viernes, 3 de octubre de 2014

EL EVANGELIO DEL DOMINGO: 27º DEL TIEMPO ORDINARIO ( 5-10-2014)


El texto evangélico es de Mt 21, 33-43 y dice lo siguiente:



“En aquel tiempo, dijo Jesús a los sumos sacerdotes y a los ancianos del pueblo: Escuchad otra parábola: Un hacendado plantó una viña, la rodeó con una tapia, cavó un lagar y construyó una torre; después la arrendó a unos viñadores y se marchó. Cuando llegó la vendimia, mandó a sus criados para recoger de los viñadores el fruto que le correspondía. Pero los viñadores agarraron a los criados y a uno lo golpearon, a otro lo mataron, y al tercero lo apedrearon. Después envió otros criados, más numerosos que los primeros, y los trataron de igual modo. Finalmente les envió a su hijo, pensando que respetarían a su hijo. Pero los viñadores, al ver al hijo, comentaron: Es el heredero. Lo matamos y nos quedamos con la herencia. Agarrándolo, lo echaron fuera de la viña y lo mataron. Cuando vuelva el dueño de la viña, ¿cómo tratará a aquellos viñadores? Le respondieron: -Acabará con aquellos malvados y arrendará la viña a otros viñadores que le entreguen su fruto a su debido tiempo. Jesús les dijo: -¿No habéis leído nunca en la Escritura: La piedra que desecharon los arquitectos es ahora la piedra angular; es el Señor quien lo ha hecho y nos parece un milagro? Por eso os digo que a vosotros os quitarán el reino de Dios y se lo darán a un pueblo que produzca sus frutos.”


* La parábola de hoy se puede interpretar aplicándola a la imagen de la Iglesia. Es el amo el que planta la viña, el que constituye la comunidad de los creyentes, la protege con una cerca, construye un lagar, que es donde se obtiene el fruto de la vid, que puede simbolizar las buenas obras. El amo da libertad a los viñadores, hay un pacto de confianza con ellos, sólo se les exige que entreguen los frutos correspondientes.

La parábola muestra la misericordia de Dios, el amo envía criados por dos veces para recoger su parte, y ante la maldad de los viñadores, envía a su propio hijo. La respuesta cruel pone de manifiesto la relación entre el hombre y Dios.


* A menudo no caemos en la cuenta de lo que Dios hace por cada uno de nosotros, de su preocupación personal por cada individuo. ¡Somos tan desagradecidos! Y no respondemos al Señor con la dulzura que él espera, sino con aspereza y acritud. Sin agradecimiento no percibimos el amor que nos rodea y entra en nosotros la inseguridad y el egoísmo.

Si no respondemos a Dios con nuestras buenas obras, si no le servimos con frutos de amor, acabamos rechazándolo, se convierte en un personaje extraño que se entromete en nuestra vida. Entonces es fácil matarlo en nuestro corazón, olvidándolo.


* La Iglesia, sólo será sólida si vive sobre el fundamento de Jesús, la piedra angular, la piedra que sostiene su vida, su alegría, su amor. Y aunque los que formemos la Iglesia seamos limitados, pobres y débiles, sabemos Quién es el que la sostiene. Si Jesús no sostiene la construcción, todo se derrumbaría.

Nosotros estaremos verdaderamente en la Iglesia, construyendo el Reino, si celebramos los sacramentos, en los que experimentamos la gratuidad continua de Dios para con nosotros, y si
practicamos la comunión con los demás cristianos, ofreciendo así en cada momento los frutos de amor que Dios espera.


* Señor, que no se cumpla en mí el último punto de este evangelio: no me quites tu reino, aunque haya sido tan desagradecido como los labradores de tu viña. Que venga a mí tu reino, que se haga tu voluntad, que es la de que todos los hombres se salven y lleguen al conocimiento de la verdad. Así seré del pueblo que produce frutos, no por mis fuerzas, sino por tu gracia.


* María, que mi corazón y mis brazos estén siempre dispuestos a producir frutos que hagan presente el Reino de tu Hijo entre nosotros.



Estos puntos ayudan a iniciar la reflexión, a partir de ahora esperamos vuestras aportaciones que nos abran nuevos horizontes y nos acerquen a una comprensión más completa de la Palabra.

Muchas gracias a todos por vuestra participación.

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