miércoles, 26 de octubre de 2011

EL EVANGELIO DEL DOMINGO:31º DEL TIEMPO ORDINARIO (30-10-2011)

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El texto evangélico es de Mt 25, 1-12 y dice lo siguiente:

“En aquel tiempo Jesús, dirigiéndose a la multitud y a sus discípulos, dijo: ---En la cátedra de Moisés se han sentado los letrados y los fariseos. Lo que os digan ponedlo por obra, pero no los imitéis; pues dicen y no hacen. Lían fardos pesados, difíciles de llevar, y se los cargan en la espalda a la gente, mientras ellos se niegan a moverlos con el dedo. Todo lo hacen para exhibirse ante la gente: llevan cintas anchas y borlas llamativas en sus mantos. Les gusta ocupar los primeros puestos en las comidas y los primeros asientos en las sinagogas; que los salude la gente por la calle y los llamen maestros. Vosotros no os hagáis llamar maestros, pues uno solo es vuestro maestro, mientras que todos vosotros sois hermanos. En la tierra a nadie llaméis padre, pues uno solo es vuestro Padre, el del cielo. Ni os llaméis jefes, pues vuestro jefe es uno sólo, el Mesías. El mayor de vosotros sea vuestro servidor. Quien se ensalza será humillado, quien se humilla será ensalzado.”


* El evangelio de hoy nos presenta uno de los grandes peligros de la vida cristiana: la hipocresía. Mirar más a lo externo y a la fachada que a lo auténtico. Buscar las reverencias y alabanzas de los demás. Cargar fardos sólo a los demás. Ser demasiado superficiales, vivir una religión de apariencias y no vivir la profundidad del seguimiento. Vivir un cristianismo que se pierde en los momentos difíciles.

* Nuestra vida cristiana, por el contrario, debe ser una vida en la que se muestre el amor. Una vida llena de humildad, autenticidad, coherencia, sencillez, sinceridad. Un reto difícil, pero para el que contamos con una gran ayuda, la gracia de Dios.

* Señor, la humildad y el amor están en los cimientos de tu mensaje de salvación. Las falsas apariencias te repugnan. ¿Qué me importa la opinión de la gente? ¡Que nunca haga nada por el qué dirán, y sólo me guíe lo que tú quieres que haga! Mi único maestro, padre, consejero eres tú. Y quiero ser tu servidor y el de los demás.

* María, modelo de humildad, ayúdame a imitarte para que mi vida sea un reflejo de tus virtudes.



Estos puntos ayudan a iniciar la reflexión, a partir de ahora esperamos vuestras aportaciones que nos abran nuevos horizontes y nos acerquen a una comprensión más completa de la Palabra.

Muchas gracias a todos por vuestra participación.
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