jueves, 12 de junio de 2014

EL EVANGELIO DEL DOMINGO: SOLEMNIDAD DE LA SANTÍSIMA TRINIDAD (15-6-2014)

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DIA PRO ORANTIBUS (CONTEMPLATIVOS)



El texto evangélico es de Jn 3, 16-18 y dice lo siguiente:


“Tanto amó Dios al mundo, que entregó a su Hijo único, para que quien crea en él no perezca, sino tenga vida eterna. Dios no envió a su Hijo al mundo para juzgar al mundo, sino para que el mundo se salve por medio de él. El que cree en él no es juzgado; el que no cree ya está juzgado, por no creer en el Hijo único de Dios.”



* La vida cristiana empieza en el nombre de la Trinidad, en el momento de ser bautizados. También así, invocando a la Trinidad, comienza y termina la eucaristía, cuando el sacerdote despide a los asistentes. En el nombre de la Trinidad nos santiguamos, oramos, confesamos nuestra fe con el credo, bendecimos, celebramos y recibimos el perdón.

La Trinidad es un misterio, y para comprender este misterio necesitamos la fe; por eso debemos pedir al Señor que aumente nuestra fe para acercarnos a éste y a otros misterios del cristianismo.

Hoy celebramos el misterio de la Trinidad que es un misterio de comunión y de amor. La Trinidad es Dios en nosotros (Espíritu), Dios con nosotros (Hijo) y Dios por encima de nosotros (Padre).

El Espíritu es Dios en nosotros: actúa en nuestros corazones para aceptar la palabra de Dios, nos reúne en torno al Hijo y anima las oraciones que dirigimos al Padre. Él ha sido derramado en nuestros corazones y es más íntimo a nosotros que nosotros mismos.

La Trinidad es el misterio de la unidad en la pluralidad. El Dios-amor, además de Padre se hace Hijo y Espíritu Santo. Nuestro Dios es Padre, con rasgos maternos, que se derrama sobre todas sus criaturas. Nuestro Dios es Hijo, que es palabra, promesa hecha concreta realidad que nos redime y salva. Nuestro Dios es Espíritu de vida que se hace para nosotros aliento y acogida en medio de las dificultades y los obstáculos. Su Trinidad se resume en la expresión Dios-amor.


* El amor transmite la Trinidad. Este es el mensaje que Jesús manda a los apóstoles proclamar a los cuatro vientos. De la Trinidad brota la fuerza del apostolado como fuerza del amor que debemos comunicar a todos. Amor misericordioso del Padre, amor entregado del Hijo, amor que se derrama y transmite en el Espíritu Santo. Amor en plenitud, amor insondable y a la vez cercano a nosotros, que se complace en que el hombre viva y pueda participar de la verdadera felicidad. Amor que, como Jesús, debemos manifestar en nuestras acciones a los demás; amor generoso y constante que debe alimentarse del mismo amor de Dios que él nos da.


* Santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo: quiero vivir siempre consciente de que los tres habéis venido a mí y habéis hecho morada en mi vida. ¡Que jamás os pierda por el pecado! ¡Qué viva cada día pendiente de vuestra presencia! ¡Que toda mi vida sea una alabanza de vuestra gloria!


* María, que trate de imitar la vida de la Santísima Trinidad, amándonos entre nosotros como se aman entre sí Padre, Hijo y Espíritu Santo; y sintiendo que he sido creado como un don para quien está a mi lado, y el que está a mi lado ha sido creado por Dios como un don para mí.



Estos puntos ayudan a iniciar la reflexión, a partir de ahora esperamos vuestras aportaciones que nos abran nuevos horizontes y nos acerquen a una comprensión más completa de la Palabra.

Muchas gracias a todos por vuestra participación.


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