miércoles, 9 de diciembre de 2009
REFLEXION EVANGELICA DEL 2º DIA DEL TRIDUO
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Ofrecemos hoy a nuestros lectores que no hayan podido asistir, la reflexión evangélica del 2º día del Triduo a Ntra. Sra. de Loreto.
El evangelio de hoy (Lc 1, 26-38) nos presenta una escena íntima de María: su diálogo con Dios.
Lo que el ángel le prometía en la anunciación era un hijo que iba a ser grande. Esto fue suficiente para que María creyera y dijera que “sí”.
En la primera lectura (Gén 3, 9-15.20) se nos cuenta cómo Adán y Eva se escondían de Dios en el paraíso después de haber pecado, y Dios les buscaba.
Dios busca al hombre, es el eterno buscador del hombre y le busca para que le experimente.
Y si Dios nos busca, es porque nosotros nos escondemos (al igual que Adán y Eva); y no nos damos cuenta de que Dios nos busca para hacernos vivir en plenitud.
En primer lugar, el ser humano ha sido creado para vivir en relación permanente de amor para con todos. Necesita sentirse amado y amar a los demás. Pero a veces esta relación la rompe. Entonces Dios se convierte en algo lejano para el hombre.
En segundo lugar, el hombre ha sido creado para ser libre. Por respetar nuestra libertad Dios ve sufrir a la humanidad. Pero si el hombre es libre, también es responsable de sus decisiones (y no como Adán y Eva que se echaban la culpa uno a otro).
El ser humano, por tanto, es buscado por Dios porque ha sido creado para el amor y en libertad. Y cuando el hombre se aísla, se sitúa lejos de los demás y de Dios, se empobrece.
El contrapunto a esto es María.
María es un ser humano sencillo. Abierta al diálogo con Dios, con un corazón no escondido ni distanciado del que le ha creado. Abierta a la eternidad, a la plenitud. Abierta a la oferta que Dios le hace de una vida distinta: convertirla en un regalo para la humanidad.
Lo más grande que le sucede en la vida no se lo da ella misma. Es humilde y realista. Sabe que ella no puede hacer algo tan grande y lo hace, diciendo su “sí”, con la ayuda de Dios, con la mediación del Espíritu.
María es por tanto, el ejemplo de que por mucho que nos empeñemos en hacer obras grandes, no podemos hacerlas solos porque obras plenas sólo las hace Dios.
María nos enseña a vivir en la apertura a la gracia de Dios; a partir de ahí, sucederán grandes cosas.
Y un corazón abierto a Dios también está abierto al prójimo; por eso María, tras su aceptación al plan de Dios, se pone en camino para ayudar a su prima Isabel.
Cuando Dios te llena, tu vida se convierte en un explosionar a los demás, porque el regalo de Dios es para toda la humanidad.
María nos enseña que el punto de partida es estar abierto a Dios. Desde aquí nos hace el gran regalo de Cristo. Y Cristo nos enseñará después a hacer un camino de seguimiento.
Pidamos hoy a María que nuestro corazón y nuestra vida estén abiertos a Dios, para que así reconozcamos que sólo con Él podemos hacer cosas grandes en el mundo: extender el Reino de Dios.
-Ana Luisa Sánchez Glez
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