jueves, 30 de junio de 2011

EL EVANGELIO DEL DOMINGO: 14º DEL TIEMPO ORDINARIO (3-7-2011)

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El texto evangélico es de Mt 11, 25-30 y dice lo siguiente:

“En aquella ocasión Jesús tomó la palabra y dijo: ---¡Te alabo, Padre, Señor de cielo y tierra, porque, ocultando estas cosas a los sabios y entendidos, se las diste a conocer a la gente sencilla! Sí, Padre, ésa ha sido tu elección. Todo me lo ha encomendado mi Padre: nadie conoce al Hijo sino el Padre; nadie conoce al Padre sino el Hijo y aquél a quien el Hijo decida revelárselo. Acudid a mí, los que andáis cansados y agobiados, y yo os aliviaré. Cargad con mi yugo y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón, y os sentiréis aliviados. Porque mi yugo es blando y mi carga es ligera.”

* En el evangelio de hoy Jesús habla con su Padre y después con nosotros. Es una enseñanza para nuestra vida: no nos puede faltar esta relación y contacto con el Padre. Y la oración de Jesús con el Padre comienza con el agradecimiento: así debe empezar nuestro diálogo con Dios, dándole gracias, pues tenemos muchos motivos para ello.
A continuación Jesús nos presenta uno de los mensajes más consoladores de todo el Evangelio: a Dios se llega por nuestra propia humanidad, la religión cristiana no está hecha para los sabios o eruditos, sino para todo hombre de buena voluntad que quiere encontrar a Dios a través de la experiencia de su propia vida; para los sencillos, para los que no quieren tener la última palabra ni imponer su discurso; para los que demuestran mayor capacidad de comprensión y saben que el evangelio no puede vivirse sin renuncias y sacrificios, pero que al vivirlo el amor nos libera y el encuentro con Cristo nos reconforta.
Este mensaje es un motivo de alegría y esperanza para nosotros, porque los hombres podemos encontrarnos con Dios.

* Señor, manso y humilde de corazón, haz mi corazón como el tuyo. Yo soy uno de tantos cansados y agobiados a quienes tú invitas a encontrar en ti el descanso y el alivio. Quiero ir a ti, encontrarme contigo y escuchar de tus labios las bondades del Padre que tanto amó al mundo.

* María, hoy quiero agradecer al Padre el darse a conocer a los sencillos , y quiero aprender de ti esa sencillez de la que tú fuiste ejemplar modelo.


Estos puntos ayudan a iniciar la reflexión, a partir de ahora esperamos vuestras aportaciones que nos abran nuevos horizontes y nos acerquen a una comprensión más completa de la Palabra.
Muchas gracias a todos por vuestra participación.
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