jueves, 17 de mayo de 2012

EL EVANGELIO DEL DOMINGO: SOLEMNIDAD DE LA ASCENSIÓN DEL SEÑOR (20-5-2012)

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El texto evangélico es de Mc 16, 15-20 y dice lo siguiente:



“En aquel tiempo, se apareció Jesús a los once y les dijo: Id por todo el mundo proclamando la Buena Noticia a toda la humanidad. Quien crea y se bautice se salvará; quien no crea se condenará. A los creyentes acompañarán estas señales: en mi nombre expulsarán demonios, hablarán lenguas nuevas, agarrarán serpientes; si beben algún veneno, no les hará daño; impondrán las manos sobre los enfermos y se sanarán. El Señor Jesús, después de hablar con ellos, fue llevado al cielo y se sentó a la derecha de Dios. Ellos salieron a predicar por todas partes, y el Señor los asistía y confirmaba la Palabra con las señales que la acompañaban.”


* La ascensión de Jesús al cielo cierra su itinerario terreno, concluye la misión de Jesús en la tierra y comienza la misión de la Iglesia: trabajar por la llegada del Reino de Dios.
Jesús antes de marcharse nos deja a cargo de su Reino, que ya ha comenzado, para predicar la salvación que Él nos trajo, la conversión y el perdón de los pecados. Esta es nuestra misión.
Y ante este envío, no debemos permanecer inactivos, con la mirada y la mente en las nubes, tenemos una responsabilidad que el Señor nos ha confiado.


* Jesús sube al cielo pero no abandona a los hombres, desde allí conduce el crecimiento de la Iglesia. Mientras nosotros le adoramos aquí en la tierra, Él intercede por nosotros en el cielo.
Esto nos llena de una profunda confianza que, lejos de evadirnos de nuestros compromisos cotidianos, nos impulsa a vivir con mayor intensidad según el amor que hemos conocido en Jesús.


* Jesús, te vas, pero te quedas conmigo. Eres el amigo siempre fiel en el que puedo descansar. Me envías al mundo a ser tu testigo, para que tantos bienes que ofreces al mundo lleguen a toda la humanidad. Pero me garantizas tu compañía “yo estaré contigo todos los días”. ¡Que alegría contar cada día con tu presencia en mi vida!


* Jesús, en este día en que el Padre te exalta, sentándote a su derecha, le doy gracias a Dios y con esta oración te pido:

Llévame en tu compañía,
donde tú vayas, Jesús,
porque bien sé que eres tú
la vida del alma mía;
si tú, vida no me das,
yo sé que vivir no puedo,
ni si yo sin ti me quedo,
ni si tú sin mí te vas.


* María, alégrate y goza por la ascensión de tu Hijo al cielo, y ayúdame a cumplir todo lo que Él me ha mandado.



Estos puntos ayudan a iniciar la reflexión, a partir de ahora esperamos vuestras aportaciones que nos abran nuevos horizontes y nos acerquen a una comprensión más completa de la Palabra.
Muchas gracias a todos por vuestra participación.


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