viernes, 24 de abril de 2020

NUESTRA HERMANDAD EN LOS AÑOS 90

Extracto del vídeo https://www.youtube.com/watch?v=g6-IGhD9JDM&t=758s  subido a la plataforma You Tube por el usuario SEMANA SANTA JEREZ,correspondiente a salida de nuestra cofradía en los años 90 de nuestra sede de San Pedro.



NUESTRA HERMANDAD EN 2019 A SU PASO POR PLAZA DEL ARENAL

Extracto del vídeo https://youtu.be/yLdnS0cJJ2w subido a la plataforma You Tube por el usuario COFRADE TV ,correspondiente al paso de nuestra cofradía el pasado 2019 por plaza del arenal.

EL EVANGELIO DEL DOMINGO: 3º DE PASCUA – CICLO A – (26-4-2020)

Lectura del santo evangelio según san Lucas 24, 13-35


“Dos discípulos de Jesús iban andando aquel mismo día, el primero de la semana, a una aldea llamada Emaús, distante unas dos leguas de Jerusalén; iban comentando todo lo que había sucedido. Mientras conversaban y discutían, Jesús en persona se acercó y se puso a caminar con ellos. Pero sus ojos no eran capaces de reconocerlo.

Él les dijo:

-«¿Qué conversación es esa que traéis mientras vais de camino?»

Ellos se detuvieron preocupados. Y uno de ellos, que se llamaba Cleofás, le replicó:

-«¿Eres tú el único forastero en Jerusalén, que no sabes lo que ha pasado allí estos días?»

El les preguntó:

-«¿Qué?»

Ellos le contestaron:

-«Lo de Jesús, el Nazareno, que fue un profeta poderoso en obras y palabras, ante Dios y ante todo el pueblo; cómo lo entregaron los sumos sacerdotes y nuestros jefes para que lo condenaran a muerte, y lo crucificaron. Nosotros esperábamos que él fuera el futuro liberador de Israel. Y ya ves: hace dos días que sucedió esto. Es verdad que algunas mujeres de nuestro grupo nos han sobresaltado: pues fueron muy de mañana al sepulcro, no encontraron su cuerpo, e incluso vinieron diciendo que habían visto una aparición de ángeles, que les habían dicho que estaba vivo. Algunos de los nuestros fueron también al sepulcro y lo encontraron como habían dicho las mujeres; pero a él no lo vieron.»

Entonces Jesús les dijo:

¡Qué necios y torpes sois para creer lo que anunciaron los profetas! ¿No era necesario que el Mesías padeciera esto para entrar en su gloria? »

Y, comenzando por Moisés y siguiendo por los profetas, les explicó lo que se refería a él en toda la Escritura.

Ya cerca de la aldea donde iban, él hizo ademán de seguir adelante; pero ellos le apremiaron, diciendo:

-«Quédate con nosotros, porque atardece y el día va de caída.»

Y entró para quedarse con ellos. Sentado a la mesa con ellos, tomó el pan, pronunció la bendición, lo partió y se lo dio. A ellos se les abrieron los ojos y lo reconocieron. Pero él desapareció.

Ellos comentaron:

-«¿No ardía nuestro corazón mientras nos hablaba por el camino y nos explicaba las Escrituras?»

Y, levantándose al momento, se volvieron a Jerusalén, donde encontraron reunidos a los Once con sus compañeros, que estaban diciendo:

-«Era verdad, ha resucitado el Señor y se ha aparecido a Simón.»

Y ellos contaron lo que les había pasado por el camino y cómo lo habían reconocido al partir el pan”.



CAMINO DE EMAÚS

“Dios resucitó a Jesús y todos nosotros somos testigos” (Hech 2,32). Pedro acaba de referirse a los hechos que Jesús llevó a cabo. Ha recordado a los oyentes que ellos lo mataron en una cruz, por medio de paganos. Y en tercer lugar, proclama su resurrección: “No era posible que la muerte lo retuviera bajo su dominio

Nos llama la atención el contraste entre aquel Simón Pedro que negaba haber conocido a Jesús y este apóstol que, acompañado por los Once, se dirige con tanto valor a los judíos y vecinos todos de Jerusalén. He ahí el efecto de la efusión del Espíritu en Pentecostés.

El salmo 15 que hoy cantamos es uno de los primeros textos que expresan la esperanza de la resurrección: “Me enseñarás el sendero de la vida, me saciarás de gozo en tu presencia, de alegría perpetua a tu derecha”.

Con razón en la segunda lectura de este día se vincula esa esperanza a la fe: “Por Cristo vosotros creéis en Dios, que lo resucitó y le dio gloria, y así habéis puesto en Dios vuestra fe y vuestra esperanza” (1 Pe 1,21).


LA VIDA

El evangelio nos presenta a dos discípulos que dirigen a Emaús. Las mujeres habían inquietado a la comunidad, diciendo que no encontraban el cuerpo de Jesús. Pero ellos ya habían decidido alejarse de Jerusalén. Hoy muchos se parecen a Cleofás y el otro discípulo. Han perdido la fe. Y no buscan más razones ni más pruebas. Simplemente se alejan.

Los dos discípulos que caminan hacia Emaús son alcanzados por otro caminante que parece ignorar lo que ha ocurrido en Jerusalén. Los peregrinos le dicen: “Nosotros esperábamos que él fuera el futuro liberador de Israel”. He ahí una de las claves del relato. El camino de Emaús es la confesión de una fe demasiado terrena y de una esperanza frustrada.

Pero los discípulos todavía conservan la capacidad para escuchar y aceptar una corrección. También hoy el peregrino acepta compartir con nosotros los alimentos que apenas pueden calmar nuestra hambre. Entre sus manos, el pan adquiere el significado de la vida que él nos ha dado con su palabra y que esperamos compartir con él para siempre.


EL PAN

Este hermoso relato culmina con el retorno de los dos discípulos a Jerusalén. Los otros cuentan que el Señor se ha aparecido a Simón Pedro y ellos confiesan que “lo reconocieron al partir el pan”. Ese es su testimonio Y ese es su testamento y su herencia para el futuro.

• “Lo reconocieron al partir el pan”. Los que habían seguido a Jesús por los caminos y habían visto como oraba antes de partir y compartir el pan no podían olvidar aquellos gestos. En ellos reconocieron al que se había entregado como pan.

• “Lo reconocieron al partir el pan”. Por ese gesto ha sido reconocida la Iglesia. Y por ese gesto habrá de ser reconocida en un mundo en el que no es habitual dar gracias a Dios y compartir con los demás los dones recibidos.

• “Lo reconocieron al partir el pan”. Realizado con verdad, ese gesto revela la sinceridad de la piedad hacia Dios y la generosidad de la entrega a los hermanos. Por ese gesto será reconocido cada uno de los cristianos como seguidor de Jesús.

- Señor Jesús, hoy queremos invitarte a quedarte con nosotros porque atardece. Agradecemos que hayas aceptado nuestra cena humilde. Te contemplamos sentado a la mesa con nosotros. Y te pedimos que nos des la luz y la fuerza para ser testigos de tu vida y de tu resurrección. Amén.

José-Román Flecha Andrés

sábado, 18 de abril de 2020

NUESTRA HERMANDAD EN LA DÉCADA DE LOS 90 EN IMÁGENES DE ONDA JEREZ TV

Fue el pasado día 13 cuando la Unión de Hermandades de Jerez anunciaba la suspensión de las salidas procesionales de las hermandades.Es la primera vez que Jerez no ha celebrado sus procesiones durante la semana de Pasión desde 1936.

Onda Jerez ha emitido una programación especial que ha ofrecido durante esta pasada Semana Santa ante la ausencia de salidas procesionales debido a la crisis sanitaria provocada por el coronavirus, consistentes en una serie de reposiciones de semanas santas de años precedentes aprovechando el extenso archivo gráfico que tiene la radiotelevisión municipal.

Para ello, entre el Domingo de Ramos y el Viernes Santo se ofrecieron recopilatorios de dos horas de duración sobre las salidas procesionales realizadas durante la década de los noventa por nuestras cofradías jerezanas..

Nosotros hemos recopilado todas estas imágenes históricas pertenecientes a nuestra corporación para deleite y disfrute de nuestros hermanos y seguidores en general.

EL EVANGELIO DEL DOMINGO: 2º DE PASCUA – CICLO A – (19-4-2020

Lectura del santo evangelio según san Juan 20, 19-31


“Al anochecer de aquel día, el primero de la semana, estaban los discípulos en una casa, con las puertas cerradas por miedo a los judíos. Y en esto entró Jesús, se puso en medio y les dijo:

-«Paz a vosotros.»

Y, diciendo esto, les enseñó las manos y el costado. Y los discípulos se llenaron de alegría al ver al Señor. Jesús repitió:

-«Paz a vosotros. Como el Padre me ha enviado, así también os envío yo.»

Y, dicho esto, exhaló su aliento sobre ellos y les dijo:

-«Recibid el Espíritu Santo; a quienes les perdonéis los pecados, les quedan perdonados; a quienes se los retengáis, les quedan retenidos.»

Tomás, uno de los Doce, llamado el Mellizo, no estaba con ellos cuando vino Jesús. Y los otros discípulos le decían:

-«Hemos visto al Señor.»

Pero él les contestó:

-«Si no veo en sus manos la señal de los clavos, si no meto el dedo en el agujero de los clavos y no meto la mano en su costado, no lo creo.»

A los ocho días, estaban otra vez dentro los discípulos y Tomás con ellos. Llegó Jesús, estando cerradas las puertas, se puso en medio y dijo:

-«Paz a vosotros.»

Luego dijo a Tomás:

-«Trae tu dedo, aquí tienes mis manos; trae tu mano y métela en mi costado; y no seas incrédulo, sino creyente.»

Contestó Tomás:

-¡Señor Mío y Dios mío!

Jesús le dijo:

-¿Porque me has visto has creído? Dichosos los que crean sin haber visto.

Muchos otros signos, que no están escritos en este libro, hizo Jesús a la vista de los discípulos. Estos se han escrito para que creas que Jesús es el Mesías, el Hijo de Dios, y para que, creyendo, tengáis vida en su nombre”.


COMUNIDAD

“Los hermanos eran constantes en escuchar la enseñanza de los apóstoles, en la vida común, en la fracción del pan y en las oraciones”. Este sumario nos evoca la vida de las primeras comunidades de los discípulos del Señor (Hech 2,42). Las unen la escucha de la Palabra, la celebración de los Misterios y el servicio de la caridad.

Esas actitudes no son unos ideales utópicos. Muchos datos nos aseguran que realmente se vivió así, al menos en la comunidad de Jerusalén. La memoria de Jesús no podía ser echada en el olvido. El Espíritu del Resucitado la mantenía en la fe, la esperanza y la caridad.

Con el salmo 117 damos gracias al Señor y proclamamos que Jesús, desechado por los hombres, ha sido glorificado por el Padre, como la piedra angular del nuevo edificio.

Ahora bien, si creemos que Jesús es el Cristo, es decir el Mesías, es que hemos nacido de Dios (1Jn 5,1). Sabemos que si no amamos al prójimo tampoco amamos a Dios. Pero hoy se nos dice también que es el amor a Dios lo que garantiza que nuestro amor a los demás es auténtico. No podemos amar a los hijos de Dios si no amamos a Dios.


LOS DONES DEL RESUCITADO

A estas lecciones y proclamaciones de lo que es y ha de ser la comunidad se añade el mensaje evangélico. Es en el seno de la comunidad donde los discípulos reciben la manifestación del Señor Resucitado (Jn 20,19-31).

• Con su presencia, el Señor trae otros preciosos dones. En primer lugar, llena a sus discípulos de alegría. Además, les desea la paz. Y los envía al mundo, como él mismo había sido enviado por el Padre. No podían esperar tanto aquellos discípulos que habían abandonado a su Maestro en el momento de su arresto y en la hora de su muerte

• Además de la alegría, la paz y el envío, Jesús les comunica un cuarto don, aún más sorprendente. No solo les perdona su abandono, ciertamente vergonzoso, sino que, por medio de su Espíritu, los convierte en mensajeros y agentes de su perdón: “A quienes perdonéis los pecados les quedan perdonados; a quienes se los retengáis les quedan retenidos”.


LA CONFESIÓN DE FE

Con razón el papa Juan Pablo II quiso que este fuera el Domingo de la Divina Misericordia. Ante tales dones del Resucitado hemos de dejar atrás nuestro resentimiento y dar el paso que lleva al apóstol Tomás a pronunciar su personal confesión de fe.

• “Señor mío y Dios mío”. Así reconocemos al que ha nos ha mostrado sus llagas y nos ha demostrado la seriedad de su amor y la gratuidad de su entrega por nosotros y por nuestra salvación.

• “Señor mío y Dios mío”. Así lo adoramos todos los que él ha querido proclamar como bienaventurados, es decir, dichosos y felices, por haber llegado a creer a pesar de no haber visto al Señor Resucitado.

• “Señor mío y Dios mío”. Así agradecemos la misericordia de Aquel que ha perdonado nuestra arrogancia, y nos ha hecho mensajeros y portadores de su perdón para todos los que vuelven a él sus ojos.

- Señor Jesús, agradecemos tus dones y tu misericordia. Ayúdanos a vivir con gozo y responsabilidad nuestra vida en esta comunidad, construida sobre la piedra angular de tu entrega. Bendito seas por siempre. Aleluya.

José-Román Flecha Andrés.
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domingo, 12 de abril de 2020

HOY ES DOMINGO DE RESURRECCIÓN – CICLO A – (12-4-2020)

Lectura del santo evangelio según san Juan 20, 1-9


“El primer día de la semana, María Magdalena fue al sepulcro al amanecer, cuando aún estaba oscuro, y vio la losa quitada del sepulcro.

Echó a correr y fue donde estaba Simón Pedro y el otro discípulo, a quien tanto quería Jesús, y les dijo:

-«Se han llevado del sepulcro al Señor y no sabemos dónde lo han puesto. »

Salieron Pedro y el otro discípulo camino del sepulcro. Los dos corrían juntos, pero el otro discípulo corría más que Pedro; se adelantó y llegó primero al sepulcro; y, asomándose, vio las vendas en el suelo; pero no entró.

Llegó también Simón Pedro detrás de él y entró en el sepulcro: vio las vendas en el suelo y el sudario con que le habían cubierto la cabeza, no por el suelo con las vendas, sino enrollado en un sitio aparte.

Entonces entró también el otro discípulo, el que había llegado primero al sepulcro; vio y creyó.

Pues hasta entonces no habían entendido la Escritura: que él había de resucitar de entre los muertos”.



EL SEPULCRO VACÍO

“Lo mataron colgándolo de un madero. Pero Dios lo resucitó al tercer día y nos lo hizo ver, no a todo el pueblo sino a los testigos que él había designado: a nosotros que hemos comido y bebido con él después de su resurrección”. Este es el núcleo del discurso de Pedro en la casa del centurión Cornelio (Hech 10,39-41).

No son ideas abstractas. Son acontecimientos históricos los que recuerda Pedro. Cinco son los hechos que él quiere subrayar: Que Jesús pasó haciendo el bien. Que fue crucificado. Que Dios lo resucitó de entre los muertos. Que se lo hizo ver a sus discípulos. Que ellos compartieron la mesa con el resucitado.

¿Cómo no vivir con alegría la fiesta de la vida del Señor? Él era la piedra desechada por los arquitectos, pero ha sido elegido como piedra angular de un nuevo edificio (Sal 117).

Por su parte, el apóstol Pablo nos invita a vivir con un talante de resucitados con Cristo, decididos a buscar solamente las realidades celestiales (Col 3,1).


MAGDALENA

El relato evangélico pone ante nosotros la figura de María Magdalena. La piedad tradicional la identifica con otras mujeres que aparecen en los evangelios. Las leyendas y el cine la han visto como una hermosa mujer, pecadora pero arrepentida. Pero nada de eso subrayan los evangelios.

María es una mujer al parecer liberada por Jesús de alguna grave enfermedad. Movida por la gratitud, sigue al Señor desde Galilea hasta Jerusalén. Está fielmente presente en el Calvario y observa atentamente dónde ha sido colocado el cadáver de Jesús. Cuando acude al sepulcro, lo encuentra vacío y comunica la noticia a los discípulos del Señor (Jn 20, 1-9).

No es extraño que María Magdalena haya sido calificada como el “apóstol de los apóstoles”. Su voz sonaba como una profecía. Su anuncio nacía de la experiencia. Despertaba a los discípulos del desaliento en que se hallaban. Y abría ante sus ojos un futuro de esperanza que ni siquiera podían sospechar.


EL MENSAJE

En este domingo de Pascua de Resurrección, el texto evangélico recoge las palabras que María Magdalena dirigió a Simón Pedro y al otro discípulo a quien Jesús quería: “Se han llevado del Sepulcro al Señor y no sabemos dónde lo han puesto”. Un mensaje que parece nervioso y desesperado, pero no ha perdido actualidad.

• “Se han llevado del Sepulcro al Señor”. No es solamente que no se encuentre el cadáver de Jesús. Es que nuestra cultura pretende ignorar la vida y mensaje de Jesús. Más aún, desprecia la cruz y se niega a creer en el Resucitado.

• “No sabemos dónde lo han puesto”. Son muchos los que no saben quién es Jesús y qué significa en la historia de la humanidad. Los mismos cristianos no siempre sabemos explicar el puesto que el Señor ocupa en nuestra vida.

- Señor Jesús, muerto por nosotros y resucitado para nuestra salvación, sabemos que no debemos buscarte en los sepulcros. Tú estás vivo y nos precedes por los caminos del mundo. Queremos encontrarte a lo largo del camino. Y anunciar con alegría tu presencia. Bendito seas por siempre. Aleluya.

José-Román Flecha Andrés.
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sábado, 11 de abril de 2020

HOY ES SÁBADO SANTO

De una antigua Homilía sobre el santo y grandioso Sábado


EL DESCENSO DEL SEÑOR A LA REGIÓN DE LOS MUERTOS

¿Qué es lo que pasa? Un gran silencio se cierne hoy sobre la tierra; un gran silencio y una gran soledad. Un gran silencio, porque el Rey está durmiendo; la tierra está temerosa y no se atreve a moverse, porque el Dios hecho hombre se ha dormido y ha despertado a los que dormían desde hace siglos. El Dios hecho hombre ha muerto y ha puesto en movimiento a la región de los muertos.

En primer lugar, va a buscar a nuestro primer padre, como a la oveja perdida. Quiere visitar a los que yacen sumergidos en las tinieblas y en las sombras de la muerte; Dios y su Hijo van a liberar de los dolores de la muerte a Adán, que está cautivo, y a Eva, que está cautiva con él.

El Señor hace su entrada donde están ellos, llevando en sus manos el arma victoriosa de la cruz. Al verlo, Adán, nuestro primer padre, golpeándose el pecho de estupor, exclama, dirigiéndose a todos: "Mi Señor está con todos vosotros". Y responde Cristo a Adán: "y con tu espíritu". Y, tomándolo de la mano, lo levanta, diciéndole: "Despierta, tú que duermes, y levántate de entre los muertos y te iluminará Cristo.

Yo soy tu Dios, que por ti me hice hijo tuyo, por ti y por todos estos que habían de nacer de ti; digo, ahora, y ordeno a todos los que estaban en cadenas: "Salid", y a los que estaban en tinieblas: "Sed iluminados", y a los que estaban adormilados: "Levantaos".

Yo te lo man.do: Despierta, tú que duermes; porque yo no te he creado para que estuvieras preso en la región de los muertos. Levántate de entre los muertos; yo soy la vida de los que han muerto. Levántate, obra de mis manos; levántate, mi efigie, tú que has sido creado a imagen mía. Levántate, salgamos de aquí; porque tú en mi y yo en ti somos una sola cosa.

Por ti, yo, tu Dios, me he hecho hijo tuyo; por ti, siendo Señor, asumí tu misma apariencia de esclavo; por ti, yo, que estoy encima de los cielos, vine a la tierra, y aun bajo tierra; por ti, hombre, vine a ser como hombre sin fuerzas, abandonado entre los muertos; por ti, que fuiste expulsado del huerto paradisíaco, fui entregado a los judíos en un huerto y sepultado en un huerto.

Mira los salivazos de mi rostro, que recibí, por ti, para restituirte el primitivo aliento de vida que inspiré en tu rostro. Mira las bofetadas de mis mejillas, que soporté para reformar a imagen mía tu aspecto deteriorado. Mira los azotes de mi espalda, que recibí para quitarte de la espalda el peso de tus pecados. Mira mis manos, fuertemente sujetas con clavos en el árbol de la cruz, por ti, que en otro tiempo extendiste funestamente una de tus manos hacia el árbol prohibido.

Levántate, vayámonos de aquí. El enemigo te hizo salir del paraíso; yo, en cambio, te coloco no ya en el paraíso, sino en el trono celestial. Te prohibí comer del simbólico árbol de la vida; mas he aquí que yo, que soy la vida, estoy unido a ti. Puse a los ángeles a tu servicio, para que te guardaran; ahora hago que te adoren en calidad de Dios.

Tienes preparado un trono de querubines, están dispuestos los mensajeros. construido el tálamo, preparado el banquete, adornados los eternos tabernáculos y mansiones, a tu disposición el tesoro de todos los bienes, y preparado desde toda la eternidad el reino de los cielos"



viernes, 10 de abril de 2020

HOY ES VIERNES SANTO 2020 (DE RECOGIDA)

Te enviamos por último la segunda parte del vídeo con los testimonios de algunos de nuestros hermanos que nos muestran cómo han estado viviendo ellos su particular Viernes Santo.

Esperamos que te pueda servir para vivir este día tan importante de la mejor manera posible y así estar todos más unidos.



HOY VIERNES SANTO 2020 (PZA. ARENAL)

Ahora nos encontraríamos en plena estación de penitencia, a la altura de la plaza del Arenal.

Te hacemos llegar esta primera parte del vídeo con el testimonio de algunos hermanos, que nos cuentan cómo viven ellos el Viernes Santo y para que podamos vivir este día más unidos.

HOY ES VIERNES SANTO 2020

Vamos con el primer vídeo que hemos preparado para este viernes santo tan especial en donde por desgracia deberemos de vivirlo desde nuestras respectivas casas...esperemos sea de vuestro agrado.

HOY ES VIERNES SANTO - CICLO A – (10-4-2020)

Pasión de nuestro Señor Jesucristo según san Juan 18, 1-19,42


Para la lectura dialogada: +: Jesús; C: Cronista; S: Otros personajes.

C. En aquel tiempo, salió Jesús con sus discípulos al otro lado del torrente Cedrón, donde había un huerto, y entraron allí él y sus discípulos. Judas, el traidor, conocía también el sitio, porque Jesús se reunía a menudo allí con sus discípulos. Judas entonces, tomando la patrulla y unos guardias de los sumos sacerdotes y de los fariseos, entró allá con faroles, antorchas y armas. Jesús, sabiendo todo lo que venía sobre él, se adelantó y les dijo:

+ -«¿A quién buscáis?»

C. Le contestaron:

S. -«A Jesús, el Nazareno.»

C. Les dijo Jesús:

+ -«Yo soy.»

C. Estaba también con ellos Judas, el traidor. Al decirles:«Yo soy», retrocedieron y cayeron a tierra. Les preguntó otra vez:

+ -«¿A quién buscáis?»

C. Ellos dijeron:

S. -«A Jesús, el Nazareno.»

C. Jesús contestó:

+ -«Os he dicho que soy yo. Si me buscáis a mí, dejad marchar a éstos.»

C. Y así se cumplió lo que había dicho: «No he perdido a ninguno de los que me diste.»

Entonces Simón Pedro, que llevaba una espada, la sacó e hirió al criado del sumo sacerdote, cortándole la oreja derecha. Este criado se llamaba Malco. Dijo entonces Jesús a Pedro:

+ -«Mete la espada en la vaina. El cáliz que me ha dado mi Padre, ¿no lo voy a beber?»

C. La patrulla, el tribuno y los guardias de los judíos prendieron a Jesús, lo ataron y lo llevaron primero a Anás, porque era suegro de Caifás, sumo sacerdote aquel año; era Caifás el que había dado a los judíos este consejo: «Conviene que muera un solo hombre por el pueblo. »

Simón Pedro y otro discípulo seguían a Jesús. Este discípulo era conocido del sumo sacerdote y entró con Jesús en el palacio del sumo sacerdote, mientras Pedro se quedó fuera a la puerta. Salió el otro discípulo, el conocido del sumo sacerdote, habló a la portera e hizo entrar a Pedro. La criada que hacía de portera dijo entonces a Pedro:

S. -«¿No eres tú también de los discípulos de ese hombre?»

C. Él dijo:

S. -«No lo soy.»

C. Los criados y los guardias habían encendido un brasero, porque hacía frío, y se calentaban. También Pedro estaba con ellos de pie, calentándose.

El sumo sacerdote interrogó a Jesús acerca de sus discípulos y de la doctrina. Jesús le contestó:

+ -«Yo he hablado abiertamente al mundo; yo he enseñado continuamente en la sinagoga y en el templo, donde se reúnen todos los judíos, y no he dicho nada a escondidas. ¿Por qué me interrogas a mí? Interroga a los que me han oído, de qué les he hablado. Ellos saben lo que he dicho yo.»

C. Apenas dijo esto, uno de los guardias que estaba allí le dio una bofetada a Jesús, diciendo:

S. -«¿Así contestas al sumo sacerdote?»

C. Jesús respondió:

+ -«Si he faltado al hablar, muestra en qué he faltado; pero si he hablado como se debe, ¿por qué me pegas?»

C. Entonces Anás lo envió atado a Caifás, sumo sacerdote.

C. Simón Pedro estaba en pie, calentándose, y le dijeron:

S. -«¿No eres tú también de sus discípulos?»

C. Él lo negó, diciendo:

S. -«No lo soy.»

C. Uno de los criados del sumo sacerdote, pariente de aquel a quien Pedro le cortó la oreja, le dijo:

S. -«¿No te he visto yo con él en el huerto?»

C. Pedro volvió a negar, y enseguida cantó un gallo.

C. Llevaron a Jesús de casa de Caifás al pretorio. Era el amanecer, y ellos no entraron en el pretorio para no incurrir en impureza y poder así comer la Pascua. Salió Pilato afuera, adonde estaban ellos, y dijo:

S. -«¿Qué acusación presentáis contra este hombre?»

C. Le contestaron:

S. -«Si éste no fuera un malhechor, no te lo entregaríamos.»

C. Pilato les dijo:

S. -«Lleváoslo vosotros y juzgadlo según vuestra ley.»

C. Los judíos le dijeron:

S. -«No estamos autorizados para dar muerte a nadie.»

C. Y así se cumplió lo que había dicho Jesús, indicando de qué muerte iba a morir. Entró otra vez Pilato en el pretorio, llamó a Jesús y le dijo:

S. -«¿Eres tú el rey de los judíos?»

C. Jesús le contestó:

+ -«¿Dices eso por tu cuenta o te lo han dicho otros de mí?»

C. Pilato replicó:

S. -«¿Acaso soy yo judío? Tu gente y los sumos sacerdotes te han entregado a mí; ¿qué has hecho?»

C. Jesús le contestó:

+ -«Mi reino no es de este mundo. Si mi reino fuera de este mundo, mi guardia habría luchado para que no cayera en manos de los judíos. Pero mi reino no es de aquí.»

C. Pilato le dijo:

S. -«Conque, ¿tú eres rey?»

C. Jesús le contestó:

+ -«Tú lo dices: soy rey. Yo para esto he nacido y para esto he venido al mundo: para ser testigo de la verdad. Todo el que es de la verdad escucha mi voz.»

C. Pilato le dijo:

S. -«Y, ¿qué es la verdad?»

C. Dicho esto, salió otra vez adonde estaban los judíos y les dijo:

S. -«Yo no encuentro en él ninguna culpa. Es costumbre entre vosotros que por Pascua ponga a uno en libertad. ¿Queréis que os suelte al rey de los judíos?»

C. Volvieron a gritar:

S. -«A ése no, a Barrabás.»

C. El tal Barrabás era un bandido.

C. Entonces Pilato tomó a Jesús y lo mandó azotar. Y los soldados trenzaron una corona de espinas, se la pusieron en la cabeza y le echaron por encima un manto color púrpura; y, acercándose a él, le decían:

S. -«¡Salve, rey de los judíos!»

C. Y le daban bofetadas. Pilato salió otra vez afuera y les dijo:

S. -«Mirad, os lo saco afuera, para que sepáis que no encuentro en él ninguna culpa.»

C. Y salió Jesús afuera, llevando la corona de espinas y el manto color púrpura. Pilato les dijo:

S. -«Aquí lo tenéis.»

C. Cuando lo vieron los sumos sacerdotes y los guardias, gritaron:

S. -«¡Crucifícalo, crucifícalo!»

C. Pilato les dijo:

S. -«Lleváoslo vosotros y crucificadlo, porque yo no encuentro culpa en él.»

C. Los judíos le contestaron:

S. -«Nosotros tenemos una ley, y según esa ley tiene que morir, porque se ha declarado Hijo de Dios.»

C. Cuando Pilato oyó estas palabras, se asustó aún más y, entrando otra vez en el pretorio, dijo a Jesús:

S. -«¿De dónde eres tú?»

C. Pero Jesús no le dio respuesta. Y Pilato le dijo:

S. -«¿A mí no me hablas? ¿No sabes que tengo autoridad para soltarte y autoridad para crucificarte?»

C. Jesús le contestó:

+ -«No tendrías ninguna autoridad sobre mí, si no te la hubieran dado de lo alto. Por eso el que me ha entregado a ti tiene un pecado mayor.»

C. Desde este momento Pilato trataba de soltarlo, pero los judíos gritaban:

S. -«Si sueltas a ése, no eres amigo del César. Todo el que se declara rey está contra el César.»

C. Pilato entonces, al oír estas palabras, sacó afuera a Jesús y lo sentó en el tribunal, en el sitio que llaman «el Enlosado» (en hebreo Gábbata). Era el día de la Preparación de la Pascua, hacia el mediodía. Y dijo Pilato a los judíos:

S. -«Aquí tenéis a vuestro rey.»

C. Ellos gritaron:

S. -«¡Fuera, fuera; crucifícalo!»

C. Pilato les dijo:

S. -«¿A vuestro rey voy a crucificar?»

C. Contestaron los sumos sacerdotes:

S. -«No tenemos más rey que al César.»

C. Entonces se lo entregó para que lo crucificaran.

C. Tomaron a Jesús, y él, cargando con la cruz, salió al sitio llamado «de la Calavera» (que en hebreo se dice Gólgota), donde lo crucificaron; y con él a otros dos, uno a cada lado, y en medio, Jesús. Y Pilato escribió un letrero y lo puso encima de la cruz; en él estaba escrito: «Jesús, el Nazareno, el rey de los judíos.»

Leyeron el letrero muchos judíos, porque estaba cerca el lugar donde crucificaron a Jesús, y estaba escrito en hebreo, latín y griego. Entonces los sumos sacerdotes de los judíos dijeron a Pilato:

S. -«No escribas:"El rey de los judíos", sino:"Este ha dicho: Soy el rey de los judíos".»

C. Pilato les contestó:

S. -«Lo escrito, escrito está.»

C. Los soldados, cuando crucificaron a Jesús, cogieron su ropa, haciendo cuatro partes, una para cada soldado, y apartaron la túnica. Era una túnica sin costura, tejida toda de una pieza de arriba abajo. Y se dijeron:

S. -«No la rasguemos, sino echemos a suerte, a ver a quién le toca.»

C. Así se cumplió la Escritura: «Se repartieron mis ropas y echaron a suerte mi túnica.» Esto hicieron los soldados.

C. Junto a la cruz de Jesús estaban su madre, la hermana de su madre, María, la de Cleofás, y María, la Magdalena. Jesús, al ver a su madre y cerca al discípulo que tanto quería, dijo a su madre:

+ -«Mujer, ahí tienes a tu hijo.»

C. Luego, dijo al discípulo:

+ -«Ahí tienes a tu madre.»

C. Y desde aquella hora, el discípulo la recibió en su casa.

C. Después de esto, sabiendo Jesús que todo había llegado a su término, para que se cumpliera la Escritura dijo:

+ -«Tengo sed.»

C. Había allí un jarro lleno de vinagre. Y, sujetando una esponja empapada en vinagre a una caña de hisopo, se la acercaron a la boca. Jesús, cuando tomó el vinagre, dijo:

+ -«Está cumplido.»

C. E, inclinando la cabeza, entregó el espíritu.


Todos se arrodillan, y se hace una pausa.

C. Los judíos entonces, como era el día de la Preparación, para que no se quedaran los cuerpos en la cruz el sábado, porque aquel sábado era un día solemne, pidieron a Pilato que les quebraran las piernas y que los quitaran. Fueron los soldados, le quebraron las piernas al primero y luego al otro que habían crucificado con él; pero al llegar a Jesús, viendo que ya había muerto, no le quebraron las piernas, sino que uno de los soldados, con la lanza, le traspasó el costado, y al punto salió sangre y agua. El que lo vio da testimonio, y su testimonio es verdadero, y él sabe que dice verdad, para que también vosotros creáis. Esto ocurrió para que se cumpliera la Escritura: «No le quebrarán un hueso»; y en otro lugar la Escritura dice: «Mirarán al que atravesaron.»

C. Después de esto, José de Arimatea, que era discípulo clandestino de Jesús por miedo a los judíos, pidió a Pilato que le dejara llevarse el cuerpo de Jesús. Y Pilato lo autorizó. Él fue entonces y se llevó el cuerpo. Llegó también Nicodemo, el que había ido a verlo de noche, y trajo unas cien libras de una mixtura dé mirra y áloe.

Tomaron el cuerpo de Jesús y lo vendaron todo, con los aromas, según se acostumbra a enterrar entre los judíos. Había un huerto en el sitio donde lo crucificaron, y en el huerto un sepulcro nuevo donde nadie había sido enterrado todavía. Y como para los judíos era el día de la Preparación, y el sepulcro estaba cerca, pusieron allí a Jesús.

PASIÓN Y MUERTE DE JESÚS

+ 1. La celebración de la Pasión del Señor incluye hoy el cuarto de los cánticos del Siervo de Dios, que se encuentran en la segunda parte del libro de Isaías (Is 52,13 - 53,12). El profeta, elegido por Dios y enviado a proclamar la paz y la justicia, se nos presenta hoy como un “hombre de dolores, acostumbrado a sufrimientos, ante el cual se ocultan los rostros”.

Él es el justo injustamente condenado: “Maltratado, voluntariamente se humillaba y no abría la boca; como un cordero llevado al matadero, como oveja ante el esquilador, enmudecía y no abría la boca”.

La lectura de este poema, precisamente en la tarde del Viernes Santo, prepara nuestro espíritu para la meditación de la pasión y muerte de Jesús, que hoy se proclama siguiendo el texto del evangelio de Juan.

+ 2. En el Señor crucificado se nos revela la plenitud del amor de Dios. Según ha escrito Benedicto XVI, la cruz de Cristo es la nueva zarza ardiente, en la que se nos muestra el amor liberador de Dios.

Como dice el libro de los Números, los hebreos encontraron curación de las mordeduras de las víboras al volver sus ojos a la serpiente de bronce que Moisés levantó sobre un mástil en medio del desierto (Núm 21, 4-9). Del mismo modo, los seguidores de Jesús levantamos nuestra mirada hacia él, que pende de un madero por nuestra salvación (cf. Jn 3, 14s; 19,37).

Bien sabía Pablo de Tarso que el crucificado era escándalo para los judíos y necedad para los griegos. Pero él podía confesar que para los llamados, tanto judíos como griegos, Cristo crucificado es fuerza y sabiduría de Dios (1 Cor 1,23-24).

+ 3. En este día damos gracias a Jesús por haberse humillado y hecho obediente hasta la muerte y una muerte de cruz (Flp 2, 8).

Dirigimos, además, una mirada compasiva a este mundo que pretende retirar la imagen del Crucificado, como si de ella viniera una maldición y no una bendición.

Ante la cruz de Jesús recordamos también a tantos hermanos nuestros que se ven obligados a cargar con las cruces más pesadas y son condenados a muerte.

Y, junto a toda la Iglesia, repetimos con serena confianza en su resurrección la oración con la que esta tarde concluye la celebración de la pasión del Señor:

“Dios todopoderoso, rico en misericordia, que nos has renovado con la gloriosa muerte y resurrección de Jesucristo, no dejes de tu mano la obra que has comenzado en nosotros, para que nuestra vida, por la comunión en este misterio, se entregue con verdad a tu servicio. Por Jesucristo nuestro Señor. Amen”.

José-Román Flecha Andrés.
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jueves, 9 de abril de 2020

PAPELETA DE SITIO SOLIDARIA

Querido hermano:

En medio de estos momentos difíciles en los que vivimos, la Junta de Gobierno, decidió crear la "Papeleta de Sitio Solidaria", cuyos fondos seran destinados a la Bolsa de Caridad "Padre Anselmo Andrades" de nuestra Hermandad, para paliar las necesidades derivadas de ésta pandemia.

El número de cuenta de la propia Bolsa para los interesados es el siguiente:

ES59 0237 0422 70 9172019290
ELLA OS LO PAGUE


VIERNES SANTO 2020

Desde la junta de gobierno, queremos mostraros un pequeño avance del vídeo que estamos preparando para que mañana vea la luz y os haga sacar al menos una sonrisa en un día más amargo

¡Esperemos que os guste!

#loretojerez2020

HOY ES JUEVES SANTO – CICLO A – (9-4-2020)

Lectura del santo evangelio según san Juan 13, 1-15


Antes de la fiesta de la Pascua, sabiendo Jesús que había llegado la hora de pasar de este mundo al Padre, habiendo amado a los suyos que estaban en el mundo, los amó hasta el extremo.

Estaban cenando, ya el diablo le había metido en la cabeza a Judas Iscariote, el de Simón, que lo entregara, y Jesús, sabiendo que el Padre había puesto todo en sus manos, que venía de Dios y a Dios volvía, se levanta de la cena, se quita el manto y, tomando una toalla, se la ciñe; luego echa agua en la jofaina y se pone a lavarles los pies a los discípulos, secándoselos con la toalla que se había ceñido. Llegó a Simón Pedro, y éste le dijo:

-«Señor, ¿lavarme los pies tú a mí?»

Jesús le replicó:

-«Lo que yo hago tú no lo entiendes ahora, pero lo comprenderás más tarde.» Pedro le dijo:

-«No me lavarás los pies jamás.»

Jesús le contestó:

-«Si no te lavo, no tienes nada que ver conmigo.»

Simón Pedro le dijo:

-«Señor, no sólo los pies, sino también las manos y la cabeza.»

Jesús le dijo:

-«Uno que se ha bañado no necesita lavarse más que los pies, porque todo él está limpio. También vosotros estáis limpios, aunque no todos.»

Porque sabía quién lo iba a entregar, por eso dijo: «No todos estáis limpios.»

Cuando acabó de lavarles los pies, tomó el manto, se lo puso otra vez y les dijo:

-«¿Comprendéis lo que he hecho con vosotros? Vosotros me llamáis "el Maestro" y "el Señor", y decís bien, porque lo soy. Pues si yo, el Maestro y el Señor, os he lavado los pies, también vosotros debéis lavaros los pies unos a otros; os he dado ejemplo para que lo que yo he hecho con vosotros, vosotros también lo hagáis.»



DÍA DEL AMOR FRATERNO

+ 1. Este es uno de aquellos tres jueves que, según el verso popular, “relumbran más que el sol”. En la misa vespertina del jueves santo celebramos la cena del Señor.

En la primera lectura de la misa (Ex 12, 1-8.11-14), la evocación de la institución hebrea de la cena pascual nos invita a agradecer la liberación de Dios, que se ha hecho realidad definitiva en Jesús, el cordero de la nueva pascua.

En la segunda lectura San Pablo recuerda cómo Jesús entregó su propia vida en la entrega del pan y del vino (1 Cor 11, 23-26). Por eso, cada vez que comemos de ese pan y bebemos de ese cáliz, proclamamos la muerte del Señor, hasta que vuelva. Con razón, en cada eucaristía, anunciamos, su muerte, proclamamos su resurrección y manifestamos nuestro deseo de que venga a juzgar a los vivos y los muertos, completando su obra de salvación.


+ 2. La lectura del evangelio de Juan (13,1-15) nos presenta a Jesús, lavando los pies a sus discípulos, para darnos ejemplo de humildad y de mutuo servicio en el amor. Así dice Jesús: “Si yo, el Maestro y el Señor, os he lavado los pies, también vosotros debéis lavaros los pies unos a otros: os he dado ejemplo para que lo que yo he hecho con vosotros, vosotros también lo hagáis”.

El lavatorio de los pies es en el evangelio de Juan el equivalente a la institución de la Eucaristía que se recuerda en los tres evangelios sinópticos.

Ambos gestos nos revelan la entrega de Jesús. En uno se muestra como el Señor que se hace siervo, en el otro se muestra como el maestro que entrega su vida en alimento y en bebida. Como canta el prefacio de hoy, “su carne, inmolada por nosotros, es alimentos que nos fortalece; su sangre derramada por nosotros, es bebida que nos purifica”.

Así pues, la institución de la eucaristía, la misión del sacerdocio ministerial y el mandato supremo del amor mutuo, a ejemplo de Jesús, centran nuestra meditación en este día sagrado. Por esos tres dones damos gracias en la adoración eucarística de esta tarde-noche.


+ 3. Con espíritu agradecido hacemos nuestra la oración colecta de la Iglesia, reunida este día ante el misterio de la eucaristía:

“Señor Dios nuestro, nos has convocado esta tarde para celebrar aquella misma memorable Cena en que tu Hijo, antes de entregarse a la muerte, confió a la Iglesia el banquete de su amor, el sacrificio nuevo de la Alianza eterna; te pedimos que la celebración de estos misterios nos lleve a alcanzar plenitud de amor y de vida. Por Jesucristo nuestro Señor. Amen”.

José-Román Flecha Andrés.
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lunes, 6 de abril de 2020

NUESTRA HERMANDAD EN EL PERIÓDICO AYER DE 1957

Agradecer a  D. Eduardo Selma Ramírez  la desinteresada cesión a este blog de una foto del año 1957 perteneciente al suplemento de semana santa del desaparecido periódico Ayer donde aparece nuestra Hermandad.

En 1957 realizaríamos la cuarta salida procesional por las calles de Jerez de nuestra,por entonces,aun corta existencia.La Carrera Oficial de aquel año comenzó en Puerta de Sevilla,cogiendo la Cofradía de salida por calle Ántona de Dios tal y como lo hacemos hoy en día en vez de por Bizcocheros como se estuvo haciendo los años anteriores.Ese año también sería el segundo en que utilizaríamos las capas en el hábito de nazareno.

Tan sólo nos queda agradecer a D. Eduardo su desinteresada y valiosa contribución para con la historia de nuestra Hermandad y animar a todo aquel que pudiera poseer algún documento gráfico similar a este, tenga a bien el compartirlo con nuestro blog y por tanto con el resto de hermanos lauretanos.


CARTA DE NUESTRO HERMANO MAYOR

“Se puso en pie, increpó al viento y dijo al mar: «¡Silencio, enmudece!». El 
viento cesó y vino una gran calma. Él les dijo: «¿Por qué tenéis miedo?  no 
                                    tenéis fe?»”. (Mc 4, 39-40) 


Estimados hermanos: 

Comenzamos una nueva Semana Santa en un momento excepcional, como consecuencia de la crisis sanitaria que estamos padeciendo, y en la que las autoridades nos han apremiado a permanecer en casa desde hace unas semanas. 

Ha sido difícil para todos tener que afrontar esta situación. Por eso, os damos la gracias por el comportamiento ejemplar que venís demostrando en estos días de confinamiento. Porque estáis manifestando vuestro compromiso cristiano y ciudadano al priorizar lo más importante en estos momentos: la salud y la vida. Gracias por dar este testimonio que engrandece aún más a nuestra Hermandad, y del que nos sentimos especialmente orgullosos. 

Mientras continúe esta situación de emergencia nuestra obligación debe ser respetar y cumplir con nuestro deber de quedarnos en casa. Pero también dar respuesta a las necesidades de los que lo están pasando peor. No sólo las personas afectadas por el virus, sino también las personas impedidas, las que viven solas, las que están luchando contra esta enfermedad desde todos los frentes, y aquéllas que ya estaban necesitadas antes de la pandemia, y que serán las más duramente golpeadas por las consecuencias económicas y laborales de esta crisis.

Desde la Bolsa de Caridad “Padre Anselmo” estamos volcados en estos días con estas necesidades, apoyando económicamente y suministrando alimentos al Hogar San Juan, a Cáritas y a la labor caritativa que está llevando a cabo la Hermandad de la Lanzada. 

Debemos tomar conciencia de nuestro papel activo en la superación de esta crisis: considerar que nuestra condición de cristianos nos exige amar y cuidar siempre al prójimo. Y eso se consigue en estos momentos cumpliendo las indicaciones de las autoridades sanitarias, y con gestos tan simples como llamar a tus familiares y amigos para hablar con ellos, evitar reproches y descontentos, y valorar lo que de verdad es importante. 

También dedicando tiempo a nosotros mismos en este confinamiento. Aprovechemos cada minuto en enriquecernos espiritual e intelectualmente para ser aún mejores cristianos y personas en todos los ámbitos de nuestras vidas. 

Nuestra responsabilidad nos llevará a quedarnos en casa el Viernes Santo, pero viviremos la Semana Santa desde la intimidad y el recogimiento de nuestros hogares, mostrando nuestra condición de cristianos maduros que celebrarán la Pasión, Muerte y Resurrección de Nuestro Señor con la profundidad de siempre, pero en otro contexto.

Por eso, os invitaría a que convirtamos este tiempo de incertidumbre y angustia en una ocasión para la esperanza: tenemos la oportunidad de centrarnos más en Dios y acentuar nuestra vida espiritual durante la Semana Santa, un tiempo litúrgico para que reflexionemos de otra manera sobre los principales misterios de nuestra fe. 

Para facilitaros todo ello la Hermandad pone a vuestra disposición estos días dos medios complementarios, que se concretan en las dos iniciativas que os paso a detallar. 

El primer medio es el ejercicio de la caridad. En la Hermandad no hemos realizado el reparto de papeletas de sitio. Pero en esta situación, nuestro principal interés está en ayudar a los que más lo necesitan en estos momentos. Por eso, os pedimos que aquel que voluntariamente pueda y quiera, proceda a donar esa cantidad simbólica de la papeleta de sitio (u otra que estime oportuna) para contribuir a atender, a través de la Bolsa de Caridad, las peticiones de ayuda que estamos recibiendo. Os rogamos que, para realizar este donativo de una papeleta de sitio solidaria, os pongáis en contacto con nosotros, por correo electrónico en la dirección: hermandad@loretojerez.com , o por WhatsApp en el número de móvil corporativo: 699 350 672, para indicaros cómo realizar esta gestión. 

El segundo medio es la oración y la celebración de nuestra fe. Estos días os estamos haciendo llegar distintos materiales (de igual forma que lo hemos hecho en Cuaresma), para poder participar en las celebraciones litúrgicas de cada día, y para intensificar nuestra oración personal y familiar, unidos como Hermandad en la distancia. Y lo seguiremos haciendo junto con sugerencias de prácticas de piedad como el rezo del rosario, o del viacrucis. Porque tenemos que preparar nuestro espíritu para poder unirnos en la gran celebración de la Resurrección, la que da sentido a nuestra fe.

Estamos convencidos de que, después de este tiempo de confinamiento, saldremos todos, de alguna u otra forma, cambiados. Probablemente empecemos a dar más valor a las cosas que realmente lo tienen, a ser personas más sencillas y humildes, a preocuparnos más de nuestra familia, a vivir la fe de manera más auténtica y comprometida... Ésa habrá sido nuestra particular cruz, nuestra particular Cuaresma y Semana Santa, nuestro particular desierto, nuestra particular penitencia… 

Por eso, ofrezcamos nuestras limitaciones, nuestras dudas e incertidumbres, nuestras
incomodidades… de este tiempo al Señor, renovando nuestra confianza en Él. 

Veneremos especialmente la Cruz de Cristo en la que nos vemos reflejados en estos días de padecimiento. Porque sabemos que la Cruz es el único camino hacia el Cielo. 

Y acudamos a la protección e intercesión de Nuestra Señora, implorando su auxilio, porque sabemos que con Ella nunca nos encontraremos desamparados. 

Bajo tu amparo nos acogemos, Santa Madre de Dios. No desoigas nuestras súplicas en las necesidades que os presentamos. Antes bien, líbranos siempre de todo peligro, Virgen Gloriosa y Bendita. Amén. 


Jerez de la Frontera, 5 de abril de 2020 (Domingo de Ramos) 
Eusebio Castañeda. Hermano Mayor


sábado, 4 de abril de 2020

EL EVANGELIO DEL DOMINGO: DE RAMOS – CICLO A – (5-4-2020)

+ Pasión de nuestro Señor Jesucristo según san Mateo 26, 14-27, 66
Para la lectura dialogada: +: Jesús; C: Cronista; S: Otros personajes.


“ C. En aquel tiempo, uno de los Doce, llamado Judas Iscariote, fue a los sumos sacerdotes y les propuso:

S. -«¿Qué estáis dispuestos a darme, si os lo entrego?»

C. Ellos se ajustaron con él en treinta monedas. Y desde entonces andaba buscando ocasión propicia para entregarlo.

C. El primer día de los Ázimos se acercaron los discípulos a Jesús y le preguntaron:

S. -«¿Dónde quieres que te preparemos la cena de Pascua?»

C. Él contestó

+ -«Id a la ciudad, a casa de Fulano, y decidle: "El Maestro dice: Mi momento está cerca; deseo celebrar la Pascua en tu casa con mis discípulos."»

C. Los discípulos cumplieron las instrucciones de Jesús y prepararon la Pascua.

C. Al atardecer se puso a la mesa con los Doce. Mientras comían dijo:

+ -«Os aseguro que uno de vosotros me va a entregar.»

C. Ellos, consternados, se pusieron a preguntarle uno tras otro:

S. -«¿Soy yo acaso, Señor?»

C. Él respondió:

+ -«El que ha mojado en la misma fuente que yo, ése me va a entregar. El Hijo del hombre se va, como está escrito de él; pero, ¡ay del que va a entregar al Hijo del hombre!; más le valdría no haber nacido.»

C. Entonces preguntó Judas, el que lo iba a entregar:

S. -«¿Soy yo acaso, Maestro?»

C. Él respondió:

+ -«Tú lo has dicho.»

C. Durante la cena, Jesús cogió pan, pronunció la bendición, lo partió y lo dio a sus discípulos, diciendo:

+ -«Tornad, comed: esto es mi cuerpo.»

C. Y, cogiendo una copa, pronunció la acción de gracias y se la dio diciendo:

+ -«Bebed todos; porque ésta es mi sangre, sangre de la alianza, derramada por todos para el perdón de los pecados. Y os digo que no beberé más del fruto de la vid, hasta el día que beba con vosotros el vino nuevo en el reino de mi Padre. »

C. Cantaron el salmo y salieron para el monte de los Olivos.

C. Entonces Jesús les dijo:

+ -«Esta noche vais a caer todos por mi causa, porque está escrito: "Heriré al pastor, y se dispersarán las ovejas del rebaño." Pero cuando resucite, iré antes que vosotros a Galilea.»

C. Pedro replicó:

S. -«Aunque todos caigan por tu causa, yo jamás caeré.»

C. Jesús le dijo:

+ -«Te aseguro que esta noche, antes que el gallo cante, me negarás tres veces.»

C. Pedro le replicó:

S. -«Aunque tenga que morir contigo, no te negaré. »

C. Y lo mismo decían los demás discípulos.

C. Entonces Jesús fue con ellos a un huerto, llamado Getsemaní, y les dijo:

+ -«Sentaos aquí, mientras voy allá a orar.»

C. Y, llevándose a Pedro y a los dos hijos de Zebedeo, empezó a entristecerse y a angustiarse.

Entonces dijo:

+ -«Me muero de tristeza: quedaos aquí y velad conmigo.»

C. Y, adelantándose un poco, cayó rostro en tierra y oraba diciendo:

+ -«Padre mío, si es posible, que pase y se aleje de mí ese cáliz. Pero no se haga lo que yo quiero, sino lo que tú quieres.»

C. Y se acercó a los discípulos y los encontró dormidos.

Dijo a Pedro:

+ -«¿No habéis podido velar una hora conmigo? Velad y orad para no caer en la tentación, pues el espíritu es decidido, pero la carne es débil. »

C. De nuevo se apartó por segunda vez y oraba diciendo:

+ -«Padre mío, si este cáliz no puede pasar sin que yo lo beba, hágase tu voluntad.»

C. Y, viniendo otra vez, los encontró dormidos, porque tenían los ojos cargados. Dejándolos de nuevo, por tercera vez oraba, repitiendo las mismas palabras.

Luego se acercó a sus discípulos y les dijo:

+ -«Ya podéis dormir y descansar. Mirad, está cerca la hora, y el Hijo del hombre va a ser entregado en manos de los pecadores. ¡Levantaos, vamos! Ya está cerca el que me entrega.»

C. Todavía estaba hablando, cuando apareció Judas, uno de los Doce, acompañado de un tropel de gente, con espadas y palos, mandado por los sumos sacerdotes y los ancianos del pueblo. El traidor les había dado esta contraseña:

S. -«Al que yo bese, ése es; detenedlo.»

C. Después se acercó a Jesús y le dijo:

S. -«¡Salve, Maestro!»

C. Y lo besó. Pero Jesús le contestó:

+ -«Amigo, ¿a qué vienes?»

C. Entonces se acercaron a Jesús y le echaron mano para detenerlo. Uno de los que estaban con él agarró la espada, la desenvainó y de un tajo le cortó la oreja al criado del sumo sacerdote.

Jesús le dijo:

+ -«Envaina la espada; quien usa espada, a espada morirá. ¿Piensas tú que no puedo acudir a mi Padre? Él me mandaría en seguida más de doce legiones de ángeles. Pero entonces no se cumpliría la Escritura, que dice que esto tiene que pasar.»

C. Entonces dijo Jesús a la gente:

+ -«¿Habéis salido a prenderme con espadas y palos, como a un bandido? A diario me sentaba en el templo a enseñar y, sin embargo, no me detuvisteis.»

C. Todo esto ocurrió para que se cumpliera lo que escribieron los profetas. En aquel momento todos los discípulos lo abandonaron y huyeron.

C. Los que detuvieron a Jesús lo llevaron a casa de Caifás, el sumo sacerdote, donde se habían reunido los escribas y los ancianos. Pedro lo seguía de lejos, hasta el palacio del sumo sacerdote, y, entrando dentro, se sentó con los criados para ver en qué paraba aquello.

Los sumos sacerdotes y el sanedrín en pleno buscaban un falso testimonio contra Jesús para condenarlo a muerte y no lo encontraban, a pesar de los muchos falsos testigos que comparecían. Finalmente, comparecieron dos, que dijeron:

S. -«Éste ha dicho: "Puedo destruir el templo de Dios y reconstruirlo en tres días."»

C. El sumo sacerdote se puso en pie y le dijo:

S. -«¿No tienes nada que responder? ¿Qué son estos cargos que levantan contra ti?»

C. Pero Jesús callaba. Y el sumo sacerdote le dijo:

S. -«Te conjuro por Dios vivo a que nos digas si tú eres el Mesías, el Hijo de Dios.»

C. Jesús le respondió:

+ -«Tú lo has dicho. Más aún, yo os digo: Desde ahora veréis que el Hijo del hombre está sentado a la derecha del Todopoderoso y que viene sobre las nubes del cielo.»

C. Entonces el sumo sacerdote rasgó sus vestiduras, diciendo:

S. -«Ha blasfemado. ¿Qué necesidad tenemos ya de testigos? Acabáis de oír la blasfemia. ¿Qué decidís?»

C. Y ellos contestaron:

S. -«Es reo de muerte.»

C. Entonces le escupieron a la cara y lo abofetearon; otros lo golpearon, diciendo:

S. -«Haz de profeta, Mesías; ¿quién te ha pegado?»

C. Pedro estaba sentado fuera en el patio, y se le acercó una criada y le dijo:

S. -«También tú andabas con Jesús el Galileo.»

C. Él lo negó delante de todos, diciendo:

S. -«No sé qué quieres decir.»

C. Y, al salir al portal, lo vio otra y dijo a los que estaban allí:

S. -«Éste andaba con Jesús el Nazareno.»

C. Otra vez negó él con juramento:

S. -«No conozco a ese hombre.»

C. Poco después se acercaron los que estaban allí y dijeron a Pedro:

S. -«Seguro; tú también eres de ellos, te delata tu acento.»

C. Entonces él se puso a echar maldiciones y a jurar, diciendo:

S. -«No conozco a ese hombre.»

C. Y en seguida cantó un gallo. Pedro se acordó de aquellas palabras de Jesús: «Antes de que cante el gallo, me negarás tres veces.» Y, saliendo afuera, lloró amargamente.

C. Al hacerse de día, todos los sumos sacerdotes y los ancianos del pueblo se reunieron para preparar la condena a muerte de Jesús. Y, atándolo, lo llevaron y lo entregaron a Pilato, el gobernador.

C. Entonces Judas, el traidor, al ver que habían condenado a Jesús, sintió remordimiento y devolvió las treinta monedas de plata a los sumos sacerdotes y ancianos, diciendo:

S. -«He pecado, he entregado a la muerte a un inocente.»

C. Pero ellos dijeron:

S. -«¿A nosotros qué? ¡Allá tú!»

C. Él, arrojando las monedas en el templo, se marchó; y fue y se ahorcó. Los sumos sacerdotes, recogiendo las monedas, dijeron:

S. -«No es lícito echarlas en el arca de las ofrendas, porque son precio de sangre.»

C. Y, después de discutirlo, compraron con ellas el Campo del Alfarero para cementerio de forasteros. Por eso aquel campo se llama todavía «Campo de Sangre». Así se cumplió lo escrito por Jeremías, el profeta:

«Y tomaron las treinta monedas de plata, el precio de uno que fue tasado, según la tasa de los hijos de Israel, y pagaron con ellas el Campo del Alfarero, como me lo había ordenado el Señor.»

C. Jesús fue llevado ante el gobernador, y el gobernador le preguntó:

S. -«¿Eres tú el rey de los judíos?»

C. Jesús respondió:

+ -«Tú lo dices.»

C. Y, mientras lo acusaban los sumos sacerdotes y los ancianos, no contestaba nada. Entonces Pilato le preguntó:

S. -«¿No oyes cuántos cargos presentan contra fi?»

C. Como no contestaba a ninguna pregunta, el gobernador estaba muy extrañado. Por la fiesta, el gobernador solía soltar un preso, el que la gente quisiera. Había entonces un preso famoso, llamado Barrabás. Cuando la gente acudió, les dijo Pilato:

S. -«¿A quién queréis que os suelte, a Barrabás o a Jesús, a quien llaman el Mesías? »

C. Pues sabía que se lo habían entregado por envidia. Y, mientras estaba sentado en el tribunal, su mujer le mandó a decir:

S. -«No te metas con ese justo, porque esta noche he sufrido mucho soñando con él.»

C. Pero los sumos sacerdotes y los ancianos convencieron a la gente que pidieran el indulto de Barrabás y la muerte de Jesús.

El gobernador preguntó:

S. -«¿A cuál de los dos queréis que os suelte?»

C. Ellos dijeron:

S. -«A Barrabás. »

C. Pilato les preguntó:

S. -«¿Y qué hago con Jesús, llamado el Mesías?»

C. Contestaron todos:

S. -«Que lo crucifiquen.»

C. Pilato insistió:

S. -«Pues, ¿qué mal ha hecho?»

C. Pero ellos gritaban más fuerte:

S. -«¡Que lo crucifiquen!»

C. Al ver Pilato que todo era inútil y que, al contrario, se estaba formando un tumulto, tomó agua y se lavó las manos en presencia de la multitud, diciendo:

S. -«Soy inocente de esta sangre. ¡Allá vosotros!»

C. Y el pueblo entero contestó:

S. -«¡Su sangre caiga sobre nosotros y sobre nuestros hijos!»

C. Entonces les soltó a Barrabás; y a Jesús, después de azotarlo, lo entregó para que lo crucificaran.

C. Los soldados del gobernador se llevaron a Jesús al pretorio y reunieron alrededor de él a toda la compañía: lo desnudaron y le pusieron un manto de color púrpura y, trenzando una corona de espinas, se la ciñeron a la cabeza y le pusieron una caña en la mano derecha. Y, doblando ante él la rodilla, se burlaban de él, diciendo:

S. -«¡Salve, rey de los judíos!»

C. Luego le escupían, le quitaban la caña y le golpeaban con ella la cabeza. Y, terminada la burla, le quitaron el manto, le pusieron su ropa y lo llevaron a crucificar.

C. Al salir, encontraron a un hombre de Cirene, llamado Simón, y lo forzaron a que llevara la cruz. Cuando llegaron al lugar llamado Gólgota (que quiere decir: «La Calavera»), le dieron a beber vino mezclado con hiel; él lo probó, pero no quiso beberlo. Después de crucificarlo, se repartieron su ropa, echándola a suertes, y luego se sentaron a custodiarlo. Encima de su cabeza colocaron un letrero con la acusación: «Éste es Jesús, el rey de los judíos». Crucificaron con él a dos bandidos, uno a la derecha y otro a la izquierda.

C. Los que pasaban lo injuriaban y decían, meneando la cabeza:

S. -«Tú que destruías el templo y lo reconstruías en tres días, sálvate a ti mismo; si eres Hijo de Dios, baja de la cruz.»

C. Los sumos sacerdotes con los escribas y los ancianos se burlaban también, diciendo:

S. -«A otros ha salvado, y él no se puede salvar. ¿No es el rey de Israel? Que baje ahora de la cruz, y le creeremos. ¿No ha confiado en Dios? Si tanto lo quiere Dios, que lo libre ahora. ¿No decía que era Hijo de Dios?»

C. Hasta los bandidos que estaban crucificados con él lo insultaban.

C. Desde el mediodía hasta la media tarde, vinieron tinieblas sobre toda aquella región. A media tarde, Jesús gritó:

+ -«Elí, Elí, lamá sabaktaní.»

C. (Es decir: + -«Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?»)

C. Al oírlo, algunos de los que estaban por allí dijeron:

S. -«A Elías llama éste.»

C. Uno de ellos fue corriendo; en seguida, cogió una esponja empapada en vinagre y, sujetándola en una caña, le dio a beber.

Los demás decían:

S. -«Déjalo, a ver si viene Elías a salvarlo.»

C. Jesús dio otro grito fuerte y exhaló el espíritu.

(Todos se arrodillan, y se hace una pausa).

C. Entonces, el velo del templo se rasgó en dos, de arriba abajo; la tierra tembló, las rocas se rajaron. Las tumbas se abrieron, y muchos cuerpos de santos que habían muerto resucitaron. Después que él resucitó, salieron de las tumbas, entraron en la Ciudad santa y se aparecieron a muchos.

El centurión y sus hombres, que custodiaban a Jesús, el ver el terremoto y lo que pasaba, dijeron aterrorizados:

S. -«Realmente éste era Hijo de Dios.»

C. Había allí muchas mujeres que miraban desde lejos, aquellas que habían seguido a Jesús desde Galilea para atenderlo; entre ellas, María Magdalena y María, la madre de Santiago y José, y la madre de los Zebedeos.

C. Al anochecer, llegó un hombre rico de Arimatea, llamado José, que era también discípulo de Jesús. Éste acudió a Pilato a pedirle el cuerpo de Jesús. Y Pilato mandó que se lo entregaran. José, tomando el cuerpo de Jesús, lo envolvió en una sábana limpia, lo puso en el sepulcro nuevo que se había excavado en una roca, rodó una piedra grande a la entrada del sepulcro y se marchó.

María Magdalena y la otra María se quedaron allí, sentadas enfrente del sepulcro.

C. A la mañana siguiente, pasado el día de la Preparación, acudieron en grupo los sumos sacerdotes y los fariseos a Pilato y le dijeron:

S. -«Señor, nos hemos acordado que aquel impostor, estando en vida, anunció: "A los tres días resucitaré." Por eso, da orden de que vigilen el sepulcro hasta el tercer día, no sea que vayan sus discípulos, roben el cuerpo y digan al pueblo: "Ha resucitado de entre los muertos." La última impostura sería peor que la primera.»

C. Pilato contestó:

S. -«Ahí tenéis la guardia: id vosotros y asegurad la vigilancia como sabéis. »

C. Ellos fueron, sellaron la piedra y con la guardia aseguraron la vigilancia del sepulcro”.




PASIÓN Y CONFIANZA

Con la celebración del Domingo de Ramos iniciamos la Semana Santa. En la primera lectura, se nos ofrece el tercer canto del Siervo del Señor, que se incluye en la segunda parte del libro de Isaías. “El Señor Dios me asiste, porque no quedo confundido”. Es hermosa esa confesión de confianza en Dios, precisamente en una situación de acoso y de persecución.

El salmo 21 comienza con unas palabras que Jesús debió de recitar desde lo alto de la Cruz: “Dios mío, Dios mío por qué me has abandonado” (Sal 21,2). No es el lamento de un desesperado, puesto que el salmista confiesa más adelante que Dios ha escuchado su petición de auxilio (Sal 21,25).

También en el himno del abajamiento del Cristo, que se recuerda en la segunda lectura, san Pablo nos abre a la perspectiva de una intervención de Dios que lo exalta y le da un nombre por encima de todo nombre (Flp 2,9).


ABANDONO HUMANO

Es oportuno recoger esas palabras que invitan a la esperanza en un momento en que la alegría de la bendición y procesión de los ramos parece oscurecerse cuando llega la hora de leer la pasión de Jesús según san Mateo. En este texto, podemos subrayar al menos tres escenarios en los que se pone de manifiesto el abandono humano que ha de sufrir Jesús

• El primero de ellos sería el palacio de los sumos sacerdotes. Nos duele ver cómo Judas, uno de los discípulos, elegido personalmente por Jesús, negocia con los sacerdotes el precio que puede cobrar por entregarles a su Maestro (Mt 26,14-26).

• El segundo escenario es el salón en el que Jesús celebra la última cena junto con los Doce. Allí anuncia claramente que uno de ellos lo entregará y, ante la pregunta de Judas, responde que efectivamente él será el traidor. (Mt 26, 25).

• El tercer lugar es Getsemaní. Mientras Jesús hace oración, lleno de tristeza y angustia, sus discípulos predilectos duermen. Cuando llegan los esbirros de los sumos sacerdotes y de los ancianos del pueblo, todos los discípulos lo abandonan y huyen (Mt 16,56).


EL ANUNCIO DE LA GRACIA

Pero aún hay más. Es interesante que el texto griego haya conservado esta frase aramea: “Elí, Elí, ¿lemá sabactaní?”, que se traduce como “Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?” Es necesario preguntarnos cómo entendemos ese lamento del Señor.

• “Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?” Muchos lectores se identifican con algunos de los presentes en la crucifixión de Jesús. El sonido de las palabras y el recuerdo de un profeta (Mal 3, 23-24) les hicieron pensar que suplicaba la asistencia del profeta Elías.

• “Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?” Muchos olvidan el itinerario que sigue el orante que pronuncia este salmo. La llamada de auxilio al Señor se trasforma después en testimonio de su ayuda, en profesión de confianza y en anuncio de su gracia.

• “Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?” También hoy, muchos piensan que Dios los ha abandonado, cuando en realidad están padeciendo el abandono de quienes debían mostrarles su cercanía y prestarles su apoyo.

- Señor Jesús, entregado por nosotros y por nuestra salvación, queremos estar junto a ti en el momento de tu entrega. Enséñanos a ponernos confiadamente en las manos de Dios y a ayudar a nuestros hermanos a pasar por el valle del dolor. Amén.

José-Román Flecha Andrés.
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viernes, 3 de abril de 2020

VÍDEO DE NUESTRA SALIDA PROCESIONAL DE 1973

Felicitar a D. Carlos Otero como autor en su día de estas imágenes que hoy os mostramos y agradecer a su sobrino D. Carlos Gutiérrez y a D. Jose Manuel Prado por la cesión de las mismas a este blog para que puedan ser compartidas con todos los seguidores del mismo.

Las imágenes están tomadas de recogida en plena calle Morenos y en el año 1973,como hecho histórico el 11 de diciembre de dicho año nuestra parroquia de san Pedro cerraría sus puertas por amenaza de ruina.Como todos sabemos no sería hasta 1981 cuando volvería abrirse el templo al culto tras su intensa y larga obra de restauración.

En ese año 73 se estrenarían el libro de Reglas ,las cantoneras y el INRI de la cruz,aun llevábamos los faroles en la cruz de guía cedidos por la cofradía del Huerto y la Virgen luce una saya proveniente seguramente del traje de novia de una devota.

Creemos estar en lo cierto al asegurar que esta grabación son a día de hoy las imágenes más añejas que de nuestra corporación se conocen.

CORONA DOLOROSA

Hoy Viernes de Dolores, te hacemos llegar la Corona Dolorosa que rezamos a Ntra. Sra. de Loreto ya en su paso procesional, como preparación a la inminente Semana Santa que está a punto de comenzar.

Te rogamos que hagas este ejercicio piadoso, de forma personal o en familia, para que todos los hermanos nos podamos unir en esta tarde en la oración conjunta.


V/. En el nombre del Padre, y del Hijo y del Hijo y del Espíritu Santo.
R/. Amén 
V/. Dios mío, ven en mi auxilio.
R/. Señor date prisa en socorrerme. 
V/. Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo.
R/. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos, Amén. 


ACTO DE CONTRICIÓN: 

Señor mío, Jesucristo, Dios y Hombre verdadero, Creador, Padre y Redentor mío; por ser Vos quien sois, Bondad infinita, y porque os amo sobre todas las cosas, me pesa de todo corazón de haberos ofendido; también me pesa porque podéis castigarme con las penas del infierno. 

Ayudado de vuestra divina gracia propongo firmemente nunca más pecar, confesarme y cumplir la penitencia que me fuere impuesta. 

Amén. 


ORACIÓN INICIAL: 

Oh, María Santísima, nos disponemos a contemplar los padecimientos que tuviste, deteniéndonos en cada dolor que sufriste unido a los de tu Hijo Jesús, y acompañándote en tu piadosa soledad. 

Abre Señor nuestros corazones a la oración para que, a través de ella, crezca nuestro sentimiento filial hacia Ti y nos sintamos hermanos de todos los hombres; y para que, al contemplar los momentos más difíciles de la vida de tu Madre la Bienaventurada Virgen María, encontremos consuelo en los nuestros y en los de nuestros hermanos. Por Jesucristo Nuestro Señor. Amén. 


+ PRIMER DOLOR: 

María acoge en la fe la profecía de Simeón (Lc 2, 34-35). Virgen María, te acompañamos en el dolor que sentiste cuando Simeón te anunció que una espada de dolor atravesaría tu corazón por los sufrimientos de Jesús, y ya en cierto modo te manifestó que tu participación en nuestra redención sería a base de dolor... 

Reconociendo este dolor, te pedimos que seamos dignos hijos tuyos y sepamos imitar tus virtudes. 

- Padre nuestro 
- Siete Avemarías  


+ SEGUNDO DOLOR: 

María huye a Egipto con Jesús y José (Mt 2, 13-14). Virgen María, te acompañamos en el dolor que sentiste cuando tuviste que huir precipitadamente tan lejos, pasando grandes penalidades, sobre todo al ser tu Hijo tan pequeño. Al poco de nacer, ya era perseguido de muerte el que precisamente había venido a traernos vida eterna... 

Reconociendo este dolor, te pedimos que nos enseñes a huir siempre de las tentaciones del demonio. 

- Padre nuestro 
- Siete Avemarías 


+ TERCER DOLOR: 

María busca a Jesús perdido en Jerusalén (Lc 2, 42-45). Virgen María, te acompañamos en las lágrimas que derramaste y el dolor que sentiste al perder a tu Hijo. Tras tres días buscándolo angustiada, pensarías qué le habría podido ocurrir en una edad en que todavía dependía de tu cuidado y de San José... 

Reconociendo este dolor, te pedimos que los jóvenes no se pierdan por malos caminos.

- Padre nuestro 
- Siete Avemarías 


+ CUARTO DOLOR: 

María encuentra a Jesús camino del Calvario (Lc 23, 25-27). Virgen María, te acompañamos en las lágrimas que derramaste y el dolor que sentiste al ver a tu Hijo cargando con la cruz, como carga con nuestras culpas, llevando el instrumento de su propio suplicio de muerte. Él, que era creador de la vida, aceptó por nosotros sufrir este desprecio tan grande de ser condenado a muerte y precisamente muerte de cruz, después de haber sido azotado como si fuera un malhechor y, siendo verdadero Rey de reyes, coronado de espinas. Ni la mejor corona del mundo hubiera sido suficiente para honrarle y ceñírsela en su frente. En cambio, le dieron lo peor del mundo clavándole las espinas en la frente y, aunque le ocasionarían un gran dolor físico, aún mayor sería el dolor espiritual por ser una burla y una humillación tan grande. Sufrió y se humilló hasta lo indecible, para levantarnos a nosotros del pecado... 

Reconociendo este dolor, te pedimos que seamos dignos vasallos de tan gran Rey y sepamos ser humildes como Él lo fue. 

- Padre nuestro 
- Siete Avemarías 


+ QUINTO DOLOR: 

María está junto a la cruz de su Hijo (Jn 19, 25-27). Virgen María, te acompañamos en las lágrimas que derramaste y el dolor que sentiste al ver la crueldad de clavar los clavos en las manos y pies de tu amadísimo Hijo. Y luego al verle agonizando en la cruz. Para darnos vida a nosotros, llevó su pasión hasta la muerte, y éste fue el momento cumbre de su pasión. Tú misma también te sentirías morir de dolor en aquel momento…

Reconociendo este dolor, te pedimos que no permitas que jamás muramos por el pecado y haz que podamos recibir los frutos de la redención.

- Padre nuestro 
- Siete Avemarías 


+ SEXTO DOLOR: 

María recibe a Jesús bajado de la cruz (Mc 15, 42-45). Virgen María, te acompañamos en las lágrimas que derramaste y el dolor que sentiste al ver la lanzada que dieron en el corazón de tu Hijo. Sentirías como si la hubieran dado en tu propio corazón. El Corazón Divino, símbolo del gran amor que Jesús tuvo ya no solamente a Ti como Madre, sino también a nosotros por quienes dio la vida. Y Tú, que habías tenido en tus brazos a tu Hijo sonriente y lleno de bondad, ahora te lo devuelven muerto, víctima de la maldad de algunos hombres y también víctima de nuestros pecados... 

Reconociendo este dolor, te pedimos que sepamos amar a Jesús como Él nos amo. 

- Padre nuestro 
- Siete Avemarías 


+ SÉPTIMO DOLOR: 

María entrega al sepulcro el cuerpo de Jesús en espera de la resurrección (Jn 19, 40-42). Virgen María, te acompañamos en las lágrimas que derramaste y el dolor que sentiste al enterrar a tu Hijo. Él, que era creador, dueño y señor de todo el universo, fue enterrado en tierra. Llevó su humillación hasta el último momento. Y aunque Tú supieras que al tercer día resucitaría, el trance de la muerte era real. Te quitaron a Jesús por la muerte más injusta que se haya podido dar en todo el mundo en todos los siglos. Siendo Él la suprema inocencia y la bondad infinita, fue torturado y muerto con la muerte más ignominiosa. Tan caro pagó nuestro rescate por nuestros pecados. Y Tú, Madre nuestra adoptiva le acompañaste en todos sus sufrimientos: y ahora te quedaste sola, llena de aflicción…

Reconociendo este dolor, te pedimos que nos concedas a cada uno de nosotros la gracia particular que te pedimos… (pídase la gracia que se desea obtener).

- Padre nuestro Venerable 

- Siete Avemarías 



ORACIÓN FINAL:

Dios nuestro, tú que quisiste que la vida de tu Madre la Virgen estuviera marcada por el misterio del dolor, haz que caminemos con Ella por el sendero de la fe y unamos nuestros sufrimientos a la pasión de Cristo, para que se transformen en motivo de gracia e instrumento de salvación. Por Jesucristo nuestro Señor. Amén. 


STABAT MATER: 

Estaba la Madre dolorosa 
junto a la Cruz, llorosa, 
en que pendía su Hijo. 

Su alma gimiente, 
contristada y doliente 
atravesó la espada. 

¡Oh cuán triste y afligida 
estuvo aquella bendita 
Madre del Unigénito! 

Languidecía y se dolía 
la piadosa Madre que veía 
las penas de su excelso Hijo. 

¿Qué hombre no lloraría 
si a la madre de Cristo
 viera en tanto suplicio? 

¿Quién no se entristecería 
a la Madre contemplando 
con su doliente Hijo? 

Por los pecados de su gente 
vio a Jesús en los tormentos 
y doblegado por los azotes. 

Vio a su dulce Hijo 
muriendo desolado 
al entregar su espíritu.

Ea, Madre, fuente de amor,
 hazme sentir tu dolor, 
contigo quiero llorar. 

Haz que mi corazón arda 
en el amor de mi Dios 
y en cumplir su voluntad. 

Santa Madre, yo te ruego 
que me traspases las llagas 
del Crucificado en el corazón. 

De tu Hijo malherido 
que por mí tanto sufrió 
reparte conmigo las penas. 

Déjame llorar contigo 
condolerme por tu Hijo 
mientras yo esté vivo. 

Junto a la Cruz contigo estar
 y contigo asociarme 
en el llanto es mi deseo. 

Virgen de Vírgenes preclara 
no te amargues ya conmigo, 
déjame llorar contigo. 

Haz que llore la muerte de Cristo, 
hazme socio de su pasión,
haz que me quede con sus llagas. 

Haz que me hieran sus llagas,
haz que con la Cruz me embriague, 
y con la Sangre de tu Hijo.

Para que no me queme en las llamas, 
defiéndeme tú, Virgen santa, 
en el día del juicio. 

Cuando, Cristo, haya de irme, 
concédeme que tu Madre me guíe 
a la palma de la victoria. 

Y cuando mi cuerpo muera, 
haz que a mi alma se conceda 
del Paraíso la gloria.


HOY ES VIERNES DE DOLORES

En un día tan señalado como hoy y como es ya tradicional en nuestra corporación, recordamos la antigua advocación de Nuestra Madre.

No hay que olvidar que antes de pasar a ser titular de la Hermandad,la Virgen de Loreto en su Soledad fue venerada durante muchos años en la parroquia de San Pedro como Virgen de los Dolores.

En este día, con tantas reminiscencias históricas, desde hace unos años se tiene también un recuerdo especial por nuestros hermanos fundadores.

Rogamos encarecidamente una oración desde nuestro confinamiento por ellos, para que así gocen ya de la presencia del Padre y de la maternal mirada de Nuestra Madre .