viernes, 5 de julio de 2013

EL EVANGELIO DEL DOMINGO: 14º DEL TIEMPO ORDINARIO (7-7-2013)

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El texto evangélico es de Lc 10, 1-12.17-20 y dice lo siguiente:


“En aquel tiempo designó el Señor a otros setenta y dos y los envió por delante, de dos en dos, a todas las ciudades y lugares adonde pensaba ir. Les decía: -La mies es abundante pero los braceros son pocos. Rogad al amo de la mies que envíe obreros a su mies. Poneos en camino, que yo os envío como ovejas entre lobos. No llevéis bolsa ni alforja ni sandalias. Por el camino no saludéis a nadie. Cuando entréis en una casa, decid primero: Paz a esta casa. Si hay allí gente de paz, descansará sobre ella vuestra paz. De lo contrario, tornará a vosotros. Quedaos en esa casa, comiendo y bebiendo lo que haya; pues el trabajador tiene derecho a su sustento. No paséis de casa en casa. Si entráis en una ciudad y os reciben, comed de lo que os sirvan. Sanad a los enfermos que haya y decidles: Ha llegado a vosotros el reinado de Dios. Si entráis en una ciudad y no os reciben, salid a las calles y decid: Aun el polvo de esta ciudad que se nos ha pegado a los pies lo sacudimos y os lo devolvemos. Con todo, sabed que ha llegado el reinado de Dios. Os digo que aquel día la suerte de Sodoma será más llevadera que la de aquella ciudad. Y dijo a sus discípulos: -Quien a vosotros os escucha a mí me escucha; quien a vosotros os desprecia a mí me desprecia; y quien a mí me desprecia, desprecia al que me envió. Volvieron los setenta y dos muy contentos y dijeron: -Señor, en tu nombre hasta los demonios se nos sometían. Les contestó: -Estaba viendo a Satanás caer como un rayo del cielo. Mirad, os he dado poder para pisotear serpientes y escorpiones y sobre toda la fuerza del enemigo, y nada os hará daño. Con todo, no os alegréis de que los espíritus se os sometan, sino de que vuestros nombres están registrados en el cielo.”


* El evangelio de hoy tiene especial resonancia para este Año de la fe que convocó el papa emérito Benedicto XVI, con el fin de profundizar en las verdades del Credo y en la necesidad de comunicar esta fe a los demás, no sólo llevándola a quienes no la conocen, sino también volviendo a plantearla a aquellos que eran creyentes pero que ya no se reconocen como tales. Esta misión de transmitir la fe es lo que Juan Pablo II en su pontificado llamó “la nueva evangelización”. Y es una urgencia para la Iglesia, que debe ser misionera; para todos los bautizados que somos los responsables de esa misión.


* Jesús, al igual que a los setenta y dos discípulos, nos manda a anunciar su Reino, esa es nuestra tarea como cristianos. Debemos salir a los caminos de la vida a proclamar la buena noticia, con nuestras palabras y con nuestras obras, no hay tiempo que perder; y hemos de ir como heraldos de la paz, como trabajadores humildes del reino de Dios, como precursores (al igual que Juan Bautista) preparando a los hombres para el encuentro con Jesús, que es el único que salva y en el único que podemos hallar la paz verdadera.


*Jesús manda a sus discípulos “rogad” y “poneos en camino”, un doble dinamismo: oración y acción, que van íntimamente unidas. Sólo por la oración alcanzamos a ver a esa multitud de personas que nos necesitan porque no conocen a Dios y están esperando que alguien se lo anuncie.

Jesús impone a sus discípulos unas condiciones “no llevéis bolsa, ni alforja ni sandalias...”: con esto quiere que nos demos cuenta de que no hay excusas para nuestra limitación o falta de medios; la misión no es proporcionada a nuestras fuerzas, por eso debe ser siempre afrontada con la confianza plena en el Señor y no en nuestras capacidades, porque es obra de la gracia de Dios y no un éxito personal.

Jesús también recuerda a sus discípulos que rueguen al dueño de la mies que mande obreros a su mies, al mundo entero. No lo olvidemos nunca, pidamos, fomentemos, favorezcamos... las vocaciones.


* Señor, cumplir este mandato tuyo debe producirme satisfacción y alegría, la alegría de haber sido testigo y anunciador de tu salvación. Y también la alegría de saber que Dios es mi Padre, que me quiere, y que mi nombre está escrito en el cielo.


* María, ayúdame a salir al camino de la vida como testigo del amor de Jesús, para proclamar su paz.



Estos puntos ayudan a iniciar la reflexión, a partir de ahora esperamos vuestras aportaciones que nos abran nuevos horizontes y nos acerquen a una comprensión más completa de la Palabra.



Muchas gracias a todos por vuestra participación.


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