viernes, 6 de marzo de 2015

CONCESIÓN DE LA MEDALLA DE ORO DE NUESTRA HERMANDAD

Nuestra corporación ha aprobado la concesión de su más alta distinción, la Medalla de Oro de la hermandad, a Eduardo Velo García, que ha sido hermano mayor en los últimos diez años, periodo en el que la hermandad ha alcanzado grandes logros, consolidando su actual estilo sobrio y penitencial .

La propuesta de la junta de gobierno quedó refrendada por el cabildo extraordinario celebrado ayer jueves, 5 de marzo, tras el preceptivo cabildo de salida procesional.

Esta distinción se le entregará el próximo domingo 15 de marzo, en la parroquia de San Pedro, coincidiendo con la Función Principal de Instituto.

 
A continuación os transcribimos el escrito realizado por la actual Junta de Gobierno y al cual se he dado lectura en el Cabildo Extraordinario con motivo de la propuesta de medalla de oro a dicho hermano:


TRAYECTORIA DE NUESTRO HERMANO EDUARDO VELO GARCÍA EN LA HERMANDAD
                                                          
Su vinculación con esta Hermandad viene desde siempre ya que fue en San Pedro donde sus padres contrajeron matrimonio y donde se incorporo a la Iglesia católica por medio del Bautismo.

La cercanía de la parroquia con su domicilio de la calle Valientes había posibilitado que este castizo templo estuviera siempre presente en sus recuerdos infantiles, la asistencia a la Misa dominical de la mano de su madre, la participación en los acontecimientos religiosos de amigos y vecinos de sus padres celebrados en esta iglesia, la visita al monumento del Jueves Santo donde siempre se acercaban a ver el paso de la Virgen del barrio ya montado, la silla en la calle Larga junto al Maravilla viendo pasar a la Virgen del avioncito, que era la suya porque era la de su parroquia, la Semana Santa que se les acababa en el bar San Pedro, frente a la parroquia, para ver la recogida de la Virgen de Loreto, fueron los detonantes para que cuando tuvo la edad en la que podía, más o menos decidir, con once años, le pidiera a su padre que quería hacerse cofrade, pero cofrade de la Virgen de Loreto, la Hermandad de su barrio. Su padre intentó convencerle para que se hiciera de la Soledad, que era la suya, o la de la Coronación en la que había salido de pequeño, ambas estaban cerca y en las dos tenía buenos amigos, pero el lo tenía claro, su Hermandad era la de Loreto.

Así que, su padre habló con Luis Mateos primero y con Antonio Delgado después y fue este último el que lo apuntó. Siempre recuerda, lo feliz que le hizo saber que ya era hermano y con la alegría que recibió la primera carta informando de los cultos y reparto de túnicas y papeletas de sitio, la satisfacción y el gozo del día que recogió su primera túnica y papeleta de sitio y sobre todo aquel Viernes Santo de 1973 cuando se estrenó como nazareno de Loreto desde el viejo templo de San Pedro.

Desde entonces la Hermandad siempre ha llenado sus días y sus noches, una auténtica vocación que hace que lo que el siente por ella vaya estrechamente unido a su propio ser. Desde el día que se hizo hermano su condición de cofrade de Loreto ha sido una auténtica prioridad en su vida.

Con su llegada a la Hermandad fue atrayendo a toda su familia, a sus hermanos, a sus padres, a su novia primero y esposa después, a su hija, a sus primos, a los hijos de sus primos, a los amigos de sus familiares, a los amigos de sus amigos. La Virgen le había llamado y él estaba en la obligación de responderle como mejor podía.

Al poco tiempo de apuntarse, se cierra el templo de San Pedro y se van a Santo Domingo. Allí, en los primeros años, la vida de hermandad decayó bastante limitándose a los cultos de Cuaresma y la salida procesional, no obstante su inquietud cofrade ansiaba vivir más la Hermandad, eso le llevó a que en esos primeros años de estancia en el templo dominico acudiera, casi diariamente, todas las tardes cuando salía del colegio a Santo Domingo, para que la Virgen no se sintiera sola y por si se encontraba con alguien de la Hermandad para hablar un poco de la misma. La mayoría de los días únicamente compartía el saludo con el hermano fundador Ignacio Rodríguez que recurría a él para que informara a algún miembro de la junta de gobierno sobre asuntos de interés referentes a la Hermandad y el, normalmente, servía de correo con la calle Caracuel, domicilio de nuestro entonces secretario José Luis Ferrer.

Esta situación había que darle una solución, así que en una de las pocas veces que se vieron los hermanos, propuso que, por lo menos una vez a la semana, debían verse, rezar antes nuestros titulares y departir sobre asuntos de la Hermandad; la propuesta se aceptó y desde 1977, hace más de cuarenta años que venimos reuniéndonos todos los viernes en nuestros cultos semanales y posterior convivencia, algo fundamental para la vida de Hermandad. Estos encuentros semanales fueron dando sus frutos, entre ellos la ofrenda de flores del mes de mayo, la misa de difuntos de noviembre o la solemne celebración del día de la Virgen que se habían dejado de realizarse.

Otra carencia que le quemaba por dentro era que la desidia de aquellos años llevó a que el reparto de túnicas y papeletas de sitio no se llevase a cabo hasta el mismo Viernes Santo y en alguna ocasión hasta unas horas antes de la salida. No se repartían túnicas porque no se recogían y no se daban papeletas de sitio porque no había nadie que se preocupara de ello, así que lo primero que hizo fue pedir todos los recibos de entrega de túnicas que había y convencer a su primo para, en su moto, visitar cada domicilio, sobre todo de aviadores, y recopilar cuántas más túnicas mejor. Fue un arduo trabajo puerta por puerta, con idas y venidas cargando enormes bolsas en la moto, pero la gestión mereció la pena y aquel año, él solo, se puso a repartir, con tiempo suficiente, túnicas y papeletas de sitio en la galería que comunica con el coro de la iglesia de Santo Domingo, lo que permitió que llegasen al Viernes Santo sin incertidumbre alguna y con buen número de hábitos nazarenos ya entregados.

En el año 1979 se le nombra representante de la Hermandad en la Juventud Cofrade de la Unión de Hermandad. Una Juventud Cofrade que durante varios años realizó una intensa actividad, de la que cabe recordar el Maratón Popular, los retiros espirituales para cofrades o el Vía-Crucis de las Hermandades germen del actual, en todos estos actos participó en nombre de la Hermandad de Loreto.

Fueron estos años también en los que aportó lo que pudo por el patrimonio de la Hermandad involucrando a su madre en las tareas de confección de enseres, (banderas, sayas, mantos, paños de bocina, cestillos…) y sobre todo hábitos completos de nazarenos que llenaban su casa en las vísperas de la Semana Mayor.

Con Vicente Romero de Mayordomo comenzó a trabajar estrechamente en las tareas propias de este cargo, montó en 1978 el primer altar de insignias de la Hermandad y en 1981 se le nombra Diputado Mayor de Gobierno.

En 1982, tras la dimisión de Vicente Romero, es nombrado Mayordomo José Vargas y entró por primera vez en la Junta de Gobierno como vice-mayordomo. Posteriormente ocuparía los cargos de vocal- delegado del grupo joven, secretario en dos legislaturas, fiscal de reglas y por último Hermano Mayor.

Otra sus preocupaciones siempre fue la comunicación con los hermanos, así en 1986 creó el boletín La Santa Casa, órgano de difusión de la Hermandad, que durante años supuso la ventana donde los hermanos fueron conociendo la realidad de nuestra Hermandad, un boletín que, con escasos medios y mucha dedicación, con la ayuda de un grupo de colaboradores, era esperado con ilusión por los hermanos, luego las nuevas tecnologías lo hicieron desparecer pero que aún se recuerda con nostalgia y los números que se publicaron son documentos muy valiosos para conocer nuestra historia.

El conocimiento de nuestra historia ha sido otra de sus obsesiones, no había apenas nada y ahora se puede decir que casi toda nuestra historia está al alcance no solo de los hermanos sino de cualquiera que se interese por ella. Durante años fue apuntando el día a día de la actividad de la Hermandad que unido a sus visitas a bibliotecas y archivos, las charlas con cofrades antiguos y la recopilación de documentos valiosos de nuestra historia, dieron como fruto el libro del cincuentenario, una pieza fundamental para conocer todo lo que somos y hemos sido.

Por otro lado también ha puesto al servicio de la Hermandad sus aptitudes artísticas, diseñando la portentosa Cruz de Guía, Ciriales y pértiga, remate de bandera, así como altares de cultos y Besamanos, y otros como alfombras para el Corpus, la decoración de las puertas de Secretaría y Mayordomía, los Belenes en Navidad, vitrinas y la decoración en general de la Casa de Hermandad etc.

Mencionar también que siendo Delegado del Grupo Joven propuso la celebración de unos cursillos de formación cofrade que, durante años, sirvieron, para profundizar en el conocimiento y la realidad del mundo de las Hermandades. Unos cursillos que se complementaban con aquella “Semana de homenaje a María” que se celebraba en torno a la festividad de Ntra. Sra. de Loreto y venía a enriquecerse en el conocimiento de la virtudes de la Virgen. Hoy la mayoría de aquellos jóvenes dirigen o han dirigido eficazmente y con conocimiento de causa los destinos de nuestra corporación, incluso de otras corporaciones, algo de su preparación se le debe, sin duda, a las enseñanzas de aquellos años.

Como secretario actualizó todas las listas de hermanos que andaban desperdigadas, lográndolas unificar en un libro donde fueron inscritos por orden de antigüedad. Añadió varios archivos para temas concretos, como los recortes de prensa, las convocatorias, etc., que no existían, confeccionó un documentado inventario en donde se especificada todos los datos de los enseres que conforma el patrimonio de la Hermandad y propuso la instauración de la Medalla de Oro de la Hermandad para aquellos hermanos que son un ejemplo por su entrega y servicio.

Ni en sus años de trabajo en Sevilla abandonó el servicio a su Hermandad ya que aprovechando su estancia en la capital hispalense para visitar talleres y artistas siempre en la búsqueda de nuevos proyectos y adquisiciones para el engrandecimiento de nuestra corporación.

Tras su paso por la Unión de Hermandades, como secretario de la misma, estuvo al frente de los actos conmemorativos de las Bodas de Oro fundacionales, un cincuentenario que celebramos durante cuatro años, con diversos actos y convocatorias, clausurándose con un solemne pontifical presidido por el Sr. Obispo en el que en su homilía dejó dicho que esta celebración había sido toda una demostración de cómo se deben realizar un cincuentenario en una Hermandad.

Por otro lado mencionar la recuperación del espíritu penitencial de nuestra Cofradía. Ya en los años ochenta y viendo el rumbo que estaba tomando nuestra impronta en la calle, propuso y se aprueba, primero en Cabildo de Oficiales y posteriormente en Cabildo General de hermanos, para una mayor comprensión del misterio que representamos, que solo se interpreten marchas de riguroso carácter fúnebre en la salida procesional, esta iniciativa, no con ciertas opiniones contrarias, fue el trampolín para lo que hoy es nuestra cofradía en la calle. Investigó en la historia de los cortejos procesionales y buscó el hábito originario de la Hermandad e indagó en el sentimiento que arropó a los hermanos fundadores para recobrarlo como algo innato a nuestra personalidad y así se ha llegado a esta cofradía que hoy tenemos, tan admirada y valorada, ejemplo para muchos y la única que en el Viernes Santo se identifica plenamente con la sobriedad y recogimiento propio del día.

Por último su labor durante los diez años que ha sido Hermano Mayor por todos es conocida y no es necesario que yo pase a reseñar lo que ha supuesto para la institución, solo hay que mirar la evolución experimentada por nuestra Hermandad en estos años, tanto patrimonialmente, como espiritualmente, como fraternalmente, como culturalmente, como en el sitio que ha pasado a ocupar en nuestra Semana Mayor. Gracias sobre todo al excelente equipo de trabajo que le ha acompañado.

Y aún así quedaban dos objetivos importantes por conseguir, el nuevo “paso” que pondrá la guinda al pastel de esa delicia de Cofradía que hoy gozamos y la condición de Sacramental que vendrá a poner esa otra guinda de nuestra formación como cristiano y cofrade, en el mayor culto a Dios vivo y presente en la Eucaristía. Para ello se ha vuelto a poner al servicio de su Hermandad, asumiendo de nuevo responsabilidades en la Junta de Gobierno y capitaneando el ilusionante reto del nuevo paso y el aún más ilusionante objetivo de hacer del Santísimo Sacramento el centro de nuestras vidas, metas que sin duda, al igual que todo lo anterior, alcanzaremos porque son cosas de Dios y Él todo lo puede.

El tiene la creencia de ser un humilde instrumento al servicio de Dios, que le ha dado el enorme honor de poder servirle a través de esta su Hermandad y aquí sigue ya en plena madurez, con el peso del tiempo transcurrido en el que las satisfacciones han superados con creces los sinsabores y con la misma ilusión que aquel niño de once años que un día recibió el enorme regalo del cielo de hacerse hermano de Loreto.

  

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