jueves, 13 de septiembre de 2012

EL EVANGELIO DEL DOMINGO: 24º DEL TIEMPO ORDINARIO (16-9-2012)

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El texto evangélico es de Mc8, 27-35 y dice lo siguiente:



“ En aquel tiempo, Jesús emprendió el viaje con sus discípulos hacia las aldeas de Cesarea de Felipe. Por el camino preguntó a los discípulos: -¿Quién dice la gente que soy yo? Le respondieron:--Unos que Juan el Bautista, otros que Elías, otros que uno de los profetas. Él les preguntó: -Y vosotros, ¿quién decís que soy yo? Respondió Pedro: -Tú eres el Mesías. Entonces les ordenó que a nadie hablaran de esto. Y empezó a explicarles que el Hijo del Hombre tenía que padecer mucho, ser condenado por los ancianos, los sumos sacerdotes y los escribas, ser ejecutado y después de tres días resucitar. Se lo explicaba con toda claridad. Pero Pedro se lo llevó aparte y se puso a reprenderlo. Mas él se volvió y, viendo a los discípulos, reprendió a Pedro: -¡Aléjate de mi vista, Satanás! Tus pensamientos son los de los hombres, no los de Dios. Y llamando a la gente con los discípulos, les dijo:--Quien quiera seguirme, que se niegue a sí mismo, que cargue con su cruz y me siga. Quien se empeñe en salvar su vida, la perderá; quien la pierda por mí y por el Evangelio, la salvará”.


* ¿Quién es Jesús para mí? Quienquiera que lea el evangelio de hoy no puede dejar de formularse esta pregunta. Pedro la respondió acertadamente. Nuestra respuesta no debe ser sólo creer que Jesús es el Mesías (como recitamos en el Credo). Porque confesar que Jesús es el Mesías supone una adhesión a su persona, es reconocer que nuestra salvación depende totalmente de Él; por eso, creer en Él es querer estar en todo momento a su lado, es seguirle.


* El verdadero discípulo es el que va detrás del maestro, el que sigue sus huellas. Si Jesús anuncia la cruz, el discípulo ya sabe cuál es el camino. Jesús no engaña.
Y yo, ¿detrás de quien voy?, ¿del que me halaga el oído?, ¿del que me da siempre la razón?, ¿del que me anuncia una religión sin riesgos ni renuncias?, ¿del que me anuncia a un dios de juguete que puedo esconder o sacar, provocar o calmar?.
No, Señor Jesús, tú me llamas a que sea tu discípulo. Pero no me engañas. Me lo dices muy claro: ”el que quiera seguirme que cargue con su cruz”; luego me dices: “ponte detrás de mí; sígueme”.


* Señor, ¿me preguntas quien eres tú para mí? Tú lo sabes todo, tú sabes que te quiero: eres mi Señor y mi Dios, mi Maestro y mi único Amigo de verdad, en quien puedo descansar sin ningún temor. Quiero seguirte a donde quiera que vayas, negándome a mí mismo, cargando con mi cruz a tu lado: así, hasta que te dé el abrazo definitivo al otro lado de esta vida.


* María, dame fuerzas para testimoniar con mi vida, con mis obras que tu Hijo es el Mesías y yo un discípulo suyo.



Estos puntos ayudan a iniciar la reflexión, a partir de ahora esperamos vuestras aportaciones que nos abran nuevos horizontes y nos acerquen a una comprensión más completa de la Palabra.
Muchas gracias a todos por vuestra participación.

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