viernes, 24 de agosto de 2012

EL EVANGELIO DEL DOMINGO: 21º DEL TIEMPO ORDINARIO (26-8-2012)

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El texto evangélico es de Jn 6, 60-69 y dice lo siguiente:


“En aquel tiempo, muchos discípulos de Jesús, al oírlo, dijeron: -Este modo de hablar es duro: ¿quién puede hacerle caso? Adivinando Jesús que sus discípulos lo criticaban, les dijo: -¿Esto os hace vacilar? ¿y si vierais al Hijo del Hombre subir a donde estaba antes? El Espíritu es quien da vida, la carne no sirve de nada. Las palabras que os he dicho son espíritu y vida. Y con todo, algunos de vosotros no creen. Pues Jesús sabía desde el principio quiénes no creían y quién lo iba a entregar. Y dijo: -Por eso os he dicho que nadie puede venir a mí, si el Padre no se lo concede. Desde entonces, muchos de sus discípulos se echaron atrás y no volvieron a ir con él. Entonces Jesús dijo a los Doce: -¿También vosotros queréis marcharos? Simón Pedro le contestó: -Señor, ¿a quién vamos a acudir? Tú tienes palabras de vida eterna; nosotros creemos y sabemos que tú eres el Santo consagrado por Dios.”

* Este evangelio duele porque parece que a Jesús, al final, todos le dejamos solo. Le dejamos solo porque nos interesa más ocupar una buena posición que quedarnos con los que no cuentan. Le dejamos solo porque decimos que es un soñador cuando el evangelio se pone exigente. Le dejamos solo porque no nos interesa que nos lleven de boca en boca por causa del evangelio. Le dejamos solo porque hoy no está bien visto identificarse como discípulo suyo. ¿Dirías tú, como Pedro, “adónde vamos a ir, si sólo tú tienes palabras de vida eterna”?
Sí, Señor, sólo tú. Ni los grandes banqueros, ni los grandes filósofos, ni los grandes artistas, ni los grandes políticos que nos piden que les sigamos con fe absoluta. Sólo tú, Señor, tienes la llave de la vida en plenitud.


* Jesús en este texto nos plantea la alternativa de seguirle o no. Pedro tiene el empuje de responder positivamente. Los que deciden irse han sido tocados por la palabra sólo exteriormente y perseveraron mientras fueron alimentados corporalmente. Por el contrario, Pedro ha vivido interiormente los acontecimientos. Sin comprender todo lo que Jesús dice, ha entendido que era verdad y quiere permanecer al amparo de esa verdad que ilumina su vida. Las palabras de Jesús, que son espíritu y vida, han despertado en él, el apetito de saber más. Pedro acepta ese reto y quiere seguir junto al Señor.
En nosotros, cuando comulgamos, se acrecienta como en Pedro nuestra capacidad para responder a Dios. En cada comunión se nos llama a una intimidad mayor con Cristo, a vivir con mayor profundidad nuestra relación con Él. La Eucaristía nos introduce en el dinamismo de la vida de Cristo, tiene el poder de transformarnos y nos conduce a un crecimiento en la santidad.
La respuesta de Pedro nos muestra el camino: esperarlo todo del Señor y empeñarnos en permanecer a su lado, a pesar de la incomprensión y del abandono de muchos.


* Señor, lo que paso entonces sigue ocurriendo hoy: muchos te dejan porque, engañados por el mundo y la carne, por lo material, creen que seguirte es de idiotas. Pues yo quiero ser ese idiota que desprecio lo que ofrece el mundo y sus engaños y me agarro fuertemente a tu mano. Con Pedro te pregunto: ¿A quién voy a ir lejos de ti? Y me respondo aclamándote: ¡Tú tienes palabras de vida eterna!


* María, que la reflexión de este evangelio me invite a reafirmar mi adhesión a tu Hijo Jesús, presente en la Eucaristía.



Estos puntos ayudan a iniciar la reflexión, a partir de ahora esperamos vuestras aportaciones que nos abran nuevos horizontes y nos acerquen a una comprensión más completa de la Palabra.
Muchas gracias a todos por vuestra participación.

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