jueves, 18 de julio de 2013

EL EVANGELIO DEL DOMINGO: 16º DEL TIEMPO ORDINARIO (21-7-2013)

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El texto evangélico es de Lc 10, 38-42 y dice lo siguiente:


“En aquel tiempo, entró Jesús en una aldea. Una mujer, llamada Marta, lo recibió en su casa. Tenía una hermana llamada María, la cual, sentada a los pies del Señor, escuchaba sus palabras. Y Marta se multiplicaba para dar abasto con el servicio. Hasta que se paró y dijo: -Maestro, ¿no te importa que mi hermana me hay dejado sola con el servicio? Dile que me ayude. El Señor le replicó: -Marta, Marta, andas nerviosa e inquieta con tantas cosas, cuando una sola es necesaria. María escogió la mejor parte y no se la quitarán.”



* En la vida debemos comprender lo que es verdaderamente importante. En esta escena evangélica, la actitud de María es la de la mujer que ha comprendido qué es, en ese momento, lo esencial: escuchar a Jesús. María es la apasionada del Evangelio, hace de la Palabra su vida, es la buena tierra que da el fruto que agrada y da gloria a Dios.

Marta se afana en el trabajo, quizás para poder atender adecuadamente a Jesús y es comprensible su inquietud. Se ve desbordada y reprocha a su hermana. Jesús le dirige unas palabras con mucho afecto (pronuncia dos veces su nombre), y en esas palabra hay una enseñanza para todos nosotros. No le dice en ningún momento que obra mal pero le alerta de un hecho “andas nerviosa e inquieta con tantas cosas” pero descuidando lo que en ese preciso instante era necesario: escuchar su Palabra.

Muchas veces nos pasa lo mismo, y nos distraemos en la Misa, o no estamos atentos a las personas cercanas disfrutando de su compañía, o simplemente se nos escapa lo que estamos viviendo porque no somos capaces de detenernos un momento a contemplar. Corremos el peligro del estrés y del activismo. En esos momentos Jesús nos llama a descansar, como María, en su persona.

La expresión latina dice “ora et labora” (oración y trabajo). Ambas actitudes son complementarias, pero el trabajo ha de nacer de la fuente íntima de la vinculación a Dios.


* Jesús es el huésped que viene a nuestro corazón. En la Comunión, viene a cada uno de nosotros y nos da su amor. Es de ese amor del que nosotros extraemos la fuerza para servirle después, especialmente atendiendo a quienes nos necesitan. Pero hemos de procurar no perder de vista su presencia, para no desperdigarnos en las cosas que hacemos, aunque sean buenas y nobles. Continuamente debemos volver a Jesús para escuchar sus palabras y así experimentar, también en la acción, el gozo de su compañía.


* Señor, por encima de la razón humana está tu palabra divina: María ha escogido la mejor parte. Que las ocupaciones y preocupaciones terrenas no me impidan lo único necesario: fomentar la amistad contigo, escuchándote y hablándote en la oración.

Señor, que no deje NUNCA el contacto contigo en la oración.


* Madre, muchas veces soy Marta, en medio de la actividad cotidiana me olvido que tu Hijo es el centro de mi ser. Ayúdame a que Él esté siempre presente en mi vida y en mis desvelos.




Estos puntos ayudan a iniciar la reflexión, a partir de ahora esperamos vuestras aportaciones que nos abran nuevos horizontes y nos acerquen a una comprensión más completa de la Palabra.

Muchas gracias a todos por vuestra participación

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