viernes, 14 de marzo de 2014

EL EVANGELIO DEL DOMINGO: 2º DOMINGO CUARESMA (16-3-2014)

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El texto evangélico es de Mt 17, 1-9 y dice lo siguiente:


“En aquel tiempo llamó Jesús a Pedro, a Santiago y a su hermano Juan y se los llevó aparte a una montaña elevada. Delante de ellos se transfiguró: su rostro resplandeció como el sol, sus vestidos se volvieron blancos como la luz. Se les aparecieron Moisés y Elías conversando con él. Pedro tomó la palabra y dijo a Jesús: -Señor, ¡qué bien se está aquí! Si te parece, armaré tres tiendas: una para ti, otra para Moisés y otra para Elías. Todavía estaba hablando, cuando una nube luminosa les hizo sombra y de la nube salió una voz que decía: -Éste es mi Hijo querido, mi predilecto. Escuchadle. Al oírlo, los discípulos cayeron de bruces temblando de miedo. Jesús se acercó, los tocó y les dijo: -¡Levantaos, no temáis! Alzando la vista, no vieron más que a Jesús solo. Mientras bajaban de la montaña, Jesús les ordenó: -No contéis a nadie lo que habéis visto hasta que este Hombre resucite de entre los muertos.”


* Una de las claves de nuestro camino cuaresmal es la oración. Pero a veces encontramos muchas dificultades para orar: falta de tiempo, pensar que Dios no nos escucha, distracciones... Podemos rezar siempre, pero hemos de saber buscar momentos y lugares en que nos sea más fácil.

La oración requiere un trabajo de nuestra parte, pero Dios siempre nos sorprende con mucho más. La oración no consiste en salir de nuestra vida sino en ver los acontecimientos de nuestra existencia a la luz de Dios, encontrar la fuerza para vivir mejor según el plan de Dios.


* Jesús sube a la montaña a orar, necesita el retiro, la soledad, el recogimiento para entrar en intimidad con Dios. ¿He descubierto el poder de la oración?, el acercamiento a Dios puede transformarnos, volvernos “blancos y brillantes”.

¡Qué hermoso es estar con Jesús!, pero no sólo estar con Jesús en las alegrías y viéndolo glorioso (en la transfiguración del monte Tabor), sino también en el sufrimiento, en el peligro, en las penas (en la agonía de Getsemaní).


* El relato de la transfiguración puede desconcertarnos. Hay que ver en él su significado espiritual o teológico: Jesús va camino de la cruz, pero ésta no tendrá la última palabra, será el camino de la resurrección; el Mesías pasará por el sufrimiento y la muerte para entrar luego en su gloria. Y como adelanto, sirva este instante divino de luz, dialogando con el Antiguo Testamento, representado en Moisés y Elías, y dejándose bendecir por la presencia de Dios, simbolizada en una nube.

Esta es la segunda manifestación de Jesús como Hijo de Dios, la primera fue en el bautismo.


* La voz de Dios hoy también nos dice a nosotros “escuchad a mi Hijo”. ¿Dónde le escuchamos? Donde nunca ha dejado de hablarnos: ¡en su Evangelio! Confrontemos toda nuestra vida con la Palabra.


* Aquí se nos representan las dos partes que integran el seguimiento del Señor por parte del cristiano. Por un lado la contemplación, la subida al monte para encontrarse con Jesús. Y por otra parte el servicio; tras la experiencia personal con Jesús tomamos fuerza para bajar del monte y ponernos en marcha para transformar el mundo.


* Dios de mi esperanza, sé que mi camino está lleno de dificultades. No permitas que jamás pierda la perspectiva de la resurrección, de la vida en abundancia que viene de Ti.

María, ayúdame a estar al lado de Jesús en todos los momentos.



Estos puntos ayudan a iniciar la reflexión, a partir de ahora esperamos vuestras aportaciones que nos abran nuevos horizontes y nos acerquen a una comprensión más completa de la Palabra.


Muchas gracias a todos por vuestra participación.

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