lunes, 16 de febrero de 2015

MIÉRCOLES DE CENIZA (18-2-2015)

El texto evangélico es de Mt 6, 1-6. 16-18 y dice lo siguiente:


"En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: “Cuidad de no practicar vuestra justicia delante de los hombres para ser vistos por ellos; de lo contrario, no tendréis recompensa de vuestro Padre celestial. Por tanto, cuando hagas limosna, no vayas tocando la trompeta por delante, como hacen los hipócritas en las sinagogas y por las calles, con el fin de ser honrados por los hombres; os aseguro que ya han recibido su paga. Tú, en cambio, cuando hagas limosna, que no sepa tu mano izquierda lo que hace tu derecha; así tu limosna quedará en secreto, y tu Padre, que ve en lo secreto, te lo pagará. Cuando recéis, no seáis como los hipócritas, a quienes les gusta rezar de pie en las sinagogas y en las esquinas de las plazas, para que los vea la gente. Os aseguro que ya han recibido su paga. Tú, cuando vayas a rezar, entra en tu aposento, cierra la puerta y reza a tu Padre, que está en lo escondido, y tu Padre, que ve en lo escondido, te lo pagará. Cuando ayunéis, no andéis cabizbajos, como los hipócritas que desfiguran su cara para hacer ver a la gente que ayunan. Os aseguro que ya han recibido su paga. Tú, en cambio, cuando ayunes, perfúmate la cabeza y lávate la cara, para que tu ayuno lo note, no la gente, sino tu Padre, que está en lo escondido; y tu Padre, que ve en lo escondido, te recompensará”.



* Comienza el tiempo de Cuaresma, nuestro itinerario hacia la Pascua. La Cuaresma no es meta, es camino que nos lleva a la resurrección. La Cuaresma es tiempo de salvación que conlleva una transformación; tiempo de silencio interior, de examen de conciencia, para detectar nuestras sombras e iluminarlas con el perdón, con la misericordia, con la confesión, con la conversión a Dios.

La Cuaresma nos invita a mirar lo que está mal dentro de nosotros mismos y a pedir con humildad que Dios nos ayude a renovarnos. Y esta es la receta para conseguirlo, las tres actitudes básicas a seguir durante este tiempo y que deben ir unidas: limosna, oración y ayuno.

Limosna que me ayuda a no ambicionar riquezas, a solidarizarme, a poner al servicio de los demás no sólo mi dinero, sino mi tiempo, mi cultura, mi compañía, mis cualidades, mi vida..., a reconocer que yo también soy mendigo de la misericordia. La auténtica caridad no se limita a "dar" limosna, sino que nos exige "darnos" a nosotros mismos.

Oración que me ayuda a poner en Dios mi vida y mi esperanza, a reforzar mi relación con Dios mi Padre, a pedirle su gracia que me es necesaria para poder cambiar pues sólo no puedo.

Ayuno que me hace ser consciente de que no hay nada en este mundo que pueda saciarme plenamente; sólo Dios puede llenar mi corazón. Ayuno, austeridad, que me ayuda a compartir, a mirarme a mí mismo, a revisar mi salud espiritual, a eliminar los obstáculos que me impiden ser mejor, a descubrir que muchas cosas que me parecen necesarias son superfluas, a saber elegir lo importante antes que lo urgente, a aprender a usar mejor los bienes sin abusar de ellos, a demostrar que no sólo de pan vive el hombre sino que para vivir también necesita de la Palabra que cada día me ofrece Jesús en el evangelio.


* La Cuaresma es tiempo de volver a empezar, de arrepentimiento, de cambiar algo en nosotros para ser mejores, para quitar de nuestra vida algún aspecto que afea nuestra relación con Jesús.

Pero hacer por hacer, hacer para que me vean, incluso hacer para sentirme bien no vale a los ojos de Dios; lo escondido, lo que no se ve y busca agradar sólo a Dios es lo que de verdad cuenta, es la expresión de una fe adulta.


* Bajo la ceniza que trata de recordarme mi fragilidad y necesidad de reconciliación, acudo a ti, Dios Padre, para que me guíes y me transformes. Que esta Cuaresma sea un caminar con Jesús hasta la Pascua, que esté siempre a mi lado para que no flaqueen mis fuerzas. Que en esta Cuaresma deje que Dios actúe en mí.


* El Papa Francisco, en su exhortación sobre la alegría del evangelio, nos deja esta bella oración como una buena forma de iniciar la Cuaresma: "Señor, me he dejado engañar, de mil maneras escapé de tu amor, pero aquí estoy otra vez para renovar mi alianza contigo. Te necesito. Rescátame de nuevo. Señor, acéptame una vez más entre tus brazos redentores".


* La Cuaresma me pide conversión. Debo entrar en mi interior, proponerme un pequeño y concreto objetivo para mejorar, no grandes ni vagas pretensiones, y pedirle ayuda a María para lograr su consecución. Esa será mi transformación que presentaré al Señor en la noche de Pascua.



Estos puntos ayudan a iniciar la reflexión, a partir de ahora esperamos vuestras aportaciones que nos abran nuevos horizontes y nos acerquen a una comprensión más completa de la Palabra.

Muchas gracias a todos por vuestra participación. 


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