jueves, 24 de junio de 2010

ESTE VIERNES,ULTIMO DIA DEL TRIPTICO EUCARISTICO

Llegamos, con este viernes, al final de nuestro Tríptico en honor y gloria de Jesús Sacramentado. Han sido tres viernes consecutivos en los que la Eucaristía ha sido el eje de nuestros cultos semanales, en los que la Adoración al Santísimo y la reflexión sobre el misterio sacramental han cobrado el protagonismo que merecen en este mes marcado por la festividad de la fiesta del Cuerpo y la Sangre de Cristo.
   
    El pasado viernes nuestro hermano Vicente Lozano nos dio una auténtica lección de la importancia que tiene la música y los cantos en la Adoración Eucarística, auténtico tesoro que honra y nos acerca a Dios.
   
    Este viernes estamos expectante ante la meditación que nos traerá el diácono Alfonso Romero, con cuyos conocimientos ya nos deleitó en sus meditaciones ante la cruz de hace unos años,  y que versará sobre "La Eucaristía: la mayor manifestación del amor de Dios a los hombres". Una cita a la que no debería faltar ningún hermano como prueba del fervor eucarístico que nos ampara y de la importancia que le debemos dar a nuestra propia formación en los Sacramentos.
   
    Sabemos que es fin de semana, que hace calor, que juega España, que tendremos otros compromisos, que las cosas de Dios no están de moda, pero, para cualquiera que se llame cristiano, todo eso es insignificante comparado con la grandeza de cuanto le debemos a El. Por lo tanto pongamos a cada cosa en su sitio, en el lugar que le corresponde, fines de semana hay muchos, calor lo hará todo el verano, un partido de fútbol por muy trascendental que sea es una insignificancia comparado con la trascendencia del culto a Dios, nuestros compromisos con la Hermandad también son de obligado cumplimiento. Ante "la mayor manifestación de amor, representada en la Eucaristía" ¿vamos a anteponer otras cosas? 
   
     Con la culminación de este Tríptico Eucarístico finalizamos, también, un curso cofrade cargado de actividad y grandes logros. Es el momento, por tanto, de reunirnos, de celebrar junto a Jesús Sacramentado y en fraternal convivencia, el habernos permitido vivir este curso que termina y darle gracias por cuanto nos ha concedido tanto como hermano de Loreto, como en el aspecto personal.
   
    No faltes hermano, la ocasión lo merece.  
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