jueves, 22 de agosto de 2013

EL EVANGELIO DEL DOMINGO: 21º DEL TIEMPO ORDINARIO (25-8-2013)

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El texto evangélico es de Lc 13, 22-30 y dice lo siguiente:


“En aquel tiempo, Jesús, de camino hacia Jerusalén, recorría ciudades y aldeas enseñando. Uno le preguntó: -Señor, ¿serán pocos los que se salven? Jesús les dijo: -Esforzaos por entrar por la puerta estrecha. Os digo que muchos intentarán entrar y no podrán. Cuando el amo de la casa se levante y cierre la puerta, os quedaréis fuera y llamaréis a la puerta, diciendo: Señor, ábrenos; y él os replicará: No sé quiénes sois. Entonces comenzaréis a decir. Hemos comido y bebido contigo, y tú has enseñado en nuestras plazas. Pero él os replicará: No sé quiénes sois. Alejaos de mí, malvados. Entonces será el llanto y el rechinar de dientes, cuando veáis a Abrahán, Isaac y Jacob y a todos los profetas en el reino de Dios, y vosotros os veáis echados fuera. Y vendrán de Oriente y Occidente, del Norte y del Sur, y se sentarán a la mesa en el reino de Dios. Mirad: hay últimos que serán primeros, y primeros que será últimos”.


*Hoy preguntan a Jesús si son pocos los que se salvan. Jesús no responde directamente a la pregunta para indicarnos que lo importante no es cuántos se salven o no, sino si tú estás en el camino cierto o equivocado. Jesús nos habla de una puerta estrecha, de coherencia con lo que decimos creer; que a nuestro proclamar “Señor, Señor”, se corresponda una vida de búsqueda sincera de su voluntad; que las manifestaciones exteriores de la fe vayan acompañadas de las interiores.

La puerta es estrecha y es la entrada a la salvación. Muchos querrán entrar aduciendo sus obras y el haber conocido a Jesús, pero la autosuficiencia y el orgullo no permiten pasarla. No es Dios el que impide la salvación, sino el hombre quien puede rechazarla. A medida que reconocemos nuestra pequeñez, más grande se hace esa puerta; al hacernos pequeños crecemos a la medida de Cristo, crecemos según su amor. Aparentemente, fuera de él se abre un horizonte más grande, pero conduce al llanto y al rechinar de dientes.


* La lógica del Reino de Dios es distinta a la lógica de nuestro mundo. No entran en el Reino los poderosos o influyentes de nuestra sociedad, sino los que se esfuerzan por vivir el amor como actitud de su vida. Y sólo los que luchan pueden triunfar, puesto que la felicidad es un estado del alma al que sólo se llega después de mucho camino recorrido y de mucho esfuerzo acumulado.


* ¿Me esfuerzo en entrar por la puerta estrecha para salvarme? ¿Soy digno de que me abras la puerta cuando llame? ¿Intento vivir en humildad, siendo de los últimos y no de los primeros?

Señor, que yo ponga en ti toda mi esperanza ya que tú no defraudas a los que en ti confían. Por eso, ante la crudeza de tu amenaza tengo el consuelo de tu misericordia. Quiero que mi vida fructifique en obras de amor. Dios mío, confío en ti.


* María, tú como Madre, conoces mi debilidad. Tú sabes que me cuesta ser firme en mis principios. Por eso acudo a ti, para que no me falte nunca tu auxilio y ánimo en el camino de mi vida. Ayúdame a estar preparado para entrar por la puerta estrecha donde me espera tu Hijo.



Estos puntos ayudan a iniciar la reflexión, a partir de ahora esperamos vuestras aportaciones que nos abran nuevos horizontes y nos acerquen a una comprensión más completa de la Palabra. 

Muchas gracias a todos por vuestra participación.

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