los apóstoles repiten el gesto de la fracción del pan, gesto y pan que ahora pasaran a ser el signo sacramental de una nueva presencia entre los suyos. Desde entonces el mismo Jesús se ha venido haciendo presente a través de la historia cada vez que una comunidad de creyentes se reúne y se pronuncian las palabras de la consagración, de esa misma manera se hace presente ahora en nuestra celebración la que nosotros estamos haciendo, la cual es la misma que Jesús hizo poco antes de morir.

Las dos fiestas eucarísticas fundamentales son el Jueves Santo y el día del Corpus, y las dos están unidas irremisiblemente al mandamiento nuevo de Jesús, hoy el día del Corpus es el día de la caridad, el Jueves Santo es el día de amor fraterno, no puede ser de otra manera. Lo que sucede es que nosotros nos quedamos solamente con lo que es menos exigente. Celebramos la presencia en el pan de aquel que amó hasta el extremo. De aquel que dió vista a los ciegos, que perdonó al que se había marchado de casa sin motivo, que amó incluso a los que le hacían daño, y que pidió a los suyos que tenían que amarse los unos a los otros como Él nos amó.

¿En qué medida cada vez que voy misa, cada vez que vengo a la celebración de la Eucaristía me siento viviendo la ultima cena del Señor y lo que allí se dijo?, ¿demuestro mi amor al prójimo como Jesús me pide?, o ¿estoy centrado únicamente en mis peticiones particulares? Mejor que responder ahora a estas preguntas, deberíamos dejarlas abiertas e irnos con esos interrogantes en nuestro interior, y tratar de responderlas en nuestros ratos de reflexión a lo largo de la semana.

Hay una frase de Jesús en el milagro de la multiplicación de los panes y los peces, que no fue una frase ingenua “Dadles vosotros de comer”. Cuesta mucho creer que Jesús que conocía perfectamente a sus discípulos, que sabía los medios materiales de que disponían, seguro que con esa frase pretendió algo más que gastarles una broma. No cabe duda de que fue una invitación a que fueran un poco más allá de lo que ellos pudieran hacer, que rompiesen con el miedo, con el pesimismo, como queriéndoles infundir una mayor confianza en sí mismos, para que no se conformasen con poco o con lo mínimo. Jesús los interpela, para que no den sólo buenas palabras a la gente, sino que tengan en cuenta que su misión va más allá. Jesús intenta marcarles un estilo de vida, donde la preocupación por las necesidades de los demás, no sea algo secundario, sino que ocupe un lugar destacado en nuestra fe. Por eso aún sabiendo lo que después iba a hacer, les manda que les den ellos de comer, es decir que compartan lo que tengan, y no se preocupen de si es mucho o es poco, pero que lo hagan. Esta es la gran lección de Jesús a los suyos entonces, y a nosotros ahora.

Las instituciones que dentro de la Iglesia, quieren llevar a la práctica el mandato de Jesús de ayudar a los que no tienen: Cáritas…., intentan dar de comer a aquellos que en nuestra sociedad son los últimos en todo, los que no cuentan, los que no votan, los que no son reconocidos para nada, los que han perdido hasta su dignidad, esos son los últimos. Por eso en este día en el que se nos ha pedido nuestra colaboración con estas instituciones debemos demostrar nuestra generosidad, como signo de esa responsabilidad de creyentes.

Y a nosotros que todos los domingos pedimos con el máximo interés para que termine el hambre en el mundo, que los enfermos encuentren consuelo en su dolor, que los tristes sean consolados, y que a nadie que nos necesite falte nuestra compañía, hoy lo tenemos que hacer de una forma especial, porque es el día del Corpus, es el día en el que manifestamos nuestra fe en aquel que nos amó hasta el extremo y nos pidió que nosotros hiciéramos lo mismo con los que tenemos cerca.

D. Antonio Pariente, párroco de la Parroquia de San Blas de Cáceres.
.

sábado, 15 de junio de 2019

EL EVANGELIO DEL DOMINGO: SOLEMNIDAD DE LA SANTÍSIMA TRINIDAD – CICLO C – (16-6-2019)

JUAN 16, 12-15.

“En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «Muchas cosas me quedan por deciros, pero no podéis cargar con ellas por ahora; cuando venga él, el Espíritu de la verdad, os guiará hasta la verdad plena. Pues lo que hable no será suyo: hablará de lo que oye y os comunicará lo que está por venir. Él me glorificará, porque recibirá de mí lo que os irá comunicando. Todo lo que tiene el Padre es mío. Por eso os he dicho que toma de lo mío y os lo anunciará».”


El creyente, la persona religiosa es aquella que yendo un poco más allá de lo que se ve, es capaz de descubrir a Dios, es capaz de vivir convencido de que nuestro mundo, nuestra realidad, no la mueve sólo el azar, si no que hay alguien más allá que ha puesto y pone en marcha todo esto. Las distintas religiones son una muestra de ello. Pero los cristianos, estando dentro de esta tendencia general, confesamos que en nuestra fe hay algo distinto. Ya no es que nosotros intentemos conocer a Dios como buenamente podamos, sino que Dios mismo ha tomado la iniciativa y se nos ha dado a conocer, habida cuenta de nuestra radical incapacidad para llegar hasta Él. Y lo ha hecho por medio de Jesús, de sus palabras, de sus enseñanzas, de su trato con la gente, de su dedicación al Reino, de su muerte y de su resurrección. Gracias a Jesús hemos conocido de cerca a ese Dios, y podemos establecer con Él un trato personal, algo no sólo impensable, sino escandaloso para otras religiones.

La Iglesia nos presenta en este domingo la fiesta de la Trinidad, ese profundo misterio asumido solamente desde la fe, no hay otro camino: tres personas distintas y un solo Dios. Cada vez que nos reunimos el Día del Señor para celebrar la Eucaristía, celebramos el acontecimiento pascual, que no es otro que la muerte y resurrección de Cristo que nos ha salvado. Celebramos también el amor de Dios que nos quiere y da su vida por nosotros; un amor que hoy miramos desde una perspectiva distinta, la trinitaria. Jesús nos revela el misterio de Dios, el rostro de Dios, nos acerca a él, y nos dice:

- Que Dios es, antes que nada y por encima de todo, Padre; o mejor dicho, que esa es la actitud que Dios tiene con toda la humanidad: la de ser Padre amoroso. El Dios juez, castigador, lejano… ha desaparecido. Ahora, en lugar de eso hay un Padre, algo que nosotros ni nos imaginábamos. Un Dios que dice de sí mismo “aunque tu padre y tu madre te abandonaran, yo no te abandonaré jamás”. Ésta es la primera perspectiva desde la que hoy podemos mirar al Dios que nos ama. A lo largo del año litúrgico, en las lecturas dominicales, hemos tenido muchas ocasiones de comprobarlo.

- Pero ese Dios amor, no es un Dios que ha decidido quedarse en el cielo, nos ama tanto que ha decidido hacerse cercano y dejarnos pronunciar su nombre JESÚS, nos ha dejado ver su rostro, el de Jesús de Nazaret. Es el Dios hecho hijo que da su vida por todos y cada uno de nosotros. Es el Dios que ha acortado tanto la distancia con nosotros que se ha hecho uno de los nuestros, es un Hijo hecho hombre que nos indica el camino para llegar a la verdad, a la libertad y a la vida.

- Y ese Dios que sigue amándonos decide entregarnos su propio espíritu, su propio aliento para que viviera en nuestros corazones. Porque los hombres somos pequeños, pobres y débiles, y necesitamos una buena ayuda para ponernos a trabajar y dar la talla de lo que Dios espera de nosotros; y esa ayuda nos la da el mismo Dios siendo para nosotros el Espíritu Santo que nos anima, nos guía y nos ayuda a descubrir la voluntad de Dios y a vivir de acuerdo con ella.

Podríamos discutir largo tiempo sobre lo poco o lo mucho que sabemos de la Trinidad. Más bien poco. Lo importante es que Dios se preocupa de nosotros y de todo lo nuestro, que el Padre se va revelando a los hombres, interesado y preocupado por nuestros problemas, que el Hijo se hizo hombre y predicó el Reino de Dios, y que el Espíritu deja sentir su fuerza en el corazón de quienes se abren a Dios con confianza.

La Trinidad no es una teoría compleja, sino la revelación del misterio de Dios, para que nos sepamos amados, acompañados y guiados… para que nos sepamos llamados a la vida… y para que nos sepamos hijos y hermanos de todos.

En este Domingo de la Santísima Trinidad, en el que nos sentimos queridos por este Dios Trino, revisamos de nuevo cómo nos queremos entre nosotros, cómo hacemos realidad ese amor que Dios nos tiene. Pedimos de nuevo por los que estamos aquí reunidos en la celebración dominical, y recordamos especialmente a todos los enfermos, a los que sufren o están solos.

D. Antonio Pariente, párroco de la Parroquia de San Blas de Cáceres.
.

sábado, 8 de junio de 2019

PRESENTACIÓN DE CANDIDATURAS PARA JUNTA DE GOBIERNO

Querido/a hermano/a,

Como ya te anunciábamos en la Circular anterior, está previsto celebrar próximamente Cabildo General de Elecciones. Estas elecciones se rigen por la Normativa de la Diócesis de Asidonia- Jerez y por los Estatutos de la Hermandad.

Como sabes, durante el mes de Abril y Mayo ha estado a disposición de los hermanos,el Censo Electoral, abriéndose en Junio el plazo de presentación de candidatos a Hermano Mayor y/o miembros de Junta de Gobierno.

La fecha de apertura de la presentación de los candidatos se inicia el próximo día 1 de Junio, acabando el plazo el día 30 de Junio. Para la presentación de candidaturas,podrá hacerlo los viernes, en horario de 20.00 a 21.30 horas en nuestra Casa de Hermandad, sito en calle Antonia de Dios, nº 2-.

A continuación, exponemos lo que nuestros Estatutos dicen al respecto, en el Capítulo 3, apartado 3.4, con respecto a este punto:

A) PRESENTACIÓN DE CANDIDATOS

Transcurrido el período de dos meses para la revisión personal de los datos personales de los hermanos integrantes del censo electoral, se abrirá otro período de un mes para la presentación de candidatos y la comprobación de las rectificaciones que se pudieran haber reclamado.

La inscripción de los candidatos se hará en la Secretaría de la Hermandad, estando obligado el Secretario a expedir una certificación que le acredite que se ha presentado como candidato.


B) REQUISITOS PARA SER CANDIDATO
Para ser candidato a miembro de la Junta de Gobierno, además de ser católico practicante, con reconocida vida cristiana personal, familiar y social, fiel cumplidor de los fines de su Hermandad, y haber realizado los cursos de formación requeridos será necesario reunir los siguientes requisitos:

l°. Tener más de dieciocho años de edad, estar en plenitud de derechos, y ostentar una antigüedad mínima en la Hermandad de tres años ininterrumpidos.

2°. Que su residencia le permita atender las obligaciones del cargo para el que se presenta.

3°. Presentar junto con su candidatura, si es de estado soltero, Fe de Bautismo y Certificado Literal del Registro Civil y, si es de estado casado, sendas partidas de matrimonio canónico y civil.

4°. No ejercer cargos directivos en otra Hermandad y Cofradía.

5°. No desempeñar cargo de dirección en partido político, o de autoridad civil ejecutiva nacional, autonómica, provincial o municipal.

6°. No haber presentado dimisión o renuncia de la Junta de Gobierno de esa u otra Hermandad dentro de los cinco años previos a la fecha de las elecciones en la Hermandad.

Para ser Hermano Mayor o Teniente Hermano Mayor, además de los requisitos anteriores, se le exige tener más de veinticinco años de edad y una antigüedad mínima en la Hermandad de cinco años ininterrumpidos.

La fecha de celebración del Cabildo Extraordinario de Elecciones será convenientemente anunciada a todos los hermanos mediante carta.

Sin más, y recordándote que la participación en el Cabildo Extraordinario de Elecciones es obligatoria, y que según nuestros Estatutos compete a todos y a cada uno de los hermanos/as que conformar el Censo Electoral, recibe un cordial saludo.


                                                                           La Secretaria
                                                                           
                                                                           Bella Mª Calderón Padilla

CABILDO GENERAL ORDINARIO DE CIERRE DE CURSO Y CUENTAS

Estimado/a hermano/a:

De orden del Sr. Hermano Mayor y según establecen nuestros vigentes Estatutos, tengo el honor de convocarle al CABILDO GENERAL ORDINARIO DE CIERRE DE CURSO Y CUENTAS que celebrará nuestra Hermandad el próximo día 24 de junio del presente año, en nuestra sede canónica de la Parroquia del Apóstol San Pedro, a las 20,45 h. en primera convocatoria y 21,15 h. en segunda y última, con arreglo al siguiente Orden del día:

1. Lectura del acta anterior y su aprobación si procede.

2. Memoria de actividades del ejercicio 2018-2019.

3. Presentación para su aprobación de las cuentas del ejercicio 2018-2019.

4. Ruegos y preguntas.

Lo que le comunico a los efectos de citación, recordándole que todos los hermanos mayores de 18 de años, con al menos un año de antigüedad en la Hermandad y que hayan realizado la Recepción Canónica tienen el derecho y el deber de asistir a los Cabildos Generales.

Que Dios Nuestro Señor, que por su Santa Cruz redimió al mundo, y la Santísima Virgen de Loreto en su Soledad guarden a Vd. Muchos años.



D. Vicente Lozano González                            Dña. Bella Mª Calderón Padilla

Vº Bº Hermano Mayor                                     Secretaria

.                                    

EL EVANGELIO DEL DOMINGO : SOLEMNIDAD DE PENTECOSTÉS – CICLO C – (9-6-2019)

JUAN 20, 19-23.

“En aquel tiempo, al anochecer de aquel día, el primero de la semana, estaban los discípulos en una casa, con las puertas cerradas por miedo a los judíos. Y en esto entró Jesús, se puso en medio y les dijo: «Paz a vosotros». Y, diciendo esto, les enseñó las manos y el costado. Y los discípulos se llenaron de alegría al ver al Señor. Jesús repitió: «Paz a vosotros. Como el Padre me ha enviado, así también os envió yo». Y, dicho esto, exhaló su aliento sobre ellos y les dijo: «Recibid el Espíritu Santo; a quienes les perdonéis los pecados, les quedan perdonados; a quienes se los retengáis, les quedan retenidos».”


Después de la celebración de la Ascensión y a los cincuenta días de la Pascua celebramos hoy el domingo de Pentecostés. Jesús que había dejado físicamente a los suyos, les prometió la llegada del Espíritu, el cual permanecerá siempre con ellos. Asumida la Resurrección, cuando la Iglesia está comenzando a formarse, el Espíritu Santo pasó a ser el protagonista de la salvación. Él se encarga de recordarnos el mensaje de Jesús; Él nos guía a la hora de interpretarlo de modo que siga siendo actual en el mundo de hoy y de todos los tiempos; Él es el que nos impide anclarnos en el tiempo y no evolucionar en lo que hay que evolucionar; él nos purifica, nos enardece y nos templa para los duros trabajos del evangelio. Con la celebración del día de Pentecostés se cumple la promesa de Jesús de enviarnos el Espíritu Santo, por eso era necesario que Él se fuera, la llegada del Espíritu es la culminación definitiva de su misión, es el fin del tiempo de Pascua.

El Espíritu de Dios que ya en el Antiguo Testamento inspiró a los profetas, sigue cumpliendo más eficazmente su cometido, desde que el Hijo de Dios se hizo hombre para llevar a plenitud la salvación. Ese espíritu sigue inspirando a esos profetas que nos interpretan la realidad en nombre de Dios y nos gritan su mensaje. ¿Quiénes son esos profetas hoy? Profetas son los pobres, los enfermos dejados solos, y los que viven en situación de injusticia, porque claman contra nuestra insolidaridad y nuestros egoísmos. Profetas son los que de algún modo anuncian como posible un mundo distinto al que estamos construyendo, alimentando así la esperanza de los hombres de buena voluntad. Mundo que hacen posible con su trabajo que favorece la justicia, y las buenas relaciones entre los pueblos. Mundo que hacen posible los que practican las obras de misericordia, los que cumplen honestamente con su deber, los que consuelan, los que animan, los que gobiernan como quien sirve, y no para aprovecharse de los otros, todos ellos son testigos de las semillas que el Espíritu siembra por el mundo. Lo ha hecho a lo largo de toda la historia, lo hace también ahora y lo hará siempre.

Es muy interesante comprobar cómo después de la llegada del Espíritu, los apóstoles tuvieron que hablar con tal fuerza y tal convicción, que las barreras del idioma y de las fronteras saltaron por los aires, allí había gente de Judea, de Siria, de Egipto, de Libia, de Roma, de la isla de Creta, había árabes, y todos los entendían. Es decir, cuando uno vive con autenticidad el mensaje de Jesús, cuando siente lo que dice porque lo vive, todo el mundo te entiende y sabe lo que estás diciendo. Qué lejos nos encontramos nosotros de lograr esta vivencia de nuestra fe, nosotros con nuestra tibieza, nuestros miedos y nuestros prejuicios.

Está claro que el don del Espíritu es el gran regalo de Jesús a los apóstoles y a todos nosotros. Ese espíritu nos sigue acompañando y nos convoca para dar testimonio de Él en el mundo. Es el espíritu que anima a todos los grupos que trabajan en la Iglesia: catequistas, voluntarios de la caridad, pastoral de la salud, Cáritas… es el que nos empuja a nosotros a venir a las celebraciones, es el que nos anima a no estancarnos, a no permanecer quietos, que nos impulsa a descubrir, a investigar, porque todo ha sido creado por Dios. Nosotros lo recibimos en esta celebración y pedimos que se derrame generosamente sobre todos.

Debemos pedir hoy al Espíritu los dones que su llegada representan, esos siete dones tan importantes: dones que son necesarios para lograr la unidad que supere las divisiones, y aunque seamos diversos se capaces de trabajar juntos. El don de la fortaleza que nos ayude a adaptarnos a los nuevos tiempos que vive la Iglesia. Esa adaptación requiere del don de la sabiduría que nos haga que siendo fieles a lo que es el fundamento de nuestra fe, sepamos reconocer nuestros fallos con humildad.

Se lo pedimos al Señor, y hoy con más fuerza que nunca ya que la llegada del Espíritu nos lanza a todos a la misión, la obra de Jesús no es solo de los curas, como dicen algunos, sino que es obra de todos, cada cristiano por el mero hecho de serlo es continuador de la obra de Jesús

D. Antonio Pariente, párroco de la Parroquia de San Blas de Cáceres.
.