jueves, 10 de diciembre de 2009

EL EVANGELIO: 3ER DOMINGO DE ADVIENTO (13/12/09)

. El texto del evangelio de este domingo es de Lc 3, 10-18 y dice lo siguiente: En aquel tiempo, la gente preguntaba a Juan: “¿Entonces, qué hacemos?”. Él contestó: “El que tenga dos túnicas, que se las reparta con el que no tiene; y el que tenga comida, haga lo mismo”. Vinieron también a bautizarse unos publicanos y le preguntaron: “Maestro, ¿qué hacemos nosotros?”. Él le contestó: “No exijáis más de lo establecido”. Unos militares le preguntaron: “¿Qué hacemos nosotros?”. Él les contestó: “No hagáis extorsión ni os aprovechéis de nadie, sino contentaos con la paga”. El pueblo estaba en expectación, y todos se preguntaban si no sería Juan el Mesías; él tomó la palabra y dijo a todos: “Yo os bautizo con agua; pero viene el que puede más que yo, y no merezco desatarle la correa de sus sandalias. Él os bautizará con Espíritu Santo y fuego; tiene en la mano el bieldo para aventar su parva y reunir su trigo en el granero y quemar la paja en una hoguera que no se apaga”. Añadiendo otras muchas cosas, exhortaba al pueblo y le anunciaba el Evangelio. * Juan es el precursor y Jesús el Mesías prometido. La misión de Juan es preparar la venida del Mesías. Juan nos llama a la conversión, a un cambio de vida. Pero, ¿en qué consiste esa conversión?, ¿qué debemos hacer? El evangelio de hoy es bien claro y muy actual: compartir, ser generosos, no devolver mal por mal, no abusar de los pobres y de los infelices, no extorsionar, no mentir cuando haces daño con tus mentiras, ser justos, ser comprensivos, no ser ambiciosos, buscar sólo lo que necesitamos... Lo contrario a lo que nos quiere arrastrar la sociedad de consumo. * Gracias, Jesús, por estas palabras que nos dan luz. Gracias, Jesús, por infundirnos valentía para no esclavizarnos a las cosas. Gracias, Jesús, porque nos dices cada día cómo puedo vivir tu vida. Gracias, Jesús, por estar siempre pendiente de nosotros. Jesús, danos fuerzas para seguir ese camino, para hacer siempre tu voluntad, para limpiar nuestro corazón de todas las ataduras y llenarlo de la verdadera felicidad. * Juan y María, símbolos de la humildad. Ambos nos llevan a Jesús, sin protagonismos, quedando en segundo término. No hay en este mundo misión más grande que la de ayudar a otros a encontrarse con Jesús. Pongamos nuestras vidas, al igual que Juan y María, al servicio de la evangelización. Estos puntos ayudan a iniciar la reflexión, a partir de ahora esperamos vuestras aportaciones que nos abran nuevos horizontes y nos acerquen a una comprensión más completa de la Palabra. Muchas gracias a todos por vuestra participación. .

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