miércoles, 23 de abril de 2014

AGRADECIMIENTO Y FELICITACIONES DE NUESTRO HERMANO MAYOR

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Mis estimados hermanos:

Con la perspectiva que dan los días y aún asimilando cuanto hemos vivido esta pasada Cuaresma y Semana Santa quiero compartir con todos mi alegría y satisfacción por el esplendor y brillantez alcanzado en los actos que hemos realizado y muy especialmente en la pasada Estación Penitencial.

Nuestra Hermandad ha vuelto a dar ejemplo en la calle, su correcto y modélico procesionar, su acuciado sello y personalidad, su carácter sobrio y elegante, su espíritu penitencial tan apropiado para la jornada del Viernes Santo y toda esa impronta que tanto nos engrandece, ha vuelto a causar la admiración de todo aquel que sabe apreciar las cosas bellas y hechas con el corazón. Todo ello conscientes de la responsabilidad que supone llevar la Pasión de Nuestro Señor a los rincones del mundo.

Cumplimos este año 2014 nada menos que sesenta Estaciones Penitenciales, seis décadas dando testimonio de fe acompañando a la sobrecogedora Soledad de María por las calles de Jerez. Y lo hicimos, como siempre, renovando ilusiones y poniendo todo de nuestra parte para que ese testimonio y esa catequesis itinerante cumpla con sus fines evangelizadores.

Una inmensa labor fruto de muchos corazones que aman a su Hermandad, que han puesto todo lo que tenían y podían, su tiempo y su trabajo, al servicio de de Dios y de su celestial Madre de Loreto. A todos estos hermanos un millón de gracias en nombre de nuestra institución, no tiene precio las horas de reuniones, de limpieza, de lavados y planchados, de montajes, de aspiradoras, de papeleo, de cirios y flores, de cuadrar cuentas, de organizar cortejo, de subir escaleras, de cargar con bancos, de entrenamientos costaleros, de intentar atender y contentar a todos, de preocupaciones y madrugones, de, en definitiva, entregarse a una Hermandad por encima incluso de otros intereses personales, para que todo salga como a nosotros nos gusta, si no perfecto, porque solo Dios es perfecto, si muy cerca de esa perfección que requieren la cosas de Dios.

Atrás hemos dejado un Viernes Santo para la historia. Un Viernes Santo en el que hemos rozado el objetivo de los 120 nazarenos que nos marcamos para este año, en el que se ha multiplicado el número de monaguillos, en el que contamos con dos cuadrillas de costaleros para pasear a Nuestra Madre, que hemos recuperado la notoria presencia del Ejército del Aire acompañando a su excelsa patrona la Virgen de Loreto con una importante representación de estamentos pertenecientes a la Aviación y encabezada por el Teniente General Manuel Mestre, en el que hemos cumplido escrupulosamente los horarios marcados por la Unión de Hermandades, en el que hemos gozado de una Estación Penitencial sin incidencia alguna y en el que hemos vivido una recogida de ensueño entre la penumbra de una calle Bizcocheros que nos reafirmaba que es la Madre al pie de la Santa Cruz la única luz que ilumina nuestras vidas y en la que todos debemos clavar nuestras miradas cuando las oscuridades del mundo nos invade.

Termino un periodo de gestión de diez años como Hermano Mayor y no puedo hacerlo más feliz que con el regusto de lo vivido el pasado Viernes Santo cuando la Virgen volvía a su santa casa de San Pedro, allí estábamos todos los lauretanos esperándola, lo de hoy, los de ayer y los de siempre. Allí estaban representados en las flores del paso los hermanos que nos precedieron y que un día soñaron lo que hoy nosotros disfrutamos, nuestro Directores Espirituales representados en D. Luis que nos acompañó en el camino de ida, nuestros dominicos que tan bien nos acogieron y tanto le rezaron a la Virgen en sus años de estancia en el convento, representados en Fray José Gil que nos acompañó en el camino de vuelta; estaban sus costaleros, capataces y contraguías; sus monaguillos que un día crecerán y entrarán en el íntimo mundo de la túnica penitencial, los que ayudan por fuera, las familias lauretanas, los acólitos, los músicos y sus nazarenos, esos que un día al año hacen posible ese impacto morado del Viernes Santo jerezano que sobrecoge y causa admiración a quienes nos contemplan, llenando de autenticidad el día luctuoso en el que todo el orbe cristiano venera a la Cruz Redentora.

Maravilloso todo, como magnífico fue ese epílogo del Pésame a la Virgen, en la mañana del Sábado Santo, donde tantas lágrimas brotaron entre sublimes cánticos y emotivas palabras que intentaron consolar ese infinito dolor de una Madre, con mayúsculas, ante la pérdida de su Hijo.

Reitero mi agradecimiento y felicito de corazón a todos por el éxito alcanzado. Ahora a soñar ya con un nuevo Viernes Santo que nos llegará por marzo de 2015 y volverá a llenar Jerez de impactos morados cuando los lirios de Su amargura con la rosa de Su llanto, siga perfumando la noche LORETO DEL VIERNES SANTO. LORETO DEL ALMA MÍA.


Vuestro Hermano Mayor, Eduardo.

 


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