viernes, 27 de agosto de 2010

EL EVANGELIO DEL DOMINGO: 22º DEL TIEMPO ORDINARIO (29-8-2010)

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El texto evangélico es de Lc 14, 1.7-14 y dice lo siguiente:

Un sábado que entró a comer en casa de un jefe de fariseos, ellos lo vigilaban. Observando cómo escogían los puestos de honor, dijo a los invitados la siguiente parábola: -Cuando alguien te invite a una boda, no ocupes el primer puesto; no sea que haya otro invitado más importante que tú y el que os invitó a los dos vaya a decirte que le cedas el puesto al otro. Entonces, abochornado, tendrás que ocupar el último puesto. Cuando te inviten, ve y ocupa el último puesto. Así, cuando llegue el que te invitó, te dirá: Amigo, sube a un puesto superior. Y quedarás honrado en presencia de todos los invitados. Pues quien se ensalza será humillado, y quien se humilla será ensalzado. Al que lo había invitado le dijo: ---Cuando ofrezcas una comida o una cena, no invites a tus amigos o hermanos o parientes o a los vecinos ricos; porque ellos a su vez te invitarán y quedarás pagado. Cuando des un banquete, invita a pobres, mancos, cojos y ciegos. Dichoso tú, porque ellos no pueden pagarte; pero te pagarán cuando resuciten los justos.

* Dios es pura gratuidad, por eso quien vive y transmite esa misma gratuidad se acerca al corazón de Dios. Poco da el que ofrece sólo lo que le sobra. La verdadera grandeza del alma consiste en compartir lo que se tiene y lo que se es. La generosidad es una hermosa virtud que embellece el alma de quien la practica.

* Señor, sé que debo tener humildad para que tú me ensalces. Sé que no debo esperar recompensa a mis actos, porque la mejor recompensa es la que me puedes dar tú y no los hombres. Sé que debo aspirar a los bienes celestiales y no a los terrenos. Sé que debo vivir la opción preferencial por los pobres, haciendo así el bien a tus predilectos que no podrán pagármelo en esta vida. Sé que quieres que viva con los pies en el suelo y el corazón en el cielo.
Pero también sé que mis comportamientos denotan con frecuencia egoísmo e intereses personales. También sé que con frecuencia actúo de cara a la galería. También sé que en eso hay mucha mezquindad y vacio.
Colma tú, Señor, mi “nada” con el “todo” de tu amor solidario, para que aprenda a compartir.

* María, que yo sepa vivir con la generosidad que derrochaste en tu vida.



Estos puntos ayudan a iniciar la reflexión, a partir de ahora esperamos vuestras aportaciones que nos abran nuevos horizontes y nos acerquen a una comprensión más completa de la Palabra.
Muchas gracias a todos por vuestra participación.
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