sábado, 29 de marzo de 2014

EL EVANGELIO DEL DOMINGO:4º DE CUARESMA (30-3-2014)

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El texto evangélico es de Jn 9, 1. 6-9. 13-17. 34-38 y dice lo siguiente:


“En aquel tiempo, al pasar Jesús vio a un hombre ciego de nacimiento. Y escupió en el suelo, hizo barro con la saliva, se lo puso en los ojos y le dijo:--Ve a lavarte en la piscina de Siloé --que significa enviado--. Fue, se lavó y volvió con vista. Los vecinos y los que antes lo habían visto pidiendo limosna comentaban: -¿No es éste el que se sentaba a pedir limosna? Unos decían: -Es él. Otros decían: -No es, sino que se le parece. Él respondía: -Soy yo. Llevaron ante los fariseos al que había sido ciego --era sábado el día que Jesús hizo barro y le abrió los ojos--. Los fariseos le preguntaron otra vez cómo había recobrado la vista. Les respondió: -Me aplicó barro a los ojos, me lavé, y ahora veo. Algunos fariseos le dijeron: -Ese hombre no viene de parte de Dios, porque no observa el sábado. Otros decían: -¿Cómo puede un pecador hacer tales señales? Y estaban divididos. Preguntaron de nuevo al ciego: -Y tú, ¿qué dices del que te abrió los ojos? Contestó: -Que es profeta. Le contestaron: -Tú naciste lleno de pecado, ¿y quieres darnos lecciones? Y lo expulsaron. Oyó Jesús que lo habían expulsado y, cuando lo encontró, le dijo: -¿Crees en el Hijo del Hombre? Contestó: -¿Quién es, Señor, para que crea en él? Jesús le dijo: -Lo has visto: es el que está hablando contigo. Respondió: -Creo, Señor. Y se postró ante él.”

* En este recorrido catecumenal, hasta renovar nuestras promesas bautismales la noche de Pascua, el domingo pasado nos centrábamos en el símbolo del agua, y este domingo se nos presenta el de la luz, con la curación de este ciego de nacimiento.

El cristiano es luz en el Señor. Liberado de la ceguera espiritual y del pecado, como el ciego del evangelio, debe caminar como hijo de la luz, buscando en todo momento los frutos de la luz: la bondad, la justicia y la verdad; intentando agradar al Señor.

Como al ciego, el Señor nos pregunta “¿Crees tú en el Hijo del Hombre?” Y nuestra respuesta debe ser personal e íntima. No valen las excusas para no contestar, ni podemos delegar la respuesta en los demás, ni demorarla en el tiempo. Ojalá sea un “Creo, Señor”.


* La verdadera ceguera es la falta de fe, el no querer creer. La fe es un proceso que nos lleva de la oscuridad del pecado a la luz de la gracia. Este ciego es símbolo de la conversión cuaresmal que debe producirse en nosotros. Jesús se acerca y ofrece la posibilidad de la conversión. Quiere sanarnos, curar las heridas que la ceguera ha producido en nuestro interior y abrir camino a la luz. Hay que estar atentos.

El resultado de la curación es reconocer a Jesucristo, pues sin Él el mundo permanece en tinieblas.

A muchos extrañará nuestro cambio, sin embargo hay que ser valientes para no desaprovechar las ocasiones de conversión. Tengamos los ojos abiertos a las oportunidades que Jesús nos ofrece para que nuestras vidas se conviertan a Él.


* Señor, aquel ciego no te pidió nada y tú le diste lo que más necesitaba, la vista. Te vio con los ojos de la cara y te conoció y admiró con los ojos del alma. Poco le importó la opinión de los fariseos.

Creo Señor, que tú eres la luz del mundo que ha de guiarnos durante toda nuestra vida. Creo que todo lo haces bien, incluso cuando permites el dolor, la enfermedad, el sufrimiento. Quiero ser tu testigo en el mundo, Señor.


* María, ayúdame a caminar como hijo de la luz para que mi vida agrade a tu Hijo y sepa iluminar a mis hermanos y acompañarles en el camino hacia Él.



Estos puntos ayudan a iniciar la reflexión, a partir de ahora esperamos vuestras aportaciones que nos abran nuevos horizontes y nos acerquen a una comprensión más completa de la Palabra.

Muchas gracias a todos por vuestra participación.


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