jueves, 3 de junio de 2010

EL EVANGELIO DEL DOMINGO: SOLEMNIDAD DEL SANTÍSIMO CUERPO Y SANGRE DE CRISTO (6-6-2010)

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En aquel tiempo, Jesús se puso a hablar al gentío del reino de Dios y sanaba a los que lo necesitaban. Como caía la tarde, los Doce se acercaron a decirle: ---Despide a la gente para que vayan a los pueblos y campos de los alrededores y busquen hospedaje y comida; pues aquí estamos en despoblado. Les contestó: ---Dadles vosotros de comer. Replicaron: ---No tenemos más que cinco panes y dos pescados; a no ser que vayamos nosotros a comprar comida para toda esa gente. Los varones eran unos cinco mil. Él dijo a los discípulos: ---Hacedlos recostar en grupos de cincuenta. Así lo hicieron y se recostaron todos. Entonces tomó los cinco panes y los dos pescados, alzó la vista al cielo, los bendijo, los partió y se los fue dando a los discípulos para que se los sirvieran a la gente. Comieron todos y quedaron satisfechos, y recogieron los trozos sobrantes en doce cestos.

* Celebramos hoy la solemnidad del Cuerpo y Sangre del Señor, en latín, Corpus Christi. Cristo Sacramentado es hoy el centro de la Iglesia. Cristo Sacramentado presente entre nosotros recordándonos su mensaje de amor universal.
La Eucaristía es recuerdo y actualización de la entrega del Señor, de su pasión, muerte y resurrección. Es el misterio de una vida entregada, de un cuerpo que se hace alimento de vida (pan), y de una sangre que es bebida de salvación.
La Eucaristía es expresión de un Dios que ama hasta la locura, un Dios que quiso hacerse presente en nuestros días, y que hoy reconocemos humilde bajo las sagradas formas.

* Jesús Sacramentado: al adorarte hoy en el Santísimo Sacramento del Altar, te pido que venere de tal modo los misterios de tu Cuerpo y de tu Sangre, que experimente siempre en mi vida los frutos de tu Muerte y Resurrección.
Que la comunión o la visita al Sagrario no sea para mí una costumbre sino algo nuevo y maravilloso, vivo y vivificante, que fortalezca mi amistad contigo y el amor a mis hermanos.
Que yo necesite la fuerza de la Eucaristía en mi vida. Que acuda a ella para unirme a ti y para llenarme de ti.

* María, ayúdame a sentir presente a tu Hijo en el sacramento de la Eucaristía, para que así yo sea para los demás presencia de su amor.


Estos puntos ayudan a iniciar la reflexión, a partir de ahora esperamos vuestras aportaciones que nos abran nuevos horizontes y nos acerquen a una comprensión más completa de la Palabra.

Muchas gracias a todos por vuestra participación
















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