miércoles, 5 de enero de 2011

EL EVANGELIO DEL DOMINGO: 1º DEL TIEMPO ORDINARIO

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FIESTA DEL BAUTISMO DEL SEÑOR  (9-1-11)


El texto evangélico es de Mt 3, 13-17 y dice lo siguiente:

“Entonces fue Jesús desde Galilea al Jordán y se presentó a Juan para que lo bautizara. Juan se resistía diciendo: ---Soy yo quien necesito que tú me bautices, ¿y tú acudes a mí? Jesús le respondió: ---Ahora haz lo que te digo pues de este modo conviene que realicemos la justicia plena. Ante esto Juan aceptó. Después de ser bautizado, Jesús salió del agua y en ese momento se abrió el cielo y vio al Espíritu de Dios que bajaba como una paloma y se posaba sobre él. Se escuchó una voz del cielo que decía: ---Éste es mi Hijo querido, mi predilecto.”

* Jesús inicia su vida pública bautizándose. Jesús asume su misión y se mezcla con el pueblo, sin privilegios, sin distinción; con toda humildad se pone en la fila de los pecadores para bautizarse (sin necesitarlo), cumple con lo que Dios quiere, se hace solidario con los pecadores, les muestra y abre el camino de la voluntad de Dios, se bautiza en señal de consagración a Dios.
Señor, tú eres el único justo y yo el pecador. Que sepa escucharte y convertirme. Que tu Palabra no me entre por un oído y me salga por otro, sino que entre en mi vida y me transforme

* Jesús, como uno más, se somete a las disposiciones que eran válidas para los judíos en esa etapa de la historia de la salvación. Y lo hace para mostrarnos que esa etapa que Él comienza, está en continuidad con la anterior. Juan Bautista es la figura que hace de nexo entre la Antigua y la Nueva Alianza.
Señor, que sepa obedecer y someterme a las disposiciones concretas que me tú me das  y que me da mi Madre,  la Iglesia.

* Dios se manifiesta designando a Jesús como “Hijo amado”, hijo de la divinidad, hombre y Dios; es investido para comenzar su misión por el Padre y el Espíritu Santo.

* Señor, en mi bautismo, obra de Dios, me limpiaste del pecado y me llenaste de gracia haciéndome tu hijo. ¿Soy consciente de lo que ese día hizo Dios en mí?
Este es un buen momento para renovar las promesas bautismales: ¿Creo en Jesús, le sigo, cumplo su voluntad?.

* María, enséñame a escuchar la Palabra de tu Hijo como tú lo hiciste, con atención, obediencia y respeto, para que así cale mejor en mi corazón.




Estos puntos ayudan a iniciar la reflexión, a partir de ahora esperamos vuestras aportaciones que nos abran nuevos horizontes y nos acerquen a una comprensión más completa de la Palabra.
Muchas gracias a todos por vuestra participación.
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