viernes, 9 de diciembre de 2011

REFLEXIÓN EVANGÉLICA DEL 2º DÍA DEL TRIDUO

.

Ofrecemos hoy a los hermanos que no hayan podido asistir, la reflexión evangélica del 2º día de Triduo a Ntra. Sra. de Loreto.

En primer lugar, el predicador felicita a la Hermandad por la manera de llevar a cabo la liturgia: con seriedad, sosiego, proclamando y viviendo. Nos recuerda que “la liturgia realiza lo que hace”, que el único y gran sacerdote es Cristo, y que el ministro de la celebración representa a Cristo y con su palabra refleja la doctrina.

A continuación recuerda la solemnidad que se celebra hoy, la Inmaculada Concepción de la Virgen María, misterio que conocemos, que creemos, que se proclama y debe ser revelado.

Seguidamente repasa las tres lecturas de la celebración:
La primera lectura corresponde al capítulo 3 del libro del Génesis (Gen 3, 9-15.20) donde aparece la explicación de la tragedia del pecado.
Aunque la creación tenga su explicación científica, el Génesis nos hace un relato catequético sobre cómo Dios es el creador del universo, cómo creó al primer hombre, Adán, y cómo creó a la primera mujer, Eva, de la costilla del hombre. E incluso nos narra el primer piropo que se dijo a la mujer en la historia de la humanidad, cuando Adán al verla exclamó “ésta sí que es carne de mi carne y hueso de mis huesos”.
Luego relata cómo vino el pecado por la astucia del diablo que tentó a Eva, y que también nos tienta a nosotros, al igual que tentó a Jesús.
Tras el pecado sintieron miedo de Dios y reaccionan echándose la culpa uno a otra.
De todo esto concluimos que el pecado es un misterio que afecta a toda la humanidad. Y con esto surge el protoevangelio (el primer anuncio del Mesías), cuando Dios anuncia un combate entre la serpiente y la Mujer, y la victoria final de un descendiente de ésta: el Mesías.
También vemos en este pasaje como el hombre, tras el pecado no fue abandonado por Dios. Al contrario, Dios lo llama y le anuncia de este modo misterioso, la victoria sobre el mal y el levantamiento de su caída: porque Dios cuando anuncia un castigo, siempre da a entender que vendrá la misericordia.

La segunda lectura es un himno cristológico profundo, de la carta de San Pablo a los Efesios (Ef 1, 3-6. 11-12), con tres ideas claves para meditar, para hacer esta palabra viva en nosotros:
- que Dios nos ha bendecido, en Cristo, con toda clase de bienes espirituales y celestiales,
- que Dios nos ha destinado a ser hijos suyos; de ser esclavos pasamos a ser hijos en el Hijo, y,
- que nos ha elegido para que seamos santos en el amor.

El evangelio de San Lucas nos relata la anunciación del ángel a María (Lc 1, 26-38). Esta lectura está conectada con la primera lectura. En aquella aparecía Adán, en ésta se engendra el “nuevo Adán” en el seno de María, la mujer que sirve de conexión entre los dos.
Tras el saludo y el anuncio del ángel, viene sobre María el Espíritu Santo, que es la fuerza infinita, el beso y el abrazo de Dios.
Ante este misterio, María no sólo cree sino que se ofrece: aquí está la humilde, la insignificante, la pobre de Yahvé.
María se abandona por completo a Dios, y a nosotros nos entrega al Verbo de Dios hecho carne en su seno.

¿Qué sentimientos debemos sacar de esta celebración?
1) Sentimiento de alegría, gozo, consuelo, paz. Ante nuestros problemas y dificultades no debemos olvidar nunca que tenemos siempre a nuestro lado como Madre a una gran mujer, a una mujer única que no ha rozado el pecado, a una mujer que ha sido proclamada en las Escrituras como “la alegría de Israel” porque al igual que Judit libró a Israel de su enemigo el general Holofernes, María, con su “sí”, nos ha librado de nuestro enemigo, el pecado. Y alegría, porque igual que María, tú eres amado por Dios desde toda la eternidad.
María, en el cántico del Magnificat proclama: “me llamarán bienaventurada todas las generaciones”. Y esto es lo que hacemos en esta fiesta de la Inmaculada Concepción, desde el año 1854 que se definió el dogma. Desde entonces, como Pío IX, proclamamos y declaramos que fue libre de la culpa del pecado original como privilegio excepcional y todo por los méritos del Señor; y esta doctrina debe ser revelada a todo el mundo.
Otro motivo grande para tener alegría: ver que es bendita una criatura de nuestra raza.

2) Conversión. Todos nos tenemos que convertir porque todos estamos necesitados de conversión.
Debemos allanar nuestros senderos rebajando los montes de nuestro orgullo y nuestra soberbia. La humildad es lo que Dios quiere de nosotros, para creer hay que ser humilde. Y debemos reconocer nuestras cualidades para agradecérselas a Dios, no para vanagloriarnos.

3) Dios nos llama a la santidad, la santidad es para todo el mundo.
En el AT se nos recomendaba que debíamos buscar la santidad.
En el NT nos dice Jesús “sed perfectos como vuestro Padre celestial es perfecto”.
San Pablo nos dice que ésta es la voluntad de Dios, que seamos santos.
Y en la Lumen Gentium (Constitución dogmática sobre la Iglesia), hablando sobre la vocación a la santidad, nos dice: todos los fieles cristianos, de cualquier estado y condición, están invitados y obligados a la santidad.
Y ¿qué es ser santos? Pues ni más ni menos que hacer, milagrosamente, las cosas de cada día (los esposos, los célibes, los religiosos...., cada uno su tarea bien hecha); tener humildad y un corazón que no quepa en el pecho.

Por último, el predicador nos aconseja que acudamos a Nuestra Señora de Loreto en su Soledad, a ella que vivió la verdadera soledad en el Calvario con una tristeza infinita. Que le supliquemos diciéndole que nos vemos ante los problemas de este mundo pobres, débiles, solos, desamparados...
Y que escuchemos su voz de Madre que nos dice: teniendo capacidad para amarme no te importe nada más..., si tienes el corazón grande con eso te basta..., al final de la vida serás examinado en el amor.

Que la Virgen de Loreto nos proteja y nos bendiga.


El Equipo de Formación.
.

No hay comentarios: