viernes, 14 de febrero de 2014

EL EVANGELIO DEL DOMINGO: 6º DEL TIEMPO ORDINARIO (16-2-2014)

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El texto evangélico es de Mt 5, 17-37 y dice lo siguiente:


“Dijo Jesús a sus discípulos: No penséis que he venido a abolir la ley o los profetas. No vine para abolir, sino para cumplir. Os aseguro que mientras duren el cielo y la tierra, ni una letra, ni una coma de la ley dejará de realizarse. Por tanto, quien quebrante el más mínimo de estos preceptos y enseñe a otros a hacerlo será considerado el más pequeño en el reino de Dios. Pero quien lo cumpla y lo enseñe será considerado grande en el reino de Dios. Porque os digo que si vuestra justicia no supera a la de los letrados y fariseos, no entraréis en el reino de Dios. Habéis oído que se dijo a los antiguos: No matarás; el homicida responderá ante el tribunal. Pues yo os digo que todo el que se deje llevar por la cólera contra su hermano responderá ante el tribunal. Quien llame a su hermano inútil responderá ante el Consejo. Quien lo llame loco incurrirá en la pena del horno de fuego. Si mientras llevas tu ofrenda al altar te acuerdas de que tu hermano tiene queja de ti, deja la ofrenda delante del altar, ve primero a reconciliarte con tu hermano y después vuelve a llevar tu ofrenda. Con quien tienes pleito busca rápidamente un acuerdo, mientras vas de camino con él. Si no, te entregará al juez, el juez al alguacil y te meterán en la cárcel. Te aseguro que no saldrás hasta haber pagado el último céntimo. Habéis oído que se dijo: No cometerás adulterio. Pues yo os digo que quien mira a una mujer deseándola ya ha cometido adulterio con ella en su corazón. Si tu ojo derecho te induce a pecar, sácatelo y tíralo lejos de ti. Más te vale perder una parte de tu cuerpo que ser arrojado entero al infierno. Y si tu mano derecha te lleva a pecar, córtatela y tírala lejos de ti. Más te vale perder una parte de tu cuerpo que terminar entero en el horno. Se dijo: Quien repudie a su mujer que le dé acta de divorcio. Pues yo os digo que quien repudia a su mujer --salvo en caso de concubinato-- la induce a adulterio, y quien se case con una divorciada comete adulterio. También habéis oído que se dijo a los antiguos: No perjurarás y cumplirás tus juramentos al Señor. Pues yo os digo que no juréis en absoluto: ni por el cielo, que es trono de Dios; ni por la tierra, que es estrado de sus pies; ni por Jerusalén, que es la capital del Soberano; ni jures tampoco por tu cabeza, pues no puedes volver en blanco o negro uno solo de tus cabellos. Que vuestra palabra sea sí ó no. Lo que pase de ahí procede del Maligno.”

* En el Evangelio Jesús se presenta como el nuevo legislador, que no destruye la antigua ley de Moisés sino que viene a darle plenitud y cumplimiento.

Jesús insiste en la necesidad de ir más allá de las reglas, de las normas. Todo ello se ha escrito para que venga en ayuda de nuestra debilidad. El fin no es la ley. Ésta es el medio, el instrumento, el camino, nunca el objetivo.

Cuando los cristianos en la Iglesia nos detenemos sólo en el fiel cumplimiento de los preceptos, nos convertimos en cristianos vacíos; hay que penetrar en el espíritu que inspira esos preceptos. No podemos convertirnos en seguidores de una norma sino de una persona que puso como fuente de la norma el Amor, la ley fundamental en la Iglesia.


* Hay muchas razones para cumplir o no una ley. Podemos hacerlo por miedo a la sanción, por simple sentido del deber, o bien, porque nos damos cuenta de la bondad de lo que se manda. A veces, no vemos inmediatamente el beneficio de la norma, pero nos fiamos de la persona que la dicta. Por lo general, nos cuesta obedecer, pero es más fácil si sabemos que quien nos pide algo nos ama y que lo hace por nuestro bien.


* Jesús no impone estos preceptos, no obliga a obedecerlos. Los da para que el que voluntariamente quiera los cumpla. En esto consiste la libertad del hombre. Jesús nos da la libertad para que sus mandatos no sean algo insoportable, sino un modo de vida gozoso.

Jesús no pone sobre nosotros una pesada carga difícil de cumplir, sino que nos indica el camino para evitar el mal, nos muestra lo que debemos hacer para vivir el amor. Y sobre todo, nos da con su gracia la posibilidad de ser imitadores suyos.

Todo lo que el Señor nos enseña es para nuestro bien. No sólo porque en el futuro vayamos a obtener una recompensa, sino porque ahora experimentamos el gozo de obrar bien.


* María, intercede ante tu Hijo para que pueda sentir sobre mí su mirada amorosa y así poder conocer mejor sus mandamientos y cumplirlos.



Estos puntos ayudan a iniciar la reflexión, a partir de ahora esperamos vuestras aportaciones que nos abran nuevos horizontes y nos acerquen a una comprensión más completa de la Palabra.

Muchas gracias a todos por vuestra participación. 


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