viernes, 31 de octubre de 2014

EL EVANGELIO DEL DOMINGO: 31 DEL TIEMPO ORDINARIO (2-11-2014)

CONMEMORACIÓN DE TODOS LOS FIELES DIFUNTOS

El texto evangélico es de Jn 14, 1-6 y dice lo siguiente:


"En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: - Que no tiemble vuestro corazón; creed en Dios y creed también en mí. En la casa de mi Padre hay muchas estancias; si no fuera así, ¿os habría dicho que voy a prepararos sitio? Cuando vaya y os prepare sitio, volveré y os llevaré conmigo, para que donde estoy yo, estéis también vosotros. Y adonde yo voy, ya sabéis el camino. Tomás le dice: - Señor, no sabemos adónde vas, ¿cómo podemos saber el camino? Jesús le responde: - Yo soy el camino, y la verdad, y la vida. Nadie va al Padre, sino por mí".

* Si ayer nos fijábamos en lo santos, hoy nuestra mirada se detiene en nuestros hermanos difuntos que aún no han alcanzado la plenitud del cielo. Al recordar a nuestros seres queridos que ya no están con nosotros, puede sobrevenirnos cierta tristeza, pero al mismo tiempo nos ilumina la esperanza de que un día podremos reencontrarnos con ellos y de que hoy podemos seguir unidos a ellos en Cristo. Precisamente nuestra fe en Cristo nos da la certeza de que, aunque hemos de experimentar la muerte, estamos llamados a la resurrección.


* Hoy pedimos por todos estos hermanos nuestros que caminan hacia el encuentro definitivo con Dios. Ellos necesitan de nuestra oración, que les aporta consuelo. Nuestro recuerdo y nuestra petición es signo del amor que le tenemos, pues deseamos para ellos lo mejor, que es gozar de la presencia de Dios para siempre. También es una confesión de que confiamos en la misericordia de Dios y de que sabemos que la muerte no tiene la última palabra sobre nosotros.


* Señor, nacemos para morir, y morimos para vivir y estar contigo por toda la eternidad. La muerte nos llegará a todos: pero para quienes te confesamos como Camino, Verdad y Vida, la tristeza de la muerte se transforma en esperanza de ir a una de las muchas estancias de la casa del Padre. Hoy te pido por mis difuntos y por quienes no tienen quien pida por ellos: concédeles el descanso eterno. Amén.


* María, madre de la esperanza. Hoy nos unimos a tu Hijo para elevar nuestra oración por los que ya nos han dejado. Que ellos y nosotros algún día podamos gozar eternamente de Él y de tu amorosa compañía.



Estos puntos ayudan a iniciar la reflexión, a partir de ahora esperamos vuestras aportaciones que nos abran nuevos horizontes y nos acerquen a una comprensión más completa de la Palabra.

Muchas gracias a todos por vuestra participación. 


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