jueves, 19 de marzo de 2009

2º DIA DEL QUINARIO.........REFLEXION

En este segundo día de quinario, hacemos una parada en Nazaret. Quizás debería haber sido ésta nuestra primera visita, debido a la importancia que tiene esta población para nuestra Hermandad, pero se ha preferido hacerla hoy por coincidir con la celebración de las vísperas de San José, tan vinculado también con Nazaret. María es nazarena, y allí es donde vive su infancia, su juventud, su desposorio, donde tiene su casa, la que, según la tradición, es trasladada a Loreto. En Nazaret María vive como una mujer cualquiera, sólo distinta a los demás por su fe, por su esperanza en el Mesías prometido. Y es también en Nazaret donde ocurre el comienzo de la Encarnación: la Anunciación (como hemos proclamado en Lc. 1,26-38). Allí ocurre un acontecimiento importantísimo: el Mesías se va a hacer presente en el mundo de forma humilde. María en la encarnación se presta al plan salvífico de Dios, aún sabiendo que era algo muy problemático para su vida. Sin embargo, Dios respeta absolutamente la libertad de María, que es quien dice SÍ a la propuesta de Dios. Esto debería ser un ejemplo para nosotros. A veces nos da miedo ser libres porque la libertad lleva consigo emparejada la responsabilidad o capacidad de dar respuesta. Y el hombre tiene que responder a Dios, y Él espera una respuesta que nazca de la libertad porque sin libertad no hay amor. El mal en el mundo existe porque lo infringimos al prójimo abusando de la libertad. María nos enseña desde la libertad a amar a Dios y a tener fe en Él, fe que consiste en hacer la voluntad del Padre. Revisando nuestra vida cristiana: ¿llega nuestra fe hasta el límite de hacer la voluntad de Dios?, ¿no confundimos a veces la fe con la superstición (en hacer que Dios haga mi voluntad, en intentar convencerle)?. En esta sociedad indiferente se admite una cierta religiosidad, pero no hay confianza en Dios. Y es Él quien se nos revela en Jesús, se hace presente en Nazaret tomando nuestra condición humana. Y se nos revela para que no nos olvidemos que ser hombre es empezar a llegar a ser Dios. Nuestra religión no es un cúmulo de doctrinas morales, como el judaísmo o el Islam; sólo la religión cristiana nos habla de Dios encarnado, y sólo Cristo nos muestra el rostro verdadero de Dios. Nazaret es donde Dios empieza a ser hombre y a vivir su condición social. El hombre es precisamente el ser que más necesita de un período de socialización (la mayoría de los animales son más independientes desde que nacen). Es por tanto Nazaret, donde toma forma el misterio de Dios encarnado, en primer lugar en el seno de una mujer; y en segundo lugar, en el seno de una familia, con lo que la familia queda también sacralizada. En la actualidad la familia está siendo constantemente atacada, y si se nos quita la familia, se nos quita nuestro suelo o soporte social. Pero la familia no es un medio sino un fin. Es la conciencia humana más interna la que debe determinar la vocación de la familia que es responsabilidad de la pareja ante Dios. La imagen de familia que debemos imitar la tenemos en José, María y Jesús en Nazaret. Esta Hermandad, por venerar esta advocación de María, debe tener una gran responsabilidad en la vocación familiar y sobre todo especial participación de la familia y especial preocupación por la familia. Que la Virgen sea Casa de Oro, centro de nuestro hogar, que ilumine nuestras almas y haga de nuestras vidas un servicio y vocación a Dios y a la Iglesia. Daniel Castañeda

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