viernes, 11 de diciembre de 2009

REFLEXION EVANGELICA: FESTIVIDAD DE NTRA SRA DE LORETO

. La reflexión de este día se apoya en el texto evangélico de las Bodas de Caná (Jn 2,1-11). Celebramos hoy la fiesta de la Madre, la fiesta de esta familia lauretana; una fiesta entrañable porque celebramos a alguien que representa mucho y también nos celebramos cada uno de nosotros. Cuando se cumplió el tiempo y nació Jesús, nos llegó gracia tras gracia; Dios nos llenó de futuro, de eternidad. La 1ª enseñanza que sacamos de esta realidad, a través de María, es la de decir “sí” a Dios en su sencillez. Quién le iba a decir a María que a través de ella comenzaría la historia de la salvación. En esta historia todos tenemos mucho que construir; es responsabilidad de cada uno de nosotros el que cambie nuestro mundo. Celebramos pues que, como María, nosotros tenemos que aportar mucho al mundo desde nuestro “sí” escondido, y no esperemos solamente que lo hagan los demás. La vida de María es un canto de alabanza (como dice el Magníficat) no sólo por lo que Dios ha hecho en mí sino por lo que ha hecho por mí. La 2ª enseñanza que sacamos es el compromiso de María. En nuestra pobreza Dios se levanta como constructor de la vida humana, mediante nuestra respuesta generosa. Pongamos, por tanto, nuestras vidas en las manos del Señor y empecemos a construir su Reino. La fe comienza en el fondo del corazón, pero no se puede quedar ahí, debe lanzarte hacia fuera para que llegue a todos. Dios hace nuevas todas las cosas continuamente (como nos dice Jn en el Apocalipsis) pero contando con nosotros, para que el Reino sea una realidad. En este pasaje de las Bodas de Caná descubrimos cómo en los grandes momentos de la historia, cuando Dios se hace presente en el mundo, allí está María. El primer signo de que se están haciendo las cosas nuevas lo arranca María con este primer milagro, ese ponerse en marcha el Reino. Dios en cuanto ve a un ser humano que cuenta con Él, se pone a recrear las cosas. Dios que te creó sin ti, no te salvará sin contar contigo. Él cuenta con nosotros para las cosas más grandes. Pero para que esto suceda, la condición es estar atento, como María. Y además de darse cuenta, hay que buscar soluciones. El hombre, equivocado, busca soluciones en la ciencia, en la economía, en la técnica..., pero las verdaderas soluciones sólo se encuentran en Cristo, ése es el lugar adecuado, y así llegará el milagro de recrear las cosas. Dios quiere seguir haciendo de este mundo un lugar de celebración y cuenta con nosotros para convertir el agua en el vino del amor, de la comprensión, del entendimiento; pero sólo el que está atento consigue los grandes milagros de la historia. Para ello, lo mejor que puede hacer el hombre es “haced lo que Él os diga”; éste, que nos da María, es el mejor consejo para todos los tiempos. María, mujer que transluce esa vivencia interior, es la misma que está al pie de la cruz (en un momento contrapuesto a la alegría de las Bodas de Caná) pensando: ¿qué habéis hecho con mi Hijo?, es Loreto en su Soledad. Vive el dolor pero es capaz de arrancar de su corazón esa esperanza para buscar soluciones, para convertirse en Madre nuestra. Junto a la cruz, es la misma fe que cuando dice que “sí”, o que cuando asiste a las bodas; y ella nos manda: hacer lo que Él nos diga, buscarle, encontrarnos con Él que merece la pena. Que María, que nos muestra el camino de Jesús, haga de nosotros caminantes que confiemos en Dios. -Ana Luisa Sánchez Glez .

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