miércoles, 30 de marzo de 2011

REFLEXION 1er DÍA DEL QUINARIO (29/03/2012)

Por iniciativa de nuestro Equipo de formación,vamos a ofreceros un resumen escueto de lo que se trataran en las homilías del Quinario diariamente;esto nos permitirá que aquellos que por enfermedad,lejanía ,ocupación laboral o bien si algún día nos es materialmente imposible asistir,con este resumen no perderemos el hilo de estos cinco días. Este es el resumen del 1er día del Quinario que como ya sabeis comenzó ayer: 

En un primer momento, el Rvdo. Don Alfonso Romero de los Santos, nos introdujo cuales serán los temas de las reflexiones durante los días que compartirá con la Hermandad el Quinario:
  • Primer día: La cruz del Señor
  • Segundo día: Simón de Cirene y las Santas Mujeres
  • Tercer día: Los discipulos
  • Cuarto día: La Cruz vacía
  • Quinto día: María,sola ante la Cruz


La lectura del Evangelio correspondia a   Mt 5, 17-19.

    En la Cruz está la vida y el consuelo y ella sola es el camino para el Cielo”

    La condición fundamental que nos pone el Señor para seguirlo es cargar con la cruz. Estamos acostumbrados a llamar cruz a toda dificultad, dolor, sufrimiento, enfermedad etc. Pero si leemos el Evangelio vemos que la cruz que el Señor toma es otra.

    ¿Cuál fue la cruz del Señor? Fue cruz de denuncia, de ponerse del lado del marginado, del huérfano, de la viuda, del tullido y del leproso y siempre rechazando la violencia, la venganza y el odio. Preguntarnos como murió Cristo es preguntarnos como vivió. Fue crucificado por amor al Padre y a los hombres. La cruz fue consecuencia de un anuncio liberador, anuncio llevado plenamente a su vida, empeñado en un mundo donde fuese más fácil el amor, pero no sólo en las personas, sino también en las estructuras.

    Debemos por tanto, predicar la cruz, anunciadla. Dice Santa Teresa de Jesús:”En la cruz esta la vida y el consuelo y ella sóla es el camino para el cielo”. Para que en la cruz esté la vida es necesario implicarse de lleno en el seguimiento, que ese seguimiento sea opción fundamental de nuestra existencia.

    Para que esa cruz sea consuelo se necesita aceptarla sin ñoñerías, siendo cristianos adultos. Hay cruces que no sirven para nada y nos pueden despistar del auténtico seguimiento. La cruz es consuelo en la medida que sabemos que es la cruz que el Señor cargó, que es la cruz que procede del amor al Padre y a los hermanos. Cruz que sea denuncia y llamamiento, cruz que deja de ser sufrimiento porque al final esta la Vida. Esa cruz, a pesar del dolor, es consuelo porque se basa y se centra en la esperanza. Esa esperanza es la que llevo al Señor a vencer las tentaciones, sobre todo aquel temor profundamente humano del huerto: “Padre si es posible aparta de mí este cáliz”. Esa esperanza llevo a los mártires tanto antiguos como contemporáneos a vencer también ese miedo y abrazarse llenos de amor al patíbulo.

    “Ella sola es el camino para el cielo”. Decía San Francisco de Asís que no hay resurrección sin cruz. Para llegar al encuentro con el Padre, al igual que el Maestro necesitamos pasar por la cruz, de ahí esa manera popular y sincera de identificar la cruz con la enfermedad, el dolor y el sufrimiento. El sufrimiento por el sufrimiento carece de sentido, de hecho cada vez aguantamos menos el dolor y la enfermedad. Pero el dolor, incuestionable en la naturaleza humana, puede tener sentido si lo convertimos en solidaridad, es decir, en el rostro de Cristo ponemos el dolor del ser humano y el nuestro como parte de humanidad sufriente.
    El discípulo no ama el sufrimiento, pero tampoco evade el problema del mal de manera ligera y superficial. El cristiano toma en serio la inseguridad, la soledad, la alienación, el dolor, el lado triste y negativo de la vida. Con Cristo y desde Cristo descubre que también ahí puede haber salvación y liberación. Desde Cristo trata de descubrir cuál es la manera más humana de asumir y vivir el sufrimiento propio y el ajeno.
    Cree en el Crucificado no suprime el mal. El mal continúa siendo algo cruel e inhumano, pero se puede convertir en el lugar más eficaz, realista y convincente de vivir la fe en el Padre y la solidaridad con los hombres. Por eso el cristiano cree no solo en la acción sino también en la pasión.
    La cruz nos purifica y libera. Pecar es buscar egoístamente nuestra propia felicidad rompiendo con Dios y con los hombres. Vivir la cruz como Jesús es buscar la fidelidad a Dios y al servicio a los hombres, incluso en la ausencia de felicidad.
    Quizá sea necesario descubrir de manera concreta nuevas posibilidades de seguir hoy al Crucificado: preferir sufrir injustamente antes que colaborar con la injusticia; compartir el sufrimiento de los injustamente maltratados; aceptar la inseguridad y los riesgos propios de una vida consecuente con la fe cristiana; aceptar las consecuencias dolorosas de una defensa clara y firme de la justicia, la verdad y la libertad; aceptar la inseguridad, la falta de poder y la debilidad del que quiere actuar con honradez humana y sencillez evangélica y saber comprender el valor de una vida austera y equilibrada en medio de nuestra sociedad de consumo y bienestar. 
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    1 comentario:

    PEPE PRADO dijo...

    Me llena de orgullo y satifaccion contar con la palabra de Alfonso Romero este año para nuestro Quinario, ademas de ser una buen amigo, es una exelente persona y consecuente con lo que predica y actua, gracias Alfonso por enriquecernos durante cinco dias con tus doctas palabras, Dios todopoderoso y su madre Mediadora de todas las gracias te ampare y proteja a ti y toda tu familia.