domingo, 28 de junio de 2009

ULTIMA PONENCIA DEL TRIPTICO EUCARISTICO

. A continuación os traemos integra la última ponencia del Tríptico Eucaristico que estuvo este pasado Viernes a cargo de nuestro hermano y Diácono Permanente adjunto a la Parroquia de San Pedro y Delegado Espiritual de nuestra Hermandad.Enrique Rguez Salas "EL CULTO EUCARÍSTICO COMO EJE DE LA VIDA DEL CRISTIANO" LA EUCARISTIA, FUENTE DE VIDA LA EUCARISTIA, LUGAR ENTRAÑABLE DE ENCUETRO No se llega a la Eucaristía de cualquier manera, se necesita una preparación interior y una disponibilidad para el servicio. Muchos comen su propia cena, pero no la Cena del Señor. Es lo que ocurría en la comunidad de Corinto, Pablo escribe en la 1ª carta a esta comunidad: “Cuando os reunís, pues, en común, seo ya no es comer la Cena del Señor; porque cada uno come primero su propia cena, mientras uno pasa hambre, otro se embriaga (1 Co 11,20s). Este fuerte sentido individualista es todo lo contrario a la Cena del Señor. No se llega a la Eucaristía como forastero, de visita, que llega y se va sin conectar con nadie. A la Eucaristía le precede un largo camino, es el itinerario de la Palabra de Dios, el camino de la oración profunda y los distintos pasos que hay que dar en el amor al hermano, caminos que conducen a la Mesa de la intimidad del Maestro con los discípulos y de los discípulos con el Maestro. A la Eucaristía se llega con el corazón lleno de agradecimiento, haciendo fiesta por lo que nuestra fe comunitaria celebra. No se trata de “ir a misa”, de cumplir una obligación. Se trata de poner el corazón y de vivir el acontecimiento central de la Historia. Se trata de hacer vida hoy la muerte y resurrección del Señor, “Anunciamos tu muerte, proclamamos tu Resurrección…” Cuando no hay fe en el corazón surgen los pretextos: “me aburro”, “salgo igual”, no me dice nada”, es toda una manera de justificar la falta de compromiso. La Eucaristía necesita ojos para ver, oídos para escuchar, alma para sentir, corazón para amar, espíritu para la gratuidad, se necesita…estar enamorado de Jesús y su proyecto. A la Eucaristía se llega después de un largo recorrido. Después de haber llegado hasta la noche inolvidable del Jueves Santo, donde Jesús, el Maestro, se sienta con los suyos a la mesa, le lava los pies, y con gran deseo de amar, darse y despedirse, parte el pan y pasa la copa, dejándoles este encargo: “Haced esto en memoria mía” (Lc 22, 19). Todo el misterio de un amor está encerrado en esta cena, donde uno le va a traicionar, otro le va a negar, otros van a huir y otro le va a seguir hasta los pies de la Cruz. Se llega a la Eucaristía después de haber subido al monte Calvario y haber contemplado tanta sangre derramada por amor para la salvación de los hombres. Se llega a la Eucaristía después de haber sido testigo en fe de la resurrección del Señor. Se llega a la Eucaristía cuando todo este misterio de amor lo llevamos en el corazón y darnos gracias a Dios. La Eucaristía es ese lugar entrañable de encuentro con Dios y con los hermanos. Momento de callar, de adorar, de renovar mi entrega a Dios, de quedarme en comunión con Jesús y la Trinidad, pues donde está el hijo está el Padre y el Espíritu Santo. A la Eucaristía hay que ir sin prisa, a estar tranquilo, sereno, pacífico, por largo rato, porque se ama a Jesús. Adorar en la Eucaristía da paz, quita nervios, calma tensiones, soluciona problemas, da fuerza interior, alivia cansancios. Adorar en la Eucaristía es tener ese encuentro entrañable donde descubrimos a un Dios amor, tan cercano al hombre, que ha puesto su tienda entre los hombres. La Eucaristía se prolonga en la vida. LA EUCARISTIA, ES MILAGRO CONTINUO DE PRESENCIA DE DIOS ENTRE NOSOTROS. Jesús, el líder de la Historia, nos dijo un día, poco antes de terminar su caminar entre nosotros: “Yo estaré con vosotros hasta el final de los tiempos”. Era una sentencia que incluía una alternativa de amor y de compromiso, de garantía y de riesgo, de descanso y de trabajo. Pero ¿Cómo había de ser esa presencia? La forma era tan inentendible para aquellos hombres que pensar vivir junto a Él no llegó a comprenderle. En aquellos momentos les fue imposible comprender lo que el Maestro les quería decir. Tres años de camino, dialogo, de oraciones, de resolver situaciones difíciles cumpliendo la Ley Antigua y a la vez ser Testigos del Amor, no había bastado para que le entendiesen. “Lo comprenderéis más tardes”… Más tarde, haría falta la persecución, la intriga, la negación, el juicio falso, la condena más injusta, la cruz, la muerte… “Yo os enviaré el Espíritu”. Y al igual que el aire, que está presente en nuestros pulmones, aunque no lo veamos o sintamos, para darnos vida, el iba a quedar para siempre en medio de los hombres por los cuales se había hecho carne. Pero ya no quedaría en carne sino en Espíritu. “Tomad y comed todos de él”. Alimentaros, saciaros. Participad y vivid de mi misma esencia, de mi propia vida, pero nos dijo también…”Hacedlo simpe en memoria mía>>, lo que es decir < .

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