jueves, 10 de diciembre de 2009

REFLEXION EVANGELICA DEL 3ER DIA DEL TRIDUO

. Traemos nuevamente hoy a nuestros lectores que no hayan podido asistir, la reflexión evangélica del 3 er día del Triduo a Ntra. Sra. de Loreto. Del evangelio de Mt 11, 28-30: En aquel tiempo, tomó Jesús la palabra y dijo: “Venid a mí todos los que estáis cansados y agobiados, y yo os aliviaré. Cargad con mi yugo y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón, y encontraréis vuestro descanso. Porque mi yugo es llevadero y mi carga ligera”. La Palabra de Dios viene hoy a ayudarnos para que descubramos qué es lo que nos ofrece Dios, y lo que Dios nos ofrece es su cercanía, que llena de sentido nuestro caminar en la vida. En nuestra vida hay momentos en los que sentimos que todo se ensombrece; esta experiencia la relata muy bien el profeta Isaías, pero hoy en la 1ª lectura, el profeta lo que hace es poner una respuesta en boca de Dios: “¿no te das cuenta que las fuerzas te las doy yo, que el que te lleva sobre sus hombros soy yo?”. El grito de este tiempo de Adviento es “Ven, Señor”, este es el grito del que se siente abandonado, débil; es el grito de la humanidad que ansía plenitud. Y ante esta llamada, el grito de Dios es la respuesta que nos da este evangelio “ven a mí”. Dios quiere decirnos “estoy aquí, en medio de la humanidad, en medio de la historia, del dolor y del sufrimiento; ábrete a mí porque es necesario el encuentro”. En María, Dios ha recorrido el camino de encuentro con el hombre, porque ella ya había emprendido el camino hacia Dios. A veces la vida es dura, difícil y cansa; otras veces nosotros nos creamos las dificultades; otras veces las expectativas nos hacen sufrir. Cuando no encontramos respuesta después de un duro esfuerzo nos sentimos cansados. Y ante esto Dios nos dice en 1º lugar: si te acercas a mí me encontrarás, me descubrirás y te aliviaré. En 2º lugar nos dice:”aprended de mí que soy manso y humilde de corazón”. Mansedumbre no es ser apocado y dejarse llevar como un borrego. Mansedumbre es no querer imponer a los demás lo mío, es no renunciar a la verdad. Cristo no impone el Reino, lo ofrece y tú lo acoges si quieres. Humildad es reconocer que lo más grande que puede pasar en mi vida es regalo de Dios; es reconocer que yo para el Padre doy único, pero no para ponerme por encima de los demás sino reconociendo la grandeza del otro, que a mí también me sirve. Y en 3º lugar nos dice Dios: viviendo la mansedumbre y la humildad disfrutaréis, “encontraréis vuestro descanso”, porque vuestro cansancio suele venir motivado por el afán y el querer poseer que nos hace sufrir tanto. María descubre muy bien este mensaje. Ella sabe que lo mejor que podemos hacer es ir hacia Dios, buscarle, caminar hacia Él que es plenitud, eternidad, amor, y no hacia mí mismo. Su caminar es la mansedumbre viviendo la sencillez de su vida, lo cotidiano, la verdad independientemente de lo que digan los demás. También vive la humildad, reconoce su pobreza: “si no lo haces Tú, yo no puedo”, deja que el que tiene la grandeza actúe en ella. Por eso María vive en descanso de quien sabe que su vida está en las manos de Dios; en serenidad de no imponerse ante nadie sino ser acompañada por la mano de Dios. María es la primera en cumplir el “venid a mí”, la mansedumbre y la humildad, y esto hace que se convierta en la madre de Dios. Todo su caminar es confiar en Dios, con un caminar sereno que demuestra incluso ante los que crucifican a su Hijo, lo que le hace ser madre de todos; sólo un corazón que camina hacia Dios es capaz de hacer eso. Pidamos a María que ella nos lleve al encuentro gozoso con Cristo. -Ana Luisa Sánchez Glez .

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