jueves, 24 de diciembre de 2020

SOLEMNIDAD DE LA NATIVIDAD DEL SEÑOR – CICLO B – (25-12-2020)

+ MISA DE MEDIANOCHE:

Lectura del santo evangelio según san Lucas 2,1-14

“En aquellos días, salió un decreto del emperador Augusto, ordenando hacer un censo del mundo entero.

Éste fue el primer censo que se hizo siendo Cirino gobernador de Siria. Y todos iban a inscribirse, cada cual a su ciudad.

También José, que era de la casa y familia de David, subió desde la ciudad de Nazaret en Galilea a la ciudad de David, que se llama Belén, para inscribirse con su esposa María, que estaba encinta. Y mientras estaban allí le llegó el tiempo del parto y dio a luz a su hijo primogénito, lo envolvió en pañales y lo acostó en un pesebre, porque no tenían sitio en la posada.

En aquella región había unos pastores que pasaban la noche al aire libre, velando por turno su rebaño.

Y un ángel del Señor se les presentó: la gloria del Señor los envolvió de claridad y se llenaron de gran temor.

El ángel les dijo:

- No temáis, os traigo la buena noticia, la gran alegría para todo el pueblo: hoy, en la ciudad de David, os ha nacido un Salvador: el Mesías, el Señor. Y aquí tenéis la señal: encontraréis un niño envuelto en pañales y acostado en un pesebre.

De pronto, en torno al ángel, apareció una legión del ejército celestial, que alababa a Dios, diciendo:

- Gloria a Dios en el cielo y en la tierra paz a los hombres que Dios ama.”


+ MISA DEL DÍA:

Lectura del santo evangelio según san Juan 1,1-18

“En el principio ya existía la Palabra,

y la Palabra estaba junto a Dios,

y la Palabra era Dios.

La Palabra en el principio estaba junto a Dios.

Por medio de la Palabra se hizo todo,

y sin ella no se hizo nada de lo que se ha hecho.

En la Palabra había vida,

y la vida era la luz de los hombres.

La luz brilla en la tiniebla,

y la tiniebla no la recibió.

Surgió un hombre enviado por Dios,

que se llamaba Juan:

éste venía como testigo,

para dar testimonio de la luz,

para que por él todos vinieran a la fe.

No era él la luz,

sino testigo de la luz.

La Palabra era la luz verdadera,

que alumbra a todo hombre.

Al mundo vino,

y en el mundo estaba;

el mundo se hizo por medio de ella,

y el mundo no la conoció.

Vino a su casa,

y los suyos no la recibieron.

Pero a cuantos la recibieron,

les da poder para ser hijos de Dios,

si creen en su nombre.

Éstos no han nacido de sangre,

ni de amor carnal,

ni de amor humano,

sino de Dios.

Y la Palabra se hizo carne

y acampó entre nosotros,

y hemos contemplado su gloria:

gloria propia del Hijo único del Padre,

lleno de gracia y de verdad.

Juan da testimonio de él y grita diciendo:

- Éste es de quien dije: «El que viene detrás de mí pasa delante de mí, porque existía antes que yo».

Pues de su plenitud todos hemos recibido, gracia tras gracia, porque la ley se dio por medio de Moisés, la gracia y la verdad vinieron por medio de Jesucristo.

A Dios nadie lo ha visto jamás.

El Hijo único, que está en el seno del Padre, es quien lo ha dado a conocer.”


 “Dios ha iluminado esta noche santa con el nacimiento de Cristo, la luz verdadera”. Así lo recordamos en la primera oración de la misa de medianoche. La luz brilla en las tinieblas. En la oscuridad del mundo. Y en la turbación de nuestras conciencias. Dios nos ha ofrecido su luz en la persona de Jesús, nacido para nuestra salvación.

El misal contiene tres formularios diferentes para la celebración de las misas en esta solemnidad de la Natividad del Señor. La variedad y riqueza de las lecturas bíblicas nos ayuda a meditar el misterio del Hijo de Dios que se hace hombre y entra en la historia humana.

En la misa que se celebra en el corazón de la noche, los ángeles cantan la gloria de Dios y la paz que él regala a sus hijos. Los ángeles trasmiten a los pastores la espléndida noticia del nacimiento de Jesús. Su mensaje es un “evangelio”, que les invita a superar el temor y a gozar de la alegría de la salvación.


LOS MENSAJEROS

Se pensaba que los pastores no eran fiables. No podían ser testigos en los tribunales humanos. Pero Dios los elige como testigos privilegiados del suceso más importante de la historia (Lc 2,15-20). En tres puntos se resume su suerte y vocación en el evangelio.

• En primer lugar, se ve que la palabra de los ángeles no ha caído en el vacío. A los pastores corresponde la responsabilidad de actuar. De hecho, se pasan unos a otros la palabra, “dialogan” y se animan mutuamente a ir con rapidez a Belén para “ver” lo que han “oído” de parte del Señor. Entran en juego tres sentidos humanos. La fe suscita el coloquio.

• En segundo lugar “encuentran” a María, a José y al niño acostado en un pesebre. Con esas pocas palabras, el relato evangélico sugiere la sorpresa ante el hallazgo, la verificación del

mensaje, el estupor ante lo inesperado. La fe suscita el asombro ante lo imprevisto, es decir ante el misterio que supera las previsiones humanas.

• En tercer lugar, los pastores “cuentan” a María y a José lo que los ángeles les han dicho sobre aquel niño. Los humildes tienen una palabra que puede aclarar el misterio. Sin pretenderlo, los pastores asumen el papel de los ángeles. Se convierten en mensajeros de Dios. En realidad, ellos mismos son un mensaje de gracia.


EL VERBO DE DIOS

En la misa del día se proclama el comienzo del evangelio de San Juan, que se leerá de nuevo en el segundo domingo después de la Navidad. Pero ya en este día se subraya la frase central de esta profunda meditación: “El Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros”. Una vida no nos bastaría para agotar su riqueza.

• “El Verbo se hizo carne”. La sabiduría que se cantaba ya en los textos de Israel no es tan sólo el contenido o el tono de los discursos humanos. La Palabra de Dios es Dios. Pero se ha hecho carne. No es una mera idea. En Jesús se hace tangible y visible.

• “El Verbo habitó entre nosotros”. El texto original sugiere que la Palabra de Dios ha plantado su tienda de campaña entre los hombres. La Palabra de Dios acompaña la peregrinación humana para iluminar los caminos de todo el que la acoge con fe.

Los relatos de ángeles y pastores atraen más la imaginación que la honda meditación sobre el Verbo de Dios. Pero aquéllos y ésta coinciden en señalar el modo admirable como Dios ha restablecido la dignidad humana por este Niño nacido para nosotros.

- “Dios de misericordia: hoy que nos ha nacido el Salvador para comunicarnos la vida divina, humildemente te pedimos que nos haga igualmente partícipes del don de su inmortalidad”. Amén.


José-Román Flecha Andrés.

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