jueves, 20 de septiembre de 2012

EL EVANGELIO DEL DOMINGO: 25º DEL TIEMPO ORDINARIO (23-9-2012)

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El texto evangélico es de Mc 9, 30-37 y dice lo siguiente:



“En aquel tiempo, Jesús y sus discípulos se marcharon de la montaña y atravesaron Galilea; no quería que nadie se enterase, porque iba instruyendo a sus discípulos. Les decía: -El Hijo del Hombre va a ser entregado en manos de hombres que le darán muerte; después de morir, al cabo de tres días, resucitará. Ellos, aunque no entendían el asunto, no se atrevían a preguntarle. Llegaron a Cafarnaún y, ya en casa, les preguntó: -¿De qué hablabais por el camino? Se quedaron callados, pues por el camino iban discutiendo quién era el más importante. Jesús se sentó, llamó a los Doce, y les dijo: -El que quiera ser el primero, que se haga el último de todos y el servidor de todos. Después llamó a un niño, lo colocó en medio de ellos, lo abrazó y les dijo: -Quien acoja a uno de estos niños en mi nombre, a mí me acoge. Quien me acoge a mí, no es a mí a quién acoge, sino al que me ha enviado”.


* Hoy Jesús anuncia, por segunda vez, que “el Hijo del Hombre va a ser entregado en manos de los hombres y lo matarán”. La semana pasada veíamos como Pedro no era capaz de entender ese anuncio. La insistencia de Jesús, al hacerlo de nuevo, nos indica la dificultad que tenemos para asumir el misterio de la cruz; nos cuesta dejar que la cruz esté presente en nuestra vida, nos da miedo las renuncias que pueda suponer esta realidad, nos duele el esfuerzo de seguir a Jesús.


* Por otra parte, vemos cómo los discípulos no sólo desatienden el anuncio de la pasión de Jesús, sino que se ponen a pensar en un sentido totalmente contrario, discutiendo sobre quién era el más importante. Este es un peligro de todos los cristianos: llevar una conversación paralela a la que mantenemos con Jesús.
Los discípulos de Jesús son como nosotros. Por una parte generosos, por la otra esconden sus intereses. Por un lado idealistas, por el otro materialistas. Con los labios dicen a Jesús que sólo Él llena sus idas, pero en realidad van buscando el poder.
El evangelio desenmascara a los discípulos y a nosotros. Jesús habla con claridad: el que quiera ser el primero, que sea el servidor de todos. Jesús proclama la renuncia al fasto, a la fama, al poder..., y el servicio a los últimos. La primacía no está en la comparación con los demás, por los cargos, sino en la cercanía a Jesús, que se manifiesta en el servicio. Eso es entender la vida desde Dios.


* Señor, qué incomprensible la actitud de tus discípulos, discutiendo quien era el más importante, mientras tú les hablabas de que ibas camino del calvario. Qué incomprensible mi actitud similar a veces.
Yo quiero ser tu discípulo, el último de todos, sin grandes ambiciones, como uno de los niños a quienes acoges y abrazas.


* María, Madre de Jesús y Madre mía, llévame de tu mano como a un niño pequeño y condúceme hacia la senda del servicio a los demás, a seguir las huellas de tu Hijo Jesús.



Estos puntos ayudan a iniciar la reflexión, a partir de ahora esperamos vuestras aportaciones que nos abran nuevos horizontes y nos acerquen a una comprensión más completa de la Palabra.
Muchas gracias a todos por vuestra participación.

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