viernes, 16 de enero de 2015

EL EVANGELIO DEL DOMINGO: 2º DEL TIEMPO ORDINARIO (18-1-2015)

JORNADA MUNDIAL DE LAS MIGRACIONES

SEMANA DE ORACIÓN POR LA UNIDAD DE LOS CRISTIANOS



El texto evangélico es de Jn 1, 35-42 y dice lo siguiente:


“En aquel tiempo, estaba Juan con dos de sus discípulos. Viendo pasar a Jesús, dijo: Ahí está el Cordero de Dios. Los discípulos, al oírlo hablar así siguieron a Jesús. Jesús se volvió y, al ver que le seguían, les dijo: ¿Qué buscáis? Ellos le respondieron: Rabí (que significa maestro), ¿dónde vives? Él les dijo: Venid y lo veréis. Entonces fueron, vieron dónde vivía y se quedaron con él aquel día. Eran las cuatro de la tarde. Uno de los dos que habían oído a Juan y habían seguido a Jesús era Andrés, hermano de Simón Pedro. Encuentra primero a su hermano Simón y le dice: Hemos encontrado al Mesías (que significa Cristo). Y lo condujo a Jesús. Jesús lo miró y dijo: Tú eres Simón, el hijo de Juan; te llamarás Cefas (que significa Pedro)”.


* Iniciamos este domingo el llamado "tiempo ordinario", en el que se nos invita a contemplar la vida pública de Jesús. La denominación de tiempo ordinario no significa que es un tiempo en el que nada va a suceder, sino que todo lo ordinario de nuestra vida puede estar marcado por lo extraordinario ya que Cristo nos está cercano y Dios no deja de hablarnos. La posibilidad de vivir cada día unidos a Cristo hace que toda nuestra vida puede ser maravillosa.


* En este texto, vemos en primer lugar cómo Juan Bautista fija su mirada en Jesús que pasa, y le reconoce como el Cordero de Dios. Esto hace que dos de sus discípulos le sigan. Jesús sale al encuentro con los hombres, y los discípulos se sienten atraídos por su persona, sienten el deseo de vivir con Él, de colaborar en su misión. Seguir significa ir con otro que indica el camino, aquí los discípulos van con quien es el verdadero Camino.


* El Bautista señaló a los discípulos quién era Jesús. Igualmente, Pedro conoce a Jesús porque se fía de la palabra de su hermano Andrés. La amistad con personas santas, con cristianos que intentan vivir sinceramente su relación con Dios, también nos da luz. Ellos nos indican con sus palabras, con su ejemplo, con su modo de vida cómo encontrar a Dios y por qué vale la pena hacerlo. Pero es preciso que nosotros demos el paso de querer escuchar, de estar dispuestos a ir a Jesús, de dejarnos encontrar por él.


* Después de este primer paso, Jesús toma la iniciativa y les pregunta qué buscan. Ellos responden con otra pregunta, cargada de intensidad ¿dónde vives? La invitación de Jesús es a que vayan con él y vean; manifestándose abierto, disponible, dispuesto a compartir la propia vida.

"Venid y lo veréis": así debe comenzar todo apostolado. Alguien que nos habla de Dios; alguien que busca la felicidad; alguien que nos invita a comprobar, en vivencias directas, cuáles son los caminos.

El único medio eficaz para transmitir el Evangelio es el que puso en práctica Jesús: la "ejemplaridad" de la propia vida. No son las ideas sino los latidos, no es solo la doctrina sino el testimonio, lo que transformará nuestras vidas.


* Por último, con la certeza de que Jesús es el Mesías, Andrés corre a decírselo a su hermano Pedro: le ha sucedido algo impresionante, se ha encontrado con Cristo y lo transmite a los demás. Y en esto consiste el cristianismo: el encuentro con una persona que cambia radicalmente la orientación de nuestra vida.


* Y ahora sólo queda que nos preguntemos: ¿y yo, sé lo que busco? ¿Estoy dispuesto a seguirle una vez que lo he encontrado? ¿Respondo a su llamada? ¿Quiero quedarme con Él para siempre? ¿Ha llegado para mí esa hora de las cuatro de la tarde, de la que nos habla el evangelio (que significaba el comienzo del nuevo día para los judíos)?

El ser humano está siempre en búsqueda. Debo descubrir quién es Jesús, encontrarme con Él y acompañarle, y este acompañamiento cambiará mi vida.

Nuestra vocación no consiste en buscar un rol en el que podamos sentirnos cómodos, sino en discernir, a partir de un encuentro personal con el Señor, qué conlleva vivir con él. Hay que tratarlo en la oración, conocerlo mediante el seguimiento, permanecer a su lado con la vida de fe y la vivencia de la caridad.


* María, quiero fijar mi mirada en tu Hijo, escuchar su pregunta invitación, entusiasmarme con Él y seguirle. Dame fuerza en mi debilidad para que pueda conseguirlo.




Estos puntos ayudan a iniciar la reflexión, a partir de ahora esperamos vuestras aportaciones que nos abran nuevos horizontes y nos acerquen a una comprensión más completa de la Palabra.

Muchas gracias a todos por vuestra participación.


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