¡Oh Santa Madre de Dios! ¡Dignaos protegernos y conservarnos bajo las alas de vuestra Piedad y vuestra Misericordia! ¡En Vos tenemos toda nuestra confianza! Desde nuestra infancia estamos consagrados a Vos como nuestra Soberana: Vos sois el puerto en que nos refugiamos. ¡Oh Virgen Inmaculada, a Vos nos ofrecemos eternamente, y nos ponemos bajo vuestra protección para siempre!
Amén.
San Efrén
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