domingo, 29 de mayo de 2011

DIARIO DE UNA ADOPCIÓN DESDE NICARAGUA (V)

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Hola de nuevo familia, aquí estoy como os dije, escribiendo la última carta del Diario de una adopción en Nicaragua.
Me despedí en la última carta diciendo que estábamos disfrutando de los últimos días, yá con la tranquilidad de que todo estaba arreglado, pero no fué así. A tres días vista de la vuelta a casa, tuvimos que auténticar tres de los documentos más importantes que llevábamos, porque en la Embajada nos dijeron que sin ésto, no servían para nada en España. Nos pusimos manos a la obra y gracias de nuevo a nuestra abogada, los pudimos tener a tiempo.
Bién, llegó el día de la partida y tras una triste despedida con nuestros amigos y compañeros en esta experiencia, Isidro, Elena y su hija Teresita, deseándoles que todos les fuera bién y pronto nos viéramos en España, nos fuímos hacia el Aeropuerto.
Allí tuvimos que pasar otro mal rato, porque nos tocó el "listo de turno" en el Departamento de Inmigración de la puerta de embarque, que estuvo leyendo y releyendo nuestros documentos de adopción en varias ocasiones y hasta que no se quedó tranquilo de que Manuela era nuestra hija, no nos dejaron embarcar. A eso le tuvimos que sumar que el avión llegaba con más de una hora de retraso y ésto suponía que podíamos perder el avión que nos llevaría a Madrid.
¡Que locura, que tensión, que nervios!, ¿cuando terminará ésto?.
Llegamos a S. Salvador y salimos corriendo por los pasillos del aeropuerto buscando la puerta de embarque de nuestro próximo avión, cuando oímos, ¡gracias a dios!, ¿Sres. Jiménez Millán?, sí, sí, somos nosotros, vamos que les estábamos esperando. ¡Menos mal!, allí estaban todavía esperándonos. Corriendo pasamos y ¡ya está!, vamos para España, ¡que descanso!.
El vuelo creíamos que iba a ser un poco problemático debido a que pensábamos que la niña no aguantaría tantas horas, pero cual fué nuestra sorpresa que se las tiró todas durmiendo, increíble, ¡es un sol!. Llegamos a Madrid y en poco más de una hora cogimos el vuelo hacia Jerez. ¡Que nervios!, ¿estarán esperándonos en el Aeropuerto para recibirnos?. Nos dijeron que nos iban a preparar una biénvenida sonada.
¡Ya está, hemos llegado!, pisamos el suelo de la pista de aterrizaje y volvimos nuestras miradas a las cristaleras de la terminal. ¡Allí estaban!, no se apreciaba bién, pero saludaba mucha gente y algunos portaban pancartas. Mientras que recogíamos las maletas se oían las voces y cánticos de algunos niños diciendo: ¡que salga Manuela, que salga Manuela!, ¡que risas!. La gente escuchaba, miraba y se preguntaban...¿quienes son, que pasa?.
Ya estamos, la puerta se abre y ¡que sorpresa!, ¡cuanta gente!, ¡cuantas pancartas!, familiares, amigos y vecinos se agolpaban aplaudiendo nuestra llegada. Intentamos mirar a todos pero no nos dió tiempo, enseguida comenzaron los abrazos y los besos, las lágrimas empezaron a brotar en muchos de los que estábamos allí. ¡Que subidón!. Cuando se tranquilizó un poco la cosa, lo que yo estaba deseando era presentarle a mi madre a su nueva nieta, una nieta que quería darle desde hacía muchos años y que por fín pude ver cumplido mi sueño antes de que ella se me fuera para siempre. Ahora deseo que pueda disfrutar de Manuela durante muchos años más.
Los primeros días en casa han sido una locura, entre llamadas y visitas, no hemos parado. Pero, bién recibidas fueron, porque eso nos demostró que la gente de nuestro alrededor nos quería bastante y que veían cumplidos nuestros sueños. Así nos lo han demostrado hasta el día de hoy y siguen haciéndolo.
De Manuela, deciros que sigue siendo una niña muy buena y que solo ha notado el cambio reflejándose en varios resfriados, una gastroenteritis y alguna pequeña infección en la piel. Pero ya estamos sanos, disfrutando de ella día a día y descubriendo los cambios en su crecimiento poco a poco.
Ha pasado su primera Semana Santa y su primera Feria de maravilla, parece que hubiese nacido aquí y lo llevase en sus genes. La lástima es que no he podido ver cumplido mi deseo de meterme debajo de las trabajaderas del trono de mi Virgencita para agradecerle el regalo que nos había hecho después de tantos años pidiéndoselo. ¡Que se le va a hacer!, las inclemencias del tiempo no lo quisieron. Pero no pasa nada, el año que viene lo cogeré con más ilusión y podré enseñarle a mi Manuela lo grande que es la Fé y las cosas que se pueden conseguir con ella, si la vives desde lo más profundo de tu corazón.
Termino con ésta historia y ésta experiencia, esperando que os haya llenado tanto como a mí, no sin antes deciros que el día 26 de Junio, veré cumplirse otro de mis deseos, el bautizar a mi hija Manuela a los pies de mi Virgencita y en mi Parroquia.
Muchos besos y abrazos para todos, incluidos Isidro, Elena y Teresita, de parte de Manuela, Loli y Julio. Hasta siempre familia.
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