jueves, 5 de mayo de 2011

EL EVANGELIO DEL DOMINGO: 3º DE PASCUA (8-5-2011)

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El texto evangélico es de Lc 24, 13-35 y dice lo siguiente:

“Aquel mismo día, dos de ellos iban a una aldea llamada Emaús, distante a unas dos leguas de Jerusalén. Iban comentando todo lo sucedido. Mientras conversaban y discutían, Jesús en persona los alcanzó y se puso a caminar con ellos. Pero ellos tenían los ojos incapacitados para reconocerlo. Él les preguntó: ---¿De qué vais conversando por el camino? Ellos se detuvieron con semblante afligido, y uno de ellos, llamado Cleofás, le dijo: ---¿Eres tú el único forastero en Jerusalén, que desconoce lo que ha sucedido allí estos días? Jesús preguntó: ---¿Qué cosa? Le contestaron: ---Lo de Jesús de Nazaret, que era un profeta poderoso en obras y palabras ante Dios y ante todo el pueblo. Los sumos sacerdotes y nuestros jefes lo entregaron para que lo condenaran a muerte, y lo crucificaron. ¡Nosotros esperábamos que él fuera el liberador de Israel!, pero ya hace tres días que sucedió todo esto. Es verdad que unas mujeres de nuestro grupo nos han alarmado; ellas fueron de madrugada al sepulcro, y al no encontrar el cadáver, volvieron diciendo que se les habían aparecido unos ángeles asegurándoles que él está vivo. También algunos de los nuestros fueron al sepulcro y encontraron todo como habían contado las mujeres; pero a él no lo vieron. Jesús les dijo: ---¡Qué necios y torpes para creer cuanto dijeron los profetas!¿No tenía que padecer eso el Mesías para entrar en su gloria? Y comenzando por Moisés y siguiendo por todos los profetas, les explicó lo que en toda la Escritura se refería a él. Se acercaban a la aldea adonde se dirigían, y él fingió seguir adelante. Pero ellos le insistieron: ---Quédate con nosotros, que se hace tarde y el día va de caída. Entró para quedarse con ellos; y, mientras estaba con ellos a la mesa, tomó el pan, lo bendijo, lo partió y se lo dio. Entonces se les abrieron los ojos y lo reconocieron. Pero él desapareció de su vista. Se dijeron uno al otro: ---¿No se abrasaba nuestro corazón mientras nos hablaba por el camino y nos explicaba la Escritura? Al punto se levantaron, volvieron a Jerusalén y encontraron a los Once con los demás compañeros, que decían: ---Realmente ha resucitado el Señor y se ha aparecido a Simón. Ellos por su parte contaron lo que les había sucedido en el camino y cómo lo habían reconocido al partir el pan.”


* El relato que hoy leemos en el evangelio puede ilustrarnos sobre muchos aspectos de nuestra vida. No siempre las cosas salen como uno espera y entonces puede parecer que Dios está ausente.

Como los dos discípulos que marchaban tristes a Emaús. No entienden el dolor, la muerte de Jesús, por eso no están preparados para aceptar su resurrección. Mientras conversan entre ellos no obtienen luz. Ésta les viene cuando empiezan a escuchar la enseñanza de Cristo.

Y practican con Jesús el don de la hospitalidad, le acogen. Ahí Jesús se les manifiesta más plenamente, les deja su regalo más grande: su presencia en la eucaristía.

* ¿Son mis ojos capaces de reconocer a Jesús? Debo reconocerlo en su palabra, en su comida o eucaristía y en todo el que me necesita.

¿Le invito yo cada día a que me acompañe, a que se quede conmigo? El encuentro con Jesús es el que me da fuerzas, el que me ilumina para comprender sus designios, el que disipa mis temores.

* Jesús, compañero de camino: tú me sales al encuentro en mis dudas y vacilaciones, en mis desalientos, en mis huídas...Que tu Palabra ilumine mi mente y haga arder mi corazón para que mis pasos vayan a tu lado, por los caminos de la luz y del amor.

* María, en nuestras dificultades, danos el consuelo de Jesús, única luz verdadera que puede iluminar los sufrimientos y dar un sentido a todas las situaciones de nuestra vida.


Estos puntos ayudan a iniciar la reflexión, a partir de ahora esperamos vuestras aportaciones que nos abran nuevos horizontes y nos acerquen a una comprensión más completa de la Palabra.
Muchas gracias a todos por vuestra participación.
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